lunes, enero 26, 2015

1980

Han pasado más de tres meses desde que se estrenó en octubre “1980”, un documental de Iñaki Arteta que vuelve a hablar sobre las victimas de Eta, en este caso las de  aquel año especialmente sangriento, y parece que la película no llega a Pamplona. “1980” se mostró en la sección Tiempo de Historia de la Seminci de Valladolid, cosechando muy buenas críticas, y se pudo ver fugazmente en Madrid y Barcelona, y a partir de iniciativas también  en  otros lugares. Pese a que Arteta ha demostrado su solvencia con otras documentales como  “Voces sin libertad”, “Trece entre mil” y el “Infierno vasco”, construyendo una auténtico dique de imágenes y palabras frente al río del olvido, esta película se hizo gracias al crowfunding, es decir, mediante pequeñas aportaciones de particulares, y no lo ha tenido fácil: no ha encontrado una buena distribución comercial, alguna televisión ya se la ha quitado de encima, y no ha logrado a la preselección para los Goya, lo que hubiera sido una novedad.  Tal vez todo esto no sea extraño. En 1980, Eta llevó a  cabo una ofensiva en toda regla para intentar cargarse la incipiente democracia,  cometiendo 95 asesinatos, uno cada tres días. A veces, el telediario se refería a los muertos  de la jornada como si fuera el parte del tiempo.  Aquel 1980 fue un año especialmente bochornoso, porque toda esa muerte desatada no logró el rechazo y la respuesta social que merecía.  Nos acostumbramos a ello. Una sensación de miedo y un no querer saber se instaló en gran parte de la sociedad. ¿Cómo pudimos soportarlo? es la pregunta que se hace la película y que todavía nos incomoda. Por eso, cada testimonio que rescata Arteta tiene un filo que corta. Ignacio Ustarán, por ejemplo,  tenía 13 años cuando su padre, un dirigente de UCD de Álava, fue secuestrado en su domicilio, del que lo sacaron para pegarle un  tiro en un descampado. Su hijo se acuerda de la última mirada de su padre a través de una puerta semiabierta donde lo tenían retenido. Arteta insiste en contarlo, pero lo tiene difícil, porque de eso ya no queremos saber. La puerta entornada se cierra poco a poco, pero el niño todavía sigue mirando a su padre por la rendija.
(Publicado Diario de Navara 26/I/2015)

viernes, enero 23, 2015

Nieve


Comenzó a nevar y se formó una cola de coches que no avanzaban. Detrás de la ventanilla el cielo estaba rosado y los pequeños copos ascendían como si tuvieran reparo en llegar al suelo.  La fila no se movía y tras el vaho del cristal la nieve se había calmado, y el panorama era blanco y luminoso, como una  de esas fotos nocturnas que ven más que nuestro ojo y  que se hacen manteniendo  mucho rato el obturador abierto.
En una de esas fotos vi hace poco cómo las estrellas y las nubes que no vemos de noche son distintas, extrañas, parecen sacadas de El grito de Munch.  Paró un poco y, sin pensarlo, aparqué el coche y salí a pisar la nieve recién caída que sonaba como la puerta de un armario al abrirse. Subí una cuesta y luego tomé un pequeño elevador que salva unas escaleras, y cuando llegué arriba  volvió a nevar con fuerza, como si hubiera llegado a otro país.  En un jardincillo una familia de ecuatorianos se lanzaban bolas de nieve, y un niño muy pequeño se tiró de  bruces con los brazos abiertos sobre la nieve, estuvo allí un rato, muy quieto,  como si estuviera muerto, hasta que se levantó de pronto y se quedó mirando la huella que había dejado sobre la nieve,  y ví que lo miraba con extrañeza y júbilo, como se mira la imagen de uno por primera vez en el espejo, tal como lo explica Lacan.
 “Ese soy yo”, debía estar pensando.
Un señor con sombrero, pasó de pronto  y pisó sin darse cuenta la huella, emborronándola. Luego se alejó deprisa mirando al cielo, hasta que trastabilló en una esquina.

lunes, enero 19, 2015

GPS

En su reciente viaje por EEUU Pedro Sánchez, líder del Psoe, se ha perdido.  Parece que salió a la hora camino de la Universidad de Fairfax, en Virginia, donde iba  a mantener un encuentro con los alumnos, y donde le esperaban también el rector y el embajador de España, pero Sánchez y su séquito debieron confundirse y después de una hora, los que le esperaban dieron el acto por concluido. “Espero que el señor Sánchez dirija un  país mejor que lo que maneja el GPS”, disparó el rector en su twitter, molesto con el esquinazo de Sánchez. Puede que él no tenga culpa alguna, pero estos detalles en política son vitales.  Young Sánchez, que es como le apodan algunos, como aquel boxeador que aspiraba en vano a llegar a lo más alto en una novela de Aldecoa,  parece siempre un hombre razonable, bien peinado, sin coleta, que viste con  pantalón pitillo, camisa lisa sin corbata y americana  entallada, tipo comentarista deportivo. Pensarán que describir su atuendo es una frivolidad, pero eso es que no han leído a Trapiello que hace poco explicó que la contienda política que nos espera el 2015 –locales, catalanas, generales, la gota malaya-  es en parte una cuestión de vestimentas o, como dice él, de indumento. Parece que el líder de Podemos, por ejemplo, ya ha acusado a los socialistas de estar copiándole la camisa, y estos de hacer lo mismo con el programa, y nos remontaríamos a tiempos de las chaquetas de pana para explicar la importancia de la imagen, que se confunde cada vez más con la sustancia de la  política.  Sánchez, en realidad,  ha sido víctima de una metáfora, como otros de un micrófono abierto. ¿Cómo guiar un país si no es capaz de llegar a una cita?  En realidad, dirigir un  país se parece mucho a  la función de un GPS, como bien explicó Savater hace tiempo,  al decir que el papel que él quería en UPyD, era ser GPS y no mapa. Lo importante para usar el GPS es saber dónde se  quiere ir, marcar el objetivo. Luego vendrán los avatares de la carretera, los detalles, pero tener un destino y no dar vueltas alrededor de  Fairfax, es una ventaja. Política de GPS, no solo de mapa, es lo se necesita  en este momento, y no solo de Sánchez.
(Publicado DN 19-I)

