martes, junio 27, 2006

Ibo

Habla el gran Kapuscinsky en Ébano, libro (imprescindible) que recoge sus andanzas por Africa, de la comunidad de los Ibo, pueblo que, según asegura, no conoce la noción de culpa y cuyos miembros no sienten remordimientos ante las malas acciones, salvo que éstas sean descubiertas. Sostiene K que frente a nuestra tradición cristiana que interioriza la culpa y provoca el remordimiento y la mala conciencia, la tradición africana viviría de forma más laxa la responsabilidad individual. Todo esto es muy discutible. El propio K, en el mismo libro, relata el trágico destino de Rwanda, y la culpa aniquiladora que aquejó a multitudes enloquecidas en el enfrentamiento entre los hutus y los tutsis. Mi amigo A, cuya opinión estimo mucho, y al que conté las peculiaridades de los Ibo en una de estas soleadas mañanas, me replicó que esto le resultaba de todo punto increíble, ya que no es posible hablar propiamente de ser humano sin incluir la conciencia del mal, la culpa y el remordimiento. ¿Es posible? En estos días me he acorado de K y de los Ibo al ver a los acusados de matar a sangre fría a Miguel Ángel Blanco, atendiendo indiferentes al relato de su crimen. Ha sido un espectáculo tan inquietante, que ha hecho surgir enseguida las interpretaciones piadosas. Seguramente, se nos dice, esta gente esté aparentando. En realidad sienten horror de lo que han hecho, pero no están dispuestos a reconocerlo por las consecuencias políticas que supondría. No es posible, viene a decirse, que un hombre permanezca impertérrito, sin mostrar compasión, ante la madre doliente de quien él ha matado. Uno oye las palabras del acusado al final del juicio, despechadas, llenas de consignas gastadas y de estereotipos (del mismo cariz de las que hemos leído luego en un comunicado) y quiere a toda costa pensar que es todo impostura, un velo para no mirar de frente a la verdad. Es difícil hablar con alguien sumido en un monólogo así. Mas difícil que entendérselas con un Ibo.

(Publicado en DN el 26-6-06)

miércoles, junio 21, 2006

EL VALOR DE UNA VIDA

Hoy juega España (pan comido), juzgan a Txapote por el crimen de Miguel Angel Blanco (hace años, un tiro en la nuca, la gente lloraba) , Cataluña hace cuentas del Estatuto (el caso es hacer cuentas) y en Pamplona todavía queda, colgando de las farolas, algún cartel del congreso que los geriatras, a pesar del calor, celebraron en el Baluarte bajo el lema de “el valor de una vida”. La vida termina siendo, con suerte, competencia de la geriatría. La vida, como dice la canción, no vale nada y está muy bien que alguien, desde las farolas, nos invite a mirar al sujeto concreto, más allá de los porcentajes y las generalizaciones de la política y la ciencia, y señale hacia el hombre como un ser irremplazable, un haz de sentimientos, de dolencias, de sucesos, una historia. Hoy en la tele, antes del partido, veremos tal vez de nuevo al acusado (la gente lloraba) dando despectivamente la espalda al tribunal y charlando para matar el tiempo. El poco valor de una vida. Luego, el equipo español confirmará su buen momento ante los ingenuos saudís. A Zapatero volverán a salirle bien las cosas: nadie se aclara bien con los estatutos, la financiación, el endeudamiento de las familias y la lengua vernácula pero si España vuelve a golear es seguro que no va tan mal. Ya se sabe que los equipos nacionales son un fiel reflejo del país. Serbia, por ejemplo, se duele de la deserción de Montenegro y ha sido goleada por la potente Argentina. Con razón el novelista Gándara, que hoy nos visita en el Museo, dice que Argentina sale al campo con el psicoanálisis hecho: sin angustia y sin presión extra. Algo así es lo que nos han predicado los geriatras en su congreso: el tomarse las cosas con cierta distancia, sin angustias, el intentar ser feliz, es lo que alarga la vida. Y eso, doctor, ¿cómo lo hago.) La geriatría no tiene respuesta para eso. Nadie tiene respuesta para eso. De momento, al menos que el niño Torres esté en plena forma.

