lunes, octubre 31, 2016

Investidura

Escuché un rato el debate de investidura, aunque a la tercera pierde mucho el clímax, pero al oír a Pablo Iglesias enseguida caí en cuenta de que estábamos ante una especie de escena del hijo pródigo, porque salió Rajoy, después de una lluvia de improperios, como si hubiera oído caer la lluvia y trató a este empollón con coleta como a un hijo descarriado, el hijo pródigo al que hay que hay advertirle que nunca se tiene toda la razón y que el tiempo le hará cambiar. Era entrañable ver a Mariano sin entrar al trapo, porque eso descoloca mucho, y el oponente no sabe bien que hacer. Aunque más que ira contra el padre, aquello era una riña de hermanos, donde Iglesias tiró a muerte contra Hernando, muy serio tras sus gafas de pasta azul, que le dan un aire de hermano Marx, quien parecía el hijo atormentado, preso de culpas inconfesables, que escribe una tortuosa carta al padre diciendo que toda su vida ha estado contra él, pero que ahora, por el bien de la familia, se ve obligado  a apoyarle. A Mariano todo esto parecía traerle un tanto al pairo, pues ha desarrollado una resistencia coriácea. Este hombre tiene un  lado admirable. En estos meses se le han dedicado todo tipo de insultos, se le ha tratado de indecente, ha sido  agredido en la calle sin que aprovechara para sacar tajada de ello, su pueblo le ha nombrado persona non grata a pesar de que no ha linchado a nadie, y él sigue en la brecha,  incluso ha dicho que está ilusionado. Hasta Rivera, al que logró convencer a duras penas y se  prestó a ayudarle, dijo que le vigilaría de cerca, a ver qué hace, como el heredero que sospecha de un padre disoluto. Se ve que este hijo no le hace tanta gracia como el de la coleta, por el que siente una debilidad especial. Es lo que suele pasar con los más cercanos, atónitos cuando se mata un cordero para el pródigo que vuelve al redil.  Desde la tribuna,  ebrio ya de su propio verbo, aplaudido como un tribuno de la plebe, el hijo descarriado  ha dicho que los delincuentes están dentro del Congreso y no fuera y ha mirado expectante al banco azul, pero el candidato le ha mirado por encima de las gafas sin inmutarse,   como acostumbra.
(Publicado Diario de Navarra 31/X)

lunes, octubre 24, 2016

Bravo

Plaza de toros. Miguel Barceló.
El TC ha anulado la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, al entender que invadía competencias del Estado. Sin embargo es dudoso que esa rehabilitación de la  tauromaquia sea efectiva, pues en Cataluña, donde parece regir la vieja fórmula foral de esquivar la ley mediante el célebre mecanismo de  “se obedece pero no se cumple”, no suele atenderse estas resoluciones. Incluso cuando se trata de dar un día de fiesta se ponen pegas, como vimos el 12 de octubre, que expresó mejor que nada hasta donde hemos llegado, mediante la hosca imagen de ese concejal de Badalona rompiendo la providencia del Tribunal que le instaba a respetar el día inhábil y plegar. Esto es lo que hacemos aquí con las decisiones de los jueces, parece decir, sin que el resto de los mortales, jueces incluidos, seamos capaces de reaccionar. Frente al viejo sistema de división de poderes y jueces independientes que aplican el derecho e impiden la arbitrariedad, en Badalona tienen un sistema más efectivo: si no nos gusta, pasamos. Sabemos hace tiempo que en realidad es el pueblo de Cataluña, por medio de su Parlamento, quien tiene la última palabra. Así, si decide quitar el voto a la  mujer o suprimir la tauromaquia, nadie se lo puede impedir. La Generalitat y la propia alcaldesa de Barcelona han dicho que no hay cuidado, que nunca volverá a haber toros en Cataluña, un espectáculo que se basa en la tortura de un  animal etc. así  que a ver quién es el guapo que les lleva la contraria. Si había alguna duda, el TC deja una puerta abierta,  pues aunque no pueda decidir  prohibir los toros, a la Generalitat le corresponde regular estos espectáculos, así que no hay cuidado.  Ya decía  Romanones, con razón, aquello de “quedaros con las leyes y dejarme a mí escribir los reglamentos”, y es que con la letra pequeña se puede marear a cualquiera. No es que los toros sean en realidad la cuestión, sino la excusa para este pulso a ver quién manda,  pero es este bello animal, al que se dice querer proteger,  quien será al final el principal perjudicado. Si no hay corridas, se acabará el toro bravo, animal improductivo que requiere una costosa crianza.  Muerto el perro, por cierto, se acabará la rabia.
(Publicado Diario Navarra 24/X)

