lunes, diciembre 26, 2016

Doctor Ho

Como cada vez que paso por M. fui a ver al Dr. Ho y me tumbé en su camilla, bajo el pequeño buda dorado, y mientras yo le contaba mis males, él  escribía silencioso en su libreta,  sin duda sabiendo que a partir de cierta edad las enfermedades son tan reales como ficticias, sin decir nada, mientras en el consultorio se oía una música china muy aguda, una ópera de máscaras y dragones, casi hiriente, que parecía ya parte el tratamiento, y cuando yo me quejé de un dolor concreto en la espalda él negó con la cabeza, se levantó por fin  y me tocó un punto del mandíbula, masajeándola, y dijo: “no apretar tanto, mejor relajar”. Dijo esto dos veces, mientras me la recomponía, y luego, antes de sentarse, apretó con el dedo un punto en la espalda como si quisiera traspasarla.  Cuando terminó pensé que iba a recetarme alguna hierba, o unas bolitas de homeopatía, de esas que retan a la ciencia, como solía hacer, pero cuando le pregunté me dijo que esta vez el tratamiento era el sueño, que debía dormir en los siguientes días todo lo que pudiera. Le dije que estaba ocupado y que no iba a ser capaz, pero no me escuchó. “Demasiada tensión”, dijo, con cara de desaliento, encogiéndose de hombros, como si se refiriera a una plaga.  Hacia las 7, cuando llegué  casa  pensé que sería incapaz de dormir, pero me metí por si acaso en la cama.  Enseguida noté cómo mi espalda se acomodaba en el cochón  y la mandíbula se me iba aflojando poco a poco, hasta que entré sin remedio en un sueño profundo. Al despertar me sentí otro. Salí de la cama, me comí un pera y miré por la ventana. De nuevo era de noche, pero la calle estaba oculta en la niebla, como si fuera una noche distinta, en otra parte. ¿Dónde estoy?, me dije y recordé un cuento en que duermen a un tipo que sufre una enfermedad sin cura posible y luego lo despiertan a los cien años, en un mundo hostil que ya no comprende. Una pesadilla. Miré  afuera de nuevo, y  reconocí aliviado las luces de Navidad parpadeantes en la calle, el denso silencio de la ciudad que parecía dormir  a pierna suelta para volver a empezar.
(Publicado Diario Navarra 26/XII)

lunes, diciembre 19, 2016

Generación

Cada generación tiene su prueba de fuego,  su momento crucial, en su día fue la guerra civil, que partió vidas de cuajo y dejó un país que todavía no ha terminado de reponerse, y donde, por cierto, Navarra se distinguió por abrazar la causa vencedora  -abrazar grandes causas ha sido siempre la virtud y el problema  de Navarra-, y en las siguientes fue el terrorismo de Eta la piedra de toque donde cada uno se retrató, y así, hubo quien miró para el otro lado, cuando no justificó ese furia totalitaria que quería romper el proceso democrático y la vida civilizada, para sustituirla por el sueño irredento de un nacionalismo obligatorio, del que con suerte nos libramos, y hay también quien no se hurtó de una batalla larga y penosa, sin otra arma que la palabra y el derecho, siempre tan frágiles, pero que a la postre se demostraron tan potentes. Es el terror de Eta el que ha marcado la historia de los últimos 50 años, y lo que cada uno  hizo con él, si supo verlo o se puso de perfil, nos define. No cabe ahora echar el reloj atrás, y ponerse a vencer el fascismo 80 años después, o aparecer como campeón de la causa de la víctimas cuando siempre se ha pasado olímpicamente ellas. No es  posible tampoco decir que se quiere gobernar para todos y jugar con medias verdades en un asunto tan sensible,  intentar diluir aquel terror o taparlo con otros el pasado.  Todo ese lenguaje tasado contra todas las violencias al que asistimos, esas direcciones y negociados –si quieres dilatar un asunto, crea una comisión-,  al servicio del disimulo, darían risa sino fueran parte de una operación de desmemoria y confusión. Así que no es raro que el gobierno de Navarra  se encuentre con la respuesta que las víctimas de ETA le han dado, hartas de que les intente manipular y se les sume  a lo que  no es. “Se trata de distintas percepciones”, ha contestado muy seria la portavoz del gobierno, “distintas formas de entender las cosas”. Se ve que  la forma en que se percibe y entienden ciertas cosas desde el gobierno,  no debe tener nada que ver con la de aquellos que las han sufrido de verdad.
(Publicado Diario de Navarra 19/12)