miércoles, enero 14, 2015

Recuerdo a Kobayashi

Este es un tipo japonés,  Kobayashi se llama, que toca el violonchelo en una orquesta que acaba de ser disuelta  dejándolo en el paro, por lo que vuelve a su ciudad natal con su mujer para empezar de nuevo, y allí responde  a un anuncio, Despedidas, dice el anuncio, pensando que se trata de otra cosa, pero es un trabajo de amortajador,  allí hay que preparar los cuerpos de los muertos para el entierro y el tránsito al otro mundo, de acuerdo al delicado y solemne ceremonial nipón. Hemos visto películas sobre el Japón, Lost in translation, de la Coppola, que me resultó muy aburrida, y  otra de Coixet, no recuerdo,  pero Despedidas no es la mirada de un occidental sobre Japón, algo que está muy de moda e interesa a los callejeros viajeros,   sino de un japonés sobre Japón y sobre el hecho de morir, ese fastidio. La película, pese al tema,  no tiene nada de morbo y es delicada como el ala de una mariposa (yo también me estoy poniendo oriental), y ver a Kobayhasi preparar un cuerpo es como ver teatro Nô o, como me dijo alguien, ver a un samurai apagar la llama de una vela con un golpe de sable.  En esta película se ve un Japón muy cotidiano, una ciudad de montaña sin ningún brillo, donde la gente va todavía a los baños públicos y la comida  se calienta en hornillos al vapor y se saborean  unas grandes huevas de no se qué pez. El director de estas Despedidas, Yojiro Takita, ganó con ella el oscar a la mejor película extranjera ese año (2008), desplazando a Vals con Bashir, una excelente  película de animación israelí, sobre la guerra del Líbano y los campos de refugiados; una muestra de que  con dibujos animados y talento se pude conmover y hacer buen cine.   El caso es que, según leí entonces, este Tajita, el de Despedidas,  antes había dirigido películas como El culo de Rumiko, Violación sucesiva, etc. Es decir, cine porno. Por eso, algún crítico dijo que Takita había velado sus armas en el bajo vientre del imaginario colectivo. Takita se apartó luego de todo eso  y  lo que ahora muestra  ante el imaginario colectivo es la muerte, como si, una vez comprobado que el sexo ya no es lo que era, ella sea  ya nuestro último y auténtico tabú.

lunes, enero 12, 2015

Sumision

El último número de Charlie Hebdo, el del miércoles fatídico en que sus redactores morían a balazos, traía en  portada a Houellebecq, escritor francés a punto de presentar una novela muy esperada, Sumisión, en la que imagina una Francia gobernada en el 2.022  por  un presidente musulmán, gracias al apoyo de los partidos tradicionales que evitan así ver al Frente Nacional en el poder. El protagonista del libro es un profesor que prefiere someterse a los nuevos aires que reinan en el país, donde los valores republicanos han sido sustituidos por una creciente islamización y hacerse musulmán, lo que además le permite tener tres esposas. Se trata de una fábula de política ficción pero que, si ya antes del atentado en París había levantado una gran polémica, y su autor acusado de avalar las tesis de Le Pen sobre la pérdida de identidad de Francia ante la inmigración musulmana, ahora su  actualidad y  repercusión han crecido de forma inusitada. De hecho, Houellebecq está bajo protección y se ha suspendido los actos de promoción del libro. Ya hace tiempo que este antiguo informático, convertido en escritor de gran éxito, mantiene que el laicismo republicano ha muerto en Francia y que la islamización es un proceso imparable, un signo de una  “vuelta a la religión”,  tras  unos siglos en los que, partir  de la ilustración y la reforma protestante, el individuo ha querido volar por su cuenta. Los personajes y las historias de H hablan de incomunicación, de pérdida de lazos sociales y afectivos, de una  Francia convertida en un país superficial, puramente turístico,  de muerte de cualquier ideal. Una idea de profunda decadencia. Ante esto, las certezas que proporciona al sujeto sediento de una causa la religión del Islam son incomparables. Esta es una idea pesimista y a la vez un aldabonazo. No podemos desistir de vivir en una sociedad que, aún  en medio de problemas y tensiones,  todavía concede al individuo la libertad de pensar y organizar su vida por su cuenta, un paréntesis en la historia. “No le voy a matar por ser mujer”, escuchó una redactora de Charli Hebdo, al terrorista que le encañonaba, “pero le aconsejo leer el Corán”. Ese es el mensaje.
(Publicado DN 12-I-2015)

