martes, agosto 26, 2014

Urra


El psicólogo Urra ha conmocionado el final de agosto con su sugerencia, luego matizada, de que los violadores y pederastas irrecuperables podrían ser invitados a suicidarse para evitar nuevas victimas. Puede que intentara agitar el debate, pero él mismo ha debido caer en cuenta que  esa  sugerencia traspasa el límite de la ley, que  sigue penando la inducción al suicidio.   Aquí no estamos ante un enfermo terminal que pide ayuda, sino ante alguien al que yo decido si tiene o no derecho a vivir. En la medicina, en la psicología en las terminales de la ciencia hay  siempre una pretensión de decirnos cual es la manera correcta, el protocolo previsto,  lo que favorece mi bienestar, lo que debo hacer, quiera o no verlo.  No se puede ser cómplice de un paciente o de un cliente que defiendo como abogado, pero no soy Dios, ni siquiera el dios laico de la razón, que sabe siempre lo que procede, para disponer de una vida.  Uno de los rasgos de un reincidente irrecuperable, lo dice también Urra,   es justamente la falta de culpa ante sus actos, por lo que esa invitación es probable que caiga en saco roto. En otro caso, si existe algo de culpa, si hay un atisbo de responsabilidad, tal vez no todo esté perdido.  Después de muchos años vemos a terroristas sanguinarios que reconocen el mal que hicieron, para el que estaban antes ciegos.  Esto no evita el problema que señala Urra,  el carácter irrecuperable de ciertos perversos, la imposibilidad de que todos nuestros bienintencionados dispositivos: la salud mental, la medicación, la rehabilitación carcelaria, la religión, etc. sirvan siempre. Es lo que hay. No todo, como a veces pensamos ingenuamente,  es culpa de la sociedad, la marginación  o la falta de recursos. No todo es posible curar. Existe la maldad, el deseo de hacer daño, el desprecio y la hostilidad en todos nosotros y en algunos fuera de todo freno. Como existe la ambición desmesurada,  la corrupción y la mentira social que quedan muchas veces impunes.  Detrás de las palabras de Urra está la necesidad de hacer algo, de no quedar desprotegidos, tal vez de  una mayor dureza –pero no pena de muerte-, en un mundo en que la brutalidad no cesa.  
(Publicado DN 25 agosto)

martes, agosto 19, 2014

Gente en sitios

Me recomendaron que fuera a ver “Gente en sitios”, una la película de Juan Cavestany que no tuvo, al parecer,  el éxito que se merecía y que ahora reponen en verano, y me encontré con un conjunto de historias mínimas, disparatadas algunas, bastante desiguales, que hablan del momento actual, de personajes de la gran ciudad, y ya hacia el final, en una de ellas,  reconocí de pronto a Monedero, el ideólogo de Podemos, hablando en un  taxi. La película,  según vi, era de 2013, anterior al bombazo de Podemos en la europeas, una premonición. La verdad es que Monedero lo hace muy bien, no desmerece de los actores que Cavestany logró convencer  para participar en este proyecto arriesgado y de bajo presupuesto (Marible Verdú, Alterio, Alberto San Juan, Santiago Segura y muchos más),  lo que confirma que en  un  profesor hay siempre algo de actor, una parte exhibicionista, un juego de seducción. Cavestany le deja hablar,  le saca jugo y  dice  que hasta los taxistas que le llevaban en el rodaje (no sabemos si quitaron la Cope) se lanzaron a discutir con  él. El alegato de Monedero le da un  aire político a la película, un tono documental. Tal vez “Gente en sitios” sea una película sobre la crisis, y hay sketches (el que lleva de aquí allá a alguien al que ha prometido trabajo, el parado que vende en los semáforos) que la retratan,  pero lo  que predomina  es la sensación de aislamiento, de imposibilidad,  de lo difícil que es ayudar a alguien,  de una especie de desmoronamiento. Desde el taxi, con sus gafas redondas y su aire infantil, Monedero habla de zombis y dice luego que el hombre es un animal que se ha hominizado pero no humanizado y que debemos sentir asco ante la injusticia. Recuerda al gran Zizek, pero sin tanto aspaviento. En realidad, es un  moralista. Alguien que tiene la pretensión de afearnos la conducta, de redimirnos de nuestros pecados aunque sea a nuestra costa. Quien iba a decir que este chico del taxi, al que no paran de poner a caldo, lanzándolo así al estrellato, iba a ser en estos tiempos confusos una especie de faro.
(Publicado Diario de Navarra 18 agosto)