martes, octubre 18, 2016

Nobel

“Confío en que la Academia haya obrado con imparcialidad”, declaró Churchill con su habitual sorna después de recibir el Premio Nobel de literatura  en 1953, pues sabía que no le daban el premio por sus escritos,  sino como reconocimiento a su coraje al enfrentarse a Hitler, y  por haber perdido luego unas elecciones, tras lo que se retiró a escribir su memorias y pintar acuarelas.  En aquel tiempo, pues, también cocían habas y los premio se daban a veces por cálculo, compromiso o  compensación, como el Nobel de la paz que le han dado a Santos, o el que le dieron a Obama antes que hiciera nada, por si acaso.  Este año no sabemos tampoco  por qué se lo han dado a Dylan, quizás porque tocaba un americano, obviando a Roth (que parece ansiarlo más que nadie)  o De Lillo,  de mucha mayor estatura literaria que Dylan,  que es verdad  que ha escrito canciones magníficas, imborrables,  pero cuyos textos casi nadie habría  leído en un libro.  Cohen ha dicho que este premio es como ponerle una medalla al Everest, y puede que sea verdad, porque Dylan es parte  de la cultura de nuestro tiempo, un imprescindible,  y pertenece a una generación que está despareciendo, pero no es un gran escritor, sino un cantante popular que todavía nos emociona  cuando oímos en su voz desafinada que vamos dando tumbos, que somos  como cantos rodados, como si tuviera el don de haber dado en el clavo. Un chico apocado con una guitarra,  que hoy se mide a duras penas con lo que fue, uno de los grandes. Alguien ha dicho que este premio es un disparate, que el Nobel ha perdido toda credibilidad y que Borges, al que no se lo dieron,  estará satisfecho en su tumba. Pequeñas maldades. Hace años que Dylan  se puso un gran sombrero y se fue a cantarle al papa Wojtyla,  se hizo vagamente  católico, lo que inquietó mucho a sus viejos seguidores  que añoran tiempos de rebeldía. Alberto Manguel, que estuvo en Pamplona hace poco,  dijo que la lectura y los libros han perdido su prestigio,  y tiene razón. Puede que la Academia haya dado el premio a alguien popular en muchos ámbitos como Dylan,  como si escribir  una obra no bastara y  este fuera el precio a  pagar en estos días. (Publicado Diario Navarra 17/10)

lunes, octubre 10, 2016

Siluro

Veo la foto de este periódico, magnífica, en que un operario muestra un siluro gigante a un grupo de chicos que  le sacan fotos con el móvil, como si fuera un concursante de OT, el regreso.  Vean al monstruo, parece decir. El bicho ha salido del vaciado del estanque –llamarle lago es demasiado- de Mendillorri,  junto con esqueleto de un coche, sillas, bicicletas, tortugas, carpas y algún siluro que ha debido  llegar desde Mequinenza. Yo siempre he sido contrario a estos lagos de mentiras, que deben quedar muy bien en los planos pero que se convierten luego en agua estancadas y pantanosas que esconden secretos,  pero no hay barrio que se precie al que no se dote de un gran parque con bancos de diseño, pérgolas imposibles y de un lago con patos y geiser. La foto del lago  hecho un basurero  y el  siluro es una metáfora del mundo, seguramente arruinado de detritus y basura por nuestra desidia, en un día de octubre que parece verano, los arboles confusos sin decidirse a perder la hoja, con el fango y la mierda que aparece cuando quitamos la capa que cubre las apariencias. Puede que asistamos al fin de mundo y que eso es lo que  estén fotografiando los chicos sin saberlo,  el final de todo, en vez de las carpas, la tortuga y el feo  siluro. Podría hacerse un paralelismo entre lo que se esconde bajo la superficie y la situación política, pero no quiero hurgar en la herida, así que  me limito a observar a  esa fila de chicos que sacan fotos al monstruo cuando debieran  tal vez estar en el instituto.  La realidad no es suficiente, parecen decirnos estos muchachos ahí parados, haciendo foto en el móvil para que aflore, como el siluro, que  no es ya  un pez monstruoso sino un fake que circula por la red.  O tal vez el siluro se parezca al profe de sociales. Puede que escarbando en el fondo de estos falsos lagos encontrarán en el futuro un retrato de nuestro mundo,  piezas para  una exposición con  raspas de peces,  hierros retorcidos  y los restos de una laureada que terminó, nadie sabe cómo, bajo el agua, como un testigo molesto.
(Diario de Navarra 10/X)

lunes, octubre 03, 2016

Rubén

Hace cien años que murió Rubén Darío, el poeta del que  todos venimos, según Borges, un escritor a quien Valle Inclán -el de la barba de chivo, le llamaba-   hace aparecer en varias escenas de Luces de Bohemia, porque era su maestro y amigo íntimo, un poeta con todas las letras, de otro tiempo.  Dicen que leyendo un  poema en español se sabe si es de antes o después de Rubén, como si fuera el fiel de la balanza.  La lista de sus coetáneos, aquellos a quienes trató, riñó o mantuvo tertulia, en esa época sin twitter, es muy larga: Juan Ramón,  los Machado,  hasta Baroja y Unamuno, tan sesudos los dos y tan desdeñosos  con él, no en vano estaban en las antípodas.  Ahora en Madrid se  le ha hecho exposición, y se ha publicado un facsímil con su cuaderno de hule, el que Rubén llevó en un viaje a Nicaragua, su patria, en 1906,  en el que hay versos, dibujos y labores de caligrafía de su mujer, Francisca Sánchez,  a quien el poeta enseñó a leer y escribir. Esta es una historia hermosa: el amor entre el poeta y una joven analfabeta con quien no pudo casarse nunca, pues su primera mujer le mareó y no le concedió nunca el divorcio. Rubén es un escritor en el que el lenguaje brilla por encima de todo, en el que la forma le gana al fondo y que nos recuerda que la lengua es antes que nada sus acentos, lo puramente fonético, la carnalidad de las palabras, lo rítmico,  todo eso que envuelve lo que queremos decir y que, sin que sepamos cómo, lo determina, como si fuera la tierra donde crece todo.  En sus inicios, dicen,  la  música y la poesía fueron lo mismo, no se concebía una sin la otra; Homero escribió en hexámetros, contando silabas cortas y largas para ser recitadas ante un público que no sabía leer, como la misma Francisca Sánchez, que oía embelesada las cartas del poeta. Poco a poco la escritura se fue independizando, desprendiéndose de melodías y reglas métricas,  haciéndose prosa -que también debe sonar bien, por cierto-,  pero ya fue  por su cuenta, como un hijo pródigo. Dicen que Francisca oyó un día a  un vendedor de periódicos en Madrid  vocear  cantarín que Rubén había muerto,  como un verso  que fuera de boca en boca.
(Publicado Diario Navarra 3/X)

