jueves, junio 30, 2016

Il Tuffatore



Al comienzo de la  primavera visité a Paestum, cerca de Salerno, al sur de Italia, para ver los célebres templos griegos, donde ahora, según he visto, han florecido las rosas de Alejandría,  y donde se encuentra la  famosas pinturas de Il Tuffatore (el nadador, o el saltador),  casi la única pintura mural griega que se conserva de la época clásica, y que adorna una tumba fechada en torno al 480 a.c. Ese día no pude ver la pintura,  pero poco después me topé con el tuffatore en una exposición en Nápoles, y de alguna manera esa imagen sencilla y a la vez espléndida, que trata de una manera tan inusual y ligera la idea de la muerte, propensa siempre a elaboraciones tan fúnebres y dolientes, no se me ha ido de la cabeza. Il Tuffatore. No hay aquí la cruz terrible del cristianismo, los grandes monumentos funerarios, las pirámides ni los túmulos de mármol. Nada de esto. Es  otra cosa.
De vez en cuando esta imagen, perdida en el mundo de imágenes  y estímulos sin pausa en el que vivimos, me llena con su gracia y su fuerza poética, y tiene la capacidad de alegrarme, como si una brisa leve que viniera desde la antigua Grecia me otorgara de pronto algo de sabiduría y de consuelo. Sumérgete en ello sin cuidado, lánzate al tiempo y a las cosas, no temas,  parece decirme.
 Eso me ha hecho buscar. El sepulcro de Paestum, al parecer, fue descubierto en 1968 por el arqueólogo Mario Napoli, y sus pinturas murales, según explica, no son  algo nada común, pues no debe ser griega la costumbre de decorar con escenas el interior de las tumbas. Este  hombre joven lanzándose al agua se ha entendido siempre como el viaje al más allá,  una inmersión en el Hades, el paso de la vida a la muerte. No es raro que esta esta pintura atrajera enseguida a los  poetas. El italiano Montale le dedicó un  poema que el desaparecido Valente tradujo en 1975  tras visitar Paestum. Donde Montale titulaba solamente "Il Tuffatore", Valente lo hace como “Salto e inmersión” y dice:

El que se arroja al agua tomado al ralentí
diseña un arabesco filiforme
y en tal cifra quizá se identifica
su vida. Quien está en el trampolín
aún está muerto, muerto quien vuelve
a nado hasta la escalera tras el salto,
muerto quien lo fotografía, no nacido
quien celebra la empresa.
  
Puede que este juego tan liteario entre la vida y la muerte, el sueño y la vida, esté muy bien. Sin embargo resulta de pronto demasiado intelectual.  Como si degradara la elocuente simplicidad del salto al agua. Me pregunto por aquel que se enterró en Paestum y quiso poner sobre su tumba no un sesudo epitafio, sino esta imagen de un muchacho a punto de sumergirse en el agua y desaparecer.

martes, junio 28, 2016

Brexit


No hacía falta más que ver la pinta de Nigel Farage, líder del principal partido británico partidario del Brexit: sus trajes cruzados, su sonrisa de dentífrico,  esos carteles en los que aparecían largas filas de inmigrantes como una amenaza, para comprender lo profundamente reaccionario de la propuesta de salir de la UE -por mucho que ésta tampoco sea un dechado de virtudes-, un club en el que el Reino Unido estaba y no estaba a la vez, y al que siempre ponía pegas. ¿Irse los ingleses? decía el eurodiputado Sosa Wagner, harto de los caprichos británicos,  ¡no caerá esa breva! No solo bastaba ver a Farage o Boris Johnson, ex alcalde de Londres, alegando que la UE no tenía derecho a regular el tamaño de los plátanos, tan solo ver la lista de quienes apoyaban el Brexit nos daba también una idea del asunto: Le Pen, Putin, Donald Trump, aquellos que buscan una Europa más débil, con más rivalidad entre países, lo que ha sido la tónica y la ha ensangrentado durante siglos.  De poco han valido los argumentos económicos, la caída de la libra, el daño a la City, los perjuicios para los que viven de su pensión fuera de las Islas. Ni siquiera la muerte de la diputada Jo Cox, asesinada por un exaltado que gritó Britain first, y que conmovió al país, haciéndole ver los peligros de excitar los peores sentimientos, pudieron evitarlo. “Los pueblos obedecen mucho más a sus pasiones que a sus intereses”, advertía Freud,  y esto lo vuelve a demostrar. El referéndum ha sido un éxito y ahora se abre la veda: es posible que un país  se despeñe sin mayores problemas, o que  parte de una comunidad mayor decida algo que afecta al resto. Elegimos a los políticos para gobernar: para que resuelven y decidan, no para que nos dividan y confundan en una elección simplista. No se puede elegir pagar impuestos, o implantar la pena de muerte. No está claro que un referéndum sea algo democrático, pero siempre –esto vale para lo que se nos viene encima-  tiene trampa: si el resultado es la ruptura, es irreversible. Si gana la continuidad,   habrá sido un logro por sí mismo, y en poco tiempo volverá a plantearse.  
(Publicado Diario de Navarra 27/6)