martes, agosto 12, 2014

Fijarse

Como estaba de viaje, le compré una libreta a una mujer que intenta sufragarse un corto (así está el cine), apta para llevar en el bolsillo y con espiral arriba, como las que llevan los reporteros o los detectives en las películas, porque a pesar de tener muchas y de que ya tomo notas en el móvil, no pude resistirme. Con mi libreta paseo más tranquilo junto al mar, pue si se me ocurre alguna idea  no se me escapará. Miro alrededor. De reojo veo que los periódicos siguen hablando del Ébola y de Pujol.  Todo consiste en fijarse,   me dijo ayer  M., un escritor que no paraba de cambiarse las gafas de cerca y  de lejos para observarlo todo. Escribir es no conformarse con las apariencias. Escribir es fijarse. Al ir escribiendo,  además, es cuando uno descubre en realidad lo que piensa sobre las cosas, dijo.  He ahí una gran verdad. Aunque a veces escribiendo tampoco se concluye nada, salvo los que ya tienen la conclusión por adelantado. Ahora miro alrededor y pasa una mujer con un perrillo recién peinado. Con una dama con perrito escribió Chejov el famoso cuento que transcurre en un balneario. Todo está allí descrito con detalles asombrosos. En vez de fijarme, está claro, me voy por las ramas. Cierro los ojos y pienso que en realidad, fijarse, tiene dos sentidos diferentes. Hay que fijarse en las cosas pero también queremos fijar las cosas, hacerlas permanecer, intentar que no se las lleve la riada del tiempo. Una batalla perdida de antemano, pero que hay que librar. Eso es lo que está detrás del escribir, como lo está detrás de las fotos que no paramos de sacar, de los recuerdos que guardamos sobre el vajillero, de lo que ha sobrevivido en nuestra memoria. Miro al mar que ahora, como se ha nublado un poco, tiene un tono tornasolado. La gente pasea de un lado a  otro de la playa, y los jugadores de pala golpean una y otra vez las pelotas casi sin moverse.  Si uno no se fija bien, todos los veranos en la playa parecen un único verano sin final.
(Publicado DN 11 agosto)

lunes, agosto 11, 2014

Mascota

Cuando voy a casa me encuentro con J y su mujer  y un perro blanco, de grandes orejas, parecido aun zorro, muy fiero, que a duras penas contienen con la cadena pues ruge y va por mí. Es un bicho agresivo y desagradable, que da miedo. Mientras vamos andando se calma un poco. J  me cuenta que no logran que deje  de ladrar y que tiene la manía de atacar siempre a gente que va en bici. No entiendo que hace con un engorro así. Me dice que  es de su hijo, pero como tiene poco tiempo para ocuparse de él, lo hacen ellos casi siempre. Es incomprensible. Es como una muestra del poder que tienen los hijos y de lo fácil que nos ponemos a su servicio. Viendo babear al perro, que vuelve a gruñir,les digo que debería llevar al chucho a un psicólogo de perros. Es una broma, pero él  me dice que ya lo han hecho, que fueron donde un coach o entrenador que intentó corregir su comportamiento, sin gran éxito, como puede comprobarse. Cuando salimos por la puerta de la ciudadela aparece un mujer que viene a su encuentro, según ellos, “a pasear también al perro”. Veo que la mujer hace grandes fiestas al perro que vuelve a dar saltos tirando de la cadena, babeando.  Aprovecho para irme a paso ligero.

domingo, agosto 10, 2014

Mas

Parece que  en la pasada reunión entre Mas y Rajoy, el primero  le entregó un documento con una serie de “temas prioritarios”, en concreto 17 páginas de peticiones, entre ellas una lanzadera al aeropuerto de Barcelona, un corredor mediterráneo, el cuarto cinturón, etc., y unos  3.996 millones a cuenta de no se qué  disposición del Estatut. Además, el documento pide no aplicar en Cataluña la última ley (por el momento) de educación, la LOMCE, y  aumentar el déficit catalán del 0.7 al 1,7 en 2015. Todo esto es muy raro. Es como si una pareja que se cita para ver si pueden o no seguir juntos se pusieran a hacer planes para el futuro. Ha costado casi dos años que ambos  se encontraran, todos estamos en vilo ante una consulta en puertas y la posibilidad de una secesión,  y ahora llega con un portafolio de temas varios. No se sabe si primero hablaron del referéndum y luego del documento o si fue al revés.  Pensábamos que la  verdadera aspiración a Mas y compañía era crear otro país más pequeño, un país que por fuerza sería muy parecido al que dejan, pues de ninguno de nuestros males se libran allí, como se ha visto estos días,  pero entonces no se entiende cómo antes se puede pedir  una lanzadera, sea esto lo que sea, o una porrada de millones. Eso sería del género tonto, como pagar una comida a la que uno no va a asistir.  ¿Para que pedir que no se apliquen leyes o compromisos, si en noviembre me voy a liberar de todo  ello? ¿O es que si se atiende mis peticiones  se para todo? Seguro que en esos 17 folios hay cosas que se piden con razón, pero si se piden al estado, será porque se piensa seguir en él y asumiendo que los demás también tendrán su lista y algo que decir. Dicen que no se avanzó nada en la reunión,  pero lo cierto es que Mas salió distinto que otras veces, como si Pujol le hubiera contagiado algo de vergüenza. Hay algo que se ha venido abajo en el catalanismo, una caída de careta, un fiasco de lo que siempre se presentaba como digno y honesto, otro nivel. “Hablando se entiende la gente”,  es lo que ha dicho Mas  a la salida, que fue lo mismo que dijo el rey a Benach hace unos años, siempre lo mismo.
(Publicado DN 4 agosto)

