Plutón, señores, ha dejado de ser planeta. Justo cuando Stephen Hawking (ese prodigio en silla de ruedas) acaba de presagiar que el hombre deberá irse a vivir al espacio en el futuro, dado que la tierra no tardará mucho en desintegrarse. Según él, el peligro no es la caída de meteoritos (la posibilidad de que necesitemos los servicios de Bruce Willis, dice, es pequeña) sino de nuevo una posible guerra nuclear, el cambio climático o incluso la emisión de un virus modificados genéticamente. Como colofón a sus augurios de autodestrucción, ciertamente temibles, (la historia humana, si es posible hablar así de alegremente, le avala) Hawking confía en que quizás la ingeniería genética nos haga más sabios y menos agresivos. Que ya es confiar, por cierto. En todo caso la supervivencia a largo plazo de la especie humana, a su juicio, solo estará a salvo solo si los terrícolas nos vamos a vivir al espacio. Todo esto desde luego me marea, como le mareaba, salvando las distancias, a Pascal la contemplación de los espacios infinitos. En todo caso, cuando uno contempla las cosas a esta escala lo demás pierde de inmediato su importancia. La entrevista entre Pepiño Blanco y Chivite, por ejemplo, para dilucidar donde se posa por fin el dedo me preocupa ya mucho menos, y eso que estoy conteniendo hace días la respiración. Por no hablar de las cuestiones que se abren ante una inevitable partida a los espacios siderales. ¿Seguirá en ese caso habiendo patrias? ¿Tendrán los planetas equipos de fútbol? ¿Acabará con esto la inmigración? ¿Quién pagará el viaje? ¿Los de Aralar irán con la ikurriña? Tonterías que se me ocurren para no obsesionarme con el futuro. En estas frescas noches de agosto salgo al balcón a mirar las estrellas y a añorar al pequeño y lejano Plutón, despechado por la ciencia. He ahí el lugar y el destino que aguarda con suerte a mis nietos, me digo al contemplar el parpadeante cielo, como quien contempla el comienzo de unas nuevas crónicas marcianas.
(Publicado en DN 28-8-06)
martes, agosto 29, 2006
martes, agosto 22, 2006
Piratas

Fui con mi hijo a ver Piratas del Caribe, 2ª parte: un enorme despliegue de medios, una sucesión de peripecias, persecuciones, peleas, apariciones y sorpresas al servicio de nada. No hay historia. No hay valores en pugna. No hay personajes. Todo es enrevesado, traído por los pelos, caricaturesco. Por supuesto hay patas de palo, loros, e islas desiertas, pero es igual, lo mismo podía haber naves espaciales y perros lanudos, porque esos elementos son puro decorado, clisés que no están al servicio de una buena historia que nos llegue adentro. Una pena. Los piratas son un género mayor, el de John Silver bebiendo ron camino de la Isla del tesoro, el del cine de rebelión a bordo y el motín de la Bounty, el de los viejos piratas que corren en Tahití tras las complacientes nativas. Un género que navega por un mar donde los balleneros persiguen a Moby Dick y donde los navíos se baten con astucia. Generaciones de niños han gozado con estas historias, han intuido el reto de la vida en la metáfora del mar abierto, han soñado con desplegar las velas y salir al mundo a la busca de aventuras, se han identificado con un personaje romántico, rebelde y finalmente noble del pirata. Todo esto ha dado paso al gran espectáculo, al no va más de los efectos especiales y los kilos de maquillaje, a los inevitables monstruos marinos y los zombis deformes. Miré a la gente a la salida del cine: estaba aturdida, noqueada a causa de escenas trepidantes y del bombardeo de estímulos. Nuestro sino es haber construido un mundo de objetos, imágenes y propuestas cada vez más excesivas para intentar impactar a un espectador que, como un drogadicto, pide más y todo le sabe cada vez a menos. Entre las muchas crisis que nos aquejan, una de las más preocupantes es la falta de imaginación. Faltan buenas historias, faltan guionistas, falta talento. Marchando, cantaba Serrat, una de piratas. Pero de las de antes, please.
(Publicado en DN 21-VIII-06)
jueves, agosto 10, 2006
Masaje
Como tenía los ojos cansados y el cuello dolorido de mirar tanto al mar (mantener la mirada sobre el mar es un ejercicio de rara intensidad) me he hecho dar un masaje por una china que venía recorriendo la playa buscando un cliente con contracturas varias. Estando boca a bajo, con los ojos cerrados, he notado que cada nudo que la china me soltaba en la espalda mediante un golpecito de karate, parecido a un aplauso, era un pequeño conflicto que se iba deshaciendo, una hora de angustia que se evaporaba, una frustración superada. Al final de la sesión me he incorporado y la mujer me ha friccionado el entrecejo con un bálsamo creo que de tigre, de tal forma que cuando he abierto los ojos he visto un mundo distinto, amarillento, un tanto anticuado, y he descubierto que justo al lado, el vecino de toldo estaba leyendo, curiosamente, una voluminosa biografía de Mao. Después del masaje he sentido en un extraño equilibrio, y he podido repasar mis últimos meses de vida con una serenidad cercana a la clarividencia y tras este examen de conciencia me he sentido como alguien que sale renovado de un largo ayuno, dispuesto a ingerir poco a poco alimentos, y he comprendido que ya estaba de nuevo en condiciones de afrontar todos los retos, tareas, emboscadas, errores, obsesiones, miedos, y conflictos del próximo invierno y de registrarlos penosamente en una espalda totalmente renovada. Luego, sin poder evitarlo, me he dormido, y he tenido varios sueños breves, tumultuosos, ligeramente eróticos, llenos de espadas, dragones, kimonos y flores de loto. Cuando he despertado el mar se había agitado y apenas quedaba nadie en la playa. El sol estaba ya muy alto y sobre la arena, a contraluz, he visto pasar de nuevo a la masajista china con su gorra visera y su bolsita de plástico. Le he saludado, y ella ha hecho un gesto de despedida, como si me esperase para dentro de un año, en verano. Ni siquiera estoy seguro de que fuese la misma.
(Publicado en DN el 7-VIII-06)
(Publicado en DN el 7-VIII-06)
domingo, agosto 06, 2006
Tierra a la vista
Para salir un poco del agua en estos días he leído ¡Tierra, Tierra!, memorias del escritor húngaro Sándor Márai,o segunda parte de su memorias, que se centran en el final de la 2ª guerra mundial y la llegada de los rusos -esa fuerza biológica en movimiento- al país. Puede que hoy en día prefiramos las memorias, el relato de la realidad a la pura ficción porque la ficción, por decirlo de alguna forma, ya no resulte creíble, y justamente lo real haya ocupado ya todo el campo de la imaginación. Aquí Marai es un escritor de carne y hueso que camina consternado por los cafés de Buda retratando la brutalidad dominante, la soberbia mentira comunista, la humillación del ciudadano y el fin de la vida libre, y por ende de la posibilidad de escribir o incluso callar impunemente. Lo que en tiempos llamábamos un auténtico reaccionario.
Marai apunta alto, se mide con el tiempo y con el Tiempo, retrata un momento y hace del momento una especie de vaticinio, un drama real y una enseñanza. En todo caso, hay alguna palabra recurrentes, algunos hitos, algunas apuestas alrededor de las cuales se levanta Tierra, Tierra. (La reivindiccaión de la burguesía, el valor de los libros, o el mismo idioma húngaro, finalmente la única patria posible para él, ese viejo idioma magiar de origen uralo-altaico, sea lo que esto sea.) Otra de esas palabras- clave es humanismo. Sí, huamnismo. Estuvo de moda hace tiempo, ¿alguien se acuerda? El existencialismo, se dijo, también era un humanismo. El asunto es que después de la experiencia de los nazis, y cuando parece que las cosas van de guate mala a guate peor, cuando el comunismo se cierne sobre Hungría y cien millones más de personas de Europa del Este, ante la indiferencia del resto de la Europa occidental, Marai, aún con cierto pudor, aún de pasada, habla del humanismo, lo reivindica, lo añora. ¿Qué es el humanismo? (O tal vez convenga decir ¿qué era el humanismo?)Marai, también con cierta vacilación, viene a responder que el viejo humanismo es una tradición específicamente europea (se nos ha olvidado ya, pero Europa era una promesa, un destino valioso hace unas décadas), que se puede resumir en la idea de que el hombre es la medida de todas las cosas, que no puede pasarse por alto, a la hora de conducir la sociedad, de dominar la realidad, de llevar a cabo proyectos y acciones, supuestamente en su beneficio, sedicentemente en pro de su liberacion, (no me liberen, por favor, podría ser un clamor que recorre la historia) al hombre concreto. ¡Qué extraordinaria menudencia!, podríamos decir. Nada menos que el destino, el sufrimiento, los ridículos o valiosos desos del hombre concreto. Contar con el individuo. Hacer las cosas respetando el derecho y la opinión del hombre concreto. O lo que sería lo primero: escucharle. Tal vez los escritores sirvan para algo así: para recoger la palabra del hombre concreto. Pero los escritores y sus escritos, en esta época, ya valen muy poco, como explica también Marai en este libro. Como hombre concreto, Marai se escapó de la tupida tela de araña tejida en su país, que todo lo iba axfisiando. Su libros estuvieron prohibidos en su patria todo el resto de su vida. Se fue. Abandonó. Prefiero que me coman los gusanos, a comer yo los gusanos, dijo. Había nacido el año 1900, como cierto siglo terrible. Se suicidó en 1989, unos meses antes de que cayera el muro, que es donde se despeñó ya ese mismo siglo. Años antes él ya gritó, ¡Tierra!
Ameba
Iba camino de la playa, para ver nuevamente el mar este año, pero el temible sol allí arriba, el ardiente calor de estas fechas me ha ido derritiendo poco a poco, de tal forma que cuando he llegado a la orilla ya me había deshecho totalmente y convertido en una mancha oscura y viscosa. Como una mancha de aceite me he desparramado hasta el mar y he comenzado a flotar sobre las olas, subiendo y bajando como un corcho, adentrándome mar adentro. El agua del mar estaba tibia, parecía un caldo y apenas me ha refrescado. Desde la superficie del agua he visto una reunión de medusas que no sabían que camino seguir, un bonito del norte que había decidido hacerse catalán (Maragall ha sido tan convincente estos años) y una especie de besugo con ojos desorbitados que creo que se había tragado un preservativo. Encima del agua he cerrado los ojos y me he sentido bien. Por un momento me he visto a mí mismo como una ameba, como un organismo más sencillo, sin piernas ni apenas cerebro, que es una situación óptima para el verano, en el que no suelen utilizarse ese tipo de protuberancias. Hasta he sonreído recordando un relato de Roth, en el que un comerciante judío se convierte para pasmo general en un gran pecho. La verdad es que como metáfora del verano prefiero la ameba, que es asexuada pero lleva una vida horizontal y sin complicaciones. A lo lejos he escuchado la sirena de los barcos pesqueros que volvían a la subasta del puerto con las sardinas y los lenguados, y por si acaso he reptado sobre el agua nuevamente hacia tierra, que es mi medio, pues he recordado que estábamos invitados a una barbacoa y no era cosa de llegar tarde. Al salir del agua me he llenado de arena y he tenido que estar un rato bajo el riego por aspersión del vecino. Luego he entrado en la recepción de un hotel que tiene aire acondicionado y bajo el chorro de aire gélido me he ido recomponiendo poco a poco, recuperando mi forma habitual, alejándome de la ameba y he vuelto a casa como un rosa.