martes, junio 21, 2016

Galgo

De pronto veo muchos galgos en Pamplona, tal vez sea una raza de perros que se están poniendo de moda, incluso más que esos teckel –los salchicha- tan simpáticos, y sin embargo fieros, a los que hay que llevar con mucha dignidad, o esos border-collies blancos y negros que, según he leído, son los perros más inteligentes, incluso más que muchos humanos, dicen, lo cual no me cuesta mucho creer, y mientras paseo antes de que llueva es cuando veo al galgo. Apenas hay gente esta tarde en la que debe jugar Osasuna o han prohibido salir, y mientras veo la estirada imagen de este perro que parece andar de puntillas, recuerdo el Quijote en la nueva versión de Trapiello, que nos habla de  ese “hidalgo de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor” (ahora se entiende todo mucho mejor), y como hay poca gente, su dueño mira a los lados y suelta al galgo que sale corriendo; es una delicia ver su larga zancada, la forma en que hace eses y vuelve hacia su amo levantando la cabeza. Galgo corredor. Todavía hay señoritos en España cuya dedicación es ver correr a los galgos tras la liebre. Todavía cada año, tras la época de caza,  se abandonan galgos que deambulan luego flacos y tristes por las afueras de los pueblos de la Mancha. Pero aquí  los galgos viven  bien. En realidad los perros son unos privilegiados. Cuanto más desarrollada es una sociedad, mejor se trata los perro y gatos, y más sola está la gente, y es más difícil entenderse.  En la última película de Al Pacino, un hombre mayor sale de la cárcel y lleva una vida solitaria, incapaz de relacionarse con nadie,  y solo le preocupa su gata blanca de angora,  que se ha tragado una llave, a la que quiere salvar a toda costa. En otra peli de terror, esta semana, un tipo entra en una discoteca latina y mata a cincuenta personas, mientras consulta en el móvil los cometarios en directo de su hazaña. En la última, un sujeto solitario mata a una diputada inglesa que quería cambiar el mundo con una sonrisa. Sale el galgo corriendo como una flecha, y vuelve con  un palo en la boca hasta su amo que le habla, y le compensa con una caricia.
(Publicado Diario de Navarra 20-6)

lunes, junio 20, 2016

Mui

No hace mucho que Roger Alvarez pasó por Pamplona para ofrecernos su "Pequeña suite emocional", entre cuyas canciones se  encontraba esta de Mui, que ahora ha obtenido una versión para coro que Roger perseguía desde hace tiempo. La verdad es que la historia de esta mujer vietnamita que vende bocadillos y rollitos en la Gran Vía es magnífica, como un viñeta a la vez amable y conmovedora del mundo que hemos hecho. Al poco de colgar su Mui, versión coral, en la web, Roger tuvo un mensaje de un hijo de Mui que le daba la gracias en su nombre y en el de su madre y le invitaba a un café. Como si fuera una nueva  estrofa para la canción.