(Publicado en DN el 19-VI-06)

miércoles, junio 14, 2006

Maleta

En el gran hotel de Albacete estuve hablando con un abogado de Algeciras que era uno de esos sujetos que uno se encuentra muy raramente, un tipo con un extraordinario talento narrativo, es decir, alguien que aunque en general cuente historias triviales (he venido conduciendo de Sevilla a Albacete, p. ej) lo hace con una gran encanto, sabiendo dosificar la información, crear suspense, incitar interés donde aparentemente no lo hay, cambiar de pronto el foco. (El viaje, en el fondo, escondía dentro el relato de la noche anterior en Sevilla, como una ostra esconde a veces una perla). Este hombre, en la interminable cena del Gran Hotel, con su cambio de tenedores y sus distintas copas de vino (siempre me digo demasiado tarde que no debería haber bebido blanco) me contó varias historias. En una de ellas, muy larga, a su hijo le robaban el equipaje de mano en la estación de Atocha cuando iba acoger el Ave, con la cartera del dinero y el ordenador portátil. El portátil era un regalo que el abogado había hecho a su hijo hacía poco. El chico estaba sin blanca, sin BILLETE, sin ordenador y sin movil, en la estación de Atocha, en el inicio de la Semana Santa.
Cuando una historia es buena, uno vislumbra varias líneas de continuidad, todas prometedoras. El abogado eligió una en la que el chico escarba en el bolsillo y encuentra unas monedas con las que llama a su padre, quien en ese momento, recién llegado a casa, se está quitando la corbata para tirarla a la pisicina. Por mucho que este hombre se indigne y proteste en el teléfono, no tiene nada que hacer. Sabemos empáticamente como padres, y el narrador experimentado nos lo transmite simpelmente con una triste sonrisa, que no solo hará el viaje hasta Madrid y volverá con el chico, sino que pese a sus mas firmes propósitos acabará comprando un nuevo ordenador y un móvil, que salve a su hijo del ostracismo social y de la incomunicación y lo retorne al mundo de los vivos.

martes, junio 13, 2006

Fascista

Se abusa de la palabra fascista. Ya significa cualquier cosa y ninguna. A Arcadi Espada, representante de Ciudadanos de Cataluña, le han llamado fascista y le han agredido por defender el no al Estatut. Ciudadanos es el fenómeno más refrescante que ha dado la política en la última década y lo que ha ocurrido es un disloque y una muestra de la pobreza mental y la agresividad que se genera en ciertos ambientes. Recuerdo aquellas concentraciones hace años para pedir la libertad de un secuestrado por Eta, en las que se nos insultaba y lanzaban pilas, maderas y tornillos. ¡Fascistas!, nos gritaban. No éramos fascistas, pero sí un poco tontos por permanecer allí en silencio, dignamente, como corderos. Nos costó mucho tiempo comprender que era mejor abrir la boca, responder a tanta tontería, reaccionar. Ahora algunos de los que lanzaban tornillos sugieren que tal vez en el pasado tuvieron falta de sensibilidad. Es enternecedor. El caso es que no se sabe bien lo que es un fascista, como tampoco que es un demócrata, pero sospecho que debe tener algo que ver con dejar o no hablar al que piensa diferente. Todos tenemos algo de fascista, todos quisiéramos acallar las insensateces que escuchamos de otros pero tragamos bilis y nos contenemos, cambiamos de cadena, pasamos de largo. El fascista no pasa de largo, sino que en general es acarreado en grupo para reventar actos o dar palizas. El fascismo, históricamente, ama los desfiles, la simbología, la exaltación patriótica desmedida. Arcadi Espada ha escrito un libro con criticas muy fundadas al Estatut desde el punto de vista democrático, ético y hasta gramatical. A un fascista, por ejemplo, no le venga usted con esas zarandajas. El fascismo consiste en consignas claras y en un enemigo que sea claramente identificable. El fascista, por lo demás, fuera del grupo es cobarde y no hace nada si no se le alienta y se le enciende la cabeza, por lo que es vital que quien conscientemente o no le ha dado alas, se las corte. Aunque entonces sea a él a quien le llamen fascista.