martes, julio 29, 2014

Descartes

Compré para llevar a la playa una edición de bolsillo de “Los huesos de Descartes”,  un libro delicioso, ya de hace un tiempo,  en el que se investiga la desaparición de los huesos del filósofo, desde su entierro en Suecia, donde había acudido llamado por la reina Cristina, su traslado a Francia y su incierta suerte durante el periodo revolucionario y los años posteriores, cuando se descubre que falta el cráneo –una broma macabra para el inventor de la razón-  lo que el autor aprovecha para hacernos ver como surge el pensamiento crítico, a partir de esa  duda metódica cartesiana que conduce al rigor de la ciencia,  y la batalla que se libra en la actualidad entre la razón y los viejos y nuevos fundamentalismos, a la vista de que el triunfo de modernidad, que iba a ir liberando  a todos los pueblos de prejuicios y ataduras, no parece que  esté nada  claro. Un libro, pues, recomendable para el verano -ya que alguno me pide consejo- un refugio ante la galerna, la torrina y las deprimentes noticias de la tele, aunque llama  la atención  que en la contraportada se le catalogue de novela, y  se recomiende como un relato policíaco  fascinante, algo que es más que dudoso, pues no se trata para nada de una novela, aunque no sepamos muy bien que es tal cosa, ni mucho menos policíaca, pues no tiene nada de ficción. Se trata de un  reportaje filosófico, una hábil  introducción al pensamiento europeo y la modernidad. Puede que presentarlo  como relato  policiaco sea un reclamo comercial, pero también es algo que trae mucha cola: desde siempre preferimos las historias a los conceptos, la mayoría de las ideas y categorías que manejamos nos viene envueltas en narraciones -basta pensar en los evangelios-, nuestra propia vida no deja de ser un relato de un solo ejemplar,  lo narrativo nos puede, y dentro de él lo policíaco es hoy el género de mayor éxito. Esto, por cierto,  no deja de tener que ver con Descartes, no en vano nuestra cultura, tan cartesiana, requiere siempre pruebas para creer, busca respuestas por todas partes y para ello  sigue la pista como un detective,  en este caso a partir de unos viejos huesos.
(Publicado DN 28 julio)

lunes, julio 21, 2014

Manifiestos

Voy a comprar el pan, por la mañana, y por el pinganillo escucho la guerra de manifiestos ante la situación en Cataluña, y la próxima entrevista entre Mas y Rajoy, un encuentro casi en la tercera fase. Tenemos el manifiesto de la plataforma “Libres e iguales”, con Vargas Llosa, Savater, Redondo etc. por un lado, que denuncia que  el desafío secesionista está ganando por incomparecencia del contrario, y que hace falta un debate público sobre el fondo reaccionario del nacionalismo y sus consecuencias para la libertad y la igualdad de los ciudadanos y del otro, con Sartorius, Garzón,  Almudena Grandes etc, de corte, digamos,  federalista, que propone una nueva organización territorial donde Cataluña pueda sentirse cómoda, una especie de sofá nuevo donde hasta los independentistas se sientan sus anchas, lo que sería un momio.   Esto me recuerda a que hace poco leí con sorpresa que J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, había  aportado  un millón de libras a la campaña Better toghether, mejor juntos, que se opone a la separación de Escocia del Reino Unido.  En España es posible firmar manifiestos de todo tipo, incluso sin leerlos, pero no es concebible que alguien de un dinero para algo así por. Apostar a que el país siga unido frente a quienes quieren desmembrarlo, con los interrogantes y los riesgos que eso supone,  es desde luego una causa lícita y noble, pero a nadie aquí se le ocurre rascarse el bolsillo por ello. Eso siempre es cosa de otros, de los políticos y las instituciones, de quien sabe quién.  Puede que se trate del famoso pragmatismo anglosajón, que hace mucho tiempo separó los caminos de las Islas y del continente, pero lo cierto es que  nuestra cultura el compromiso público  nunca se ha entendido así.  Nuestra tradición es más bien la de un cierto incivismo, hasta el punto que involucrase en una causa, incluso firmar un manifiesto, es algo sospechoso. El incivismo, es decir, el desentenderse de los asuntos comunes, la convicción de que es mejor  pasar, no involucrarse, callar, es, junto con el particularismo, que quiere a  cada uno en su territorio y su excepción, nuestro rasgo diferencial. Better Together.