lunes, diciembre 12, 2016

Cadena


Tobías Wolf escribió un cuento perfecto que tituló “Cadena”, en el que un perro atado con una cadena ataca a un niño mientras su padre corre cuanto puede, ladera abajo,  para intentar salvarle, sin que ninguno sepamos si la cadena será tan corta como para parar al perro. Después del suspense, las consecuencias se van también encadenado, y una cosa trae otra, sin parar, en una sucesión regida por el azar y la necesidad a partes iguales. A esta cadena estamos todos atados y con sus eslabones  tejemos nuestra vida. Danilo, por ejemplo, el portero del Chapecoense, que sobrevivió unas horas a la catástrofe,  comenzó la cadena gracias a sus grandes  reflejos con los que paró contra todo pronóstico un penalti en los octavos de la Copa América, lo que franqueó el paso a su equipo a la semifinal.  Todo indicaba que allí terminaría su periplo, pues el rival que le correspondió, San Lorenzo, era un plantel mucho más potente. Sin embargo Danilo y sus compañeros lograron volver de Buenos Aires con un meritorio 1-1 que dejaba las espadas en alto,  y en la vuelta, empujado por una hinchada entusiasta y el desparpajo de los humildes, Chapecoense resistió las acometidas de San Lorenzo quien, a pesar de hacerse con el juego, vió pasar los minutos  sin lograr marcar, tal vez  porque sus dos máximas estrellas, Belluschi y Berggerio, fueron baja a ultima hora. Mediada la segunda parte, San Lorenzo tuvo una ocasión de oro que inexplicablemente perdió.  En los últimos minutos, por varias veces San Lorenzo estuvo a punto de horadar la meta de Danilo, héroe indiscutible, y fue en una última jugada fuera de tiempo, al borde del pitido, cuando también salvó prodigiosamente con el pie un remate de San Lorenzo, que quedó eliminado. Al acabar el partido, entre el éxtasis de la afición, los vivas y abrazos, el entrenador Caio Junior declaró “si muero hoy, moriría feliz”, adelantándose unos días a su destino. Antes de tomar aquel vuelo aciago, el lateral Tiaguinho supo que iba a ser padre. Desde el avión lo vimos saludar con el resto, eufóricos, a la cámara,  mientras  el perro corría sujeto a la cadena y ya nadie era capaz de pararlo.  
(Publicado Diario de Navarra 12/12)

lunes, diciembre 05, 2016

Isla

Oí un chiste hace poco, en el que Dios va  al infierno a ver a Fidel Castro, adonde le ha condenado, dice, por ser un dictador totalitario que ha causado mucho daño, y de paso, añade, me hago una fotito con él. Es como si este  el viejo guerrillero vestido de verde, últimamente de chándal, nunca hubiera dejado pese a todo de deslumbrar.   En el fondo, tendemos a justificar las dictaduras  de izquierdas porque dicen ir contra el capitalismo, un sistema por el que  sentimos un gran rechazo en teoría, aunque  nos aprovechemos de él cuanto podemos en la práctica,  incluidos sus más fieros enemigos. Antonio Escohotado, un pensador muy recomendable, que en su día trató en profundidad el tema de la drogas,  ha publicado un largo ensayo titulado  “Los enemigos del comercio”, al que considera el motor  del cambio y el progreso, y señala cómo el capitalismo, que en el fondo sabemos que nos ha hecho salir de la miseria y la barbarie, nos parece a la vez bárbaro y miserable. No puede compararse la prosperidad  lograda por  España en las últimas décadas, por ejemplo, con la penuria  y la esclerosis de una Isla donde quien puede se va  y que nos mira con envidia,  pero esto no termina de convencernos. O no lo suficiente, como si nos sintiéramos culpables por nuestra buena suerte. Lo cierto es que el capitalismo, como dice Escohotado, ha vencido sin convencer. Las razones de esto según él  son  muchas,  desde herencias religiosas, pues no en vano está escrito que no es fácil que un rico entre en el reino de los cielos, hasta que resulta  un sistema  lleno de  oportunidades -y de desigualdades-,  donde uno necesita sobre todo tener suerte y ser tenaz, para salir adelante. Es como si el capitalismo nos hubiera dado toda clase de bienes, pero nos hubiera privado de ideales; como si fuera una maquinaria  que marcha por su cuenta, destruyendo y creando nuevos prodigios sin cesar, cambiando el mundo de arriba abajo cada vez en menos tiempo,  pródigo y alienante. Un caballo que es necesario embridar. Pero la nostalgia del amo vestido de verde oliva que lo cambia todo con su fusil,  no conduce ya  a ninguna parte.
(Publicado Diario de Navarra 5/XII)

martes, noviembre 29, 2016

Agradecimiento


Oliver Sacks
La muerte de Fernando Redón a los 87 años, después de una vida larga y cumplida, apasionada por tantas cosas, y  que deja la sensación de que alguien se ha ido  después de vivir a fondo, y que el viaje ha merecido la pena,  me ha hecho recordar  las páginas que dejó escritas Oliver Sacks, un conocido neurólogo americano, además de buen  escritor,  autor de libros como “El hombre que confundió su mujer con un sombrero”, quien con un pié en el estribo nos dejó un último libro para darnos las gracias.  Cuenta Sacks cómo un  día descubre con sorpresa que ha cumplido 80 años y siente que todavía se encuentra muy bien, feliz de estar vivo, satisfecho de seguir trabajando en lo que le gusta, de poder pensar,  escribir y hacer ciencia.  Reconoce que ha pedido vigor, que es más lento y que se le olvida casi  todo, pero que también hay días que se descubre muy creativo y  lleno de energía. A los 80, parece tener  todavía mucha vida por delante. Al mirar atrás,  confiesa que solo se arrepiente de haber perdido mucho el tiempo, una queja muy común, por cierto,  entre  los que han hecho mucho;  también de ser muy tímido,  a pesar de ser viejo y de hablar una sola lengua. Poco tiempo después, a los 81, le  descubren un cáncer incurable de hígado y le dan unos pocos meses de vida. “No puedo decir que no tengo miedo”, escribe Sacks, pero enseguida añade que lo que domina en él es, sobre todo,  un sentimiento de gratitud. “He amado y he sido amado. He recibido mucho y algo he logrado devolver. He leído, viajado y escrito. Sobre todo  he sido un ser consciente, un animal pensante sobre este planeta bellísimo, lo que supone un gran privilegio y una grandísima aventura”. Lo dice alguien que fue un joven homosexual en una familia que no le aceptó,  alguien que ha vivido lo suficiente para apurar también la copa del dolor y las frustraciones que conlleva vivir.  Es, desde luego, un bello testamento que nos reconcilia con nuestro destino, sobre todo  en una época como ésta, tan lejana de ese viejo saber sobre la muerte,  y donde nada parece bastarnos. 
(Publicado Diario Navarra 28/XI)