(publicado en DN 31 julio 06)
(publicado en DN 31 julio 06)
jueves, julio 20, 2006
NAVARRA: LA CONQUISTA DEL REYNO
En el año 2005 el Gobierno de Navarra encargó a una agencia publicitaria el diseño de una nueva imagen y de una campaña promocional. Navarra es una comunidad que está en la vanguardia de España en cuanto indicadores de riqueza y bienestar, con el mayor gasto público por habitante, un territorio con gran variedad de zonas y paisajes, con buenas comunicaciones y con unos servicios sanitarios y sociales punteros, pero que nunca ha logrado atraer prácticamente visitantes. Parece que a Navarra no viene la gente salvo por obligación, parentesco o enfermedad grave –la Clínica Universitaria tiene gran prestigio- y no logra estar presente en las rutas turísticas y de ocio. Además, el conocimiento que en el resto de España se tiene de ella es muy escaso, y no es extraño que haya gente que al ser preguntada no esté segura de si Navarra pertenece al País Vasco, o es una comunidad aparte, o si existe algún vinculo entre ellas. En cierto modo hay una extraña complementariedad entre los propios navarros, poco más de medio millón, que en general perciben a Navarra como un lugar mejor que el resto, (como aquí, en ninguna parte) de la que nadie en sus cabales se quiere marchar, y el resto de humanos que, contra toda evidencia, no parecen tener gran interés en acercarse por aquí.
El resultado de la campaña diseñada consistió en la creación de la marca “Reyno de Navarra. Tierra de diversidad" que, según sus autores, pretende “ligar Navarra a la tradición, a la autenticidad de la tierra y de las gentes que lo habitan”. Este ambiciosos propósito se ilustra, además, mediante un símbolo circular que parece un rosetón de colores, o tal vez una joya. La joya de una Navarra diversa y amable, una tierra de muchos colores, dispuesta a acoger al viajero remiso, a asombrarle con paisajes espectaculares, pimientos del piquillo y patrimonio histórico, y que se muestra con un lifting recién hecho, prescindiendo por una vez de sus antiguas y pesadas cadenas.
Lo cierto es que esta expresión, Reyno de Navarra, un pelín arcaizante, con su “y”, pretendía resumir, seguramente, la trayectoria histórica de Navarra como antiguo reino peninsular anterior a la propia Castilla, que mantuvo su independencia hasta comienzos del siglo XVI y desde entonces conservó su autonomía y sus fueros en las más complicadas tesituras políticas, incluido el franquismo. Navarra es un viejo reyno, viene a decirse, una comunidad, pues, de gran solera histórica. Un reyno, además, de sensaciones, de paisajes, de experiencias, de quesos de oveja y paseos por los hayedos y las Bardenas.
Para la campaña del Reyno de Navarra no se escatimaron medios, hasta el punto que su ambiciosa difusión en todos los medios, incluyó la aportación de fondos a Osasuna para que su estadio cambiara el nombre de "El Sadar", por el de “Reyno de Navarra”, osadía nunca vista en un asunto tan explotado ya como el fútbol. Sin embargo, en el mes de abril de 2006, tras el anuncio por ETA del alto el fuego permanente, Navarra recibió un alud publicitario superior a toda la meditada y costosa campaña del Reyno: Navarra, de pronto, comenzó a salir citada diariamente en los periódicos y los telediarios. Navarra, se aseguraba por todos, no es moneda de cambio. Navarra, decía la inexistente Batasuna ante los micrófonos, es la columna vertebral del proceso, la Jerusalén vasca. Navarra será lo que quieran los navarros, declaraban los Imaz, los Moraleda, los Pepiño Blanco, con su habitual tono enfático, como si ser navarro fuera ser omnipotente o no hubiera ninguna pista de que es lo que los navarros han venido expresando en las elecciones democráticas durante décadas.
A vueltas con la Disposición Transitoria
En la propia Navarra, mientras tanto, esta publicidad masiva y gratuita se ha vivido con nerviosismo e inquietud, al menos en los medios políticos, como si de pronto fuera a revivirse la convulsa época de la transición, o se hubiera puesto en peligro un equilibrio inestable. El status político de Navarra es el único que tiene una disposición constitucional que contempla un mecanismo concreto para su modificación (Disposición Transitoria cuarta), previsto justamente para el caso que quiera incorporarse al País Vasco. Esta disposición dota al régimen foral navarro de cierta “interinidad”, como si fuera una situación de “mientras tanto”, si bien el camino que marca para la incorporación resulta complicado, pues exige una previa mayoría absoluta favorable a la integración en el Parlamento de Navarra y una ratificación popular posterior. Por tanto, para que los navarros puedan ser consultados por este cambio de status, para que “los navarros puedan decidir” se requiere que las fuerzas políticas ya hayan aprobado previamente por mayoría, en el Parlamento de Navarra, la incorporación.
Con ello, se crea una situación sibilina en la que, quienes cuentan con el respaldo mayoritario electoral, no pueden de hecho propiciar una consulta popular que refrende su posición, salvo en la esquizofrenia de votar en el Parlamento a favor de la incorporación para luego, sometida ésta a referéndum, hacer campaña en contra de lo que han votado, para lograr que su propuesta sea rechazada.
Por contra, quienes no tienen posibilidad alguna de triunfar en un referéndum, (hoy por hoy, la minoría nacionalista en Navarra) son los que con más entusiasmo lo están reclamando. ¡Que se deje a los navarros decidir! ¡Son los navarros quienes deben decidir su futuro! ¡El señor Sanz tiene pánico a que Navarra se pronuncie!, Reclaman quienes serían derrotados por goleada en una consulta popular, a sabiendas del galimatías que supone esa consulta, del éxito que por sí solo sería lograr convocarla y de que, al proponerla, aparecen como demócratas despechados por una mayoría que tiene algo que ocultar.
Preguntado en la revista digital de “Basta Ya” el día 7 de mayo, el Presidente Sanz señala que “quien quiera proponer un referéndum, que logre la mayoría en el Parlamento y lo convoque”, lo que aunque resulte obvio, parece que resulta preciso volver a recordarlo en este momento.
La situación política, así, tiende en Navarra a una cierta inmovilidad, cuando no a la parálisis, a que todo se quede como está. Así, no es extraño que la ponencia que estudiaba en el Parlamento navarro la posible modificación de la Ley de Amejoramiento del Fuero de 1982 –algo así como el Estatuto de Autonomía para el régimen foral navarro- acaba de cerrar sus trabajos sin resultado alguno, y sin llegar a un acuerdo sobre la oportunidad o no de pedir la supresión de la Transitoria Cuarta, levantando acta de lo complejo que es dar cualquier paso en este asunto.
Lo cierto es que desde el Amejoramiento de 1982 y su posterior desarrollo, Navarra había logrado una prospera estabilidad en la que este asunto de la incorporación se había ido adormeciendo y ya no estaba en el debate. Las reivindicaciones nacionalistas, más allá del “programa máximo” se centraban en el uso de lengua, en la invocación de una Navarra distinta, hermanada por fin con su naturaleza euskaldun, y en la denuncia del integrismo navarrista de UPN y la tibieza del PSOE, junto con la queja por la dificultad de vivir en una Navarra “en la que muchos navarros nos sentimos incómodos”. (Incomodidad que nada que ver por cierto, con la situación que han soportado los no nacionalistas en Euskadi).
El peso del nacionalismo vasco en Navarra
El nacionalismo vasco en Navarra, en todas sus variantes, apenas supera en sus mejores momentos un respaldo electoral del 20% de votantes, siendo Batasuna, en sus distintas marcas, la formación hegemónica. En las elecciones forales del 2003, sin Batasuna, entre Aralar y EA-PNV sumaron el 16% del voto emitido (47.000 votos), frente al 21% (63.000 votos) obtenido en 1999, con la presencia de Euskal Herritarrok y en plena tregua de ETA.
En las elecciones generales de 2004, el trío Aralar- EA - PNV, junto con independientes y con la inevitable guinda izquierdista de Batzarre, sumaron fuerzas para tratar de unificar todo el voto nacionalista y atraer a los votantes de ilegalizada Batasuna, mediante la coalición “Nafarroa Bai” (NA BAI), con la que lograron 60.000 votos, y un valioso escaño que propició la visibilidad de una Navarra nacionalista vasca en el Parlamento español (mientras los tres diputados de UPN están camuflados en la bancada de PP). Así, la ronda de consultas que el Presidente Rodríguez Zapatero realizó en abril para conocer el criterio de los portavoces parlamentarios respecto al alto del fuego de ETA, culminó el 26 de abril con la entrevista con la “representante de Navarra” Uxue Barkos, quien salió de la Moncloa “más convencida todavía de lo que estaba” de que el futuro de Navarra “no está dentro del proceso de paz” y ofreció a Zapatero “todo el apoyo y colaboración” para dicho proceso.
Lo cierto es que pese a la predicación del nacionalismo vasco en Navarra, la posibilidad de que los navarros lleguen por sí solos a la tierra prometida de la Euskalherria política, donde manarán la leche y la miel, no parece muy probable. Ni siquiera el aumento en estos años de una difusa conciencia vasca entre la población, con escolarización en modelos bilingües, ikastolas, (sin olvidar la pujanza del sindicalismo nacionalista), ha hecho cambiar la situación, en la que a la hora de votar, la gente sigue votando a UPN, un partido cuyo mensaje central es la defensa de la identidad de Navarra, y sigue castigando al PSN (Partido Socialista de Navarra-PSOE) por la vergüenza de los años de Urralburu y Roldán, que no terminan de borrarse del todo.
Los datos de las última elecciones forales del 2003 mostraban que el PSN seguía estancado en el 21% de los votos, (obtuvo el 20,8% cuatro años antes), con el agravante, además, de que cuando las elecciones son generales, mejora significativamente, mientras que UPN doblaba de nuevo esos apoyos, manteniéndose en el 41%. (Datos de elecciones al Parlamento navarro.
Las elecciones del 2003 demostraban, pues, la pujanza de UPN, frente a un nacionalismo a la baja, y un PSN que, pese a estar en la oposición, apenas recomponía sus apoyos, lastrado por una duda maquiavélica, oportunamente trasladada al electorado: votar socialista es votar por un gobierno con los nacionalistas, pues es imposible que el PSN pueda formar gobierno en solitario. La endeble alternativa de Lizarbe en el 2003 fue vencida, además de por sus propios méritos, por esta convicción, que se vio confirmada enseguida cuando El PSN llegó acuerdos con los nacionalistas en varios ayuntamientos importantes, entre ellos Barañain.
Sin embargo, la victoria del 2003 no dio a UPN la mayoría absoluta, (lo que resulta siempre muy difícil en un parlamento muy fragmentado) para la que tuvo que contar con tres parlamentarios del CDN de Juan Cruz Alli. El PSN, por su parte, se deshizo de Lizarbe, y eligió una nueva dirección encabezada por Chivite, menos proclive al acuerdo con los partidos nacionalistas. Sin embargo, Chivite, a pesar de apresurarse a dar pruebas de su navarrismo, se vio enseguida en las mismas dificultades que Lizarbe para despejar las dudas de un electorado poco crédulo, al que bastaba mirar alrededor para ver cómo la doctrina oficial y la práctica real del partido de Zapatero, allí donde resulta posible, es pactar con los nacionalistas y desbancar al PP a toda costa.