lunes, junio 13, 2016

Amable


Pamplona es ahora una ciudad más amable, ha dicho el alcalde Asirón al hacer balance de su primer año,  poniendo una cara de extrema amabilidad, queriendo demostrar que desde que llegó al Ayuntamiento con el amable apoyo de Bildu y otros más, que le dejaron amablemente pasar primero, es como si hubiera vuelto a amanecer. Tanto empeño en mostrarse amable quizás hace sospechar,  en el fondo,  un gran cabreo.  Pamplona nunca ha sido una ciudad amable y sigue sin serlo; mantiene ese tono un poco distante y hosco ante el visitante, un trato seco  en los bares o las tiendas. Siempre ha sido así: un poco altiva, bastante  Mordor.  La ciudad no es ni mucho menos  fácil, es complicado integrarse,  trabar relaciones, hay que tener credenciales, saber si a uno le gusta la Dolorosa o la txalaparta.   Pamplona es ahora del otro lado que antes, podemos decir, más acorde con los partidos que la gobiernan, más nacionalista, pero eso no la hace más amable, sino  más densa, más llena de códigos y barreras  que hay que conocer para no meter la pata.  Bienvenidos, como decía el anuncio de Ikea,  a la república independiente de mi casa.  No creo  que el cuadripartito haya hecho de pronto una ciudad más amable.  Ni más social o participativa. Confunde la ingrata realidad con las mejores intenciones. Además, lanzar alabanzas hacia uno mismo no tiene mucho sentido. En realidad no sé muy bien que es lo que  ha hecho en todo este año,  sea amable o incómodo.   No se me ocurre algún logro potente, un proyecto, algo que marque la diferencia, un lugar que irradie algo distinto y que atraiga, salvo las obsesiones y los debates de siempre, tan poco amables. Son los que mandan, como de costumbre, los que parecen encantados de haberse conocido. Si alguien hace una cacicada, eso sí, se trata de error ante el que hay que callarse.   Hacia dónde va la ciudad, que se persigue, no se sabe. Puede que la metáfora de este primer año sea  esa letrina de tablas junto al tenis, que parece una obra de  arte  conceptual. Mucho sacar pecho, pero  a la hora de la verdad, bien poca cosa. 
(Publicado 13 junio Diario de Navarra)

lunes, junio 06, 2016

Aniversarios

Ian Mc Kellen y A.Hopkins "The dresser".
Dicen que Shakespeare y Cervantes –es este año de aniversarios-, murieron el mismo día y esto es como un guiño del azar que emparenta a dos genios, una coincidencia que nos gusta como si significase algo, pero en realidad para Cervantes se toma la fecha del calendario gregoriano, que había adoptado el papa Gregorio para corregir los desfases de los  años bisiestos, mientas que en  Inglaterra, tan antipapista, se mantenía entonces el más antiguo de Juliano,  lo que colocaría su muerte unos días después.  Dicen que Shakespeare murió tras una noche de farra en compañía de Johnson y de un colega al salir del teatro. Todavía nos sobrecoge ese mundo trágico   de Shakespeare, con sus traiciones, adulterios, incestos, duelos, ruido, furia y ríos de sangre y es difícil imaginarlo empinando el codo en una taberna hasta caer rendido, pero la vida tiende a ser así de prosaica y hasta los mitos fueron un día de carne y hueso. Anthony Hopkins hizo hace poco una versión de “La sombra del actor” donde encarna a  un viejo cómico, ya para el arrastre,  que ha dedicado su vida a Shakespeare, y que antes de salir a escena para encarnar a un gran  Lear  no sabe ni que obra toca y suplica que le digan la primer frase.  “Si podemos decir lo mal que estamos, es que no estamos tan mal”, se dice en Lear, por cierto. Por su parte Cervantes debió atisbar su final y otorgó testamento poco antes de morir. Antes  nos dejó también una página de despedida en su prólogo a su Persiles,  en el que dice que lleva la vida sobre el deseo que tengo de vivir tan solo, como si eso fuera suficiente. El no acabó en las tabernas sino  en su cama, molido como su personaje, resignado a partir de una vez. Es un viejo manco que no sospecha lo que ha creado.  Jordi Gracia, que ha escrito una  nueva biografía, la ha titulado “Cervantes: la conquista de la ironía”. Puede que sepamos poco  de ambos hombres, pero conocer a alguien no es tanto seguir sus peripecias  o encontrar sus huesos, como leerlos, pues al escribir es  cuando  ellos aparecen ante nosotros.

(Publicado Diario de Navarra 6/6)