lunes, noviembre 21, 2016

Trifulca

Protesta en Alsasua por las detenciones.
Ya no se habla de los hechos de Alsasua en sí, sino de que la juez ha decidido considerarlos terrorismo y van a ser juzgados en la Audiencia Nacional, lo que puede ser discutible pero da lugar a que se presente a los autores como víctimas, tratando de disculpar o de quitar importancia a una conducta que pone los pelos de punta, y que nos descubre de pronto cómo en muchos sitios la cultura del odio, sembrada durante años, todavía persiste. Esta operación ya empezó hace días, por medio del calculado uso de las palabras,  que  nunca son inocentes, llamando a la paliza a dos guardias civiles y sus mujeres “trifulca”, palabra  castellana que se refiere a lío, desorden, riña entre varios, como si se tratase de una pelea tumultuaria, una reyerta de todos contra todos, sin duda para encubrir que se trata de una agresión en grupo a dos hombres indefensos  y sus parejas  por el hecho de ser policías. No es una pelea de gamberros, sino una paliza deliberada de unos  energúmenos, que es una palabra sonora y griega que viene al caso, con la cabeza llena de serrín ideológico. Como los que han atacado estos días a un repartidor de pizzas en Inglaterra, por ejemplo, por ser pakistaní. No es trifulca y hay que decirlo, porque se empieza cediendo con las palabras y se termina cediendo en las cosas. Cuando una banda de energúmenos dan un  paliza a un musulmán  o a un  gay por serlo, cuando se prende fuego a un mendigo o se tiran monedas riéndose a unas gitanas,  no hablamos de una trifulca porque cometeríamos el pecado de llamar a las cosas por los nombres que no son, lo que es una de las peores formas de mentira, como acertó a expresar bien aquella madre coraje, la de Pagaza.  Cuando uno elige la palabra trifulca, lo que intenta es pasar de puntillas por encima de la verdad, y contar lo que no fue, lo que nos hace un flaco favor a todos, en especial a quienes se intenta disculpar, a los que se les impide enfrentarse a sus propios actos y darles la oportunidad de cambiar. Será lo que sea, pero no trifulca.
(Publicado Diario Navarra 21/XI)

lunes, noviembre 14, 2016

Cohen

Ha muerto Leonard Cohen. “Estoy listo para morir. Solo espero que no sea muy incómodo”, había dicho hace poco. Siempre fue muy certero con las palabras. Cuando recogió el premio Príncipe Asturias hizo un buen discurso en el que contaba como se hizo cantante gracias a un guitarrista callejero español, que se suicidó,  y cuando le dieron el Nobel a Dylan, a pesar de que  puestos a elegir un cantante quizás él se lo mereciera más,  dijo que  era como si le hubieran puesto una medalla al Everest. Tras anunciar su propia muerte no le creyeron, porque la muerte es de por si increíble y tuvo que aclarar que había exagerado. En nuestro inconsciente,  todos somos inmortales. El caso es que cumplió su palabra y se fue  poco después, justo cuando Trump llegaba a la gloria, como si tirara la toalla ante alguien con el que no tiene nada que ver, no solo por su ideas, que posiblemente las cambie si le conviene,   sino por el contraste ante un modelo de masculinidad  tan distinto al suyo, un retorno de un hombre más primario, mucho más ostentoso, en el fondo el retorno  del padre temido y  brutal pero lleno de certezas, al que uno admira y odia  a la vez. Un hombre de una pieza  para quien las cosas son blancas o negras, que detesta la ambigüedad sexual y que proclama unos valores que él mismo, como suele ocurrir,  se cuida de no seguir. Puede que  Trump sea el triunfador del momento, pero en realidad es un hombre del pasado,  un poco de mentiras, sobreactuado; uno que puede llevarse a las mujeres que quiera con la chequera, pero que sabe  que el que  de verdad las enamora es alguien como Cohen, capaz de sentirse frágil sin miedo y de expresar lo que siente y susurrarlo al oído.  Ser como Trump, además,  es agotador. No es fácil defender  una reputación así a todas horas.  Es imposible hallar allí un poco de serenidad. Cohen se arruinó, vivió en un monasterio budista y luego volvió a la carretera a cantar de aquí para allá y se apagó de pronto, como había anunciado.  Parecía que el éxito era una molestia que no podía evitar. “El amor no tiene cura, pero es la única cura para todos los  males”, dejó escrito.
(Publicado Diario de Navarra 14-XI)