lunes, enero 05, 2015

Día 1

No había gente el día de año nuevo en que F. me llevó a andar por el camino de Santiago, hacia Puente la Reina, la mañana  luminosa era toda nuestra,  y subiendo el Perdón, sin ver un alma, yo fui pisando los charcos que estaban todavía helados y emitían un leve chasquido bajo los pies,  como si protestaran, parando de vez en cuando para contemplar la ciudad que resplandecía allí abajo, como si alguien le hubiera sacado brillo: los montes cercanos, la silueta de los pirineos al fondo,  recortados sobre el cielo azul, hasta que en una curva, entre unos  bojes, vi  una peregrina coreana con un anorak rojo y la capucha puesta, contemplando el paisaje,  ensimismada,  y  después de saludarla,  seguí hacia arriba, siempre en sombra, hacia lo alto y una vez allí, paré junto a la escultura de los caminantes,  y sentí de pronto que me sobraba la ropa, el sol pegaba ya con fuerza, el aire era más templado, empezaba ya la ladera soleada que desciende hacia el llano; basta con pasar El Perdón, se sabe,  para que el paisaje  cambie, crezca la luz  y la tierra se serene, y ahora el valle  se extendía verde y reluciente bajo el sol rotundo, y entonces recordé la bandera coreana con  la imagen del ying y el yang, esa esfera con dos figuras dentro, que se refieren a los dos lados de la montaña: ying es la ladera en sombra, mientras que yang es la iluminada, son los dos polos, pero como el sol se mueve durante el día, el ying y el yang cambian de lugar,   lo que antes brillaba se oscurece, nada es nunca lo uno o lo otro, todo contiene el ying y el yang, recordé,  ambos se transforman entre sí,  son nuestros  pasos los que nos llevan sin querer del uno al otro:  de lo frio a lo cálido, de lo húmedo a lo seco, del agua al fuego,  de lo  lento a lo rápido,  de la tierra al cielo, de la luna al sol,  de la noche al día, de lo femenino a lo masculino, del hielo de la mañana a la piedras del camino que conduce dócil hacia a los pueblos;  el día, pensé,  no precisaba nada más,  solo  andar gozosamente hacia alguna parte, del yang nuevamente hacia lo ying, sin que al mismo tiempo importara el destino.
(Publicado DN 5-I-2015)

lunes, diciembre 29, 2014

Elefante

El día de nochebuena amaneció frio y con niebla, y cuando salí a dar un paseo todavía no había levantado, el mundo alrededor seguía frio y desdibujado, como si se hubiera convertido en otro lugar, y junto al portal de la ciudadela había dos hombres a cuerpo desafiando el frio y tocando “Noche  de paz” con un violín y un acordeón, con pinta de rumanos,  restos de una orquesta zíngara, gentes que nunca tienen frío ni miedo a desafinar, y después de echarles una moneda seguí adelante, la niebla parecía haberse espesado todavía más,  hasta que de pronto, junto a la Misericordia un bufido me hizo parar y al acercarme despacio entre la bruma, como una aparición, distinguí  un elefante allí quieto, rodeado de una cinta blanca, como si eso bastara para contenerlo, que me miró con cara de lástima un segundo y luego siguió comiendo la hierba seca que había por el suelo. El animal tenía la piel de color grisáceo, con grandes surcos, comprobé, y sobre el lomo y su gran cabeza llevaba briznas amarillentas, como si hubiera llovido paja o él mismo intentara abrigarse en la gélida mañana. Era  de un circo que hay allí, el circo Coliseo, que se anuncia en grandes carteles de colores,  como un espectáculo de otra época, con payasos, tragasables, leones del Senegal y auténticos lobos de Siberia, una diversión que subsiste en esta época sofisticada y cibernética, donde el espectáculo está siempre en una pantalla. Miré alrededor, acordándome de la lejana infancia, cuando los personajes del circo me embelesaron durante mucho tiempo, con sus lentejuelas, sus látigos y sus equilibrios en el alambre, pero allí no se veía nadie salvo el elefante, madrugador, el resto del elenco, pensé, debía seguir en los remolques preparando la cena de navidad,  las fieras en sus jaulas, o todos habían abandonado el campamento al unísono.  Entonces pensé que justo desde ese mismo lugar sale la cabalgata de reyes, con sus caballos y sus dromedarios, y escuché  a lo lejos la música de los rumanos que repetían el villancico y entonces elefante se irguió sobre las patas de atrás y emitió un largo bufido con su trompa, lo que en algunos sitios, recordé, es un signo de buen augurio.
(Diario de Navarra-29/XII)

martes, diciembre 23, 2014

Malala

Pocos días antes de que los talibanes entraran a tiros en una escuela de Peshawar, en Pakistán, y mataran a 140 personas, la mayoría de ellos escolares, dieron el premio nobel en Oslo a Malala, la niña paquistaní que lleva el cráneo de titanio y el oído biónico después de que los talibanes le hubieran metido varios tiros en la cabeza por defender el derecho de las niñas a ir a la escuela. Malala vive ahora en Londres, y a pesar de su juventud tiene una gran presencia en foros importantes, en los que destaca su discurso firme y claro con  un solo mensaje: que los millones de niños, y sobre todo niñas, de todo el mundo puedan educarse. Esto no hace ninguna gracia en muchos sitios, a pesar de que estemos en el siglo XXI, y de hecho hay muchas reticencias sobre si Malala no hace el juego a los países occidentales, o si es una auténtica musulmana. Nada está precisando tanto, por cierto, el Islam como gente como Malala, que nos haga descansar un poco  de tanto  clérigo barbudo e irritado, pero no está claro que su causa sea allí muy popular. Tal vez el atentado de Peshavar, más allá de las pugnas políticas locales, sea un mensaje sobre qué es lo que opinan algunos de la necesidad de abrir más escuelas: prefieren hacer tiro sobre  los alumnos y mandar un aviso a navegantes.  Lo cierto es que ante estas barbaridades hay quien reacciona con cierta prevención, sin la rotundidad que se usa en otros casos. Enseguida hay quien alega que también el cristianismo tuvo sus guerras de religión, como si eso excusara a quien las hace ahora, y sin añadir que  el conjunto de nuestras sociedades fueron evolucionando costosamente hacia modernidad, la tolerancia y el pluralismo religioso, algo que en el Islam no se ha producido. Allí no ha llegado todavía la Ilustración, y la religión no se ha separado de la política ni de la ley civil. Los disparos contra una niña como Malala, toda esta violencia desatada que vemos día a día,  expresan en realidad una enorme fragilidad y miedo ante la cultura y la sociedad abierta que se cuela por todas partes, y pone en peligro un edificio que cada vez exige mayores sacrificios.
(Publicado DN 22-XII)