(Publicado DN 21-7)

martes, julio 15, 2014

Bill


El americano Bill Himan, al que vimos saludando desde la camilla tras recibir varias cornadas en el tercer encierro de este año, es  autor de un libro que explica “Cómo sobrevivir a los toros en sanfermines”, lo que generó bastantes comentarios e incluso chanzas en las redes sociales. Algo así como si un analista de bolsa se arruinará en el parqué. Bill es más joven, pero pertenece a ese grupo de  entusiastas de la fiesta de varios países, sobre todo americanos,  a los que este periódico nos mostró reunidos antes de sanfermines en la casa que uno de ellos, Noel Chandler, tiene en la Estafeta, con  el champán preparado para el día 6, en que iba a recibir ir a un montón de amigos. Noel y los demás son gente curtida,  con muchas historias que contar, que viven aquí y allá: un fotógrafo que trabaja en Israel,  un ejecutivo jubilado, un profesor de literatura en Paris, y  llevan muchos años viniendo a Pamplona, enganchados a una fiesta que les deslumbra.  Todos ellos tienen el aire de haber salido de una página de Hemingway, aunque no sean tan convincentes, no en vano la ficción es siempre más real que la realidad misma y los tiempos de Fiesta son remotos. Alguno de ellos  escribe también, creo, en el libro en que Bill explica, antes de acabar en camilla, cómo sobrevivir a los toros en Pamplona, algo que requiere cada vez más advertencias pues,  como reconocen  Chandler y compañía, ya es casi imposible correr en una carrera tan masificada.  Sin embargo,  sobrevivir es bastante sencillo, ya que en realidad basta con no aparecer por allí. Elegir entre dejarse arrastrar por la tradición, por el vértigo de jugársela y salir vivo, o desistir de todo eso,  sigue siendo el dilema. “Estar cerca de la muerte te hace ver la vida más bella”, es la idea que arrastra hasta aquí cada año a  Chandler y sus amigos, algo que resulta muy seductor, pero que me recuerda también a aquel personaje de Melville, el autor de Moby Dick, capaz de negarse con elegancia a casi todo. “Preferiría no hacerlo”, era su máxima.
(Publicado DN 14 julio)

lunes, julio 07, 2014

Día 7

Como cada día 7, el hombre se atará el pañuelo al cuello y saldrá muy temprano de casa, estremeciéndose por el relente de la madrugada, pasará rápido por el parque, sin mirar al muchacho que vomita  junto al árbol, esquivando a los bultos que duermen sobre la yerba, y con paso rápido alcanzará  la Plaza del Castillo repleta de los sonidos del amanecer y mientras las mangueras comienzan a sacar la costra del suelo, pisará un instante, con un escalofrío,  la calle por la que en un rato pasarán los toros y entrará rápido en la casa y una vez allí, a salvo, pasará nervioso el tiempo acodado sobre la barandilla del balcón, asombrado como siempre por el gentío que se agolpa allí abajo, luego entrará un rato dentro, escuchará en la tele el cántico de los corredores en la cuesta,  y enseguida volverá a salir reclamado por el grito de los vencejos que sobrevuelan la calle, la misma calle que en una foto premiada recuerda a una multitud bañándose en el Ganges, y que dentro de nada arderá aquí abajo, apenas se verán los toros entre la masa de quienes quieren tocarlos como para curarse de algo. Han abierto ya el cordón policial y los más adelantados esprintan entre pitos hacia  la plaza, llega el momento de la verdad: desde el balcón el hombre observa a los corredores apostados, sus saltos y estiramientos, sus  saludos  al volver a encontrarse tras un año, interrumpidos, de pronto, por el estampido del cohete, su reguero de humo suspendido en el aire, luego el segundo y de pronto todo se acelera, imposible retener tantas imágenes que desfilan por la retina,  todo ese  fragor que dará paso a un instante de extraño silencio, a un ballet mudo  junto a  un trote negro.  Ahora atienden a un muchacho rubio, pasa un manso retardado, todo vuelve poco a poco a su ser, el hombre entra de nuevo en la casa, aliviado, del fondo del largo pasillo viene un aroma de café reciente, los churros están sobre la mesa junto a un periódico que trae la crónica de un hombre que sale temprano de casa, como cada día 7, con el pañuelo al cuello,  estremeciéndose.
(Publicado DN 7-VII)

Sting

El cantante Sting, que ha cumplido 62 años, ha declarado que no piensa dejar ni un centavo en herencia a sus hijos. “Me lo voy a gastar todo”, ha dicho Sting, que tiene una fortuna de más de 300 millones de euros, multitud de casas repartidas por todo el mundo -con más de 100 personas de servicio- y la coartada de declararse de izquierdas, que también ayuda a sentirse bien. “Gasto mucho, pero doy de comer a mucha gente”, ha dicho, lo cual es un argumento cierto, aunque vale también para cualquier adicto al lujo.   Lo que no consiga gastarse en vida, que podría ser bastante, Sting lo va a dejar a varias ONG con las que colabora y no a sus hijos. “Ellos tienen que trabajar y salir adelante por sí mismos”, ha explicado. Tener la vida resuelta desde pequeño no anima a esforzarse, desvaloriza los proyectos que uno tiene y  no suele conducir a nada bueno. Nada tan triste como un hijo de papa con todo resuelto.  Puede que la idea de Sting no sea mala, y en el fondo responde  a la cultura anglosajona, tan distinta en esto a la nuestra. Allí,  lo que se espera es que un hijo se independice lo antes posible, y consiga salir adelante por su cuenta. El sistema universitario, además,  hace que pocos puedan estudiar en su ciudad y la movilidad se percibe como algo lógico.  Pese a los cambios enormes que dicen hemos sufrido, entre nosotros sucede todavía lo contrario, y seguimos respondiendo más bien al modelo latino, mucho más proteccionista: los jóvenes se eternizan en casa de los padres,  y aspiran a estudiar, encontrar trabajo y vivir para siempre en su propia ciudad, comprando  una casa si no la reciben en herencia. Tal cúmulo de expectativas se han venido abajo con la crisis, desde luego, pero este modelo sigue funcionando como un ideal, de tal forma que quien no lo logra es visto con cierta compasión, no como a alguien que pretende volar por su cuenta. Lo cierto es que, según leo, los hijos de Sting ya están trabajando y se valen por si mismos, varios de ellos, al parecer, en distintos grupos de rock,  un sector, por cierto, donde ser hijo de Sting debe servir de algo. 
(Publicado DN 30 junio)