lunes, noviembre 07, 2016

Baroja

Aguas de Menorca. Garcus.
Cuando volvía a casa, después de escuchar una conferencia sobre Baroja, muerto hace 50 años, recordé a J., una de las personas más generosas que he conocido, y aquella vez en que, tras una desgracia impeorable, como dijo alguien, nos invitó a su casa de Menorca, y allí, después de pasarse todo el día trajinando de aquí para allá, asando en la barbacoa pimientos y berenjenas, hinchando la barca, yendo a Mahón a por pescado, sopesando una langosta de Fornells, dando órdenes, navegando, pelando gambas, finalmente se iba a la cama, donde él caía redondo y los demás descansábamos,  pero a la mañana siguiente siempre  era el que amanecía primero, y por mucho que yo madrugara para tratar de ganarle, cuando salía al porche lo encontraba allí sentado frente al mar, mirándome por encima de la gafas con un libro de Baroja sobre las rodillas, al que volvía enseguida, después de sonreírme, como si le hubiera interrumpido,  mientras el sol comenzaba a subir en el cielo impoluto. Recuerdo un  día lluvioso en el que  dimos un largo paseo por la isla, entre aromas de manzanilla y pino, y otro día que pasamos a la tarde junto a un chalet y vimos a los componentes del grupo Deep Purple, a quien yo había escuchado con furor en mi juventud, sobre todo aquel disco “Made in Japan”, que todavía retumba en mi cabeza, arrastrándose  a duras penas por el  jardín.   Recuerdo muchas cosas de aquel viaje: las risas y los silencios, la botella de ginet,  la luna a la noche reflejada sobre el agua,   pero sobre todo recuerdo  la imagen de J en el jardín,   bajo la luz azulada del amanecer, atrapado por la prosa desmayada de Baroja que  lo mismo presenta a  un tipo en dos brochazos, que dice de una calle que era larga y olía a pan, y con eso basta; le veo  allí  leyendo tranquilamente mientras la casa duerme y el día espera;  veo cómo levanta la vista,  mira a lo lejos  y vuelve enseguida al libro -si junto a tu jardín, dejó dicho Cicerón,  tienes la biblioteca, lo tienes todo- y  si pudiera elegir un momento o pensar en la felicidad, no  se me ocurriría algo  mejor.
(Publicado Diario de Navarra 14/XI)

lunes, octubre 31, 2016

Investidura

Escuché un rato el debate de investidura, aunque a la tercera pierde mucho el clímax, pero al oír a Pablo Iglesias enseguida caí en cuenta de que estábamos ante una especie de escena del hijo pródigo, porque salió Rajoy, después de una lluvia de improperios, como si hubiera oído caer la lluvia y trató a este empollón con coleta como a un hijo descarriado, el hijo pródigo al que hay que hay advertirle que nunca se tiene toda la razón y que el tiempo le hará cambiar. Era entrañable ver a Mariano sin entrar al trapo, porque eso descoloca mucho, y el oponente no sabe bien que hacer. Aunque más que ira contra el padre, aquello era una riña de hermanos, donde Iglesias tiró a muerte contra Hernando, muy serio tras sus gafas de pasta azul, que le dan un aire de hermano Marx, quien parecía el hijo atormentado, preso de culpas inconfesables, que escribe una tortuosa carta al padre diciendo que toda su vida ha estado contra él, pero que ahora, por el bien de la familia, se ve obligado  a apoyarle. A Mariano todo esto parecía traerle un tanto al pairo, pues ha desarrollado una resistencia coriácea. Este hombre tiene un  lado admirable. En estos meses se le han dedicado todo tipo de insultos, se le ha tratado de indecente, ha sido  agredido en la calle sin que aprovechara para sacar tajada de ello, su pueblo le ha nombrado persona non grata a pesar de que no ha linchado a nadie, y él sigue en la brecha,  incluso ha dicho que está ilusionado. Hasta Rivera, al que logró convencer a duras penas y se  prestó a ayudarle, dijo que le vigilaría de cerca, a ver qué hace, como el heredero que sospecha de un padre disoluto. Se ve que este hijo no le hace tanta gracia como el de la coleta, por el que siente una debilidad especial. Es lo que suele pasar con los más cercanos, atónitos cuando se mata un cordero para el pródigo que vuelve al redil.  Desde la tribuna,  ebrio ya de su propio verbo, aplaudido como un tribuno de la plebe, el hijo descarriado  ha dicho que los delincuentes están dentro del Congreso y no fuera y ha mirado expectante al banco azul, pero el candidato le ha mirado por encima de las gafas sin inmutarse,   como acostumbra.
(Publicado Diario de Navarra 31/X)

lunes, octubre 24, 2016

Bravo

Plaza de toros. Miguel Barceló.
El TC ha anulado la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, al entender que invadía competencias del Estado. Sin embargo es dudoso que esa rehabilitación de la  tauromaquia sea efectiva, pues en Cataluña, donde parece regir la vieja fórmula foral de esquivar la ley mediante el célebre mecanismo de  “se obedece pero no se cumple”, no suele atenderse estas resoluciones. Incluso cuando se trata de dar un día de fiesta se ponen pegas, como vimos el 12 de octubre, que expresó mejor que nada hasta donde hemos llegado, mediante la hosca imagen de ese concejal de Badalona rompiendo la providencia del Tribunal que le instaba a respetar el día inhábil y plegar. Esto es lo que hacemos aquí con las decisiones de los jueces, parece decir, sin que el resto de los mortales, jueces incluidos, seamos capaces de reaccionar. Frente al viejo sistema de división de poderes y jueces independientes que aplican el derecho e impiden la arbitrariedad, en Badalona tienen un sistema más efectivo: si no nos gusta, pasamos. Sabemos hace tiempo que en realidad es el pueblo de Cataluña, por medio de su Parlamento, quien tiene la última palabra. Así, si decide quitar el voto a la  mujer o suprimir la tauromaquia, nadie se lo puede impedir. La Generalitat y la propia alcaldesa de Barcelona han dicho que no hay cuidado, que nunca volverá a haber toros en Cataluña, un espectáculo que se basa en la tortura de un  animal etc. así  que a ver quién es el guapo que les lleva la contraria. Si había alguna duda, el TC deja una puerta abierta,  pues aunque no pueda decidir  prohibir los toros, a la Generalitat le corresponde regular estos espectáculos, así que no hay cuidado.  Ya decía  Romanones, con razón, aquello de “quedaros con las leyes y dejarme a mí escribir los reglamentos”, y es que con la letra pequeña se puede marear a cualquiera. No es que los toros sean en realidad la cuestión, sino la excusa para este pulso a ver quién manda,  pero es este bello animal, al que se dice querer proteger,  quien será al final el principal perjudicado. Si no hay corridas, se acabará el toro bravo, animal improductivo que requiere una costosa crianza.  Muerto el perro, por cierto, se acabará la rabia.
(Publicado Diario Navarra 24/X)