(Publicado en DN 12-VI-06)

lunes, junio 12, 2006

Diario

La otra noche, al caer rendido en la cama tras la batalla del día, soñé que recibía una lúcida y buena crítica.

lunes, junio 05, 2006

Magician

Blake

Hice todo lo posible, pero al final no pude resistirme y fui a ver al mago y mentalista Blake en el Gayarre. Dicen que este hombre acertó el gordo de navidad de hace unos años, si bien nunca se ha explicado por que no compró el número. En la sala había un tipo de gente muy distinta a otros espectáculos: parejas de enamorados, familias enteras, adolescentes, sudamericanos, algún barbudo. Era un publico popular, discreto, muy colaborador que, contra toda prudencia, se animaba rápidamente a salir a escena cuando Blake pedía voluntarios. En pocos espectáculos como en la magia, por cierto, el espectador cuenta tanto en la trama. Blake, vestido de negro, comenzó escogiendo contra el calculo de probabilidades la llave que abría el cofre, adivinó los números del DNI de cinco sujetos, hizo con ellos un juego matemático, adivinó el pensamiento, desveló los recuerdos que cinco mujeres habían escrito en un papel, bordó un número de costosa telepatía, en el que descubrió un falta de ortografía en el mensaje mental, falló alguna vez, tal vez para dejara claro que era mortal, y exhibió una gran labia y una elegancia de galán maduro. A mi juicio debió hablar menos y mostrarse más concentrado y hasta un poco ausente, como los magos más clásicos, tipo Mandrake. La gente se veía complacida, no entusiasmada, y en los que subían a escena había una expresión de sorpresa e incredulidad. Todo los que estábamos allí esperábamos, confusamente, algo extraordinario, o temíamos, contra toda lógica, que ese hombre nos mirase a los ojos y supiese ya todo sobre nosotros, que es uno de los temores que arrastramos todos y que mas nos irritan. A la salida un padre mostraba su escepticismo. Había cámaras ocultas, decía. Su hija lo negaba y le reprochaba ser tan incrédulo. En el fondo estaban un poco tristes, como si supieran uno y otro lo que pensaban sin decirlo, como el mismo Blake, o tal vez porque ya era domingo por la noche y volvía la vida de todos los días.
(Publicado en DN el 5-VI-06)

sábado, mayo 27, 2006

La Mancha

Estuve leyendo la Vanguardia en el Alaris a Albacete, apuntando en el margen los nombres de algunos pueblos por los que pasaba el tren a todo tren. Villarobledo, Villacañas, Alcazar de San Juan, Campo de Criptana. Poco después de éste, leí un artículo de Quim Monzó en el que se despachaba agusto contra Eto'o. Un tío chulo, un malas pulgas, decía. Daba además la razón a los aficionados del atleti que le pitaron y cantaron por haber escupido a un jugador. Eto'o no puede escudarse en ser negro para hacer lo que quiera, venía a decir. No puede hacerse la vítima cuando es el el agresor. Una interesante cuestión esta de la victima y el agresor. Los negros, entiendo, también pueden ser agresores.
Desde la ventanilla del tren vi una laguna con flamencos (en la Mancha), una salina, muchas viñas. Es preciso seguir bebiendo vino, me dije, ayudar a esta industria sin la que el campo se llenaría de polvo y de tristeza. Apunté el lugar exacto de los Flamencos, y pensé que si lo contaba a I. no se lo iba a creer. Nunca se cree lo que cuento de mis viajes, cree que me lo invento todo, ni siquiera esta seguro de que he viajado a Albacete, piensa que todo son figuras literarias.
En Albacete, a donde acudí, digamos, a cambiar de navaja, coincidí con tres colegas de Bilbao que habían obviado el tren y habían venido en avión a Alicante y luego en coche. En Alicante fueron a tomarse un arroz caldoso con bogavante, y antes pidieron dos platos para picar los tres, pero enseguida se miraron y, qué leche, pidieron tres entrantes y no dos, pero como entre los tres tenían verdadera hambre, que coño, pidieron CUATRO entrantes para los tres, ¿pasa algo? A mí me parece que una cosa así no me la he podido inventar. Creo que I. debe tomar esto como una prueba de que mis viajes son estrictamente verdad.
Por mi parte les pregunté sobre el arroz caldoso, el tamaño del bogavante y el precio y todo, a juicio de mis colegas, era más que aceptable y el precio mucho más económico que en Bilbao. No creo que en Bilbao sea posible comer una arroz caldoso con bogavante les dije, y ellos tuvieron que reconocer a regañadienets que yo tenía razón. Luego les pregunté si eran del atleti. Lo eran.
Pese a eso seguimos por ahí , fuimos al Portón (otra prueba de que estuve en Albacete) y uno de ellos comenzó a hacerme confidencias. Me dijo que había estudiado en un colegio del Opus pero que ahora era ateo. Pensé en preguntarle si una cosa tenía que ver con otra, o tal vez lo pienso ahora. A la hora de pagar sacamos los dos sendos billetes de 50 euros, pero el camarero no dudó y cogió el suyo. En cierto modo vi que desde ese momento desconfiaba. Hablamos un poco más, de responsabilidad en la construcción.
Al día siguiente dimos una batida (visual) por el campo al caer la tarde. Vimos muchos conejos y bastantes perdices. Al parecer en esa finca vino a cazar una vez Bush. Bush padre. En un momento dado ví un gran campo de amapolas blancas. Eso es adormidera, dije. De ahí se saca el opio. El opio del pueblo, no te jode. Les asegué que era verdad. Parte del opio con el que nos dormirán al final será de Albacete. En una alqueríaa compramos un queso manchego. Por la noche lo metí en el mini bar de la habitación para evitar olores.