miércoles, julio 02, 2014

Secesión



Matías Múgica ha participado en un  libro sobre la secesión de Euskadi : ("La secesión de España. Bases para un debate sobre el Pais Vasco”. Taurus 2014), coordinado por el siempre brillante Ruiz Soroa, quien propone tomar la palabra a los desafíos del nacionalismo y ponerles en el brete de tener que definirse de una vez, legislando la posibilidad de secesión mediante un proceso pactado, una pregunta clara y sin posibilidad de volver  a las andadas en al menos 20 años. El asunto es discutible, pero no  aquí, porque de momento prefiero referirme al ensayo que cierra el libro, donde Matías expone la situación lingüística que vivimos y auspicia lo que podría ocurrir en un futuro de independencia para el País Vasco. Nada bueno, concluye,  ni para los ciudadanos que estimen  su libertad, puesto que la coacción se intensificaría,  ni para el propio euskera, a quien la obsesión nacionalista  enfrenta a la sociedad abierta en una batalla difícil de librar. En el mejor de los caso, para Múgica, la independencia permitiría cambiar libertad por euskera y eso a costa de intensificar la intervención en la vida de los ciudadanos, más allá de lo que ya se ha hecho hasta la fecha, es decir, la cuasi eliminación  del español en la enseñanza pública, la discriminación para el acceso a los puestos en la administración, la red de limitaciones y premios que acompañan al uso de la lengua según convenga al poder; además de todo  eso, que ya se hace sin rubor, la independencia permitiría utilizar nuevos medios para salvar como fuera al euskera, lo que hace abrigar los peores presagios.

 Pero quizás lo mejor del trabajo de Múgica, lo que  aporte la diferencia con otros sobre el asunto, sea que  además de un examen  crítico de lo que la política lingüística supone en el ámbito social, externo, dedica su atención a los aspectos internos a la lengua podemos decir, desde su conversión en una especie de neolengua al ser trasplantada allí donde no se habla, y utilizada  en la escuela, donde ni profesores ni alumnos la tienen como lengua materna, como su explicación acerca de la  propia aptitud comunicativa de la lengua vasca, la eficacia y el interés que tiene, más allá de la presión o coacción publica, su uso por el hablante concreto.  Aquí habría que sumar  la impericia comunicativa del neohablante  -los ímprobos esfuerzos que advertimos en algunos- junto, y esto no se suele explicar,  las propias limitaciones del euskera como instrumento lingüístico, que afectan también a los hablantes más competentes. Citando, por si acaso,  a Iban Sarasola, señala que "el euskera no es todavía una lengua de cultura cómoda y a la hora de hablar de ciertos temas cuesta verdaderamente mucho trabajo" y que en  realidad, como se viene a quejar   algún vascoparlante, “en cuanto nos relajemos, podemos caemos en el feo vicio de hablar español”.

Este infradesarrollo de la lengua, cuyas causas llevarían lejos, tiene también, según denuncia Múgica,  relación directa con el narcisismo identitario de los nacionalistas, que ven en la lengua un icono y no un instrumento, y consideran más importante que  sirva para apelar a una diferencia con el vecino, a que sea útil. El propio nacionalismo no le hace favor al euskera, y en el pecado lleva la penitencia. Frente a la hipocresía reinante, la falta de valor para hablar claro, la insensibilidad con la que se deja hacer sin que muchos, celosos de cualquier injusticia, clamen contra esta,  el ensayo de Múgica es demoledor. En algún momento sus citas al pie despistan un poco pero a cambio -como todo excurso- tienen su aquel. Un ensayo magnífico dentro de un libro que no debiera pasar desapercibido.