martes, octubre 18, 2016

Nobel

“Confío en que la Academia haya obrado con imparcialidad”, declaró Churchill con su habitual sorna después de recibir el Premio Nobel de literatura  en 1953, pues sabía que no le daban el premio por sus escritos,  sino como reconocimiento a su coraje al enfrentarse a Hitler, y  por haber perdido luego unas elecciones, tras lo que se retiró a escribir su memorias y pintar acuarelas.  En aquel tiempo, pues, también cocían habas y los premio se daban a veces por cálculo, compromiso o  compensación, como el Nobel de la paz que le han dado a Santos, o el que le dieron a Obama antes que hiciera nada, por si acaso.  Este año no sabemos tampoco  por qué se lo han dado a Dylan, quizás porque tocaba un americano, obviando a Roth (que parece ansiarlo más que nadie)  o De Lillo,  de mucha mayor estatura literaria que Dylan,  que es verdad  que ha escrito canciones magníficas, imborrables,  pero cuyos textos casi nadie habría  leído en un libro.  Cohen ha dicho que este premio es como ponerle una medalla al Everest, y puede que sea verdad, porque Dylan es parte  de la cultura de nuestro tiempo, un imprescindible,  y pertenece a una generación que está despareciendo, pero no es un gran escritor, sino un cantante popular que todavía nos emociona  cuando oímos en su voz desafinada que vamos dando tumbos, que somos  como cantos rodados, como si tuviera el don de haber dado en el clavo. Un chico apocado con una guitarra,  que hoy se mide a duras penas con lo que fue, uno de los grandes. Alguien ha dicho que este premio es un disparate, que el Nobel ha perdido toda credibilidad y que Borges, al que no se lo dieron,  estará satisfecho en su tumba. Pequeñas maldades. Hace años que Dylan  se puso un gran sombrero y se fue a cantarle al papa Wojtyla,  se hizo vagamente  católico, lo que inquietó mucho a sus viejos seguidores  que añoran tiempos de rebeldía. Alberto Manguel, que estuvo en Pamplona hace poco,  dijo que la lectura y los libros han perdido su prestigio,  y tiene razón. Puede que la Academia haya dado el premio a alguien popular en muchos ámbitos como Dylan,  como si escribir  una obra no bastara y  este fuera el precio a  pagar en estos días. (Publicado Diario Navarra 17/10)

lunes, octubre 10, 2016

Siluro

Veo la foto de este periódico, magnífica, en que un operario muestra un siluro gigante a un grupo de chicos que  le sacan fotos con el móvil, como si fuera un concursante de OT, el regreso.  Vean al monstruo, parece decir. El bicho ha salido del vaciado del estanque –llamarle lago es demasiado- de Mendillorri,  junto con esqueleto de un coche, sillas, bicicletas, tortugas, carpas y algún siluro que ha debido  llegar desde Mequinenza. Yo siempre he sido contrario a estos lagos de mentiras, que deben quedar muy bien en los planos pero que se convierten luego en agua estancadas y pantanosas que esconden secretos,  pero no hay barrio que se precie al que no se dote de un gran parque con bancos de diseño, pérgolas imposibles y de un lago con patos y geiser. La foto del lago  hecho un basurero  y el  siluro es una metáfora del mundo, seguramente arruinado de detritus y basura por nuestra desidia, en un día de octubre que parece verano, los arboles confusos sin decidirse a perder la hoja, con el fango y la mierda que aparece cuando quitamos la capa que cubre las apariencias. Puede que asistamos al fin de mundo y que eso es lo que  estén fotografiando los chicos sin saberlo,  el final de todo, en vez de las carpas, la tortuga y el feo  siluro. Podría hacerse un paralelismo entre lo que se esconde bajo la superficie y la situación política, pero no quiero hurgar en la herida, así que  me limito a observar a  esa fila de chicos que sacan fotos al monstruo cuando debieran  tal vez estar en el instituto.  La realidad no es suficiente, parecen decirnos estos muchachos ahí parados, haciendo foto en el móvil para que aflore, como el siluro, que  no es ya  un pez monstruoso sino un fake que circula por la red.  O tal vez el siluro se parezca al profe de sociales. Puede que escarbando en el fondo de estos falsos lagos encontrarán en el futuro un retrato de nuestro mundo,  piezas para  una exposición con  raspas de peces,  hierros retorcidos  y los restos de una laureada que terminó, nadie sabe cómo, bajo el agua, como un testigo molesto.
(Diario de Navarra 10/X)