Alto el fuego permanente
Así llegamos al mes de marzo de 2006, en el que la inminente tregua de ETA va a mover de pronto las fichas del tablero. A mitad de la legislatura UPN, que lleva casi 11 años en el gobierno, (15 si descontamos el breve lapso de unos meses del gobierno de Otano), opta por la continuidad de su candidato, Miguel Sanz, con un cierto reconocimiento de la imposibilidad de un recambio.
El PSN, por su parte, juega una especie de don Tancredo, intentando obviar como puede la lacra de su necesario pacto con los nacionalistas y confiando que el desgaste de los regionalistas le allegue algunos votos. Na Bai, se dedica a dar parabienes y sonreír ante las “potencialidades” que se abren en esta nueva e ilusionante situación, que confirma que su proyecto de ser “quien cambie el mapa político de Navarra”, tal como viene predicando desde hace tiempo, puede materializarse en el 2007. Las previsibles nupcias con el PSN, en todo caso, cuentan eso sí, con el interrogante que supone la posible vuelta de Batasuna, tal vez legalizada para el 2007 tras haber recorrido algún tramo en el buen camino, quien podría recuperar gran parte del voto prestado a NA Bai en las elecciones pasadas. No se sabe, en esta política ficción, si Batasuna podría ser un temible competidor... o un digno y preciado miembro de la coalición NA BAI, convertida de pronto (de la sinuosa política italiana acude la bella imagen del sorpasso) en segunda fuerza política de Navarra.
En Pamplona, en el flamante palacio de congresos del Baluarte, joya de la corona de esta legislatura de la alcaldesa de UPN Yolanda Barcina, tiene lugar una gran exposición que se llama “La edad de un Reyno” (de nuevo, el Reyno) que reúne 270 obras sobre Sancho Mayor y el mundo románico de los siglos X al XIII, procedentes no solo de Navarra, sino de archivos y museos de Francia, Alemania y hasta EEUU y Rusia, que ilustran de forma elocuente la importancia de la Navarra medieval, su rico patrimonio histórico y su importancia en el surgimiento de la monarquía hispánica. La muestra se cierra, después de tres meses, el 3 de mayo, habiendo recibido 65.000 visitantes.
La opinión pública, de pronto, se ve sacudida por la crisis sindical en Volkswagen, cuya dirección, ante la falta de acuerdo de los sindicatos LAB, ELA y CCOO, (enfrentados a la UGT que propone y no logra un referéndum para aprobar el convenio) amenaza con deslocalizar parte de la producción y asiste en las semanas sucesivas a un emponzoñamiento del conflicto, donde los sindicatos no logran ponerse de acuerdo y la dirección sopesa un plan para reducir la producción en la planta de Landaben.
La tregua de ETA trae de inmediato, como una antorcha pegada a la cola de un zorro, la presunta reivindicación de Navarra, los comunicados, las invocaciones, las suspicacias. Sanz entiende que la situación es grave y que Navarra puede ser objeto de negociación en el llamado “proceso de paz”. Incluso acusa a Zapatero de haber pactado en secreto sobre Navarra, y haber comprometido ya la formación de un “órgano común permanente” entre Navarra y Euskadi, una experiencia que ya se intentó poner en marcha en el año 95, en el fugaz gobierno tripartito presidido por Otano, que acabó al descubrirse una cuenta en suiza a su nombre.
Los socialistas replican con energía a UPN, acusando a Sanz de tergiversarlo todo, de acusar sin pruebas y de tratar de sacar rédito electoral, y declaran que no propondrán el órgano común y que Navarra no está en la agenda, y no puede ser objeto del proceso de paz. Alguno añade que lo que pasa es que UPN no quiere la paz. El inconmensurable Pepiño Blanco, siempre exigente con los conceptos, puntualiza que no puede estar en cuestión en el proceso de paz, puesto que el proceso no existe.
Por si fuera poco, son empresarios navarros los que reciben cartas de extorsión después de la tregua, y es en Navarra donde se produce un atentado en toda la regla, en el que una bomba arrasa el establecimiento del portavoz de UPN en Barañain. La población, desconcertada, contempla en televisión la bajera humeante y el desalojo de las familias del edificio, mientras asiste a un cruce de declaraciones en las que el delegado del Gobierno central, haciendo coro a sus principales, intenta a toda costa exonerar a ETA de este hecho, otorgando parabienes a la declaración del ceñudo Permach, quien considera el incidente como “grave”. En los días siguientes, conforme la fase de “verificación” no sufre nuevos contratiempos, el gobierno declara primero que todas las hipótesis están abiertas, y después que ETA “no lo ordenó”, (mientras Miguel Sanz dice tener datos de lo contrario) y termina con el Ministro del Interior definiendo el ataque como “un asunto local”, degradándolo de esta forma a no se sabe bien qué.
Proceso de paz y cambio político en Navarra
La diligencia del gobierno a la hora de apagar el fuego de Barañain, y su insistencia en garantizar que el proceso sigue en marcha y va de veras, además de los datos más o menos fiables que la prensa desvela, refuerzan la extendida convicción de que el llamado proceso de paz ha sido precedido de unos contactos durante meses. Que es lo que puede haberse hablado o comprometido, solo el tiempo nos lo dirá. La fallida tregua de 1999 suministró un gran material a este respecto. Es lógico confiar en que las enseñanzas de la tregua anterior, tras el Pacto de Lizarrra, hayan servido para algo y que en la situación de debilidad y práctica derrota del terrorismo de ETA, el gobierno se haya cuidado de alentar la idea de que es posible atender alguna pretensión política, premiando así la ciega e insoportable insistencia de una violencia fanática que no lo merece.
Sin embargo, la verborrea del mundo abertzale radical tras un alto el fuego, que se nos ha vendido como la supuesta rendición mas o menos disimulada de ETA, sigue encerrada, además de en los presos, en la habitual reivindicación de la territorialidad y del derecho a decidir, lo que nos retrotrae de nuevo a un exasperante “mas de lo mismo”, a la Jerusalén vasca, a Pernando Barrena explicándonos que una Navarra verdaderamente libre solo es imaginable en el contexto de una Euskalherria verdaderamente libre, a que Navarra aparezca en el medio del escenario, como oscuro objeto deseado. (Mientras escribo esto, ETA vuelve a las andadas en un nuevo comunicado.)
Antes que en estas zarandajas, sin duda, hemos de creer Zapatero y al PSOE cuando nos repiten que “Navarra no está en el proceso de paz, ni va a ser moneda de cambio”, pero sin descartar que este tipo de desmentidos, como es usual en la política, valen lo que valen. Navarra no estará en la mesa de paz, tal vez quiere decir también que se deja “para la otra mesa”, aquella que propone desde muchas instancias (incluido algún redentorista con alzacuellos) para que los partidos, en un fructífero dialogo sin cortapisas, (y sin Parlamentos) y en ausencia de violencia, se pongan por fin de acuerdo.
¿Qué va a hacer en este “escenario” Navarra? ¿Es posible prever un cambio de orientación sustancial, que ponga en cuestión el autogobierno de Navarra como comunidad diferenciada, con sus propias instituciones basadas en su vieja historia como reino –como reyno- que desembocan en el amejoramiento del fuero de 1982? ¿Es posible que Navarra quede inmóvil en medio del temporal, al margen de los cambios estatuarios que se están produciendo en otras comunidades? De pronto, la más histórica de las comunidades históricas, la que ha mantenido ininterrumpidamente su autonomía y su régimen fiscal propio, la que es capaz de mostrar de forma inequívoca sus glorias del pasado, contempla como se va quedando atrás en la carrera frente a otras comunidades que incrementan su nivel competencial e incluso, como en caso de Cataluña y el País Vasco, caminan hacia una fórmula más o menos confederal, configurándose en auténticos campeones de poder periférico. ¿Es posible, por último que Navarra sea capaz de sobreponerse a una coyuntura complicada como una crisis del sector automovilístico que cuestione su viabilidad económica?
Demasiadas preguntas. Lo cierto es que ahora, como en 1977, todo pasa por el posicionamiento del Partido Socialista, quien tiene en su mano la continuidad o el cambio político del status de Navarra.
El dilema del PSN
Hay que decir que plantearse un cambio radical de posición de los socialistas en este asunto resulta ilusorio. Ni los socialistas pueden –ni con seguridad, quieren- acometer un viraje político de este calibre, que supondría seguramente su suicidio político en Navarra y que no podría explicarse salvo como una vergonzosa cesión política a ETA.
Sin embargo, el PSN, tal como se ha apuntado ya, está condenado a entenderse con los nacionalistas para articular una mayoría que desaloje del gobierno a UPN, y está a la vez obligado a allanar el camino hacia la paz emprendido por Zapatero, para quien en ausencia de violencia todo es posible. Así que alguna concesión, en este complejo cruce de obligaciones y condenas, tendrá que hacer. Es pues una cuestión de tempos y de límites, en un proceso que se anuncia siempre como “largo y complicado” y en la que no cabe remitirlo todo al latiguillo de que en todo caso serán los navarros quienes decidan su futuro. Una vez elegidos, los representantes políticos hacen un montón de cosas –entre ellas, pactos post electorales) que no habían explicado previamente sus votantes, máxime si deben hacer frente a retos imprevistos o a grandes encrucijadas
La vida política de los últimos años viene demostrando que con el suficiente trabajo en los medios y mediante las maniobras oportunas todo acaba colando: las motivaciones de una Opa, el Estauto de Cataluña o la realidad nacional de Andalucía. La política ha interiorizado que la velocidad y la eficacia hacen que la gente olvide enseguida cualquier escándalo (sustituido enseguida por otro) y aplauda únicamente el resultado, y a la postre que Navarra tenga estos o aquellos relaciones institucionales con una comunidad vecina, es algo que en Murcia, por decir algo, no tiene gran importancia.
El propio Alli, cuyo Partido gobierna en coalición con UPN y que en su día lo hizo con el PSN y EA, ha declarado que cuenta con datos de que Batasuna ya habría adelantado al Gobierno que se conformaría con el “órgano común permanente”. Algo que, desde luego, estaría muy lejos el maximalismo habitual de Batasuna en el capítulo de Navarra. De ser esto así, parece un pago muy escaso para un fin tan preciado como el final definitivo de la violencia, dado que un organismo de ese tipo, de por sí, no deja de ser algo irrelevante.
Pero ese es justamente, la cuestión. ¿Para que hacer un órgano irrelevante solo porque lo exige como una especie de pago simbólico el nacionalismo radical y puede que ETA? Las comunidades autónomas firman continuamente acuerdos y convenios de cooperación y crean organismo de colaboración para los temas más variados. Incluso lo hacen por encima de las fronteras de los Estados, para solucionar problemas comunes en ambos lados. Pero estos convenios son para cosas concretas, (en estos días, por cierto, se ha firmado uno entre Navarra y Guipúzcoa para la reforma de la endiablada carretera a Irún, algo que sí separaba a Navarra del País Vasco) mientras que la cooperación del famoso órgano es una cooperación permanente para nada en concreto, y que no surge desde abajo, a raíz de un problema cierto al que haya que responder en común, sino desde arriba, para relacionar la cúspide de las Comunidades, los Parlamentos tal vez, y luego, al parecer, ya se verá para qué.