Champions

Al día siguiente del gran evento encontré un vaso de cubata todavía con hielo encima de mi moto. Camino del trabajo, junto al Reyno de Navarra, tierra de diversidad, vi unos operarios que barrían el suelo y varios coches abandonados en el descampado, cuyos ocupantes se perdieron la noche anterior. Toda el entusiasmo que le falta a la política, al trabajo y a la vida cotidiana está en el fútbol. Cuando la gente salta, ríe, llora, se disfraza y grita porque el equipo ha ganado, en realidad lo está haciendo por otra cosa, pero ha aceptado la convención de depositar en el fútbol toda la alegría que se le escamotea por doquier. No hay nada como el fútbol. Puede con todo. Cada año Manuel Vincent escribía un formidable artículo antitaurino. Eso tiene ya poco mérito, pertenece a otro tiempo. Lo heroico sería escribir un artículo que diera en la línea de flotación del fútbol, y le convirtiera a uno en el gran aguafiestas planetario. Pero no hay nadie que haga eso. No es posible ponerse tan a contracorriente cuando un partido reúne 13 millones de personas frente al televisor. Tantas personas no pueden estar confundidas. Creo que se ha hecho una película sobre gentes de África que atraviesan a pié el desierto o se suben con una parabólica a un árbol para ver el mundial. En los barrios de las ciudades de Africa y América, niños descalzos le dan a la pelota y llevan en la retina la imagen de Ronaldinho. En la cárcel de Sao Paulo los presos amotinados piden, entre otras cosas, más televisores para ver el mundial. La Cuatro y A3 disputan con la Seis y la Cinco la retransmisión en abierto de los partidos del mundial. Por lo demás, parece que condenaron a 3 policías por el asunto de aquel Bono, y que en el complejo alto el fuego al final lo permanente va a ser la Eta. Que mas da. Cae el larguero bajo el peso de la afición. Ruge la masa, camina un futbolista por la barandilla. Amanece ya otro día histórico, cuando el hielo todavía no se ha derretido dentro del vaso.

(Publicado en D.N. el 22 mayo)

viernes, mayo 19, 2006

Freud

La noticia de moda es que, según todos los indicios, Freud tenía razón. Mal asunto. Lo leí en el suplemento dominical, que traía una foto del viejo maestro en portada, con alabanzas de especialistas e ilustres neurólogos. Al final va a resultar que el complejo de Edipo sale en las radiografías. Lo he visto también en el propio diario El País, que dedicó nada menos que un editorial a reivindicar el psicoanálisis frente al resto de tendencias más biologistas imperantes en la psiquiatría. Es sorprendente que un periódico haga una cosa así. Puede que el siguiente editorial sea sobre la corrección de la teoría del big bang. En todo caso cuando uno alaba al psicoanálisis, el propio psicoanálisis sospecha que en el fondo lo que hay es un intenso rechazo. El psicoanálisis es así de tiquis-miquis. No se fía de las palabras, sino que trabaja con ellas. Se las toma muy en serio, pero nunca al pie de la letra. El psicoanálisis ha vivido mas o menos en los márgenes de la ciencia, y se ha expandido hacia la filosofía, la estética, la literatura, el cine y la vida cotidiana. Hoy todos somos freudianos, aunque sea de forma frívola o trivial, lo mismo que somos católicos, evolucionistas o grecolatinos: porque vivimos en esas categorías que flotan en la atmósfera cultural y en las palabras que nos van modelando. En general, son las palabras las que hablan por nosotros. El caso es que la ciencia había puesto todos sus peros a Freud cuyas teorías eran exageradas e indemostrables, y sus tratamientos largos, inocuos y caros, y lo había mandado con la homeopatía y otras especies sospechosas afuera, donde hace frío y se está en compañías poco recomendables. No me parece lógico que ahora empiece a recular. Mal asunto. La poderosa ciencia ha avanzado mucho pero no ha logrado desterrar el malestar. Al contrario. Escuchar ese malestar sin prometer nada y sin prejuicios era el cometido de Freud y su enseñanza.