lunes, septiembre 26, 2016

Bandera

Retirada bandera de Europa en el Parlamento navarro.
Tras dar una de cal y otra de arena, aprobarlo aquí y desdecirse allá,  abstenerse y rascarse la cabeza, el cuadripartito, o lo que sea,  ha rechazado reponer la bandera de Europa, que en su día acordó arriar, para pasmo del mundo, así que  el mástil del balcón del Parlamento seguirá desnudo frente al paseo Sarasate,  con sus falsas estatuas y sus árboles que van perdiendo la hoja y que creían haberlo visto todo. Se trata de una torpeza que retrata a quien la hace, quien  se cree capaz de dar lecciones al resto y emendar la enseña de millones personas, que deben al parecer tomar nota. Ninguna bandera está limpia, ninguna resiste un examen riguroso, todas tiene su lado negro. Hasta la del Vaticano, amarilla, ha cometido pecado alguna vez y la blanca también se ha usado para engañar. Todas las banderas están manchadas, pero a nadie se le ocurre sacarlas,  quitarlas del mástil para reñirles como si fuera un niño malo. Eso me recuerda a cuando era pequeño y en el edificio de Capitanía, hoy Archivo, había un cañón en la puerta de entrada que decían estaba arrestado por haberse portado mal. ¡Que se fastidie! Todas las banderas huelen mal y a la vez tiene un aroma delicioso cuando flamean por algo justo y bueno. No hay más que ver a los atletas recibiendo a una medalla, a los que lloran  una pérdida con la mano en el pecho, a los que vuelven a su patria desde lejos. Este gobierno se pirra por esta cosas de las banderas y lo mismo te quita una que te quiere poner otra, como un mago que te la cuela con las cartas.  La de Europa, tan nueva, expresa un sueño bello, el de superar a la viejas naciones, enfrentadas durante siglos en pendencias y guerras, por un plan para vivir juntos, esa utopía. Tras ella  vienen todos los que huyen del infierno y  se quedan en la puerta, los que en su país no pintan nada y son carne de  de cañón, aquellos cuyas banderas sí que son un fiasco, porque no garantizan ni  derechos ni respeto.  Son nuestras banderas las que desean, aunque no les dejemos, para nuestra vergüenza. No es la azul con estrellas la que hay que quitar, sino la que habría que hacer ondear con más fuerza.
(Publicado Diario Navarra 26/9)

lunes, septiembre 19, 2016

Llueve


Tras una larga sequía ha vuelto a llover en Pamplona, y cuando abrí la ventana noté el aire frío de la tronada entrando a raudales,  levantando el mantel de la mesa, como si quisiera sacudirlo, y al cerrar un momento los ojos respiré el olor a tierra sedienta y ozono que llenaba el aire, y tuve una mezcla de sentimientos, entre la liberación al sentir que no hay mal que cien años dure y que a la noche iba a descansar por fin, y la pena ante el fin del verano que siempre me ataca en estas fechas, cuando veo que el día se acorta y el aire trae de pronto como un escalofrío y es como si todos volviéramos al colegio con los cuadernos nuevos y los libros forrados, y entonces allí,  tras la ventana abierta, la lluvia pareció arreciar aún más,  caían unos goterones grandes y redondos como perlas falsas,  el rumor de la lluvia en el pavimento era como un aplauso satisfecho de la tierra exhausta, de la hierba amarilla y los árboles que tienen ya  las hojas mustias, así que me quedé ahí un rato viendo llover, pensativo, como aquel personaje de Joyce, recordé, que veía nevar sobre Dublín y sobre toda Irlanda lleno de presagios, su alma desvanecida lentamente al escuchar el dulce descenso de la nieve, escribe delicadamente  Joyce  en el final de “Los muertos”; la canícula de estos meses,  los amaneceres sin viento, las persianas bajas, el cri cri de un grillo, las tardes a la sombra, todo eso  llegaba  a su fin, me dije,  contemplando  el agua que caía con rabia, como si tuviera que limpiarlo todo y arrastrar la inmundicia,  llover a cántaros,  como cantaba Pablo Guerrero hace tiempo, tiene que llover, clamaba, pidiendo un diluvio que  se lo llevara todo por delante y creara un  mundo nuevo desde cero, ese viejo sueño justiciero, un imposible;  pero de pronto la lluvia paró de golpe, haciendo  brillar las cosas  recién lavadas, como si se  estrenaran, tal como se estrena en nosotros el primer frío en la cara,  el fluir de la nueva  estación, la luz declinante y las hojas por el  suelo,  que no son sino señales del  tiempo  que corre como  el agua, y no se cansa.
(Publicado Diario Navarra 19/9)