Llama la atención que la propuesta de un organismo de este tipo, ignore, como quien trata de inventar la pólvora, que Navara y el País Vasco tienen de por sí infinidad de contactos, relaciones y están imbricadas desde siempre por su vecindad, por vínculos familiares, culturales, lingüísticos, geográficos de todo tipo, y todo ello porque pertenecen desde hace siglos a una instancia política común que es España, marco en el que han convivido y han desarrollado su cooperación. Son, con la elocuencia de una verdad de perogrullo, parte del mismo país. De todo lo cual prescinde olímpicamente la idea del órgano común, que parece querer empezar a establecer las relaciones de la nada, como quien tratara de que los novios comiencen a conocerse.
De otra parte, esta por ver cual sería la respuesta de Navarra a una deriva de acercamiento al País Vasco. Aquella Navarra de la gamazada, la defensa de los fueros y las tradiciones pertenecen en buena medida a otro tiempo. El legado de consenso de la transición, es un activo que estamos viendo dilapidarse en gran parte de España a toda prisa. Es posible que existe una reacción de indignación y un frente de rechazo a una política de cesiones, (de hecho, ya ha empezado) pero también es cierto que en un proceso en que está en juego el fin de la violencia y donde en lo que respecta a la reorganización del Estado, casi todo es posible, un cierto cambio de situación no sería tan escandaloso.
Con el horizonte del 07 y la previsible legalización de Batasuna, la posibilidad de desbancar a UPN del gobierno de Navarra mediante una coalición con los nacionalistas no es ninguna entelequia. Está por ver cuales son los mimbres para que el PSN lleve a cabo este proyecto, y quienes de sus actuales caras públicas pueden seguirle en este camino. La experiencia, en todo caso, demuestra que los Partidos van dejando a los disidentes o timoratos en la cuenta sin ningún problema y que raramente estos se prestan a dar la batalla intra eclessiam.
Algún lector que me haya seguido hasta aquí recordará tal vez la imagen de hace un par de años en Hondarribia, cuando se inauguró una escultura de Sancho el Mayor -el de la exposición de la edad de un Reyno- como “rey de Euskalerria”. Navarra ofrece al proyecto nacional vasco el desahogo de su territorio y sobre todo unas credenciales impagables. Navarra, como supuesta organización política de los vascos en el pasado, es un mito que viene como anillo al dedo a las quimeras nacionalistas. Para la conquista de este y otros reynos imaginarios, sin importar el tiempo, hay quienes no escatimarán esfuerzos.
Pamplona, mayo 06
(Publicado en EL NOTICIERO DE LAS IDEAS -Julio 2006)
El resultado de la campaña diseñada consistió en la creación de la marca “Reyno de Navarra. Tierra de diversidad" que, según sus autores, pretende “ligar Navarra a la tradición, a la autenticidad de la tierra y de las gentes que lo habitan”. Este ambiciosos propósito se ilustra, además, mediante un símbolo circular que parece un rosetón de colores, o tal vez una joya. La joya de una Navarra diversa y amable, una tierra de muchos colores, dispuesta a acoger al viajero remiso, a asombrarle con paisajes espectaculares, pimientos del piquillo y patrimonio histórico, y que se muestra con un lifting recién hecho, prescindiendo por una vez de sus antiguas y pesadas cadenas.
Lo cierto es que esta expresión, Reyno de Navarra, un pelín arcaizante, con su “y”, pretendía resumir, seguramente, la trayectoria histórica de Navarra como antiguo reino peninsular anterior a la propia Castilla, que mantuvo su independencia hasta comienzos del siglo XVI y desde entonces conservó su autonomía y sus fueros en las más complicadas tesituras políticas, incluido el franquismo. Navarra es un viejo reyno, viene a decirse, una comunidad, pues, de gran solera histórica. Un reyno, además, de sensaciones, de paisajes, de experiencias, de quesos de oveja y paseos por los hayedos y las Bardenas.
Para la campaña del Reyno de Navarra no se escatimaron medios, hasta el punto que su ambiciosa difusión en todos los medios, incluyó la aportación de fondos a Osasuna para que su estadio cambiara el nombre de "El Sadar", por el de “Reyno de Navarra”, osadía nunca vista en un asunto tan explotado ya como el fútbol. Sin embargo, en el mes de abril de 2006, tras el anuncio por ETA del alto el fuego permanente, Navarra recibió un alud publicitario superior a toda la meditada y costosa campaña del Reyno: Navarra, de pronto, comenzó a salir citada diariamente en los periódicos y los telediarios. Navarra, se aseguraba por todos, no es moneda de cambio. Navarra, decía la inexistente Batasuna ante los micrófonos, es la columna vertebral del proceso, la Jerusalén vasca. Navarra será lo que quieran los navarros, declaraban los Imaz, los Moraleda, los Pepiño Blanco, con su habitual tono enfático, como si ser navarro fuera ser omnipotente o no hubiera ninguna pista de que es lo que los navarros han venido expresando en las elecciones democráticas durante décadas.
A vueltas con la Disposición Transitoria
En la propia Navarra, mientras tanto, esta publicidad masiva y gratuita se ha vivido con nerviosismo e inquietud, al menos en los medios políticos, como si de pronto fuera a revivirse la convulsa época de la transición, o se hubiera puesto en peligro un equilibrio inestable. El status político de Navarra es el único que tiene una disposición constitucional que contempla un mecanismo concreto para su modificación (Disposición Transitoria cuarta), previsto justamente para el caso que quiera incorporarse al País Vasco. Esta disposición dota al régimen foral navarro de cierta “interinidad”, como si fuera una situación de “mientras tanto”, si bien el camino que marca para la incorporación resulta complicado, pues exige una previa mayoría absoluta favorable a la integración en el Parlamento de Navarra y una ratificación popular posterior. Por tanto, para que los navarros puedan ser consultados por este cambio de status, para que “los navarros puedan decidir” se requiere que las fuerzas políticas ya hayan aprobado previamente por mayoría, en el Parlamento de Navarra, la incorporación.
Con ello, se crea una situación sibilina en la que, quienes cuentan con el respaldo mayoritario electoral, no pueden de hecho propiciar una consulta popular que refrende su posición, salvo en la esquizofrenia de votar en el Parlamento a favor de la incorporación para luego, sometida ésta a referéndum, hacer campaña en contra de lo que han votado, para lograr que su propuesta sea rechazada.
Por contra, quienes no tienen posibilidad alguna de triunfar en un referéndum, (hoy por hoy, la minoría nacionalista en Navarra) son los que con más entusiasmo lo están reclamando. ¡Que se deje a los navarros decidir! ¡Son los navarros quienes deben decidir su futuro! ¡El señor Sanz tiene pánico a que Navarra se pronuncie!, Reclaman quienes serían derrotados por goleada en una consulta popular, a sabiendas del galimatías que supone esa consulta, del éxito que por sí solo sería lograr convocarla y de que, al proponerla, aparecen como demócratas despechados por una mayoría que tiene algo que ocultar.
Preguntado en la revista digital de “Basta Ya” el día 7 de mayo, el Presidente Sanz señala que “quien quiera proponer un referéndum, que logre la mayoría en el Parlamento y lo convoque”, lo que aunque resulte obvio, parece que resulta preciso volver a recordarlo en este momento.
La situación política, así, tiende en Navarra a una cierta inmovilidad, cuando no a la parálisis, a que todo se quede como está. Así, no es extraño que la ponencia que estudiaba en el Parlamento navarro la posible modificación de la Ley de Amejoramiento del Fuero de 1982 –algo así como el Estatuto de Autonomía para el régimen foral navarro- acaba de cerrar sus trabajos sin resultado alguno, y sin llegar a un acuerdo sobre la oportunidad o no de pedir la supresión de la Transitoria Cuarta, levantando acta de lo complejo que es dar cualquier paso en este asunto.
Lo cierto es que desde el Amejoramiento de 1982 y su posterior desarrollo, Navarra había logrado una prospera estabilidad en la que este asunto de la incorporación se había ido adormeciendo y ya no estaba en el debate. Las reivindicaciones nacionalistas, más allá del “programa máximo” se centraban en el uso de lengua, en la invocación de una Navarra distinta, hermanada por fin con su naturaleza euskaldun, y en la denuncia del integrismo navarrista de UPN y la tibieza del PSOE, junto con la queja por la dificultad de vivir en una Navarra “en la que muchos navarros nos sentimos incómodos”. (Incomodidad que nada que ver por cierto, con la situación que han soportado los no nacionalistas en Euskadi).
El peso del nacionalismo vasco en Navarra
El nacionalismo vasco en Navarra, en todas sus variantes, apenas supera en sus mejores momentos un respaldo electoral del 20% de votantes, siendo Batasuna, en sus distintas marcas, la formación hegemónica. En las elecciones forales del 2003, sin Batasuna, entre Aralar y EA-PNV sumaron el 16% del voto emitido (47.000 votos), frente al 21% (63.000 votos) obtenido en 1999, con la presencia de Euskal Herritarrok y en plena tregua de ETA.
En las elecciones generales de 2004, el trío Aralar- EA - PNV, junto con independientes y con la inevitable guinda izquierdista de Batzarre, sumaron fuerzas para tratar de unificar todo el voto nacionalista y atraer a los votantes de ilegalizada Batasuna, mediante la coalición “Nafarroa Bai” (NA BAI), con la que lograron 60.000 votos, y un valioso escaño que propició la visibilidad de una Navarra nacionalista vasca en el Parlamento español (mientras los tres diputados de UPN están camuflados en la bancada de PP). Así, la ronda de consultas que el Presidente Rodríguez Zapatero realizó en abril para conocer el criterio de los portavoces parlamentarios respecto al alto del fuego de ETA, culminó el 26 de abril con la entrevista con la “representante de Navarra” Uxue Barkos, quien salió de la Moncloa “más convencida todavía de lo que estaba” de que el futuro de Navarra “no está dentro del proceso de paz” y ofreció a Zapatero “todo el apoyo y colaboración” para dicho proceso.
Lo cierto es que pese a la predicación del nacionalismo vasco en Navarra, la posibilidad de que los navarros lleguen por sí solos a la tierra prometida de la Euskalherria política, donde manarán la leche y la miel, no parece muy probable. Ni siquiera el aumento en estos años de una difusa conciencia vasca entre la población, con escolarización en modelos bilingües, ikastolas, (sin olvidar la pujanza del sindicalismo nacionalista), ha hecho cambiar la situación, en la que a la hora de votar, la gente sigue votando a UPN, un partido cuyo mensaje central es la defensa de la identidad de Navarra, y sigue castigando al PSN (Partido Socialista de Navarra-PSOE) por la vergüenza de los años de Urralburu y Roldán, que no terminan de borrarse del todo.