martes, diciembre 16, 2014

Iguales

El fiscal Horrach ha presentado su  acusación en  el llamado caso Noos, en el que acusa a Urdangarín y otros más -no así a la infanta Cristina que, como la ministra Mato, no sabía de donde venía tanto dispendio en casa-  en un escrito de nada menos 572 folios, lo que supera a los 167 que necesitó el auto de procesamiento del juez Castro, los 227 con los que  justificó  la  imputación a la infanta, o los 160 que necesitó  la Audiencia de Palma para  confirmarlo. Esto  no es normal. Si los procedimientos del resto de los mortales necesitasen tanta tinta, los juzgados quedarían (más) paralizados. Puede que todos seamos iguales ante la ley, pero como se decía en “Rebelión en la granja”, unos son más iguales que otros, porque hay muy poca gente que exija tan amplias precauciones y tanto celo para decidir su caso.  He comprobado que mi Quijote, incluidas las viejas estampas de Doré, tiene 627 páginas y que la Biblia llega casi a las 2.000, pero esto es poca cosa frente a los tomos que ocupa este caso de campanillas, en el que una vez se ha entrado, debe ser difícil hallar la salida. Es inútil pensar que algún ser humano retenga tanta letra. Verlo en la estantería debe dar grima. Es claro que Horrach y Castro  pecan por exceso, escriben demasiado, lo que es algo que el lector nunca perdona, máxime en un mundo  donde prima breve y todo se mueve con un tuit.  Nadie se lee una cosa tan larga.   Por lo demás, el escrito de acusación pide una condena  de 19 años a Urdangarín, algo que, como ha dicho su abogado, parece más propio  de un delito de sangre. Esto ha coincidido, perdónenme la obviedad, con la semana en que Santi Potros, aquel de los atentados de Hipercor y República Dominicana -con 21 y 12 muertos respectivamente-    salía a la calle tras  pasar 24 de los 3.100 años de prisión a los que fue condenado,  al abonársele los 6 años de cárcel que pasó en Francia, y en aplicación de una decisión marco europea sobre acumulación de condenas.  Al parecer, esa decisión  llevaba cinco años durmiendo el sueño de los justos, durante dos gobiernos, a la espera de que alguien hiciera algo o terminara  de   leérsela  entera.
(Publicado DN 15-XII)

lunes, diciembre 08, 2014

Medalla

Los hombres acostumbran a ser de carne y hueso, producto de su época y sus circunstancias y a partir de ahí han de hacer o no hacer algo, vivir una vida intensa, enredada en proyectos, seguramente contradictoria y fallida muchas veces,  o vivir una vida gris y acomodaticia sin arriesgarse; las de Huarte y Urmeneta, a quienes se ha dado una medalla,  son más bien del primer tipo, volcadas siempre en algún empeño,  imparables, con el rasgo de los hombres de acción, barojianos; Urmeneta, por ejemplo, pasó por la guerra y luego por la división azul, una expedición en la que hubo de todo: rojos que querían disimular, buscavidas, idealistas, el propio cineasta Berlanga, recuerdo, o  Ridruejo, un falangista de primera hora que luego cambió, renunció a todo y combatió el régimen. Puede que Urmeneta tuviera ya el corazón nacionalista, y que la coyuntura le llevara por otro lado, pero el tiempo demostró que la cabeza la tenía muy pragmática, y que puso por encima de todo ese talante íntegro y responsable que siempre tuvo,  y en eso se `parece a otro navarro eminente, Manuel Irujo, un nacionalista vasco que terminó siendo ministro de justicia, pero de la república española, y logró poner orden y terminar con los paseos y matanzas indiscriminadas en el Madrid republicano. Salirse del molde, escapar a lo previsible, cambiar, ese es el valor que nos exige a veces la vida, en la que nada está escrito.  También en aquellos años 60 había que tener la mente clara, pues si Huarte y Urmeneta, ente otros,  no se hubieran empeñado en impulsar el plan de industrialización, es decir, el progreso, Navarra hubiera seguido siendo una especie de reducto, una caja de esencias tradicionales, encerrada en sí misma, tal como querían algunos, amoscados ante el temor de que algo pudiera cambiarla. Recordar  la figura de estos dos hombres,  que hicieron lo que pudieron e incluso un poco más, en unos tiempos oscuros, puede que sea oportuno en esta hora, necesitada, tal como ha explicado  el filósofo Gomá, de una nueva ejemplaridad pública, de algún modelo que,  aunque no sea  perfecto, nos saque de tanta queja y tanto desánimo.
(Publicado DN 8-XII)