lunes, septiembre 12, 2016

Bikini

La ONU, mediante su comité de derechos humanos, ha instado a los municipios franceses que todavía prohíben el llamado burkini, a levantar de inmediato esa prohibición que considera un atentado  a la libertad. Esto llama bastante la atención, pues prohibiciones de vestimenta son muy normales en muchos países musulmanes, donde el bikini, por ejemplo, está estrictamente prohibido, sin que la Onu haya protestado nunca por ello. En esos países,  la policía que vela por la moralidad puede obligar a una mujer a cubrirse, incluso detenerla,  multarla o expulsarla del país si  es extranjera. El bikini, en realidad, solo puede usarse en playas y lugares privados, lo que lo convierte en algo parecido a lo que  fue la minifalda aquí en los años 60.  Por desgracia las activistas del bikini, o quienes  entienden que cosas como el burkini son un retroceso y algo degradante para la mujer, no han tenido nunca apoyo de ningún comité. Parece que la libertad que pretenden esas mujeres,  que no pueden conducir un coche o sencillamente vivir a  su manera, no es tan digna de protección como la libertad de practicar una religión. Pero lo malo es que entre nosotros tampoco encuentran mucho apoyo. Con esta polémica se han alzado voces de mujeres musulmanas, sobre todo en Marruecos, que están en contra de la prohibición del burkini, pero  a la vez dudan que su uso sea una opción libre y alertan de las campañas para imponer la vestimenta que cubre por completo a la mujer y que están en alza. “Mi madre era más libre que mi hija”,  se ha dolido hace poco una escritora egipcia, alarmada ante la involución de costumbres y el auge del fundamentalismo. No hay que prohibir el burkini, pues todo lo prohibido no hace sino aumentar su prestigio, pero tampoco hay que aplaudir y dar por bueno cuando se trata del Islam, lo que no toleramos cuando viene de otra parte.  Los propios musulmanes que  buscan  hacer compatible sus creencias con la modernidad y sobre todo con la dignidad de la mujer, esperan un poco más de apoyo y valor por nuestra parte. Aunque no sea porque también nosotros nos jugamos mucho en ello. 
(Publicado Diario de Navarra 12-9)

lunes, septiembre 05, 2016

Girauta

Escuché a Girauta, portavoz de C’s, explicando que había tenido que pactar primero con los socialistas, para la malograda investidura de Sánchez, y luego con los populares para la, de momento, segunda entrega de la serie y que en realidad no había encontrado tantas diferencias entre ambos, al contrario, resultaban muy parecidos, tenían propuestas sensatas e intercambiables, y era posible entenderse en muchas cosas.  Esto es algo que echa por tierra todos esos aspavientos que llevamos viendo estos meses, ese enfrentamiento radical, como si se tratara de mundos opuestos y de diferencias ideológicas irreconciliables, un inminente choque de civilizaciones que impide, como si de un pecado imperdonable se tratara, contaminarse pactando con el contrario y tras el que se ha parapetado sobre todo Sánchez, encerrado en su laberinto.  Ese odio los dos candidatos, esos  ceños fruncidos en el debate, están de más. En Europa, la amplia franja que comprenden los conservadores y los socialistas, además de los liberales,  coindicen en la mayoría  de los grandes temas y se diferencian por cuestiones que no suelen impedir el ponerse de acuerdo.  Esta cultura de pacto sería también posible aquí, pero parece que de momento es más rentable la sobreactuación, el ver las cosas en blanco y negro y el afán por sentirse distinto, que es una  forma de alimentar la vanidad, un narcisismo de las pequeñas diferencias. Claro que hay diferencias entre derecha e izquierda,  pero al final no es raro ver a ambos, cuando les toca gobernar,  hacer cosas parecidas, alegando por supuesto que no tienen más remedio. Puede que  la  socialdemocracia se haya quedado sin contenido, tal vez porque ya ha triunfado en todas partes, pero lo cierto es que los  socialistas están rascándose la cabeza en toda Europa, pensando qué demonios pueden ofrecer de nuevo y alrededor de qué movilizar a los suyos. Salvo aquí, por supuesto,  donde habrían logrado aglutinarse, según Girauta, tras un solo programa: el odio al PP, al que no hay que dar ni agua, aunque el resto nos ahoguemos también.
(Publicado Diario Navarra 5-9) 

lunes, agosto 29, 2016

Balance

Un tanto desvaído por la competencia  del calor y las fiestas de los pueblos, el cuadripartito ha hecho balance tras un año de gobierno, con la inevitable autocomplacencia de estas ocasiones, felicitándose por la labor realizada y haciendo votos por seguir muchos años en el cargo. El consejero Laparra, por ejemplo, ha dicho doctoralmente que prevé una hegemonía progresista para los próximo 30-40 años, así que si no queremos pasar por reaccionarios tendremos que aguantarnos. En realidad este año ha sido bastante irrelevante. Los impuestos han subido y en las fiestas la gente participa más que nunca, no se sabe si para celebrarlo o para olvidar.  Por lo demás, lo de siempre.  Aquí toda política tiende siempre a acentuar lo colectivo, lo  propio, aquello que tiene que ver con la tradición y la historia,  y esto vale para todos, a derecha e izquierda.  Nadie discute nuestras peculiaridades,  nadie se atreve a reformar la Administración ni la partida de subvenciones, aunque  cambien los destinatarios.   Si antes teníamos una política donde el sujeto era Navarra, ahora tenemos otra que tiende a un  sujeto colectivo distinto, un programa máximo que lo impregna todo, como si tuviéramos que encontrar una esencia perdida y a eso dedicáramos el tiempo. Yo no sé muy bien hacia dónde irá este gobierno,  oigo que insiste que quiere gobernar para todos, como si en realidad supiese que esa es su piedra en el zapato.  Me fastidia que se pierda tanto tiempo para que algunos  caigan en cuenta  de obviedades.  Por ejemplo,  que todavía haya quien proponga  una banca pública, después del resultado que ha dado mezclar la política con el dinero.  Por lo demás, hemos escuchado muchas lecciones de  ética, mucho anuncio de cambio y regeneración. Siempre el pecado, ya se sabe,  es de los otros.   Aunque luego oigamos a un portavoz del gobierno,  con una venda en los ojos,   decir que un condenado por terrorismo –la peor corrupción de la política-, puede ser un digno candidato a las elecciones.
(Publicado 29-8 Diario de Navarra)

