miércoles, febrero 07, 2018

Empty Library


Alguien que estaba en Berlín me mandó hace poco una foto de la Empty Library, la librería vacía, una obra de arte urbano, en una plaza,  que consiste en una ventana de cristal en el pavimento que mira hacia abajo, hacia una habitación bajo tierra llena de estantes vacíos, blancos, sin nada en ellos; un recuerdo de la quema de libros realizada allí por los nazis, en la que ardieron los libro de Freud, de Zweig, de Rosa Luxemburgo y de tantos otros. La piel de la ciudad revela así lo que está escondido, como si fuera un tatuaje que confiesa un secreto. Detrás de la ciudad que vemos  hay una ciudad oculta, a veces llena de marcas del pasado que hay que descubrir. Sobre todo en Berlin, pero no solo.  Ahora han puesto aquí por fin una placa en el portal de la casa donde un niño al que apodaban Godo subió a por la merienda y bajó a jugar a la calle y desde a pocos metros, a pesar de verlo, unos terroristas lo mataron activando una bomba para sorprender a la policía que habían acudido por una  falsa alarma. Era el año 1985.  La madre del niño, al oír la explosión, bajó rápidamente y lo encontró agonizando en el portal. Recordar esto con una placa, más de 30 años después, es abrir un boquete en el tiempo, un agujero en el suelo,  como el de Berlin, para volver a esa época que va quedando atrás. El juicio sobre la época nazi ya está hecho. Hubo una guerra, violencias desatadas,  pero fue esa idea perversa de superioridad racial y desprecio a la vida, ese régimen brutal, el principal culpable y el tiempo lo ha juzgado con severidad, sin difuminar sus culpas, tratando que algo así no se repita.  La muerte de Godo fue como el golpe a una  bola de billar. No tenían nada contra él, no le conocían. Tampoco a los policías que acudieron al aviso. Matarlos era solo la manera de golpear a la sociedad, de  crear miedo para que aceptara lo que quienes mataban querían. La vida  concreta de un  niño no valía nada frente al ideal de conseguir no se sabe qué nación ideal. Ese fanatismo no cabe olvidarlo. Después de su muerte, sus compañeros de curso pintaron en la pizarra: Godo, no te olvidamos y luego firmaron. Está escrito con tiza, pero nunca se va a borrar.   

lunes, febrero 05, 2018

Diario de Hendaya (27)

 L. G. Egido "Agonizar en Salamanca"

 


"Estaba bonita Salamanca, a pesar de la guerra, vista desde fuera, con los signos de su eternidad frente a la fugacidad de la historia".
"Solo los tontos se mueven por una sola razón".
"Al sentarse el viejo rector en su alto sillón presidencial crujió la carta de la mujer de su amigo Atilano Coco, el pastor protestante condenado a muerte que llevaba en su bolsillo".
"Hay que tener cuidado con Azaña que es un escritor sin lectores y será capaz de hacer la revolución para que la gente le lea". (Unamuno)
"La humanidad es como una gata con siete gatitos: se come tres y cría cuatro." (Unamuno)
"No hay peor resentido que el que no quiere entender". (Unamuno)
"Ya no estaba convencido de que la lucha española fuera entre civilización y barbarie, sino entre una barbarie y otra barbarie".
"Dobló la cabeza como un Cristo agonizante y nadie supo que había muerto".