miércoles, junio 25, 2014

El hijo del otro

Esta es una película en la que se intercambian por error dos niños justo después de nacer, uno palestino y otro israelí, de tal forma que  cada uno de ellos vive una vida distinta a la esperada, y solo mucho después, cuando uno va a entrar en el ejército, se descubre la verdad. El muchacho judío es en realidad palestino y el palestino,  judío. Todo esto no es sino una forma de subrayar lo arbitrario de nuestra identidad, su carácter intercambiable, lo frágil que puede ser  aquello que creemos más nuestro e irrenunciable. Cuando Joeph y Jacine descubren que no son lo que pensaban, que uno no es judío sino árabe y al revés, quedan en el aire, desconcertados, y esta confusión es una manera de desactivar el conflicto entre ambos, de relativizarlo, una enseñanza práctica de que por encima de cualquier cosa está  la condición humana. Todo somos en realidad de cualquier parte, del lugar al que otros nos trajeron sin preguntarnos,  de ningún sitio y de todos a la vez. Todos somos lo mismo. Es solo la historia, nuestras experiencias y decisiones –además de nuestra genética-  lo que nos hace. Cada uno de estos chicos está viviendo una vida que no le corresponde, la vida del otro, lo que es la mejor forma de ponerse en su lugar. Esto que ocurre con los individuos sucede también en los pueblos y las naciones, que siempre tienden a creerse poseedores de una identidad única, y se ven distintos a todos los demás. En España, por ejemplo, siempre ha abundado la idea de ser un  país aparte, singular, diferente a todos –y lo mismo cabe decir ahora de sus autonomías- cuando no es así, y no hay nada diferente, como tener una lengua propia por ejemplo, que no podamos encontrar en cualquier parte como hecho diferencial. Tal vez la  tendencia a sentirse muy distinto sea justo el rasgo más común de todos los pueblos, porque ser como los demás es en el fondo  una herida narcisista. La identidad colectiva, como la de los individuos,  es  el fruto de la historia, de los avatares del tiempo, algo que se sigue haciendo, que puede cambiase. La auténtica identidad es algo siempre provisional y depende –lo que nos inquieta- de nosotros mismos.
(Publicado DN 23 junio)

lunes, junio 23, 2014

Romería

Subí de nuevo hasta la ermita,como el año pasado, muy temprano, el sol dándome en la cara y la fresca brisa del norte que me despejaba la mente, ascendiendo por los rasos con la verde yerba bajo los pies,  sorteando pequeños cardos de flores fucsia, margaritas y  violetas, viendo de lejos la ermita y cuando por fin llegué ariba, realmente no muy cansado, viendo el despejado horizonte, la cima de san Donato, Urbasa, la Higa e Izaga hacia el sur, encontré los coches de los que habían subido desde el pueblo, la camionta  que vende garapiñadas, el puesto de quesos, la gente agrupada bajo el porche y me sentí hambriento, más todavía por el olorcillo a tocino que venía de las brasas que allí, bajo cubierto, estaban tostanto, así que me dejé caer, puse cara de bueno y  esperé, pero como nadie me dijo nada, sino que más bien seguían a lo suyo, pregunté a una mujer si había almuerzo, así, en general, dando por sentado que haber subido uno a pie le hacía merecedor de un trozo de longaniza, pero no obtuve respuesta sino que la mujer se encogió de hombros y yo quedé ayuno, así que salí otra vez a apostarme frente al paisaje, que esta vez no me consoló,  porque me entró un gran desazón, me vi desplazado, fuera de onda, no admitido en la cuchipanda y eso me produjo una mezcla de ira y vergüenza, y contra toda cautela, me azuzó, así que esperé un rato y fue llegando más gente, también llegó en andas el santo, más bien la imagen trina, padre hijo y espíritu (en forma de paloma) de la Trinidad, muy deprisa,como si los costaleros hicieran una carrera, y volvió a humear el fuego y a crepitar el torrezno, todo el mundo parecía de nuevo muy animado, comenzaron a  sonar las bandurrias, luego se atacó una ranchera, así que más animado también me acerqué de nuevo hacia una bandeja de metal que ofrecía  pan con tocino y que hacía rato había divisado de reojo,   y lentamente, como un ladrón,  extendí la mano y toqué el alimento, pero justo entonces algo me paralizó, sentí una mirada en el cogote  y me quedé allí, con la mano sobre el bocadillo, inmóvil, pillado in fraganti;  la rondalla atacaba entonces el canto de No te vayas de Navarra, algo que en aquel momento terrible no descarté, y  mientras duró la canción seguí allí sin moverme un milímetro, con las manos en la masa, hasta que ella se acercó y me dijo muy despacio, como si yo no hablara  su idioma,  que ese almuerzo era para los de no sé que pueblo, y que yo no podía coger nada. Correcto, dije yo, dejando de inmediato el bocadillo,  correcto, repetí abrumado,  no se cómo se me ocurrió esa palabra ridícula, correcto, balbucí,  mientras salía de allí falto de aire,  mi reino por un plato de lentejas.