lunes, agosto 22, 2016

Veinticinco


 La última humorada de este largo verano de bloqueo político, un esperpento al que el país ha asistido con cierta displicencia, es que de no prosperar la investidura de Rajoy, las terceras elecciones podrían celebrarse el 25 de diciembre.  Esto es un auténtico tour de force que se suma a las presiones  de todo orden que no sabemos si Sánchez va ser capaz de soportar, para que franquee de una vez el paso a un  gobierno en minoría, lo que sería costoso para su ego, pero le ofrecería al menos alguien  al que poder por fin  oponerse. El infierno de Dante era un lugar en que nada se conectaba con nada, lo que daba mucho vértigo; un  lugar fuera de la lógica y la causalidad de las cosa, que es  lo que nos permite situarnos en el mundo y eso es lo que le está pasando al PSOE con su  decisión de lograr a la vez tres cosas incompatibles: no  permitir gobernar a Rajoy, no querer nuevas elecciones y no poder cerrar un pacto a lo Frankenstein, como bautizó Rubalcaba a una amalgama con Podemos y los nacionalismos. Un imposible infernal. Puede que la intención de Sánchez sea facilitar al final el gobierno, pero haciéndose antes con la cabeza de Rajoy como trofeo y coartada, pero éste no parece estar por la labor. No en vano ha ganado las tres últimas elecciones y ganaría las siguientes, las de la broma del  25 de diciembre, llegado el caso. En realidad, lo que el país está demandando son  respuestas claras a cosas que no se arreglan solas, como el reto independentista del parlamento catalán, y se echa mucho en falta que el constitucionalismo, en vez de dedicarse a maniobras y cálculos,  no sume fuerzas y razones de una vez. Aquí, lo inédito sería una política laica  que saltase por encima de los grandes tabúes y que lograse acuerdos entre distintos, y no jugar a enrocarse.  Un poco de   lógica, de esa que faltaba en el infierno dantesco. “Queremos una reforma valiente”, ha dicho Cs, dispuesto a hacer valer sus condiciones, una vez que  el PSOE les ha cedido gratis todo el campo de juego  y se ha ausentado hasta nuevo aviso.

(Publicado hoy Diario de Navarra.)

viernes, agosto 19, 2016

Ceniza.

Manuel Arroyo en el burladero junto a José Bergamín.
Me alegro que el fino escritor Ayacam, no tan prolijo como desearíamos, haya dedicado esta entrada al libro   "Pisando Ceniza" (agradezco la cortesía de nombrarme), de Manuel Arroyo Stephens, en su repaso de memorias, autobiografías y otros géneros digamos del yo, instancia por otra parte, como se sabe, tan poco fiable. De hecho, en una entrevista en el El Pais, cuando se publicó el libro, el mismo Arroyo declara que "Todo lo que he vivido es una ficcion", lo que suena un poco a pose, pero luego precisa :  "la memoria es una continua invención  que reinventa cuando recuerda", lo que es bastante cierto y basta  ponerse a ello para caer en cuenta. Ademas, como él dice "la escritura tiene ciertas normas que te llevan por su camino". Es decir, exige mas síntesis, mas trama y mas sorpresa que los que la vida real ofrece. Así que la escritura falsea las cosas para hacerse legible, podemos pensar. En realidad falsea las cosas -vaya ironía- para decir la verdad.  Eso es al menos lo que propone la cita en la que se apoya Ayacam, de Vizinczey: "la verdad completa sobre alguien solo puede ser contenida en una novela". Será porque la verdad, como decía Lacan, tiene  estructura de ficción. Es decir, la verdad es inseparable del lenguaje, de sus mecanismos  y de sus efectos, es una construccion del lenguaje. La verdad no es lo real, ni la fisica de particulas, ni una cámara que graba,  ni el microscopio,  sino la narración del sujeto comprometido en su decir. No es el reflejo detallado e inacabable de lo sucesos, sean nimios o enormes, el afán de reproducir la vida en su conjunto, sin prescindir de nada, sino una revelación que tiende a abrirse paso.
 "Solo escribo para la muerte", declara al final  Arroyo en la entrevista. "Es  lo único que me importa".
No. Leyéndole, yo no creo que sea verdad.

lunes, agosto 15, 2016

Rayos

Turner. "La tempestad".
De noche subí a la azotea para tratar de ver las perseidas, pero el cielo estaba cubierto y cuando miré hacia el mar, vi que a lo lejos seguía la tormenta que había pasado sobre nosotros hacía tiempo, y ahora el cielo se iluminaba de pronto y la línea negruzca del agua era acuchillada por un relámpago y enseguida, antes de que uno se diese cuenta, en la otra punta le sucedía otro resplandor, como el juego de luces en un  concierto de rock, y poco a poco aquel espectáculo fue llevando más gente  hasta la playa:  grupos  que se paraban frente a un mar parpadeante y señalaban con el dedo esa masa oscura que  se  iluminaba durante unos segundos por el rayo y, cuando me acerqué hasta la orilla, sentí que hacíamos algo muy especial allí al mirar simplemente al horizonte y esperar,  una suerte de rebeldía: algo en el fondo muy distinto, pensé, a lo que vemos a todas horas en todas partes y que no  es gente que mira el cielo sino  mas bien hacia abajo, hacia  la pantalla del móvil: tipos solos con la vista fija , inmóviles,  como si fueran a entrar en ella,  filas de chicos sentados en un banco, como si esperaran una  consigna para mirase entre ellos, autómatas que hablan por la calle; nada que ver con ese contemplar pacientemente el cielo, algo que también hizo el hombre de las cavernas,  con esperar pacientemente el siguiente resplandor y asistir al viejo espectáculo del mundo,  empalidecido hoy por la pantalla que lo chupa todo y  pensé en Turner, ese pintor de tempestades e incendios, que se ató al  mástil de un  barco para comprobar el fragor de la tormenta, la cascada de colores y sal gruesa, el rayo y el agua helada que le azotó la cara, para poder pintar después el ruido y la furia, el corazón de la tempestad que había sentido en sus propias carnes, eso que llamamos una experiencia real, todo aquello que todavía no ha conseguido -pero lo hará-, ninguna pantalla ni dispositivo, ninguna realidad virtual:  la arena en los pies,   la brisa del mar, el aroma de los pinos, y que quizás alguien esté a punto de lograr, para recluirnos del todo. 
(/Publicado hoy Diario de Navarra)