(Publicado en DN 15 de mayo)

jueves, mayo 11, 2006

Blindaje

Sanz propuso blindar Navarra a cambio de irse. Nadie, ni en su propio partido, recogió el guante. En Aragón, quieren blindar el Ebro y el proyecto de nuevo Estatuto dice que Aragón es una nacionalidad histórica, y que nosecuantos hectómetros deben ser para su propio consumo. El que venga detrás, que arree. Cada Comunidad va blindando según le conviene, y todo eso se va metiendo en los Estatutos nuevos que nadie demandaba y que posiblemente nadie lee, porque si alguien los leyera todos y sacase conclusiones (además de dolores de cabeza) vería que la cosa no cuadra. Por ejemplo, que el Estado vaya a darle más dinero Cataluña porque produce más, (algo así como dar más servicios a quien paga más impuestos) y a Andalucía porque tiene más población. A este paso, cuando el Estado llegue a Murcia (antes que el Ebro, seguro) no se sabe cómo saldrá del paso. Desconozco que precisa en este punto el estatuto Murciano, o solo glosa el pimiento morrón y el cantón de Cartagena. En Navarra, por su parte, la oposición le ha dicho a Sanz que no entiende eso de blindar, que el mejor blindaje es que cualquier decisión sobre Navarra corresponde a los navarros. Gran verdad. Eso siempre queda muy bien, pero no es decir mucho. Pagamos a los políticos par que adopten decisiones sin consultarnos continuamente y que sean, a ser posibles, coherentes. Además, me temo que cualquier decisión sobre Navarra no corresponde solo a los navarros. Si Navarra blindase el Ebro y no dejara gota aguas abajo, en Zaragoza no bailarían una jota. Para estos asuntos existía un Estado común, esa antigualla. Dado la afición al blindaje, en Madrid, hasta la baronesa Thysen quiere blindar los árboles el Paseo del Prado, que plantó el ilustrado Carlos III, un rey aficionado a las obras públicas, la luz de la razón, los jardines, la centralización y el riego. Visto lo visto, un visionario.

lunes, mayo 01, 2006

NA

Recapitulemos. Na no es moneda de cambio (para todos), pero es la columna vertebral del proceso (para algunos), si bien el proceso, en puridad, no ha comenzado (Pepiño). El proceso no nato se ha visto afectado por un incidente en Barañain (puro humo), sobre el que no se excluye ninguna hipótesis (tal vez, fuegos fatuos) y del que no cabe acusar directamente a Eta o a la "izquierda tradicional abertzale estructurada" (Ripa). No hay datos de que sea orden de Eta (Rubalcaba). Se estudia el matasellos. Se hace la autopsia a las declaraciones de Barrena, a quien una gota de excitación le corre por la larga patilla: el humo de Barañain les parece grave (Permach). Grave. Batasuna está recorriendo el camino que todos deseamos (Moraleda). El gobierno va por muy mal camino (Pernando). Sin Navarra no hay acuerdo. Navarra no está en la agenda, se le responde. Salvo tal vez, en la agenda oculta. En ausencia de violencia todo es posible (Zapa). Todo es posible en domingo. Los navarros serán lo que los navarros quieran (JJ Imaz). ¿Qué querrán los navarros? A falta de pistas, se cree que pueden querer ser letones. Reaparece el órgano común hibernado. El Psoe no lo propondrá (Chivite). Tal vez lo proponga una redentorista con alzacuellos. En ese caso, irá a alguna de las mesas durante unos meses. Los dirigentes socialistas mienten a los ciudadanos navarros (Catalán). Que cese ya tanta insidia sobre la posición del Psoe (Perales). Mas le valdría a Upn haber solucionado lo de VW (Perales). Batasuna confirma que Eta no ha dado la orden. Ibarretxe con un dibujo infantil de un gato y un niño travieso que ya se porta bien. Este verano se anuncia un concierto por la paz de Bob Dylan en la playa de la Zurriola. Que alguien le explique que esto no es Vietnam. Digo. Se acerca a todo gas el 2007, el órgano, el órdago, la marcha del polo, las municipales. Que será, será. La respuesta, my friend, is blowing in the wind (Dylan).