Los datos de las última elecciones forales del 2003 mostraban que el PSN seguía estancado en el 21% de los votos, (obtuvo el 20,8% cuatro años antes), con el agravante, además, de que cuando las elecciones son generales, mejora significativamente, mientras que UPN doblaba de nuevo esos apoyos, manteniéndose en el 41%. (Datos de elecciones al Parlamento navarro.
Las elecciones del 2003 demostraban, pues, la pujanza de UPN, frente a un nacionalismo a la baja, y un PSN que, pese a estar en la oposición, apenas recomponía sus apoyos, lastrado por una duda maquiavélica, oportunamente trasladada al electorado: votar socialista es votar por un gobierno con los nacionalistas, pues es imposible que el PSN pueda formar gobierno en solitario. La endeble alternativa de Lizarbe en el 2003 fue vencida, además de por sus propios méritos, por esta convicción, que se vio confirmada enseguida cuando El PSN llegó acuerdos con los nacionalistas en varios ayuntamientos importantes, entre ellos Barañain.
Sin embargo, la victoria del 2003 no dio a UPN la mayoría absoluta, (lo que resulta siempre muy difícil en un parlamento muy fragmentado) para la que tuvo que contar con tres parlamentarios del CDN de Juan Cruz Alli. El PSN, por su parte, se deshizo de Lizarbe, y eligió una nueva dirección encabezada por Chivite, menos proclive al acuerdo con los partidos nacionalistas. Sin embargo, Chivite, a pesar de apresurarse a dar pruebas de su navarrismo, se vio enseguida en las mismas dificultades que Lizarbe para despejar las dudas de un electorado poco crédulo, al que bastaba mirar alrededor para ver cómo la doctrina oficial y la práctica real del partido de Zapatero, allí donde resulta posible, es pactar con los nacionalistas y desbancar al PP a toda costa.
Alto el fuego permanente
Así llegamos al mes de marzo de 2006, en el que la inminente tregua de ETA va a mover de pronto las fichas del tablero. A mitad de la legislatura UPN, que lleva casi 11 años en el gobierno, (15 si descontamos el breve lapso de unos meses del gobierno de Otano), opta por la continuidad de su candidato, Miguel Sanz, con un cierto reconocimiento de la imposibilidad de un recambio.
El PSN, por su parte, juega una especie de don Tancredo, intentando obviar como puede la lacra de su necesario pacto con los nacionalistas y confiando que el desgaste de los regionalistas le allegue algunos votos. Na Bai, se dedica a dar parabienes y sonreír ante las “potencialidades” que se abren en esta nueva e ilusionante situación, que confirma que su proyecto de ser “quien cambie el mapa político de Navarra”, tal como viene predicando desde hace tiempo, puede materializarse en el 2007. Las previsibles nupcias con el PSN, en todo caso, cuentan eso sí, con el interrogante que supone la posible vuelta de Batasuna, tal vez legalizada para el 2007 tras haber recorrido algún tramo en el buen camino, quien podría recuperar gran parte del voto prestado a NA Bai en las elecciones pasadas. No se sabe, en esta política ficción, si Batasuna podría ser un temible competidor... o un digno y preciado miembro de la coalición NA BAI, convertida de pronto (de la sinuosa política italiana acude la bella imagen del sorpasso) en segunda fuerza política de Navarra.
En Pamplona, en el flamante palacio de congresos del Baluarte, joya de la corona de esta legislatura de la alcaldesa de UPN Yolanda Barcina, tiene lugar una gran exposición que se llama “La edad de un Reyno” (de nuevo, el Reyno) que reúne 270 obras sobre Sancho Mayor y el mundo románico de los siglos X al XIII, procedentes no solo de Navarra, sino de archivos y museos de Francia, Alemania y hasta EEUU y Rusia, que ilustran de forma elocuente la importancia de la Navarra medieval, su rico patrimonio histórico y su importancia en el surgimiento de la monarquía hispánica. La muestra se cierra, después de tres meses, el 3 de mayo, habiendo recibido 65.000 visitantes.
La opinión pública, de pronto, se ve sacudida por la crisis sindical en Volkswagen, cuya dirección, ante la falta de acuerdo de los sindicatos LAB, ELA y CCOO, (enfrentados a la UGT que propone y no logra un referéndum para aprobar el convenio) amenaza con deslocalizar parte de la producción y asiste en las semanas sucesivas a un emponzoñamiento del conflicto, donde los sindicatos no logran ponerse de acuerdo y la dirección sopesa un plan para reducir la producción en la planta de Landaben.
La tregua de ETA trae de inmediato, como una antorcha pegada a la cola de un zorro, la presunta reivindicación de Navarra, los comunicados, las invocaciones, las suspicacias. Sanz entiende que la situación es grave y que Navarra puede ser objeto de negociación en el llamado “proceso de paz”. Incluso acusa a Zapatero de haber pactado en secreto sobre Navarra, y haber comprometido ya la formación de un “órgano común permanente” entre Navarra y Euskadi, una experiencia que ya se intentó poner en marcha en el año 95, en el fugaz gobierno tripartito presidido por Otano, que acabó al descubrirse una cuenta en suiza a su nombre.
Los socialistas replican con energía a UPN, acusando a Sanz de tergiversarlo todo, de acusar sin pruebas y de tratar de sacar rédito electoral, y declaran que no propondrán el órgano común y que Navarra no está en la agenda, y no puede ser objeto del proceso de paz. Alguno añade que lo que pasa es que UPN no quiere la paz. El inconmensurable Pepiño Blanco, siempre exigente con los conceptos, puntualiza que no puede estar en cuestión en el proceso de paz, puesto que el proceso no existe.
Por si fuera poco, son empresarios navarros los que reciben cartas de extorsión después de la tregua, y es en Navarra donde se produce un atentado en toda la regla, en el que una bomba arrasa el establecimiento del portavoz de UPN en Barañain. La población, desconcertada, contempla en televisión la bajera humeante y el desalojo de las familias del edificio, mientras asiste a un cruce de declaraciones en las que el delegado del Gobierno central, haciendo coro a sus principales, intenta a toda costa exonerar a ETA de este hecho, otorgando parabienes a la declaración del ceñudo Permach, quien considera el incidente como “grave”. En los días siguientes, conforme la fase de “verificación” no sufre nuevos contratiempos, el gobierno declara primero que todas las hipótesis están abiertas, y después que ETA “no lo ordenó”, (mientras Miguel Sanz dice tener datos de lo contrario) y termina con el Ministro del Interior definiendo el ataque como “un asunto local”, degradándolo de esta forma a no se sabe bien qué.
Proceso de paz y cambio político en Navarra
La diligencia del gobierno a la hora de apagar el fuego de Barañain, y su insistencia en garantizar que el proceso sigue en marcha y va de veras, además de los datos más o menos fiables que la prensa desvela, refuerzan la extendida convicción de que el llamado proceso de paz ha sido precedido de unos contactos durante meses. Que es lo que puede haberse hablado o comprometido, solo el tiempo nos lo dirá. La fallida tregua de 1999 suministró un gran material a este respecto. Es lógico confiar en que las enseñanzas de la tregua anterior, tras el Pacto de Lizarrra, hayan servido para algo y que en la situación de debilidad y práctica derrota del terrorismo de ETA, el gobierno se haya cuidado de alentar la idea de que es posible atender alguna pretensión política, premiando así la ciega e insoportable insistencia de una violencia fanática que no lo merece.
Sin embargo, la verborrea del mundo abertzale radical tras un alto el fuego, que se nos ha vendido como la supuesta rendición mas o menos disimulada de ETA, sigue encerrada, además de en los presos, en la habitual reivindicación de la territorialidad y del derecho a decidir, lo que nos retrotrae de nuevo a un exasperante “mas de lo mismo”, a la Jerusalén vasca, a Pernando Barrena explicándonos que una Navarra verdaderamente libre solo es imaginable en el contexto de una Euskalherria verdaderamente libre, a que Navarra aparezca en el medio del escenario, como oscuro objeto deseado. (Mientras escribo esto, ETA vuelve a las andadas en un nuevo comunicado.)
Antes que en estas zarandajas, sin duda, hemos de creer Zapatero y al PSOE cuando nos repiten que “Navarra no está en el proceso de paz, ni va a ser moneda de cambio”, pero sin descartar que este tipo de desmentidos, como es usual en la política, valen lo que valen. Navarra no estará en la mesa de paz, tal vez quiere decir también que se deja “para la otra mesa”, aquella que propone desde muchas instancias (incluido algún redentorista con alzacuellos) para que los partidos, en un fructífero dialogo sin cortapisas, (y sin Parlamentos) y en ausencia de violencia, se pongan por fin de acuerdo.
¿Qué va a hacer en este “escenario” Navarra? ¿Es posible prever un cambio de orientación sustancial, que ponga en cuestión el autogobierno de Navarra como comunidad diferenciada, con sus propias instituciones basadas en su vieja historia como reino –como reyno- que desembocan en el amejoramiento del fuero de 1982? ¿Es posible que Navarra quede inmóvil en medio del temporal, al margen de los cambios estatuarios que se están produciendo en otras comunidades? De pronto, la más histórica de las comunidades históricas, la que ha mantenido ininterrumpidamente su autonomía y su régimen fiscal propio, la que es capaz de mostrar de forma inequívoca sus glorias del pasado, contempla como se va quedando atrás en la carrera frente a otras comunidades que incrementan su nivel competencial e incluso, como en caso de Cataluña y el País Vasco, caminan hacia una fórmula más o menos confederal, configurándose en auténticos campeones de poder periférico. ¿Es posible, por último que Navarra sea capaz de sobreponerse a una coyuntura complicada como una crisis del sector automovilístico que cuestione su viabilidad económica?
Demasiadas preguntas. Lo cierto es que ahora, como en 1977, todo pasa por el posicionamiento del Partido Socialista, quien tiene en su mano la continuidad o el cambio político del status de Navarra.
El dilema del PSN
Hay que decir que plantearse un cambio radical de posición de los socialistas en este asunto resulta ilusorio. Ni los socialistas pueden –ni con seguridad, quieren- acometer un viraje político de este calibre, que supondría seguramente su suicidio político en Navarra y que no podría explicarse salvo como una vergonzosa cesión política a ETA.
Sin embargo, el PSN, tal como se ha apuntado ya, está condenado a entenderse con los nacionalistas para articular una mayoría que desaloje del gobierno a UPN, y está a la vez obligado a allanar el camino hacia la paz emprendido por Zapatero, para quien en ausencia de violencia todo es posible. Así que alguna concesión, en este complejo cruce de obligaciones y condenas, tendrá que hacer. Es pues una cuestión de tempos y de límites, en un proceso que se anuncia siempre como “largo y complicado” y en la que no cabe remitirlo todo al latiguillo de que en todo caso serán los navarros quienes decidan su futuro. Una vez elegidos, los representantes políticos hacen un montón de cosas –entre ellas, pactos post electorales) que no habían explicado previamente sus votantes, máxime si deben hacer frente a retos imprevistos o a grandes encrucijadas
La vida política de los últimos años viene demostrando que con el suficiente trabajo en los medios y mediante las maniobras oportunas todo acaba colando: las motivaciones de una Opa, el Estauto de Cataluña o la realidad nacional de Andalucía. La política ha interiorizado que la velocidad y la eficacia hacen que la gente olvide enseguida cualquier escándalo (sustituido enseguida por otro) y aplauda únicamente el resultado, y a la postre que Navarra tenga estos o aquellos relaciones institucionales con una comunidad vecina, es algo que en Murcia, por decir algo, no tiene gran importancia.