lunes, agosto 08, 2016

Basiano

Basiano.Foto Joaquín Ciga.
En mi casa había un cuadro de Basiano en el que se veía la Vuelta del Castillo en los años 40, amarillenta por el verano, con la Ciudadela al fondo,  y unas figuras pequeñas que están trillando. Basiano pintaba lo que veía,  y esa Pamplona hoy remota es la que aparece en sus cuadros, reconocible todavía, como si en realidad viviera bajo la actual, con sus escarpadas ripas, el viejo puente de san Pedro, las murallas, el Redín,  los recodos del Arga, un río  que a veces, como él lo pinta, se mancha de nieve, y ese claustro de la catedral que repintó con detalle, como un puntillista; una Pamplona de la que  salía a veces, sin rumbo,  en su biscuter, para pararse frente a las Malloas, el verde de Burguete, o un rincón estellés.  En la exposición que ahora se le dedica en la Ciudadela, a los 50 años de su muerte, hay dos fotografías en las que aparece a contraluz, con gabán, la boina echada atrás, como un pintor parisino.  En una, posa fumando con boquilla, sofisticado, como Gilda.  Era un personaje libre, siempre a su aire, de bohemia modesta, que pintó sin parar durante toda su vida y que pagaba la cuenta pintando un cuadro en la dura posguerra. Basiano tenía don, todo le era fácil,  era muy rápido y el ser tan prolífico le hizo desigual, pero le sirvió para poder sacarse los garbanzos. Dicen que en una época su baremo para cerrar el precio de un cuadro era alegar el frío que había pasado o lo que le costó la pensión cuando lo pintó. Su figura en segundo plano, tratando de vender un cuadro en el café, mientras las largas horas invernales se demoran en los veladores,  podría dar para una película de época, una Colmena en pequeña escala.  Viendo su obra, tan pamplonesa como una ángulo de Eusa, he pensado en este chico de Murchante que empezó a pintar de crío, sin ningún  antecedente familiar, sin nada que lo justificase, como si hubiera sido tocado por un destino irrenunciable, por ese dedo caprichoso que llamamos vocación y que cuando nos señala ya no podemos hacer nada,  so pena de traicionarnos y volvernos mustios, hasta perdernos.

lunes, agosto 01, 2016

Trastienda


La 2 de TVE repuso la otra noche  “La trastienda”, una película de Jorge Grau del ya lejano 1975, que se desarrolla en los sanfermines, y que causó sensación en su día por mostrar el primer desnudo llamado integral de Mª José Cantudo, que hacía el papel de una enfermera que tenía un tórrido romance con un médico de Pamplona, el doctor Navarro, quien se resistía en vano a caer en sus redes. Por la película ha pasado el tiempo y la breve imagen de la Cantudo mirándose en el espejo, que llevó a miles de espectadores al cine, hoy resulta inocua.  Los  sanfermines parecen un poco falsos,  a pesar de estar rodados en la calle, porque quizás es imposible trasladarlos a la pantalla. “La trastienda” en realidad es un film que denuncia la doble moral imperante en la época, en la que por debajo de las apariencias las cosas eran de otra manera. Una sociedad hipócrita,  que se escandaliza y quiere esconder lo que considera moralmente incorrecto, pero que  todo el mundo hace en privado.  Para ello, nada mejor que la conservadora Pamplona de 1975 y el retrato de un médico del Opus atormentado entre sus convicciones y  la caída de ojos de su  enfermera, un clásico. Pero viendo de nuevo esta película, se aprecia  que no solo el desnudo ha perdido ya toda posible provocación, empalidecido por la oferta que hay en todas partes, sino que el propio conflicto de fondo pertenece en buena medida a otra época.  El virtuoso médico que se  debate entre sus instintos y sus convicciones, y se siente culpable, la pugna entre los deseos más secretos y la conciencia, ya no es lo que era. Hoy no hay tanta trastienda. Más bien  existe lo que se llama un empuje a gozar: no se trata tanto de reprimir los impulsos  sino de lanzarlos detrás  de la multitud de objetos que se nos ofrecen para colmarlos, y que prometen una suerte de felicidad  sin excusa posible.  Así, uno ya no es culpable de nada,  salvo de no ser capaz de  disfrutar a tope,  de no gozar como los demás, de ser un aguafiestas,  lo que resulta algo tan inaceptable como antes  al doctor Navarro  no poder contenerse.
(Publicado hoy Diario de Navarra)