martes, diciembre 02, 2014

Bach

“Escrito por la señora Bach” es un documental que se ha estrenado hace poco en Inglaterra, que  sostiene que varias obras de Bach en su última etapa, en concreto parte de las “Variaciones Goldberg” y de “El clave bien temperado” -una obra apropiada para escuchar estas tardes de otoño, mientras el viento barre las hojas- se deben a su segunda mujer, Anna Magdalena Bach. Hasta ahora se tenía a Anna como la copista a quien su célebre marido dictó las obras de su último periodo,  pero un tal profesor Martin Jarvis, investigador de una universidad australiana, sostiene que un análisis de la letra denota que su escritura carece de la calma y peso de un mero dictado y que ella sería la autora. La verdad que no parece una prueba muy concluyente, pero no es muy raro que alguien se empeñe durante años en refutar la autoría de un genio, seguramente porque con eso logra, como en este caso,  cierta repercusión en todas partes, y acaso porque debe producir un placer especial poder vengarse de alguien muy brillante, así que hay quien dedica su vida a  demostrar  que Homero no era Homero,  sino una grupo de bardos errantes, que Shakespeare era incapaz de escribir su obra etc. y ahora Jarvis niega a Bach y reivindica a Anna Magdalena, una soprano que fue su segunda mujer, y que además de copiar en un famoso cuaderno las composiciones de su marido, alumbró y cuidó 12 hijos, atendió la casa y, según Jarvis, aún tuvo tiempo para componer las obras cercanas a la perfección que hoy, siglos después, oímos con estupor. Todo esto supone una cierta herida narcisista para el hombre, como si la sumisa Anna, al  despojar a su famoso marido de parte de sus obras, lograra una victoria un poco tardía para todas aquellas mujeres que han quedado en segundo plano, seguramente muchas injustamente olvidadas o usurpadas por sus maridos o amantes que se aprovecharon de su talento; aquellas hermanas Brönte que firmaban sus libros como hombres en la Inglaterra victoriana,  o la delicada   Fanny Mendelsohn, eclipsada por su hermano Félix; mujeres a la sombra durante mucho tiempo, observando al hombre en primer plano con una sonrisa enigmática.
(Publicado DN 1-XII-2014)

martes, noviembre 25, 2014

Larun

Subida a Larun desde Sara. El día es caluroso para noviembre, con bruma y bochorno que desdibuja el paisaje. Los helechos están secos del cálido verano, y un otoño que no ha traído lluvia apenas. Por el camino alguien ha recogido ya las castañas caídas. Un padre con dos hijos pequeños y con boina está parado a media ladera, respirando. Mas arriba  avanza una fila de gente con banderas desplegadas: varias ikurriñas, una de Navarra. Sobre el fondo verde, junto a la arista de roca, la comitiva asciende en fila con las banderas al viento.  Siento un escalofrío. Boinas y enseñas en el monte. Echarse al monte. Desde arriba se ve siempre un mundo falso, miniaturizado,  con sus prados y caseríos bien ordenados, sin gente real, sin conflicto. Un país de mentira. A ras de tierra todo es más feo. Lo sagrado es a lo que uno entrega su vida, lo que le da sentido. Durante un rato el grupo va por delante, luego los pierdo de vista, pero cuando salgo de nuevo al camino más arriba, los veo por debajo, en un pequeño prado, reunidos. Con las piedras que han recogido han escrito en el suelo una consigna: euskal presoak etxera. Desde arriba les saco una foto con el móvil. Pienso en alguien que no supiera nada de esto, un coreano que llegase aquí –si fuera capaz de no perderse por la indicaciones de tráfico- alguien de Saskatchewan, que pensaría al contarle que estos bravos muchachos claman en el monte por que salgan a la calle presos que han matado por una abstracción a gente real. Arriba hay bruma y se ve a lo lejos San Juan de Luz, Hendaya y los feos bloques que se construyeron en la playa de Fuenterrabía. Junto a  la cima hay un monolito con un águila imperial que cuenta que a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III -una época de cartón piedra que nadie recuerda- le gustaba venir hasta estas alturas  y ver el paisaje, los prados, los rebaños de ovejas, al fondo el mar. 

lunes, noviembre 24, 2014

Tercera vía

Los intentos para lograr un acuerdo entre UPyD y Ciudadanos, con el fin de ir juntos a las elecciones y presentar una oferta común y más atractiva, una “tercera vía” frente a los dos grandes partidos y el ascenso –más bien terremoto- de Podemos,  parece que no han prosperado, más bien han terminado con un sonoro portazo donde ambas partes se acusan de no querer en realidad el acuerdo y de actuar para la galería. Más que un intento real de acercamiento, parece una cuidada escenificación para que ambos puedan decir que la culpa es del otro. Tanto UPyD como Ciudadanos nacieron como respuesta  frente a la vieja política: la  de los dos partidos dominantes convertidos en maquinas de poder y desgastados por las experiencias de gobierno  y la corrupción. Frente a esa vieja política, que es una distinción que Ortega ya hizo hace ahora 100 años, en su famoso discurso del teatro de la Comedia,  llegaba el momento de esta nueva política de la mano de dos formaciones nuevas, limpias de polvo y paja, forjadas en  la resistencia política en el País Vaco y Cataluña,   una  alternativa de regeneración, modernidad y autoestima nacional. Sin embargo esta propuesta no ha cuajado, sino que ese espacio  ha sido ocupado por Podemos, ese “todo a cien” de la política, como lo ha bautizado alguien, que les ha adelantado por la izquierda como una exhalación.  El partido de Iglesias  resulta mucho más atractivo en estos momentos como arma arrojadiza frente a la vieja política, que las sutilezas y la marcha lenta de esta tercera vía,  que no es vista como alternativa suficientemente justiciera.  Hemos venido para cambiar la política, le oí hace tiempo a Irene Lozano, dirigente de UPyD, intelectual eminente, pero ha pasado el tiempo y parece que al final es la política la que termina cambiando al que llega a ella, aunque  sea cargado de buenas intenciones. La despedida de Sosa Wagner, harto de las maneras mostradas por la dirección de  UPyD ante sus discrepancias, fue un aviso.  Que  ahora dos partidos tan parecidos en sus programas y objetivos, sean incapaces de sumar, cuando resultaría tan necesario,  suena mucho a política de la vieja.
(Publicado DN 24-XI)