El propio Alli, cuyo Partido gobierna en coalición con UPN y que en su día lo hizo con el PSN y EA, ha declarado que cuenta con datos de que Batasuna ya habría adelantado al Gobierno que se conformaría con el “órgano común permanente”. Algo que, desde luego, estaría muy lejos el maximalismo habitual de Batasuna en el capítulo de Navarra. De ser esto así, parece un pago muy escaso para un fin tan preciado como el final definitivo de la violencia, dado que un organismo de ese tipo, de por sí, no deja de ser algo irrelevante.
Pero ese es justamente, la cuestión. ¿Para que hacer un órgano irrelevante solo porque lo exige como una especie de pago simbólico el nacionalismo radical y puede que ETA? Las comunidades autónomas firman continuamente acuerdos y convenios de cooperación y crean organismo de colaboración para los temas más variados. Incluso lo hacen por encima de las fronteras de los Estados, para solucionar problemas comunes en ambos lados. Pero estos convenios son para cosas concretas, (en estos días, por cierto, se ha firmado uno entre Navarra y Guipúzcoa para la reforma de la endiablada carretera a Irún, algo que sí separaba a Navarra del País Vasco) mientras que la cooperación del famoso órgano es una cooperación permanente para nada en concreto, y que no surge desde abajo, a raíz de un problema cierto al que haya que responder en común, sino desde arriba, para relacionar la cúspide de las Comunidades, los Parlamentos tal vez, y luego, al parecer, ya se verá para qué.
Llama la atención que la propuesta de un organismo de este tipo, ignore, como quien trata de inventar la pólvora, que Navara y el País Vasco tienen de por sí infinidad de contactos, relaciones y están imbricadas desde siempre por su vecindad, por vínculos familiares, culturales, lingüísticos, geográficos de todo tipo, y todo ello porque pertenecen desde hace siglos a una instancia política común que es España, marco en el que han convivido y han desarrollado su cooperación. Son, con la elocuencia de una verdad de perogrullo, parte del mismo país. De todo lo cual prescinde olímpicamente la idea del órgano común, que parece querer empezar a establecer las relaciones de la nada, como quien tratara de que los novios comiencen a conocerse.
De otra parte, esta por ver cual sería la respuesta de Navarra a una deriva de acercamiento al País Vasco. Aquella Navarra de la gamazada, la defensa de los fueros y las tradiciones pertenecen en buena medida a otro tiempo. El legado de consenso de la transición, es un activo que estamos viendo dilapidarse en gran parte de España a toda prisa. Es posible que existe una reacción de indignación y un frente de rechazo a una política de cesiones, (de hecho, ya ha empezado) pero también es cierto que en un proceso en que está en juego el fin de la violencia y donde en lo que respecta a la reorganización del Estado, casi todo es posible, un cierto cambio de situación no sería tan escandaloso.
Con el horizonte del 07 y la previsible legalización de Batasuna, la posibilidad de desbancar a UPN del gobierno de Navarra mediante una coalición con los nacionalistas no es ninguna entelequia. Está por ver cuales son los mimbres para que el PSN lleve a cabo este proyecto, y quienes de sus actuales caras públicas pueden seguirle en este camino. La experiencia, en todo caso, demuestra que los Partidos van dejando a los disidentes o timoratos en la cuenta sin ningún problema y que raramente estos se prestan a dar la batalla intra eclessiam.
Algún lector que me haya seguido hasta aquí recordará tal vez la imagen de hace un par de años en Hondarribia, cuando se inauguró una escultura de Sancho el Mayor -el de la exposición de la edad de un Reyno- como “rey de Euskalerria”. Navarra ofrece al proyecto nacional vasco el desahogo de su territorio y sobre todo unas credenciales impagables. Navarra, como supuesta organización política de los vascos en el pasado, es un mito que viene como anillo al dedo a las quimeras nacionalistas. Para la conquista de este y otros reynos imaginarios, sin importar el tiempo, hay quienes no escatimarán esfuerzos.
Pamplona, mayo 06
(Publicado en EL NOTICIERO DE LAS IDEAS -Julio 2006)
martes, julio 18, 2006
Vista de Delft

Mientras los sanfermines expiraban y a la espera de que los pilotos de Iberia bajaran de las nubes, he viajado hasta Delft en un día magnífico, inusual en Holanda, y observando la vista de esta bella ciudad, hermana pequeña de la cosmopolita Amsterdam, pensé que este pequeño país había recorrido el camino opuesto a España desde que Guillermo el taciturno, oriundo de Dellft, se rebeló contra la monarquía española. Mientras España se iba encerrando en sí misma, haciéndose unidimensional, guardiana de las esencias del catolicismo, empeñada en una lucha de décadas contra calvinistas, hugonotes, y protestantes de toda ralea; mientras se despreciaba el comercio y nadie encontraba valiosa la actividad fabril o el cultivo de las ciencias, descarriando el país para siglos de la senda que llevaba al futuro, la pequeña Holanda se las ingenió para que floreciera la banca y el comercio, acogió a judíos, se hizo un imperio marítimo que llegó a Surinam e Indonesia; sobre todo reformó a fondo el Cristianismo para hacerlo compatible con el individualismo, la acumulación de capital y las virtudes burguesas, y forjó una religión basada en la laboriosidad y el rechazo de toda ostentación. Con el protestantismo y los molinos de viento, Holanda inventó el progreso. Hoy Amsterdam, emblema de Holanda, la ciudad en que Spinoza escribió su Etica, la que habitó Rembrandt, la que ocultó en vano a Anna Frank, es una ciudad muy bella donde se mezclan razas y culturas, se escuchan todos los idiomas y donde prolifera el gentío, la embriaguez, los coffee shops y los canales que reflejan sobrias fachadas de ladrillo. Volviendo de la apacible Delft hacia Amsterdam, por la noche, veo la gente beber tranquilamente cerveza en la calle, mientras las luces rojas de las prostitutas en los escaparates comienzan a encenderse. Todas las debilidades humanas, a la postre, son perdonables –me digo acodado en un puente - solo la orgullosa virtud es a veces repulsiva y no tiene cura.
(Publicado en DN el 17-7-06)
Edades
Hay una edad para San Fermín (perdón, para las fiestas de San Fermín), como hay una edad del pavo o bien mirado, tal vez haya varias edades sanfermineras y varios pavos, e incluso varios pavos sanfermineros. Los últimos estudios (las tesis son legión) indican que la primera edad, tan tierna de por sí, es muy sanferminera, con sus gigantes, kilikis y cabezudos, (incluyendo padres y madres). Luego el niño se vuelve más peligroso (si cabe) y se llega una edad menos sanferminera, (la protuberante adolescencia, parecida a una planta trepadora) aunque enseguida vuelve a ser que sí, que San Fermín sí, (a ver quien se enfrenta a este pavo que suele deambular por casa y ya tiene bigote). Luego otra vez no, (marchó a Vancouver, con una beca, está muy formal, ni sombra de lo que fue). Luego otra vez sí, pero poco tiempo y a pequeños sorbos. Luego definitivamente no (vence el libro, el eco de las olas, el olor del pescado frito, la nostalgia y la ciática) y finalmente otra vez a los gigantes, como un eterno retorno. Puede que todo el mundo esté hasta al moño de todo esto, puede que todo sea una repetición y una forma un tanto ridícula de estar alegre y de beber para no ser menos, me digo. Pero entonces ¿porqué salgo corriendo una y otra vez detrás de la gaita? Tal vez los sanfermines sean una cosa anticuada, de otro tiempo, y ya no sean de esta edad, me repito, sino de un tiempo ido, de una época en la que la fiesta era transgresión, (cuando hoy la transgresión está en el poder, lanzando el cohete y es igual de aburrida). Nadie tiene la edad precisa para San Fermín. Nadie puede aprobar el encierrómetro ni estar a la altura de los acontecimientos ni de la tradición, esa ilusión de permanencia. La mejor edad para entrar en la fiesta debe ser intra utero y la de salir, con los pies por delante, pero entre uno y otro momento, no hay manera. Suena el cohete. Fiesta sin igual. Acelera un poco más, carretera y manta, que ya no tenemos edad.
(Publicado en D.N. 10-7-06)
(Publicado en D.N. 10-7-06)
martes, junio 27, 2006
Ibo
Habla el gran Kapuscinsky en Ébano, libro (imprescindible) que recoge sus andanzas por Africa, de la comunidad de los Ibo, pueblo que, según asegura, no conoce la noción de culpa y cuyos miembros no sienten remordimientos ante las malas acciones, salvo que éstas sean descubiertas. Sostiene K que frente a nuestra tradición cristiana que interioriza la culpa y provoca el remordimiento y la mala conciencia, la tradición africana viviría de forma más laxa la responsabilidad individual. Todo esto es muy discutible. El propio K, en el mismo libro, relata el trágico destino de Rwanda, y la culpa aniquiladora que aquejó a multitudes enloquecidas en el enfrentamiento entre los hutus y los tutsis. Mi amigo A, cuya opinión estimo mucho, y al que conté las peculiaridades de los Ibo en una de estas soleadas mañanas, me replicó que esto le resultaba de todo punto increíble, ya que no es posible hablar propiamente de ser humano sin incluir la conciencia del mal, la culpa y el remordimiento. ¿Es posible? En estos días me he acorado de K y de los Ibo al ver a los acusados de matar a sangre fría a Miguel Ángel Blanco, atendiendo indiferentes al relato de su crimen. Ha sido un espectáculo tan inquietante, que ha hecho surgir enseguida las interpretaciones piadosas. Seguramente, se nos dice, esta gente esté aparentando. En realidad sienten horror de lo que han hecho, pero no están dispuestos a reconocerlo por las consecuencias políticas que supondría. No es posible, viene a decirse, que un hombre permanezca impertérrito, sin mostrar compasión, ante la madre doliente de quien él ha matado. Uno oye las palabras del acusado al final del juicio, despechadas, llenas de consignas gastadas y de estereotipos (del mismo cariz de las que hemos leído luego en un comunicado) y quiere a toda costa pensar que es todo impostura, un velo para no mirar de frente a la verdad. Es difícil hablar con alguien sumido en un monólogo así. Mas difícil que entendérselas con un Ibo.