lunes, julio 25, 2016

Comisión

Monumento a la batalla del Ebro. Tortosa.
Debido a que este país tiene pocos asuntos sobre la mesa, prosiguen los trabajos de diversas comisiones dedicadas a depurar de las calles nombres más o menos franquistas y juzgar monumentos, pero de todo se saca algo. En Madrid,  Carmena se arrepintió de su primera comisión presidida por la concejal Mayer, que generó bastantes protestas y nombró otra más ecuánime presidida por Paca Sauquillo, una política socialista de grato recuerdo, que ha entregado su primera propuesta para el cambio de 27 calles. Que esta comisión es mejor no solo lo demuestra los insultos que Mayer le ha dedicado, sino porque a la hora de renombrar las calles no ha dejado de hacerlo con cierto humor. En concreto a la calle de Millán Astray, propone rebautizarla como “calle de la inteligencia”, como réplica sin duda a ese ¡muera la inteligencia! que pronunció un desaforado Millán Astray ante Unamuno en Salamanca, al comienzo de la guerra civil. Además el pasaje del Genera Mola queda sustituido por general Espartero, así todo queda en la milicia, pero con diferencias. Quizás por contar con Trapiello en la comisión, aparecen muchos escritores: Max. Aub, Arturo Barea, y desde luego Chaves Nogales, ejemplo de un escritor de una tercera España no fratricida,  imposible en aquel momento y que no se cansa de reivindicar. Como Morla Lynch, amigo de Federico y  embajador de Chile que acogió  a muchos refugiados en el Madrid republicano, y fue crítico con ambos bandos. La comisión anterior quiso dejar sin calle   a Pla, a Mihura  o Dalí, lo que era una tontería, pero ahora las cosas se han hecho mejor.  Si esto sale adelante podremos pasear por la calle Besteiro, o Marcelino Camacho, y en vez de quedar en General Orgaz hacerlo en Fortunata y Jacinta. La memoria histórica depara sorpresas. En Tortosa han salvado por votación popular  un monolito   en mitad del río que conmemora la batalla del Ebro,  y el alcalde, de Convergencia,  ha explicado que solo pretenden mantener el recuerdo y reinterpretarlo, y que es otra forma de respetar la memoria y de ilustrarla,  algo a lo que ninguna comisión se hubiera atrevido. 
(Publicado 25/7/16)

lunes, julio 18, 2016

Lejos

Cabo San Vicente. Algarve.
Me fui hasta el fin del mundo, allí donde no hay ya sino mar, pero hasta  ese lugar, en esos días largos y plácidos en los que me creía  a salvo, llegaron los ecos de una fiesta que había dejado atrás, como siempre con una mezcla de melancolía y liberación,  y donde, según comprobé,  algunos ven la ocasión para la violación y el abuso y día a día, en lo que iba leyendo, era como si dos realidades se superpusieran: el discurso oficial, por una parte,  que condenaba sin paliativos las agresiones a mujeres indefensas, y el otro, el que circula a ras de tierra, insoslayable,  que hace tiempo hizo correr el mensaje de que en esta ciudad, durante unos días, no hay límites y puede uno desahogar sus peores instintos y emboscarse en la vorágine general, sin ley, y esta doble visión de las cosas, como estratos de un mismo paisaje,  coincidían al mismo tiempo, hasta el punto que  un mismo día, por la mañana, había una concentración de condena muy clara, un mensaje muy rotundo de basta ya, que me hizo recordar, por cierto, otros momentos en que parecía que sin fortuna se gritaba eso mismo, basta ya, algo que con el tiempo no fue en vano, pero por la tarde se presentaba una nueva denuncia, como si hubieran una legión de barbaros inmune a todo argumento, sorda y reincidente, y algo muy potente y perverso se hubiera colado en la fiesta, y todo eso no me dejaba en paz, me incomodaba como si con mi falta  las cosas  se hubieran  ido de la manos,  y  luego me iba tranquilizando de nuevo mientras veía deslizarse poco a poco el día hacia el fin: el cielo brumoso por el calor del día, la franja rojiza sobre el atlántico, y comenzaba ese viento que agita cada tarde los pinares del Algarve, esa tierra dulcísima, con olor a eucaliptus y a flores,  hasta que el nuevo día traía de nuevo un amanecer perfecto,   junto  la noticia de un canalla que se alegraba de la muerte de un torero en la plaza, o la de un camión que arrasaba  a la gente que disfrutaba de una fiesta haciendo una carnicería, las dos caras del mundo que se suceden: lo inhumano por un lado y  el denodado empeño   de belleza y vida en común que lo combate.
(Publicado Diario Navarra 18/7)

martes, julio 12, 2016

Víspera

El seis salió una día luminoso, y desde la mañana los contornos de los montes que rodean la ciudad se recortaron nítidos, como repasados a conciencia con una tijera contra el fondo rojizo del amanecer, y el sol lució enseguida a sus anchas, sin llegar a quemar, y poco después la noria comenzó a dar vueltas y  como atendiendo a una consigna, los acordeonistas de una canción, los vendedores de globos con su mercancía suspendida en el aire, los que acarreaban pañuelos, camisetas, fajas, botas de vino, gafas de sol, gorras y sombreros fueron tomando posiciones y enseguida, primero unos pocos, después más, la gente fue desfilando  a paso ligero, como si tuvieron un propósito común o fueran a tomar las plazas, engrosando una corriente  de color blanco impoluto urgida por la expectativa de la fiesta que no había comenzado y que llenaba el ambiente de una expectativa muy pura, como esa alegre espera que tiene algo que hemos anhelado mucho tiempo y que de pronto nos es concedido, porque a menudo ocurre que ese momento previo, esa víspera, es lo mejor, ya que después las cosas no suelen ser lo que esperábamos, o se esfuman enseguida sin darnos tiempo a saborearlas de verdad, y por eso resulta tan grato tener lo anhelado ahí, al alcance de la mano: el día por delante, el sonido de alguien que llama al timbre,   el paquete envuelto en papel de color  sobe la mesa, el cigarro sin encender,  la llamada que dejamos sonar unos segundos, compungidos; es mejor lo que antecede que lo que sucede, puede que el auténtico placer se tenga por anticipado, y tal vez por eso nos complace tanto la víspera:  ni siquiera  hace falta ponernos el pañuelo todavía,  ni deslizarnos por la pendiente, basta por con respirar  de mañana el aire purísimo de la ciudad que va a ser tomada, y conformarse con ese primer trasiego: el ir y venir de los que acarrean la mercancía con la esperanza de quedarse pronto sin nada, los muchachos que van por primera vez tomados de los hombros hacia el centro, pisando el suelo que todavía no está pringoso, con pasos apresurados, hacia lo desconocido.
(Publicado Diario Navarra 11/7)