lunes, octubre 03, 2016

Rubén

Hace cien años que murió Rubén Darío, el poeta del que  todos venimos, según Borges, un escritor a quien Valle Inclán -el de la barba de chivo, le llamaba-   hace aparecer en varias escenas de Luces de Bohemia, porque era su maestro y amigo íntimo, un poeta con todas las letras, de otro tiempo.  Dicen que leyendo un  poema en español se sabe si es de antes o después de Rubén, como si fuera el fiel de la balanza.  La lista de sus coetáneos, aquellos a quienes trató, riñó o mantuvo tertulia, en esa época sin twitter, es muy larga: Juan Ramón,  los Machado,  hasta Baroja y Unamuno, tan sesudos los dos y tan desdeñosos  con él, no en vano estaban en las antípodas.  Ahora en Madrid se  le ha hecho exposición, y se ha publicado un facsímil con su cuaderno de hule, el que Rubén llevó en un viaje a Nicaragua, su patria, en 1906,  en el que hay versos, dibujos y labores de caligrafía de su mujer, Francisca Sánchez,  a quien el poeta enseñó a leer y escribir. Esta es una historia hermosa: el amor entre el poeta y una joven analfabeta con quien no pudo casarse nunca, pues su primera mujer le mareó y no le concedió nunca el divorcio. Rubén es un escritor en el que el lenguaje brilla por encima de todo, en el que la forma le gana al fondo y que nos recuerda que la lengua es antes que nada sus acentos, lo puramente fonético, la carnalidad de las palabras, lo rítmico,  todo eso que envuelve lo que queremos decir y que, sin que sepamos cómo, lo determina, como si fuera la tierra donde crece todo.  En sus inicios, dicen,  la  música y la poesía fueron lo mismo, no se concebía una sin la otra; Homero escribió en hexámetros, contando silabas cortas y largas para ser recitadas ante un público que no sabía leer, como la misma Francisca Sánchez, que oía embelesada las cartas del poeta. Poco a poco la escritura se fue independizando, desprendiéndose de melodías y reglas métricas,  haciéndose prosa -que también debe sonar bien, por cierto-,  pero ya fue  por su cuenta, como un hijo pródigo. Dicen que Francisca oyó un día a  un vendedor de periódicos en Madrid  vocear  cantarín que Rubén había muerto,  como un verso  que fuera de boca en boca.
(Publicado Diario Navarra 3/X)

lunes, septiembre 26, 2016

Bandera

Retirada bandera de Europa en el Parlamento navarro.
Tras dar una de cal y otra de arena, aprobarlo aquí y desdecirse allá,  abstenerse y rascarse la cabeza, el cuadripartito, o lo que sea,  ha rechazado reponer la bandera de Europa, que en su día acordó arriar, para pasmo del mundo, así que  el mástil del balcón del Parlamento seguirá desnudo frente al paseo Sarasate,  con sus falsas estatuas y sus árboles que van perdiendo la hoja y que creían haberlo visto todo. Se trata de una torpeza que retrata a quien la hace, quien  se cree capaz de dar lecciones al resto y emendar la enseña de millones personas, que deben al parecer tomar nota. Ninguna bandera está limpia, ninguna resiste un examen riguroso, todas tiene su lado negro. Hasta la del Vaticano, amarilla, ha cometido pecado alguna vez y la blanca también se ha usado para engañar. Todas las banderas están manchadas, pero a nadie se le ocurre sacarlas,  quitarlas del mástil para reñirles como si fuera un niño malo. Eso me recuerda a cuando era pequeño y en el edificio de Capitanía, hoy Archivo, había un cañón en la puerta de entrada que decían estaba arrestado por haberse portado mal. ¡Que se fastidie! Todas las banderas huelen mal y a la vez tiene un aroma delicioso cuando flamean por algo justo y bueno. No hay más que ver a los atletas recibiendo a una medalla, a los que lloran  una pérdida con la mano en el pecho, a los que vuelven a su patria desde lejos. Este gobierno se pirra por esta cosas de las banderas y lo mismo te quita una que te quiere poner otra, como un mago que te la cuela con las cartas.  La de Europa, tan nueva, expresa un sueño bello, el de superar a la viejas naciones, enfrentadas durante siglos en pendencias y guerras, por un plan para vivir juntos, esa utopía. Tras ella  vienen todos los que huyen del infierno y  se quedan en la puerta, los que en su país no pintan nada y son carne de  de cañón, aquellos cuyas banderas sí que son un fiasco, porque no garantizan ni  derechos ni respeto.  Son nuestras banderas las que desean, aunque no les dejemos, para nuestra vergüenza. No es la azul con estrellas la que hay que quitar, sino la que habría que hacer ondear con más fuerza.
(Publicado Diario Navarra 26/9)

