viernes, mayo 10, 2019

Presentación

Ayer, en la presentación de Diario de Hendaya en la Biblioteca conté la historia de Takashi Sasaki, un hombre que se negó a evacuar su casa tras el desastre nuclear Fukushima de 2011. Sasaki vivía con su madre y su mujer enferma en un pueblo que fue declarado zona devastada, pero alegó que, como lector de Unamuno, sabía distinguir entre biología y biografía, es decir, que más allá de la pura conservación de la vida importa más la historia que construimos. Somos un recorrido, una circunstancia, unas huellas reconocibles. No se puede imponer la biología, podemos decir, a costa de la vida.  “La biografía es a la biología”, decía Unamuno, “lo que la geografía a la geología”. Todas las presiones que tuvieron que soportar y cómo vivieron en aquel lugar del que todo el mundo había huido es lo que cuenta Sasaki en un diario que escribió titulado “Fukushima, vivir el desastre”. Sasaki, que murió no hace mucho, fue un hispanista y un gran amante de Unamuno, sobre el que había escrito, pero su principal legado es su sencillo diario, o tal vez el gesto de no dejar su casa, pues a veces un gesto dice más que las palabras. Empeñados en alargar la biología aun a costa de la biografía, Sasaki nos muestra que es la textura y la intensidad de la vida lo importante y que basta con escribir un diario para poder soportar incluso un tsunami.

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