(Publicado en Diario de Navarra el 1 de mayo 06)

miércoles, abril 26, 2006

Mistica


He vuelto de Peñíscola muy acatarrrado y en la cama, entre toses, lagrimeos, sorbiendome los mocos he intentado continuar con la lectura de Contra natura, de Pombo. A lo lejos oía un sonido de violoncelo (Brahms). Entre lágrimas he leído en el libro una frase de W:
"no como sea el mundo sino que sea, eso es la mística".
He cerrado el libro y los ojos, y me he recostado un buen rato dejando simplemente que el mundo siguiera, sin tratar de inmiscuirme en su marcha. Al rato, no sabía si sentía calor o frío y he sacado una pierna de debajo de la manta. Me he acordado de la ciudad de Morella, en lo alto del Maestrazgo por dando pasé hace unos días, de la sombra de Cabrera, del vacío de esas tierras con pinares, barrancos y rebaños de ovejas.
Pensaba en eso, pero mientras pensaba no dejaba de repetir que no como sea el mudo, sino que sea
etc, como si fuera una jaculatoria. Mistica.

lunes, abril 24, 2006

Ultramarinos

Sean los cien mejores libros de la historia, o los 20 personajes mejor vestidos, o los platos más populares, la confección de listas es una moda en auge, a la que acaba de añadirse una versión de gran éxito: elegir la palabra más bella del español, y así hemos podido ver como en este tiempo ligth y algo cursi la gente ha optado por la flor, el terciopelo, la esperanza, y el amor. El presidente Zapatero eligió generosidad, dada su conocida afición por las palabras que acaban en dad, si excluimos maldad. También ha habido votos más osados como libélula, o resplandor, por la que optó Ana Mª Matute, "por ser algo aun más poético que la luz". Raul del Pozo, por su parte, eligió coño, "por ser de donde sale todo", pero fue la palabra ultramarinos la que contó, contra pronóstico, con votos muy calificados, "por tener mar, aroma y memoria, y ser una palabra que está desapareciendo". A mí, de pronto, a pesar de que esta elección de miss palabra me parece una tontería, me atrae la palabra carraca, porque es onomatopéyica y poco pretenciosa. Antes que las grandes palabras, tan solemnes, erizadas de significados y que tras escucharlas tanto nos resultan vacías como una cáscara de nuez, prefiero las más modestas, como carraca, que es una cosa ruidosa y era propia de este tiempo pascual, y es el único instrumento que se me da bien. Dar la matraca. Tenemos demasiada fe en las palabras, que sirven lo mismo para un roto que para un descosido. La palabra más bella es la que un médico pronuncia con rutina, o aquel monosílabo que nos conmovió un día. La palabra ultramarinos no está mal. Esta palabra, como todas, ya escapó de su significado y ahora contiene cosas como mar, aroma, memoria. Palabras. Modestas mercancías que van de boca en boca. Ultramarinos del español. Tal vez la palabra más bella del español, sea español, porque en él podemos pronunciar la palabra libertad.

(Publicado en Diario Navarra 17-IV-06)

sábado, abril 15, 2006

Echano

Juevesanto

Ultimamente, lo olvido todo. Recuerdo, eso sí, que el jueves estuve en la Valdorba, solo, viendo el mundo desde la peña de Unzué. Un punto de vista modesto. Al bajar, fui hasta la Iglesia. Dentro se oían unas voces de mujeres atareadas, limpiando, poniendo flores, preparando el templo para los oficios. No entré. Me bastaron esas voces como prueba de la existencia de Dios. Todo era, desde luego, de otro tiempo. La vista de la peña, con los quejigos y las flores amarillas era una delicia. Contra mis principios, saqué una foto. Pregunté a una mujer con pañoleta por el Cristo de Catalain. ¡Hasta allí va ir usted andando!, se escandalizó. Le aseguré que cogería el coche. Por carreterillas, llegué hasta la ermita. Un erudito explicaba las imágenes románicas a un grupo de turistas. Como serán todos ustedes guipuzcoanos, le oí decir en un momento dado. No se muy bien a qué venía, pero me pareció que se hizo un extraño silencio. En el grupo hubo un murmullo. El erudito les señaló un gran álamo roto que hay junto a la ermita y les dijo que era una especie de arbol de Guernica (Gernikako arbola), donde se reunía la gente para tomar decisones. Allí, según dijo, habían salido varios cientos de hombres armados para la primera guerra carlista, junto con los curas de las parroquias. De otras guerras no dijo nada. (Es mejor). Explicó que allí también se pagaban los tributos, y que al ser en especie, ahora era posible saber qué se cultivaba en otros tiempos. Un hombre del grupo de turistas, muy gordo, comentó que es posible que los aldeanos hicieran ya en ese tiempo trampa con los impuestos. El comentario me sorprendió, porque era una especie de confesión del gordo, cuando nadie le había acusado de nada. Esa disculpa por adelatado, como uno comprueba, es algo muy normal y permite cazar enseguida a la gente si uno sabe escuchar.
Luego seguí al grupo hasta la ermita de Echano y volví a ver esa extraordinaria arquivolta que retrata a un grupo de hombres comiendo, alguno con la pata de palo y otros tocando la flauta. La imagen, la recóndita ermita, el riachuelo, el aroma de las flores, el vientecillo, la paliza de la mañana, la peña, la mujer de la pañoleta, el guía, mis extraños pensamientos, el gordo evasor, la primavera, enfin, me habían dado bastante hambre así es que sin despedirme tomé el coche y me volví a casa y mientras conducía me recordé de muy pequeño, en la procesión de Pamplonaa, mirando el paso de la flagelación, con la mano tendida, esperando que algún mozorro me diera un caramelo. Una infancia católica, de sangre y golosinas. Una espléndida mañana de abril.