lunes, noviembre 17, 2014

Asombro


Matías Múgica ha compilado en un libro que publica el Gobierno de Navarra, bajo el título “Con letra aguda y fina”, textos de Julio Cario Baroja sobre Navarra, entresacados de lo mucho que escribió; un libro que quiere ser, desde luego,  un  homenaje al sobrino de don Pío en el centenario de su nacimiento, un recuerdo  de aquel hombre con pajarita y voz de pájaro que fue un sabio anticuado, solterón, testigo de un mundo que desaparecía, tan aplaudido al final de su vida como  incómodo para todo el mundo, pues era una autoridad en todo y también en lo que se refiere a lo vasco, pero sin gozar de las simpatías del nacionalismo, siempre más dispuesto a la leyenda que a la complejidad de los  hechos,   y sin resultar tampoco  amable  a ninguna de las corrientes políticas del país, pues era en realidad un liberal acérrimo, es decir, un hombre que no está dispuesto vender su libertad por nada, al contrario de lo que vemos ahora todos los días, una rareza en una tierra donde ha habido de todo, salvo quizás un liberalismo relevante. En la presentación del libro se ha destacado el asombro de Julio Caro hacia Navarra, una palabra, asombro, que hay que explicar, pues su asombro no es por alguna gesta extraordinaria o una singularidad especial, sino tan solo ante el hecho de que Navarra exista y haya existido tanto tiempo,  hasta el punto que para él,  según dejó escrito, resulta un enigma histórico la pervivencia de  una comunidad -un pequeño estado en tiempos- que  no tenía unidad de lengua, ni de raza, ni de cultura, ni siquiera unidad de paisaje, sino a lo mas una cierta unidad histórica,  algunas instituciones y leyes que han logrado perdurar. Nada más, dice Caro, y nada menos. Por eso, según subrayó Múgica en la presentación, Navarra es una nación contra natura, que es una expresión fuerte pero muy gráfica, que indica que no estamos condenados a la naturaleza, a lo que nos es dado, que no estamos determinados a un destino ya escrito, sino que el logro consiste  en ser capaces de vivir en común siendo diferentes.  Poder ser  ciudadanos de uno en uno, y cada uno a su manera, eso es lo asombroso.
(Publicado DN 17/11) 

lunes, noviembre 10, 2014

Hoja


Todos los años escribo un artículo de otoño, como escribo uno de san Fermín, pero este año el otoño no llegaba,  ni palidecía la luz, ni se humedecía la tierra, ni se propagaban  sus olores a castaña asada, a seta, a humo de hoguera,  ni parecía caer la hoja, por supuesto (todo esto era antes de este frío recién llegado) y no lo lograba, hasta que un día en el monte, junto a un bosquecillo, vi a una pareja paseando con un niño y el viento movió de pronto las hayas del camino de donde  cayeron varias hojas, y allí fue el niño, deprisa,  tomó una del suelo y dijo: esta hoja acaba de caer, sorprendido, alegre, como si esa hoja recién caída fuera un prodigio, algo que había sucedido por primera vez y  que nadie había notado; hace falta ser niño para asombrarse de algo así, tal vez solo un poeta pueda equipararse, y en  ese momento pensé en Basho, el famoso autor de Haikus,  esos poemas breves que suelen fijarse en esas cosas: las flores del cerezo, el reflejo del agua, las huellas en la nieve, el sonido de un sapo;  cosas cotidianas que suelen pasar  desapercibidas, darse por supuestas; poemas que se fijan en el puro estar,  en ver la cosa sin juzgar ni buscar moraleja ni trama alguna, simplemente para fijar el puro instante y desprenderse de todo juicio y todo saber, como si fuerael mirar de  un niño que es un sabio y no lo sabe, y entonces recordé también  la  historia de un hombre cuyo hijo murió y el hombre escribió sus recuerdos,  contó cómo llevaba a su hijo de la mano por las calles de la  ciudad, las cosas que el niño le señalaba, lo que le inquietaba  y lo que le sorprendía, y aquel hombre escribió que nunca llevamos  a un niño de la mano, sino que siempre es él quien nos lleva, y aunque nosotros creemos tener el control, es él el que nos conduce y nos tiene a su merced, el que tiene el mando;  quien ha sido padre  lo sabe, toda nuestra dicha  está confiada a él.  Cayó por fin la primera hoja del otoño y el niño la vio, y tras ella fueron todas las demás,  como una lluvia fina que trae la nueva estación,  cuando   el día se acorta y camina deprisa hacia los colores de la noche.
(Publicado Diario Navarra 10/XI)