viernes, junio 20, 2014

Taxi

En varias ciudades ha habido huelga de taxistas por la llegada de una aplicación llamada Uber,  por la que conductores no profesionales cobran a usuarios de la plataforma por viajar en coche. Con este sistema cualquiera puede ser taxista sin necesidad de trámites ni autorizaciones, basta tener un móvil y conectarse a la app. “No es justo que, después de pagar una licencia de 155.000 euros, un seguro a todo riesgo y de pasar mil y un controles, cualquiera pueda ejercer de taxista”, ha declarado un portavoz del taxi en Madrid.  Lo cierto es que Uber es un monstruo que cotiza en la bolsa de New York y que ha generado muchas protestas en distintos países,  incluso está prohibido en alguno. No  se trata solo de viajar compartiendo gastos, como hacen otras aplicaciones  y webs;  no es lo mismo que  intercambiar casas de vacaciones o trayectos al trabajo, que es algo que los particulares hacemos cada vez más mediante distintas plataformas, puesto que Uber es, ante todo, una actividad mercantil en la que se cobra un precio, donde existe el ánimo de lucro; a fin de cuentas  una actividad puramente empresarial, salvo que opaca al fisco y   al margen de cualquier regulación. Lo cierto es que vivimos en una sociedad donde la red está a punto de acabar con muchas cosas, desde la manera de leer y escuchar música a las  formas tradicionales de aprender, comprar o comunicarse, y no es posible saber adónde vamos.  Nada es lo mismo cuando cualquier cosa debe estar al alcance de todo el mundo con un clic, sin coste alguno, e intentar regularlo parece estar condenado el fracaso. Todo esto resulta anticuado y poco realista, pero cierto. Hoy, todo lo que la tecnología permite, sea lo que sea, termina haciéndose y nadie es capaz de poner puertas al campo, pues es ella la que está al mando.  Por lo demás, puede ser cierto que la regulación del taxi sea obsoleta y poco accesible,  y seguramente requiere modificaciones profundas, pero mientras lo pensamos y decidimos qué hacer, como ocurre casi siempre,  llega algo como Uber y lo  pone todo patas arriba.
(Publicado DN 16 junio)

martes, junio 10, 2014

Monarquia



Es difícil saber por qué se va el rey Juan Carlos, pero hay quien dice que lo hace en el peor momento, y que su salida es una forma de decir: ahí os quedáis, a ver qué hacéis. El futuro Felipe VI se enfrenta a una situación complicada. Tal vez no tanto como la de su padre,  por quien no se daba un duro en su día  y que ha reinado una época larga y fecunda, con la baraka casi siempre a su favor, pero la conmoción política actual, con el órdago independentista, la profunda crisis de la política, y el propio desprestigio de la corona no presentan un panorama mucho mejor. Para Felipe, se abre la incógnita. Eso me hace pensar que la monarquía es algo de mucho lustre,  pero a la vez un destino impuesto que no siempre debe resultar apetecible y me hace recordar el ejemplo de Claudio, aquel emperador romano  contrahecho y tartamudo, que se puso de moda con la serie Yo Claudio,  a quienes los soldados  pretorianos que acababan de matar a su penoso sobrino, Calígula, encontraron escondido tras los cortinas y le obligaron  a convertirse en emperador, ya que era el único hombre adulto de la familia, lo que  tuvo que aceptar para salvar el pellejo.  En realidad lo hicieron porque pensaban que era tonto, y que sería fácilmente manipulable, pero Claudio, que era un hombre culto y con recursos, se destapó como un  buen  gobernante, ganó gran popularidad y se dedicó a acrecentar el imperio, y terminó convirtiéndose en el  hombre más poderoso de su tiempo. Otro monarca, Amadeo de Saboya, traído por el General  Prim para terminar con la dinastía de los Borbones, se enfrentó a la hostilidad de la corte y al desdén popular y se fue de Madrid a los pocos meses renunciando a la corona. Ser rey es una carga que tiene que gustar mucho para poder ser sobrellevada y  no es extraño que haya lugares en que se extinguió la monarquía pues no había nadie dispuesto a ostentarla,  y otros en que debía ser confiada extranjeros, de acuerdo a testimonios de la antigüedad. Se rey es dejar expropiar tu vida para convertirte en una especie de símbolo,  algo  poco entendible en este mundo de hoy, donde una república parece siempre mejor, aunque alguna sea como la de Kim Jong Un.

(Publicado DN 9 junio)

Podemos



A Felipe González no le gusta “Podemos”, y ha  alertado de que una alternativa bolivariana –algunos dirigentes de ese partido tienen corazón chavista- sería una catástrofe, porquen los  programas utópicos y maximalistas al final terminan repartiendo pobreza. No me gustaría tener decir con el tiempo que ya  lo advertí, ha advertido sin embargo Felipe  que, como hombre de izquierdas, recela del izquierdismo.  “Podemos” ha hecho daño a Psoe y a IU, y no se sabe si es un síntoma pasajero, una fiebre que se curará para las próximas elecciones o la aparición de algo nuevo, mas fresco, capaz de recoger y encauzar el descontento social hacia alguna parte, pero al escuchar a Felipe, me he acordado de la reciente entrevista del Follonero a Mujica, el presidente de Uruguay, al que visitó en esa chacra destartalada en pleno campo que se ha hecho famosa,  con  su perra coja, su cortejo de gatos, el sonido del bandoneón de fondo.  El viejo Mujica habla allí de muchas cosas, con sus ojos brillantes y traviesos a ratos,  un hombre al que el tiempo ha dado una extraña lucidez, a la vez entusiasta y descreído, pero consciente de los límites de las cosas que pueden hacerse.  No es mucho lo que podemos, viene a decir, pero hacer algo merece la pena. Como Felipe, desconfía de la utopía y su objetivo cuando deje el gobierno  sería hacer una escuela de oficios en un campito cercano. La sobriedad, en el fondo, es su programa vital. Cuanto más tienes, más necesitas y más tiempo pierdes, es su mensaje.  Pobres, dice, son aquellos que necesitan mucho. Con este ideario, tal vez imposible en el disparatado mundo de hoy, parece querer retornarnos a un mundo de hace años, cuando todavía no nos gobernaban las fuerzas que hemos desatado, sino que las gobernábamos más o menos.  Ante el Follonero, Mujica explica que la patología conservadora es caer en lo reaccionario, en la vuelta atrás, mientras que la de la izquierda sería caer en el infantilismo, que para él no es sino la confusión permanente de los deseos con la realidad. Lúcido, el viejo.
 (Publicado DN 2 junio)