martes, abril 11, 2006

Deshoras


Manuel Marín, Presidente del Congreso, ha citado a sus señorías a sesión a una hora intempestiva y pretende, además, que los diputados coman de 2 a 3, en vez de alargarse hasta las 5, para aprovechar el tiempo. El mismo Guerra ha dicho que esto son penosas costumbres europeas, y no mediterráneas, pero el Guerra, desde que predica lo contrario de lo que vota ha perdido mucho. De hecho el Presidente del Congreso, que en cuestión de votos no pierde nunca la virginidad, ha dicho que prefiere el mediterráneo al mar del norte, pero que conviene también racionalizar un poquito nuestros horarios. España, o lo que sea, es un país a deshoras. Marín ha vivido en Bruselas y sabe lo que dice, porque él mismo bajaba con la tartine a comer una hoja de lechuga y un sándwich de queso al parque cuando no llovía, es decir casi nunca, y volvía a la carrera al despacho, y sabe que a la hora en que aquí un diputado se sienta a despachar un plato de cocido, un comisario europeo lleva despachados ya varios expedientes. El Sr. Marín está dispuesto a poner un comedor en el Congreso con fruta del tiempo y yogures, (una dieta que parece pensada por Rubalcaba) para que una vez solventado frugalmente así el trámite del almuerzo los diputados vuelvan frescos al hemiciclo y se eviten bochornosos cabezazos y ronquidos. El ilustre Marín, que es manchego y tiene algo de quijotesco nos toma por Sancho, y nos pide comer poco y cenar más poco, que la salud del cuerpo se fragua en el estómago. Marín quiere ser la punta de lanza contra esas enojosas comidas de trabajo, esas jornadas abusivas y poco productivas. En la semana en que salía a la luz toda la hortera corrupción de Marbella, con sus mármoles y sus jirafas disecadas, Marín ha puesto un poco de puritanismo europeo, un punto de regeracionismo con barba y el énfasis en la necesidad de estar más a punto. Guerra protesta a deshora. Bono se va tarde, cuando todo está consumado. Marín, imperturbable, se come una pera.

(Publicado en DN el 10-IV-06)

miércoles, abril 05, 2006

Yo


En Madrid, Biblioteca Nacional (nacional o importación, decía al estanquera de Fellini) veo los grabados de Rembrandt, los pequeños autorretratos a los que la organización ha hecho acompañar una lupa. Con una lupa, cuento los pelos de Rembrandt, salvo los que oculta debajo del gorro. Una gran colección de gorros. El protestantismo es parco en todo, salvo en gorros.
Hay un grabado que se titula la casa del pesador de oro, y sin embrago es un paisaje con una torre de Iglesia, y unas granjas, y no es posible determinar cual debe ser la casa del pesador de oro, a quien cabe imaginar como otro hombre con gorro y una pequeña balanza, un tipo satisfecho que se ha puesto los ropajes para posar, como esos buenos burgueses de Amberes, de Amsterdam, que retrata Rembrandt.
A la entrada, junto a los pequeños autorretrato, hay también un grabado de los felices tiempos con Saskia, con ese vaso larguísimo que sostiene sonriente el maestro, vuelto hacia nosostros. Ese tiempo feliz, como acontece, debió ser muy breve. Luego vino la quiebra, los malos tiempos, la muerte. Pero hasta entonces ese es él, el del retrato, brindando sonriente. Es decir, ese soy YO, nos dice.
El yo: esa cosa pasajera, ese síntoma, como la fiebre que va y viene. El peso del yo, que se va esfumado en el tiempo. El polvillo del yo en la pequeña balanza,en el platillo casi vacío del pesador de oro.