(Publicado en DN el 26-6-06)
(Publicado en DN el 26-6-06)
miércoles, junio 21, 2006
EL VALOR DE UNA VIDA
Hoy juega España (pan comido), juzgan a Txapote por el crimen de Miguel Angel Blanco (hace años, un tiro en la nuca, la gente lloraba) , Cataluña hace cuentas del Estatuto (el caso es hacer cuentas) y en Pamplona todavía queda, colgando de las farolas, algún cartel del congreso que los geriatras, a pesar del calor, celebraron en el Baluarte bajo el lema de “el valor de una vida”. La vida termina siendo, con suerte, competencia de la geriatría. La vida, como dice la canción, no vale nada y está muy bien que alguien, desde las farolas, nos invite a mirar al sujeto concreto, más allá de los porcentajes y las generalizaciones de la política y la ciencia, y señale hacia el hombre como un ser irremplazable, un haz de sentimientos, de dolencias, de sucesos, una historia. Hoy en la tele, antes del partido, veremos tal vez de nuevo al acusado (la gente lloraba) dando despectivamente la espalda al tribunal y charlando para matar el tiempo. El poco valor de una vida. Luego, el equipo español confirmará su buen momento ante los ingenuos saudís. A Zapatero volverán a salirle bien las cosas: nadie se aclara bien con los estatutos, la financiación, el endeudamiento de las familias y la lengua vernácula pero si España vuelve a golear es seguro que no va tan mal. Ya se sabe que los equipos nacionales son un fiel reflejo del país. Serbia, por ejemplo, se duele de la deserción de Montenegro y ha sido goleada por la potente Argentina. Con razón el novelista Gándara, que hoy nos visita en el Museo, dice que Argentina sale al campo con el psicoanálisis hecho: sin angustia y sin presión extra. Algo así es lo que nos han predicado los geriatras en su congreso: el tomarse las cosas con cierta distancia, sin angustias, el intentar ser feliz, es lo que alarga la vida. Y eso, doctor, ¿cómo lo hago.) La geriatría no tiene respuesta para eso. Nadie tiene respuesta para eso. De momento, al menos que el niño Torres esté en plena forma.
(Publicado en DN el 19-VI-06)
(Publicado en DN el 19-VI-06)
miércoles, junio 14, 2006
Maleta
En el gran hotel de Albacete estuve hablando con un abogado de Algeciras que era uno de esos sujetos que uno se encuentra muy raramente, un tipo con un extraordinario talento narrativo, es decir, alguien que aunque en general cuente historias triviales (he venido conduciendo de Sevilla a Albacete, p. ej) lo hace con una gran encanto, sabiendo dosificar la información, crear suspense, incitar interés donde aparentemente no lo hay, cambiar de pronto el foco. (El viaje, en el fondo, escondía dentro el relato de la noche anterior en Sevilla, como una ostra esconde a veces una perla). Este hombre, en la interminable cena del Gran Hotel, con su cambio de tenedores y sus distintas copas de vino (siempre me digo demasiado tarde que no debería haber bebido blanco) me contó varias historias. En una de ellas, muy larga, a su hijo le robaban el equipaje de mano en la estación de Atocha cuando iba acoger el Ave, con la cartera del dinero y el ordenador portátil. El portátil era un regalo que el abogado había hecho a su hijo hacía poco. El chico estaba sin blanca, sin BILLETE, sin ordenador y sin movil, en la estación de Atocha, en el inicio de la Semana Santa.
Cuando una historia es buena, uno vislumbra varias líneas de continuidad, todas prometedoras. El abogado eligió una en la que el chico escarba en el bolsillo y encuentra unas monedas con las que llama a su padre, quien en ese momento, recién llegado a casa, se está quitando la corbata para tirarla a la pisicina. Por mucho que este hombre se indigne y proteste en el teléfono, no tiene nada que hacer. Sabemos empáticamente como padres, y el narrador experimentado nos lo transmite simpelmente con una triste sonrisa, que no solo hará el viaje hasta Madrid y volverá con el chico, sino que pese a sus mas firmes propósitos acabará comprando un nuevo ordenador y un móvil, que salve a su hijo del ostracismo social y de la incomunicación y lo retorne al mundo de los vivos.
Cuando una historia es buena, uno vislumbra varias líneas de continuidad, todas prometedoras. El abogado eligió una en la que el chico escarba en el bolsillo y encuentra unas monedas con las que llama a su padre, quien en ese momento, recién llegado a casa, se está quitando la corbata para tirarla a la pisicina. Por mucho que este hombre se indigne y proteste en el teléfono, no tiene nada que hacer. Sabemos empáticamente como padres, y el narrador experimentado nos lo transmite simpelmente con una triste sonrisa, que no solo hará el viaje hasta Madrid y volverá con el chico, sino que pese a sus mas firmes propósitos acabará comprando un nuevo ordenador y un móvil, que salve a su hijo del ostracismo social y de la incomunicación y lo retorne al mundo de los vivos.
martes, junio 13, 2006
Fascista
Se abusa de la palabra fascista. Ya significa cualquier cosa y ninguna. A Arcadi Espada, representante de Ciudadanos de Cataluña, le han llamado fascista y le han agredido por defender el no al Estatut. Ciudadanos es el fenómeno más refrescante que ha dado la política en la última década y lo que ha ocurrido es un disloque y una muestra de la pobreza mental y la agresividad que se genera en ciertos ambientes. Recuerdo aquellas concentraciones hace años para pedir la libertad de un secuestrado por Eta, en las que se nos insultaba y lanzaban pilas, maderas y tornillos. ¡Fascistas!, nos gritaban. No éramos fascistas, pero sí un poco tontos por permanecer allí en silencio, dignamente, como corderos. Nos costó mucho tiempo comprender que era mejor abrir la boca, responder a tanta tontería, reaccionar. Ahora algunos de los que lanzaban tornillos sugieren que tal vez en el pasado tuvieron falta de sensibilidad. Es enternecedor. El caso es que no se sabe bien lo que es un fascista, como tampoco que es un demócrata, pero sospecho que debe tener algo que ver con dejar o no hablar al que piensa diferente. Todos tenemos algo de fascista, todos quisiéramos acallar las insensateces que escuchamos de otros pero tragamos bilis y nos contenemos, cambiamos de cadena, pasamos de largo. El fascista no pasa de largo, sino que en general es acarreado en grupo para reventar actos o dar palizas. El fascismo, históricamente, ama los desfiles, la simbología, la exaltación patriótica desmedida. Arcadi Espada ha escrito un libro con criticas muy fundadas al Estatut desde el punto de vista democrático, ético y hasta gramatical. A un fascista, por ejemplo, no le venga usted con esas zarandajas. El fascismo consiste en consignas claras y en un enemigo que sea claramente identificable. El fascista, por lo demás, fuera del grupo es cobarde y no hace nada si no se le alienta y se le enciende la cabeza, por lo que es vital que quien conscientemente o no le ha dado alas, se las corte. Aunque entonces sea a él a quien le llamen fascista.
(Publicado en DN 12-VI-06)
(Publicado en DN 12-VI-06)
lunes, junio 12, 2006
lunes, junio 05, 2006
Blake
Hice todo lo posible, pero al final no pude resistirme y fui a ver al mago y mentalista Blake en el Gayarre. Dicen que este hombre acertó el gordo de navidad de hace unos años, si bien nunca se ha explicado por que no compró el número. En la sala había un tipo de gente muy distinta a otros espectáculos: parejas de enamorados, familias enteras, adolescentes, sudamericanos, algún barbudo. Era un publico popular, discreto, muy colaborador que, contra toda prudencia, se animaba rápidamente a salir a escena cuando Blake pedía voluntarios. En pocos espectáculos como en la magia, por cierto, el espectador cuenta tanto en la trama. Blake, vestido de negro, comenzó escogiendo contra el calculo de probabilidades la llave que abría el cofre, adivinó los números del DNI de cinco sujetos, hizo con ellos un juego matemático, adivinó el pensamiento, desveló los recuerdos que cinco mujeres habían escrito en un papel, bordó un número de costosa telepatía, en el que descubrió un falta de ortografía en el mensaje mental, falló alguna vez, tal vez para dejara claro que era mortal, y exhibió una gran labia y una elegancia de galán maduro. A mi juicio debió hablar menos y mostrarse más concentrado y hasta un poco ausente, como los magos más clásicos, tipo Mandrake. La gente se veía complacida, no entusiasmada, y en los que subían a escena había una expresión de sorpresa e incredulidad. Todo los que estábamos allí esperábamos, confusamente, algo extraordinario, o temíamos, contra toda lógica, que ese hombre nos mirase a los ojos y supiese ya todo sobre nosotros, que es uno de los temores que arrastramos todos y que mas nos irritan. A la salida un padre mostraba su escepticismo. Había cámaras ocultas, decía. Su hija lo negaba y le reprochaba ser tan incrédulo. En el fondo estaban un poco tristes, como si supieran uno y otro lo que pensaban sin decirlo, como el mismo Blake, o tal vez porque ya era domingo por la noche y volvía la vida de todos los días.
(Publicado en DN el 5-VI-06)
(Publicado en DN el 5-VI-06)
sábado, mayo 27, 2006
La Mancha
Estuve leyendo la Vanguardia en el Alaris a Albacete, apuntando en el margen los nombres de algunos pueblos por los que pasaba el tren a todo tren. Villarobledo, Villacañas, Alcazar de San Juan, Campo de Criptana. Poco después de éste, leí un artículo de Quim Monzó en el que se despachaba agusto contra Eto'o. Un tío chulo, un malas pulgas, decía. Daba además la razón a los aficionados del atleti que le pitaron y cantaron por haber escupido a un jugador. Eto'o no puede escudarse en ser negro para hacer lo que quiera, venía a decir. No puede hacerse la vítima cuando es el el agresor. Una interesante cuestión esta de la victima y el agresor. Los negros, entiendo, también pueden ser agresores.
Desde la ventanilla del tren vi una laguna con flamencos (en la Mancha), una salina, muchas viñas. Es preciso seguir bebiendo vino, me dije, ayudar a esta industria sin la que el campo se llenaría de polvo y de tristeza. Apunté el lugar exacto de los Flamencos, y pensé que si lo contaba a I. no se lo iba a creer. Nunca se cree lo que cuento de mis viajes, cree que me lo invento todo, ni siquiera esta seguro de que he viajado a Albacete, piensa que todo son figuras literarias.
En Albacete, a donde acudí, digamos, a cambiar de navaja, coincidí con tres colegas de Bilbao que habían obviado el tren y habían venido en avión a Alicante y luego en coche. En Alicante fueron a tomarse un arroz caldoso con bogavante, y antes pidieron dos platos para picar los tres, pero enseguida se miraron y, qué leche, pidieron tres entrantes y no dos, pero como entre los tres tenían verdadera hambre, que coño, pidieron CUATRO entrantes para los tres, ¿pasa algo? A mí me parece que una cosa así no me la he podido inventar. Creo que I. debe tomar esto como una prueba de que mis viajes son estrictamente verdad.
Por mi parte les pregunté sobre el arroz caldoso, el tamaño del bogavante y el precio y todo, a juicio de mis colegas, era más que aceptable y el precio mucho más económico que en Bilbao. No creo que en Bilbao sea posible comer una arroz caldoso con bogavante les dije, y ellos tuvieron que reconocer a regañadienets que yo tenía razón. Luego les pregunté si eran del atleti. Lo eran.
Pese a eso seguimos por ahí , fuimos al Portón (otra prueba de que estuve en Albacete) y uno de ellos comenzó a hacerme confidencias. Me dijo que había estudiado en un colegio del Opus pero que ahora era ateo. Pensé en preguntarle si una cosa tenía que ver con otra, o tal vez lo pienso ahora. A la hora de pagar sacamos los dos sendos billetes de 50 euros, pero el camarero no dudó y cogió el suyo. En cierto modo vi que desde ese momento desconfiaba. Hablamos un poco más, de responsabilidad en la construcción.