lunes, julio 04, 2016

Viejos

La coalición Unidos Podemos (el nombre no debe tomarse al pie de la letra), a quien nunca agradeceremos lo suficiente haber vaciado de votos  a Bildu, que en estas dos ultima elecciones no ha llegado a un raquítico  10% en Navarra, ha quedado muy tocada por sus resultados en toda España, tras el fallido sorpasso y eso le ha sumido en la confusión. No se explican cómo la gente vota lo que vota pudiendo votarles a ellos, algo que debe ser incomprensible,  y hay explicaciones  para todos los gustos: el miedo, incluido a ellos mismos, como ha dicho Iglesias, su alianza con IU, el Brexit etc. Pero ha sido Monedero, quien suele encargase de las aportaciones de peso,  el que ha venido a decir  que el PP había ganado por culpa de los viejos. Según esto, los jóvenes, siempre en vanguardia, habría  votado lo correcto y los viejos se habrían aferrado a los viejos partidos y en especial al PP. Eso ha tenido su continuidad en las redes sociales, en la que es posible encontrar todo tipos de perlas: “los viejos jodiendo el futuro de los jóvenes” o “lo único positivo  es que dentro de poco habrán muerto todo los votantes del PP” o “tras la jubilación debería acabar el voto” decían los tuits más amables, o sencillamente:  “hay que matar los viejos”.  Enseguida he recordado una novela de Bioy Casares: “Diario de la guerra del cerdo”, en que dibuja un mundo extraño,  en el que crece el rencor y cunde el desprecio y la violencia hacia los viejos, que además se sienten culpables de serlo.  “La juventud está presa de desesperación”, explica un  personaje.  “El hombre viejo es el amo,  por simple matemática. La muerte ya no es a los 50 sino a los 80 y va para arriba, y son los mayores los que deciden los votos”.  Esto está escrito hace años. En la novela,  al final, se desata la guerra contra los molestos ancianos. “En esta guerra los chicos matan por odio al viejo que van a ser”, se duele lúcidamente un viejo en la novela. Ahí está el quid de la cuestión. La juventud, es sabido, es una enfermedad que se cura con el tiempo. Los jóvenes de hoy pensarán y votarán distinto mañana, es inevitable,  y no serán  comprendidos por los que vienen detrás.
(Publicado Diario Navarra 4/7)

jueves, junio 30, 2016

Il Tuffatore



Al comienzo de la  primavera visité a Paestum, cerca de Salerno, al sur de Italia, para ver los célebres templos griegos, donde ahora, según he visto, han florecido las rosas de Alejandría,  y donde se encuentra la  famosas pinturas de Il Tuffatore (el nadador, o el saltador),  casi la única pintura mural griega que se conserva de la época clásica, y que adorna una tumba fechada en torno al 480 a.c. Ese día no pude ver la pintura,  pero poco después me topé con el tuffatore en una exposición en Nápoles, y de alguna manera esa imagen sencilla y a la vez espléndida, que trata de una manera tan inusual y ligera la idea de la muerte, propensa siempre a elaboraciones tan fúnebres y dolientes, no se me ha ido de la cabeza. Il Tuffatore. No hay aquí la cruz terrible del cristianismo, los grandes monumentos funerarios, las pirámides ni los túmulos de mármol. Nada de esto. Es  otra cosa.
De vez en cuando esta imagen, perdida en el mundo de imágenes  y estímulos sin pausa en el que vivimos, me llena con su gracia y su fuerza poética, y tiene la capacidad de alegrarme, como si una brisa leve que viniera desde la antigua Grecia me otorgara de pronto algo de sabiduría y de consuelo. Sumérgete en ello sin cuidado, lánzate al tiempo y a las cosas, no temas,  parece decirme.
 Eso me ha hecho buscar. El sepulcro de Paestum, al parecer, fue descubierto en 1968 por el arqueólogo Mario Napoli, y sus pinturas murales, según explica, no son  algo nada común, pues no debe ser griega la costumbre de decorar con escenas el interior de las tumbas. Este  hombre joven lanzándose al agua se ha entendido siempre como el viaje al más allá,  una inmersión en el Hades, el paso de la vida a la muerte. No es raro que esta esta pintura atrajera enseguida a los  poetas. El italiano Montale le dedicó un  poema que el desaparecido Valente tradujo en 1975  tras visitar Paestum. Donde Montale titulaba solamente "Il Tuffatore", Valente lo hace como “Salto e inmersión” y dice:

El que se arroja al agua tomado al ralentí
diseña un arabesco filiforme
y en tal cifra quizá se identifica
su vida. Quien está en el trampolín
aún está muerto, muerto quien vuelve
a nado hasta la escalera tras el salto,
muerto quien lo fotografía, no nacido
quien celebra la empresa.
  
Puede que este juego tan liteario entre la vida y la muerte, el sueño y la vida, esté muy bien. Sin embargo resulta de pronto demasiado intelectual.  Como si degradara la elocuente simplicidad del salto al agua. Me pregunto por aquel que se enterró en Paestum y quiso poner sobre su tumba no un sesudo epitafio, sino esta imagen de un muchacho a punto de sumergirse en el agua y desaparecer.