lunes, noviembre 03, 2014

Trías

La Unión de Bancos Suizos, entidad en la que según El Mundo el alcalde de Barcelona, el convergente Xavier Trías, tenía una cuenta con 1,4 millones de euros ha certificado que el susodicho  nunca ha tenido cuenta bancaria en ese banco. El periodo de conservación de datos es de diez años. Ya desde que apareció la noticia, Xavier Trías reaccionó de forma fulminante y anunció una querella, explicando a quien quisiera oírle que nunca había tenido dinero fuera de España y que la información no era cierta. No era el mejor momento, desde luego, para andarse con desmentidos y sutilezas, en una semana en que a los descubrimientos de las cuentas y manejos de Oleguer Pujol, se sumaba en Madrid la  operación púnica y el descrédito de la clase política alcanzaba su cota máxima. Sin embargo, para quien estuviera atento, había datos que hacían sospechar que la protesta de Trías podría estar justificada. Javier Chicote, periodista del ABC  que investiga asuntos de corrupción, escribió que tenía hace tiempo informes sobre la supuesta cuenta de Trías, pero que no los publicó porque  no estaba seguro.  Desde Cataluña, por otra parte, se acusó al propio ministerio del interior de haber filtrado la noticia,  como un intento de neutralizar el proceso secesionista catalán, que cada día escribe un capítulo más confuso.  Mientras la semana pasada Trías intentaba demostrar su inocencia, iban desfilando ante el juez los implicados en la trama púnica, seis de los cuales salieron libres sin cargos, lo que apenas encontró eco en los medios. Sería ridículo negar la trascendencia de la corrupción, pero esta barra libre contra los políticos que lleva a  condenarlos siempre y por adelantado es muy peligrosa. Lo peor del comunismo, dijo alguien, es lo que viene después. Lo que trae después la corrupción puede que también lo sea. Estos días se recuerda con razón los paralelismos de nuestra situación con la italiana en los años 90, cuando la actuación judicial contra los políticos corruptos, la tangentópolis, hundió a los grandes partidos sin que existiese una alternativa y produjo una frustración que trajo a Berlusconi para mucho tiempo. Que miedo da todo.
(Publicado Diario Navarra 3/XI/2014)

lunes, octubre 27, 2014

Nigeriano

Un nigeriano, cuyo nombre no ha trascendido, murió hace pocos días en Barajas tras permanecer 50 minutos en el suelo de la T1 sin ser atendido. Había llegado en un vuelo de Turquía, al filo de las cinco de la tarde, y tras pasar la aduana se desplomó con convulsiones, sin que nadie le auxiliase, al existir sospechas de  que podía tratarse de Ébola. El hombre, que en realidad viajaba con dos bolas de cocaína en el estómago, tuvo la mala suerte de que la carga le reventara en el peor momento, cuando la preocupación por el virus, el miedo a los viajeros de África y el germen del pánico estaban en su momento álgido. En el hospital Carlos III,  a esas horas, Teresa Romero luchaba contra la infección y los pasajeros de Barajas miraban al hombre caído conteniendo el aliento.  La policía informó a los sanitarios del aeropuerto de la situación,  pero éstos no se decidieron a intervenir hasta tanto se aclarase la procedencia y el itinerario del paciente y alertaron  a la autoridad sanitaria, quien puso en marcha el protocolo previsto, el cual demoró los mencionados 50 minutos en los que el hombre se fue intoxicando con el caro veneno que llevaba en su vientre. En estos casos, según los expertos, la única solución es la cirugía inmediata. A su llegada,  el equipo médico  constató el estado crítico del hombre, y también que sus síntomas  no eran en ningún caso de ébola, y lo trasladaron a un centro hospitalario, algo que  también resultó accidentado, al  no entrar  la camilla en el ascensor, lo que hizo perder unos  minutos preciosos. Puede decirse que la fatalidad acompañó a  este nigeriano anónimo, quizás una metáfora de nuestro mundo complejo y disparatado, quien, a tenor de los datos que iba obteniendo la policía, vivía con su mujer en Alcalá de Henares, y hacía más de 4 años que no volvía su país. Había ido en los días anteriores a Estambul, sin duda para emplearse como bolero o mula y volvió para morir en Madrid ese día a las 18.55 horas, según confirmó el parte médico. El sindicato USO, que al parecer todavía existe,    ha pedido explicaciones a AENA, compañía estatal que proyecta salir a bolsa esta misma semana.
(Publicado DN 27/10)

lunes, octubre 20, 2014

Planeta

El escritor mexicano Jorge Zepeda, de larga trayectoria periodística, ha ganado el premio Planeta con una novela sobre mafias  internacionales y asuntos turbios, donde una mujer bellísima es captada para una red de prostitución y llevada a Marbella. Su belleza es su condena, ha dicho con acierto Zepeda, explicando que se inspiró en una mujer venezolana que conoció, pero que el libro en realidad  quiere retratar un mundo de corrupción y poder, donde lo principal es enriquecerse como sea, un mundo dominado por las multinacionales y el capitalismo salvaje. Todo esto de los grandes poderes podridos de dinero, los manejos de las corporaciones y  la mafia de la prostitución es muy excitante, pero parece más de lo mismo, lo que las películas y las series nos cuentan una y otra vez y que consumimos sin inmutarnos, hasta el punto que  los personajes que mejor nos caen suelen ser los malos. Es difícil, además,  que una novela  gane a lo que la  realidad nos ofrece de por sí. La auténtica novela de hoy es la fría relación de gastos de las tarjetas opacas, la peripecia de un chico que quiere inmolarse en Siria, la doblez de los discursos moralizantes de quien descubrimos al final que era un corrupto, como en el desenlace de una novela negra, los enredos del Ébola con sus trajes de astronauta y las airadas movilizaciones por la suerte de un perro, cada cual puede elegir lo que quiera. Es difícil que la ficción haga la competencia a todo esto.  Esta vez no han dado el Planeta a una novela histórica,  sino a un relato de delincuentes  de cuello blanco  que secuestran a una mujer hermosa, como si fueran la bella y la bestia,  un libro que pretende retratar a un mundo sin alma. En la cena del premio estaban el presidente Mas y el editor Lara, un empresario contrario a la independencia,  vigilándose de reojo, como dos futbolistas y eso era tan importante como el fallo. Estamos continuamente rodeados de historias, confundidos y sepultados por ellas, y el libro que hay que escribir tal vez debería buscar en otra parte.  Hoy lo más urgente  es lograr un poco de silencio.
(Publicado DN 19-X)