lunes, septiembre 19, 2016

Llueve


Tras una larga sequía ha vuelto a llover en Pamplona, y cuando abrí la ventana noté el aire frío de la tronada entrando a raudales,  levantando el mantel de la mesa, como si quisiera sacudirlo, y al cerrar un momento los ojos respiré el olor a tierra sedienta y ozono que llenaba el aire, y tuve una mezcla de sentimientos, entre la liberación al sentir que no hay mal que cien años dure y que a la noche iba a descansar por fin, y la pena ante el fin del verano que siempre me ataca en estas fechas, cuando veo que el día se acorta y el aire trae de pronto como un escalofrío y es como si todos volviéramos al colegio con los cuadernos nuevos y los libros forrados, y entonces allí,  tras la ventana abierta, la lluvia pareció arreciar aún más,  caían unos goterones grandes y redondos como perlas falsas,  el rumor de la lluvia en el pavimento era como un aplauso satisfecho de la tierra exhausta, de la hierba amarilla y los árboles que tienen ya  las hojas mustias, así que me quedé ahí un rato viendo llover, pensativo, como aquel personaje de Joyce, recordé, que veía nevar sobre Dublín y sobre toda Irlanda lleno de presagios, su alma desvanecida lentamente al escuchar el dulce descenso de la nieve, escribe delicadamente  Joyce  en el final de “Los muertos”; la canícula de estos meses,  los amaneceres sin viento, las persianas bajas, el cri cri de un grillo, las tardes a la sombra, todo eso  llegaba  a su fin, me dije,  contemplando  el agua que caía con rabia, como si tuviera que limpiarlo todo y arrastrar la inmundicia,  llover a cántaros,  como cantaba Pablo Guerrero hace tiempo, tiene que llover, clamaba, pidiendo un diluvio que  se lo llevara todo por delante y creara un  mundo nuevo desde cero, ese viejo sueño justiciero, un imposible;  pero de pronto la lluvia paró de golpe, haciendo  brillar las cosas  recién lavadas, como si se  estrenaran, tal como se estrena en nosotros el primer frío en la cara,  el fluir de la nueva  estación, la luz declinante y las hojas por el  suelo,  que no son sino señales del  tiempo  que corre como  el agua, y no se cansa.
(Publicado Diario Navarra 19/9)

lunes, septiembre 12, 2016

Bikini

La ONU, mediante su comité de derechos humanos, ha instado a los municipios franceses que todavía prohíben el llamado burkini, a levantar de inmediato esa prohibición que considera un atentado  a la libertad. Esto llama bastante la atención, pues prohibiciones de vestimenta son muy normales en muchos países musulmanes, donde el bikini, por ejemplo, está estrictamente prohibido, sin que la Onu haya protestado nunca por ello. En esos países,  la policía que vela por la moralidad puede obligar a una mujer a cubrirse, incluso detenerla,  multarla o expulsarla del país si  es extranjera. El bikini, en realidad, solo puede usarse en playas y lugares privados, lo que lo convierte en algo parecido a lo que  fue la minifalda aquí en los años 60.  Por desgracia las activistas del bikini, o quienes  entienden que cosas como el burkini son un retroceso y algo degradante para la mujer, no han tenido nunca apoyo de ningún comité. Parece que la libertad que pretenden esas mujeres,  que no pueden conducir un coche o sencillamente vivir a  su manera, no es tan digna de protección como la libertad de practicar una religión. Pero lo malo es que entre nosotros tampoco encuentran mucho apoyo. Con esta polémica se han alzado voces de mujeres musulmanas, sobre todo en Marruecos, que están en contra de la prohibición del burkini, pero  a la vez dudan que su uso sea una opción libre y alertan de las campañas para imponer la vestimenta que cubre por completo a la mujer y que están en alza. “Mi madre era más libre que mi hija”,  se ha dolido hace poco una escritora egipcia, alarmada ante la involución de costumbres y el auge del fundamentalismo. No hay que prohibir el burkini, pues todo lo prohibido no hace sino aumentar su prestigio, pero tampoco hay que aplaudir y dar por bueno cuando se trata del Islam, lo que no toleramos cuando viene de otra parte.  Los propios musulmanes que  buscan  hacer compatible sus creencias con la modernidad y sobre todo con la dignidad de la mujer, esperan un poco más de apoyo y valor por nuestra parte. Aunque no sea porque también nosotros nos jugamos mucho en ello. 
(Publicado Diario de Navarra 12-9)

lunes, septiembre 05, 2016

Girauta

Escuché a Girauta, portavoz de C’s, explicando que había tenido que pactar primero con los socialistas, para la malograda investidura de Sánchez, y luego con los populares para la, de momento, segunda entrega de la serie y que en realidad no había encontrado tantas diferencias entre ambos, al contrario, resultaban muy parecidos, tenían propuestas sensatas e intercambiables, y era posible entenderse en muchas cosas.  Esto es algo que echa por tierra todos esos aspavientos que llevamos viendo estos meses, ese enfrentamiento radical, como si se tratara de mundos opuestos y de diferencias ideológicas irreconciliables, un inminente choque de civilizaciones que impide, como si de un pecado imperdonable se tratara, contaminarse pactando con el contrario y tras el que se ha parapetado sobre todo Sánchez, encerrado en su laberinto.  Ese odio los dos candidatos, esos  ceños fruncidos en el debate, están de más. En Europa, la amplia franja que comprenden los conservadores y los socialistas, además de los liberales,  coindicen en la mayoría  de los grandes temas y se diferencian por cuestiones que no suelen impedir el ponerse de acuerdo.  Esta cultura de pacto sería también posible aquí, pero parece que de momento es más rentable la sobreactuación, el ver las cosas en blanco y negro y el afán por sentirse distinto, que es una  forma de alimentar la vanidad, un narcisismo de las pequeñas diferencias. Claro que hay diferencias entre derecha e izquierda,  pero al final no es raro ver a ambos, cuando les toca gobernar,  hacer cosas parecidas, alegando por supuesto que no tienen más remedio. Puede que  la  socialdemocracia se haya quedado sin contenido, tal vez porque ya ha triunfado en todas partes, pero lo cierto es que los  socialistas están rascándose la cabeza en toda Europa, pensando qué demonios pueden ofrecer de nuevo y alrededor de qué movilizar a los suyos. Salvo aquí, por supuesto,  donde habrían logrado aglutinarse, según Girauta, tras un solo programa: el odio al PP, al que no hay que dar ni agua, aunque el resto nos ahoguemos también.
(Publicado Diario Navarra 5-9) 