martes, mayo 27, 2014

Toros

Varias asociaciones taurinas, justamente indignadas, han pedido que se ponga coto a los comentarios en contra de los toreros, tras la dramática corrida de las Ventas en que los tres espadas terminaron en la enfermería después de ser corneados -Víctor Mora de manera escalofriante, tras recibir al toro a puerta gayola-, y la corrida hubo de ser suspendida. Los rastreros comentarios de Twitter se felicitaban del dolor de los toreros, aplaudían al toro y se prodigaban en desprecio y odio, algo parecido a lo que apenas una semana antes había pasado con la muerte de  la dirigente política del PP de León, alegrándose de su muerte y pidiendo que cundiera el ejemplo, en un peligroso extremismo antipolítico.  Es como si las nuevas tecnologías permitieran sacar a la luz lo que antes estaba oculto, latente, escondido por pudor o por miedo: el odio al semejante, el deseo de que le vaya mal, la envidia y la necesidad de humillar al otro y hacerlo sufrir. Seguramente esto es parte de lo que somos, la parte que tenemos que combatir, renunciar e inhibir, pero el impudor de la época y las oportunidades de difusión y de anonimato de las tecnologías han creado esta epidemia insoportable. El caso de lo ocurrido con las corridas de toros, además, es especialmente  indignante pues se ampara mucha veces en una defensa de los animales, en una causa noble. En España siempre ha habido una anti-taurinismo ilustrado, un debate entre visiones irreconciliables, una lucha de  argumentos. Estar o no a favor de los toros, era una forma de definirse y de entender el país.  Hoy en día hay una parte importante de de la sociedad que no entiende ni ve sentido alguno a la fiesta, y le parece algo cruel e injustificado.  Pero esto que se muestra  en Twitter estos días es algo distinto y más  peligroso, algo burdo y rechazable, porque bajo el amparo de un supuesto amor a los animales, se esconde un  odio cierto a los más cercanos, los hombres,  aquellos a quienes nos debemos en primer lugar.   Algo profundamente inhumano.

(Publicado DN 26 mayo)

jueves, mayo 22, 2014

Noche en blanco

1,8 millones de espectadores vieron algo del debate en La 1 entre Cañete y Valenciano, lo que lo coloca en un triste puesto 13 de los programas más vistos del día. El debate desplazó a la serie Cuéntame, que muchos echaron en falta y que el jueves anterior contó con mayor  audiencia. La noche del debate, los espectadores optaron de forma mayoritaria por ver el estreno en Telecinco de “Resurrection” que obtuvo nada menos 4,6 millones de espectadores. Esta serie cuenta lo que sucede en un  pueblo de  Missouri llamado Arcadia, cuando sus muertos comienzan a resucitar de forma repentina. Una de zombis, vaya. En el capitulo un muchacho despierta en un arrozal chino y no sabe que hace allí. Otro vuelve a su casa natal siendo todavía un niño y descubre a sus padres ya ancianos que no le reconocen.  Nada que ver con la realidad, lo mismo que el debate que se emitía a esa misma hora,  donde había que frotarse los ojos para reconocer a un Cañete que había abandonado toda esa cercanía y espontaneidad que le hizo el ministro mejor valorado,  para hacer de zombi consultando unos papeles y no saliéndose del carril marcado.  ¿Recuerdan a  Zapatero? De ahí vienen  todos los males, era el mantra. La actuación de Cañete  logró que Valenciano brillara de pronto, aunque fuera un poquito, como si no terminara de creérselo. La estrategia de Cañete era la noche en blanco. Pero, ¿por qué se comporta así este hombre? era la pregunta de algún espectador antes de emigrar a Arcadia. La respuesta la dio el mismo Cañete al aclararnos que se trataba de una sofisticada estrategia electoral. Es difícil hacer un debate con una mujer, ha dicho, porque mostrar superioridad  intelectual les parece machista.  Dicen que Cañete será Comisario de algo una vez pasado este engorroso trámite electoral. Suponemos que entonces brillará con luz propia sin tener que disimular su valía.  “Si soy yo mismo me quemo” ha dicho también, intentando defenderse de algunas críticas por su papelón.  La verdad es que todo esto es muy raro, casi retorcido.  Al lado de esto Arcadia y sus misterios alucinantes parecen cosa de niños.

(Publicado DN 19 mayo)