viernes, octubre 17, 2014

Taxi

Llovía mucho cuando llegué a Madrid, y el taxista iba echando pestes en voz baja avanzando a duras penas por  la calle atestada, así que, por hacer un chiste  le dije que tanta agua iba a terminar con el ébola, pero él puso cara de no entender, o de que sobre aquello no se podían hacer bromas, como si la red no estuviera ya llena de choteo y humor negro, así que desistí de explicar nada más, no le conté por ejemplo, que hace años, con motivo de otro virus que también iba acabar con el mundo, el ministro de entonces dijo que ese virus era un bichito muy pequeño que si se caía se mataba. Luego vinieron las vacas locas, tampoco le conté, cuando incluso amenazaron con prohibir el chuletón. Para que hablar de la gripe A, que contagió a casi todo el mundo de miedo. A la altura del museo del Prado la cortina de agua y el vaho de los cristales no dejaban ver los grandes cedros de la fachada,  y en la radio que el taxista había encendido como un parapeto para no oírme, sospeché, seguían hablando de los trajes de aislamiento, los fallos del protocolo y el sacrificio de Excalibur, el perro que ha ido al cielo puro y aburrido de los perros, y alguien citó riéndose a Pérez Reverte, que había escrito en su twitter que mejor sería poner  en observación al perro  y sacrificar a la ministra, que es una frase con muy mala leche pero que al menos no contiene ningún taco. Por si acaso miré en el espejo retrovisor la cara del taxista que no se inmutó. Siguió así, protestando algo en voz baja, mientras en la radio hablaban de las tarjetas de Caja Madrid,  y de lo que habían gastado cada consejero,  incluido Virgilio Zapatero, que  compró con ella un montón de libros, lo que podría ser una  atenuante, y luego de Fernández Villa, el histórico líder sindical asturiano que regularizó dinero negro en la última amnistía fiscal.  Jamás lo hubiera creído, se lamentó un tertuliano. El taxi volvió a detenerse y de reojo miré el taxímetro sumando. Todo se desmorona, dijo entonces el taxista con voz grave, como si fuera un oráculo. Sentí una especie de escalofrío y aunque no habíamos llegado a Colón y llovía más que nunca, le dije que me bajaba allí mismo.
(Publicado DN 13 octubre)

martes, octubre 07, 2014

Bus

Iba  en bus hacia el trabajo, cuando escuché por el pinganillo de la radio que los directivos y consejeros de Caja Madrid se habían fundido en 8 años 15 millones de  euros con unas tarjetas opacas, y de pronto noté que la noticia resultaba incomprensible en aquel autobús, ninguno de los que iban en él -es uno  que va por la avenida de Zaragoza, cada día se ve mas o menos la misma gente: mujeres que van a trabajar en casas, chicos que van a clase, un anciano demasiado abrigado, una mujer negra con un niño de pelo rizado- ninguno de ellos, digo,  podía hacerse cargo de esa cantidad, unos  2.400 millones de pesetas, un dineral que sumar, por lo visto,   a lo que toda esta gente ya recibía como sueldos y dietas, una propina que no pedía explicaciones.  Ahora es cuando vamos viendo lo que fueron aquellos años dorados, un momio para muchos, pero  lo malo es cuando lo vemos desde dentro de un autobús que  atraviesa un barrio como este y como tantos,   donde  hay bares latinos, alguna mujer  con velo, gente también de toda la vida,  pero sobre todo hay locales  desde los que se puede enviar dinero  a la familia en Quito, en Rumania, en Camerún; agencias cuya comisión es más pequeña que la de los bancos y aquí eso cuenta. Detrás de cada euro enviado  hay una cálculo cuidadoso,  una renuncia, y quienes recargan allí  mismo el móvil y la tarjeta para el bus tienen una historia detrás;  quien quiera encontrar material puede venir por aquí y empezar a hablar, preguntara a la gente cómo va la cosa, o qué harían, por ejemplo, con una de esas tarjetas sin límite, seguramente no entenderían la pregunta o a qué viene, eso no pasa, sencillamente.  En el periódico, a veces,   aparece la   noticia de que han  condenado a alguien por quedarse 2.000 euros, otro ha tratado de estafar burdamente un anciano, aquel sisaba a su jefe, nadie es totalmente inocente,  pero hay otras cosas que ya no es posible entender, cantidades obscenas, chorros de dinero que ahora salen cuando escarbamos un poco,  cosas a las que nadie ponía pegas y de las que todos  se aprovechaban sin inmutarse. 
(Publicado DN 6-X)