Al día siguiente dimos una batida (visual) por el campo al caer la tarde. Vimos muchos conejos y bastantes perdices. Al parecer en esa finca vino a cazar una vez Bush. Bush padre. En un momento dado ví un gran campo de amapolas blancas. Eso es adormidera, dije. De ahí se saca el opio. El opio del pueblo, no te jode. Les asegué que era verdad. Parte del opio con el que nos dormirán al final será de Albacete. En una alqueríaa compramos un queso manchego. Por la noche lo metí en el mini bar de la habitación para evitar olores.
Desde la ventanilla del tren vi una laguna con flamencos (en la Mancha), una salina, muchas viñas. Es preciso seguir bebiendo vino, me dije, ayudar a esta industria sin la que el campo se llenaría de polvo y de tristeza. Apunté el lugar exacto de los Flamencos, y pensé que si lo contaba a I. no se lo iba a creer. Nunca se cree lo que cuento de mis viajes, cree que me lo invento todo, ni siquiera esta seguro de que he viajado a Albacete, piensa que todo son figuras literarias.
En Albacete, a donde acudí, digamos, a cambiar de navaja, coincidí con tres colegas de Bilbao que habían obviado el tren y habían venido en avión a Alicante y luego en coche. En Alicante fueron a tomarse un arroz caldoso con bogavante, y antes pidieron dos platos para picar los tres, pero enseguida se miraron y, qué leche, pidieron tres entrantes y no dos, pero como entre los tres tenían verdadera hambre, que coño, pidieron CUATRO entrantes para los tres, ¿pasa algo? A mí me parece que una cosa así no me la he podido inventar. Creo que I. debe tomar esto como una prueba de que mis viajes son estrictamente verdad.
Por mi parte les pregunté sobre el arroz caldoso, el tamaño del bogavante y el precio y todo, a juicio de mis colegas, era más que aceptable y el precio mucho más económico que en Bilbao. No creo que en Bilbao sea posible comer una arroz caldoso con bogavante les dije, y ellos tuvieron que reconocer a regañadienets que yo tenía razón. Luego les pregunté si eran del atleti. Lo eran.
Pese a eso seguimos por ahí , fuimos al Portón (otra prueba de que estuve en Albacete) y uno de ellos comenzó a hacerme confidencias. Me dijo que había estudiado en un colegio del Opus pero que ahora era ateo. Pensé en preguntarle si una cosa tenía que ver con otra, o tal vez lo pienso ahora. A la hora de pagar sacamos los dos sendos billetes de 50 euros, pero el camarero no dudó y cogió el suyo. En cierto modo vi que desde ese momento desconfiaba. Hablamos un poco más, de responsabilidad en la construcción.
Al día siguiente dimos una batida (visual) por el campo al caer la tarde. Vimos muchos conejos y bastantes perdices. Al parecer en esa finca vino a cazar una vez Bush. Bush padre. En un momento dado ví un gran campo de amapolas blancas. Eso es adormidera, dije. De ahí se saca el opio. El opio del pueblo, no te jode. Les asegué que era verdad. Parte del opio con el que nos dormirán al final será de Albacete. En una alqueríaa compramos un queso manchego. Por la noche lo metí en el mini bar de la habitación para evitar olores.
Champions
Al día siguiente del gran evento encontré un vaso de cubata todavía con hielo encima de mi moto. Camino del trabajo, junto al Reyno de Navarra, tierra de diversidad, vi unos operarios que barrían el suelo y varios coches abandonados en el descampado, cuyos ocupantes se perdieron la noche anterior. Toda el entusiasmo que le falta a la política, al trabajo y a la vida cotidiana está en el fútbol. Cuando la gente salta, ríe, llora, se disfraza y grita porque el equipo ha ganado, en realidad lo está haciendo por otra cosa, pero ha aceptado la convención de depositar en el fútbol toda la alegría que se le escamotea por doquier. No hay nada como el fútbol. Puede con todo. Cada año Manuel Vincent escribía un formidable artículo antitaurino. Eso tiene ya poco mérito, pertenece a otro tiempo. Lo heroico sería escribir un artículo que diera en la línea de flotación del fútbol, y le convirtiera a uno en el gran aguafiestas planetario. Pero no hay nadie que haga eso. No es posible ponerse tan a contracorriente cuando un partido reúne 13 millones de personas frente al televisor. Tantas personas no pueden estar confundidas. Creo que se ha hecho una película sobre gentes de África que atraviesan a pié el desierto o se suben con una parabólica a un árbol para ver el mundial. En los barrios de las ciudades de Africa y América, niños descalzos le dan a la pelota y llevan en la retina la imagen de Ronaldinho. En la cárcel de Sao Paulo los presos amotinados piden, entre otras cosas, más televisores para ver el mundial. La Cuatro y A3 disputan con la Seis y la Cinco la retransmisión en abierto de los partidos del mundial. Por lo demás, parece que condenaron a 3 policías por el asunto de aquel Bono, y que en el complejo alto el fuego al final lo permanente va a ser la Eta. Que mas da. Cae el larguero bajo el peso de la afición. Ruge la masa, camina un futbolista por la barandilla. Amanece ya otro día histórico, cuando el hielo todavía no se ha derretido dentro del vaso.
(Publicado en D.N. el 22 mayo)
(Publicado en D.N. el 22 mayo)
viernes, mayo 19, 2006
Freud
La noticia de moda es que, según todos los indicios, Freud tenía razón. Mal asunto. Lo leí en el suplemento dominical, que traía una foto del viejo maestro en portada, con alabanzas de especialistas e ilustres neurólogos. Al final va a resultar que el complejo de Edipo sale en las radiografías. Lo he visto también en el propio diario El País, que dedicó nada menos que un editorial a reivindicar el psicoanálisis frente al resto de tendencias más biologistas imperantes en la psiquiatría. Es sorprendente que un periódico haga una cosa así. Puede que el siguiente editorial sea sobre la corrección de la teoría del big bang. En todo caso cuando uno alaba al psicoanálisis, el propio psicoanálisis sospecha que en el fondo lo que hay es un intenso rechazo. El psicoanálisis es así de tiquis-miquis. No se fía de las palabras, sino que trabaja con ellas. Se las toma muy en serio, pero nunca al pie de la letra. El psicoanálisis ha vivido mas o menos en los márgenes de la ciencia, y se ha expandido hacia la filosofía, la estética, la literatura, el cine y la vida cotidiana. Hoy todos somos freudianos, aunque sea de forma frívola o trivial, lo mismo que somos católicos, evolucionistas o grecolatinos: porque vivimos en esas categorías que flotan en la atmósfera cultural y en las palabras que nos van modelando. En general, son las palabras las que hablan por nosotros. El caso es que la ciencia había puesto todos sus peros a Freud cuyas teorías eran exageradas e indemostrables, y sus tratamientos largos, inocuos y caros, y lo había mandado con la homeopatía y otras especies sospechosas afuera, donde hace frío y se está en compañías poco recomendables. No me parece lógico que ahora empiece a recular. Mal asunto. La poderosa ciencia ha avanzado mucho pero no ha logrado desterrar el malestar. Al contrario. Escuchar ese malestar sin prometer nada y sin prejuicios era el cometido de Freud y su enseñanza.
(Publicado en DN 15 de mayo)
(Publicado en DN 15 de mayo)
jueves, mayo 11, 2006
Blindaje
Sanz propuso blindar Navarra a cambio de irse. Nadie, ni en su propio partido, recogió el guante. En Aragón, quieren blindar el Ebro y el proyecto de nuevo Estatuto dice que Aragón es una nacionalidad histórica, y que nosecuantos hectómetros deben ser para su propio consumo. El que venga detrás, que arree. Cada Comunidad va blindando según le conviene, y todo eso se va metiendo en los Estatutos nuevos que nadie demandaba y que posiblemente nadie lee, porque si alguien los leyera todos y sacase conclusiones (además de dolores de cabeza) vería que la cosa no cuadra. Por ejemplo, que el Estado vaya a darle más dinero Cataluña porque produce más, (algo así como dar más servicios a quien paga más impuestos) y a Andalucía porque tiene más población. A este paso, cuando el Estado llegue a Murcia (antes que el Ebro, seguro) no se sabe cómo saldrá del paso. Desconozco que precisa en este punto el estatuto Murciano, o solo glosa el pimiento morrón y el cantón de Cartagena. En Navarra, por su parte, la oposición le ha dicho a Sanz que no entiende eso de blindar, que el mejor blindaje es que cualquier decisión sobre Navarra corresponde a los navarros. Gran verdad. Eso siempre queda muy bien, pero no es decir mucho. Pagamos a los políticos par que adopten decisiones sin consultarnos continuamente y que sean, a ser posibles, coherentes. Además, me temo que cualquier decisión sobre Navarra no corresponde solo a los navarros. Si Navarra blindase el Ebro y no dejara gota aguas abajo, en Zaragoza no bailarían una jota. Para estos asuntos existía un Estado común, esa antigualla. Dado la afición al blindaje, en Madrid, hasta la baronesa Thysen quiere blindar los árboles el Paseo del Prado, que plantó el ilustrado Carlos III, un rey aficionado a las obras públicas, la luz de la razón, los jardines, la centralización y el riego. Visto lo visto, un visionario.
lunes, mayo 01, 2006
NA
Recapitulemos. Na no es moneda de cambio (para todos), pero es la columna vertebral del proceso (para algunos), si bien el proceso, en puridad, no ha comenzado (Pepiño). El proceso no nato se ha visto afectado por un incidente en Barañain (puro humo), sobre el que no se excluye ninguna hipótesis (tal vez, fuegos fatuos) y del que no cabe acusar directamente a Eta o a la "izquierda tradicional abertzale estructurada" (Ripa). No hay datos de que sea orden de Eta (Rubalcaba). Se estudia el matasellos. Se hace la autopsia a las declaraciones de Barrena, a quien una gota de excitación le corre por la larga patilla: el humo de Barañain les parece grave (Permach). Grave. Batasuna está recorriendo el camino que todos deseamos (Moraleda). El gobierno va por muy mal camino (Pernando). Sin Navarra no hay acuerdo. Navarra no está en la agenda, se le responde. Salvo tal vez, en la agenda oculta. En ausencia de violencia todo es posible (Zapa). Todo es posible en domingo. Los navarros serán lo que los navarros quieran (JJ Imaz). ¿Qué querrán los navarros? A falta de pistas, se cree que pueden querer ser letones. Reaparece el órgano común hibernado. El Psoe no lo propondrá (Chivite). Tal vez lo proponga una redentorista con alzacuellos. En ese caso, irá a alguna de las mesas durante unos meses. Los dirigentes socialistas mienten a los ciudadanos navarros (Catalán). Que cese ya tanta insidia sobre la posición del Psoe (Perales). Mas le valdría a Upn haber solucionado lo de VW (Perales). Batasuna confirma que Eta no ha dado la orden. Ibarretxe con un dibujo infantil de un gato y un niño travieso que ya se porta bien. Este verano se anuncia un concierto por la paz de Bob Dylan en la playa de la Zurriola. Que alguien le explique que esto no es Vietnam. Digo. Se acerca a todo gas el 2007, el órgano, el órdago, la marcha del polo, las municipales. Que será, será. La respuesta, my friend, is blowing in the wind (Dylan).
(Publicado en Diario de Navarra el 1 de mayo 06)
(Publicado en Diario de Navarra el 1 de mayo 06)
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