Ruido

Los dos rasgos de nuestra época son la velocidad y el ruido, y sobre el ruido se prepara una ley a fin de que bajemos los decibelios. En España se mete mucho ruido y se recogen pocas nueces, se grita mucho y se desconfía del que está en silencio como si escondiera algo, pero a mí ya no me llama tanto la atención el estruendo de la ciudad, el hiriente sonido de las sirenas de las ambulancias, la pedorrez del tráfico, el griterío etílico del fin de semana, sino esos ruidos mas sutiles que son el sonido ambiente de nuestro tiempo. Ahora, por ejemplo, hay reuniones en las que no deja de sonar el móvil y mientras alguien expone algo hay dos o tres de pie, mirando a la pared y susurrando por el teléfono. Incluso cuando la gente lo apaga, consciente de su poder perturbador, lo suele dejar activo de tal forma que de vez en cuando se oye un pitidito que anuncia la llegada de un mensaje. Entonces, casi todos los asistentes sacan disimuladamente el móvil y comprueban si ha sido para él, y de paso dan un repaso a la lista de contactos o consultan la cotización del ibex. Dedicarse en profundidad a una sola cosa, y en silencio, es hoy la conducta más subversiva posible. Nuestra adicción es a la multiplicación de los estímulos. Es como leer el periódico y ver a la vez la televisión, un arte en que todos vamos mejorando. La tele, por cierto, sin la que mucha gente no lograría echar la siesta ni bastantes niños hacer la tarea. También en el tren, en cuanto te sientas, te dan unos auriculares para que oigas música o sigas la película y así en cuatro horas no intercambies una frase con el vecino y solo oigas su voz cuando conteste al móvil. El ruido es la cascara de nuestra burbuja, lo que nos aparta de la inquietante presencia del otro, de sus demandas y de sus necesidades, y dentro de esa burbuja que va muy deprisa de un lado a otro sin tiempo para nada, va un sujeto adormecido por el ruido, a quien un poco de silencio le haría tal vez despertar.

(Publicado en DN el 3-IV-06)

martes, marzo 28, 2006

Mas permanente

Una palabra se ha escapado del vocabulario y sobrevuela sobre nuestras cabezas: permanente. Cese permanente. Alto el fuego. Una matraca permanente de noticias y análisis nos persigue desde el gran día y nos satura. Se investiga si lo permanente llega a lo definitivo, a lo indefinido o quizás sea la antesala a lo perpetuo. Las palabras las hizo el diablo y es normal que las utilice luego. Yo, el día de la permanente estuve en el cementerio para despedir a un tío mío muy querido. Alrededor, todo era permanente, hasta las flores de plástico. Es más, reinaba allí una gran paz. La paz perpetua. Mientras en medio del corro, frente a la tumba, el sacerdote rezaba un responso salió un momento el sol, y yo cerré los ojos y sentí una sensación de liberación y a la vez una terrible pereza ante lo que se nos venía encima. Me quedé corto. No hay marca que tenga dinero para pagar una presencia así en lo medios. Un éxito. Un día histórico. Siempre, esta obsesión por convencernos de que asistimos al gran acontecimiento histórico. ¿Qué hacías el día en que Eta declaró el cese permanente? Yo estaba en Berichitos, pero de pie, apoyado en un ciprés y tomando el sol. Allí fuera, tras los muros, ya habían empezado los fuegos artificiales, los dardos cruzados, las grandes palabras y los grandes escepticismos, el tiempo de la ilusión y de la cursilería, las evocaciones del pasado, el columnista que habla de la llegada de la primavera, las comprensiones de la fiscalía, los brindis con cava por los ausentes involuntarios, la retórica bajo la boina, los comunicados esta vez más breves, pero sin rastro de una leve excusa, sin asumir responsabilidad alguna. Permanente. La guerra ha terminado, decía lacónicamente un comunicado que instauró la paz permanente. La paz es una falsa palabra. Hay que dar toda la guerra posible contra el olvido. Por la libertad, por la memoria. Viejas palabras, permanentes, que también escapan de las tumbas.

(Publicado en Diario de Navarra el 27-III-06)