lunes, agosto 29, 2016

Balance

Un tanto desvaído por la competencia  del calor y las fiestas de los pueblos, el cuadripartito ha hecho balance tras un año de gobierno, con la inevitable autocomplacencia de estas ocasiones, felicitándose por la labor realizada y haciendo votos por seguir muchos años en el cargo. El consejero Laparra, por ejemplo, ha dicho doctoralmente que prevé una hegemonía progresista para los próximo 30-40 años, así que si no queremos pasar por reaccionarios tendremos que aguantarnos. En realidad este año ha sido bastante irrelevante. Los impuestos han subido y en las fiestas la gente participa más que nunca, no se sabe si para celebrarlo o para olvidar.  Por lo demás, lo de siempre.  Aquí toda política tiende siempre a acentuar lo colectivo, lo  propio, aquello que tiene que ver con la tradición y la historia,  y esto vale para todos, a derecha e izquierda.  Nadie discute nuestras peculiaridades,  nadie se atreve a reformar la Administración ni la partida de subvenciones, aunque  cambien los destinatarios.   Si antes teníamos una política donde el sujeto era Navarra, ahora tenemos otra que tiende a un  sujeto colectivo distinto, un programa máximo que lo impregna todo, como si tuviéramos que encontrar una esencia perdida y a eso dedicáramos el tiempo. Yo no sé muy bien hacia dónde irá este gobierno,  oigo que insiste que quiere gobernar para todos, como si en realidad supiese que esa es su piedra en el zapato.  Me fastidia que se pierda tanto tiempo para que algunos  caigan en cuenta  de obviedades.  Por ejemplo,  que todavía haya quien proponga  una banca pública, después del resultado que ha dado mezclar la política con el dinero.  Por lo demás, hemos escuchado muchas lecciones de  ética, mucho anuncio de cambio y regeneración. Siempre el pecado, ya se sabe,  es de los otros.   Aunque luego oigamos a un portavoz del gobierno,  con una venda en los ojos,   decir que un condenado por terrorismo –la peor corrupción de la política-, puede ser un digno candidato a las elecciones.
(Publicado 29-8 Diario de Navarra)

lunes, agosto 22, 2016

Veinticinco


 La última humorada de este largo verano de bloqueo político, un esperpento al que el país ha asistido con cierta displicencia, es que de no prosperar la investidura de Rajoy, las terceras elecciones podrían celebrarse el 25 de diciembre.  Esto es un auténtico tour de force que se suma a las presiones  de todo orden que no sabemos si Sánchez va ser capaz de soportar, para que franquee de una vez el paso a un  gobierno en minoría, lo que sería costoso para su ego, pero le ofrecería al menos alguien  al que poder por fin  oponerse. El infierno de Dante era un lugar en que nada se conectaba con nada, lo que daba mucho vértigo; un  lugar fuera de la lógica y la causalidad de las cosa, que es  lo que nos permite situarnos en el mundo y eso es lo que le está pasando al PSOE con su  decisión de lograr a la vez tres cosas incompatibles: no  permitir gobernar a Rajoy, no querer nuevas elecciones y no poder cerrar un pacto a lo Frankenstein, como bautizó Rubalcaba a una amalgama con Podemos y los nacionalismos. Un imposible infernal. Puede que la intención de Sánchez sea facilitar al final el gobierno, pero haciéndose antes con la cabeza de Rajoy como trofeo y coartada, pero éste no parece estar por la labor. No en vano ha ganado las tres últimas elecciones y ganaría las siguientes, las de la broma del  25 de diciembre, llegado el caso. En realidad, lo que el país está demandando son  respuestas claras a cosas que no se arreglan solas, como el reto independentista del parlamento catalán, y se echa mucho en falta que el constitucionalismo, en vez de dedicarse a maniobras y cálculos,  no sume fuerzas y razones de una vez. Aquí, lo inédito sería una política laica  que saltase por encima de los grandes tabúes y que lograse acuerdos entre distintos, y no jugar a enrocarse.  Un poco de   lógica, de esa que faltaba en el infierno dantesco. “Queremos una reforma valiente”, ha dicho Cs, dispuesto a hacer valer sus condiciones, una vez que  el PSOE les ha cedido gratis todo el campo de juego  y se ha ausentado hasta nuevo aviso.

(Publicado hoy Diario de Navarra.)

viernes, agosto 19, 2016

Ceniza.

Manuel Arroyo en el burladero junto a José Bergamín.
Me alegro que el fino escritor Ayacam, no tan prolijo como desearíamos, haya dedicado esta entrada al libro   "Pisando Ceniza" (agradezco la cortesía de nombrarme), de Manuel Arroyo Stephens, en su repaso de memorias, autobiografías y otros géneros digamos del yo, instancia por otra parte, como se sabe, tan poco fiable. De hecho, en una entrevista en el El Pais, cuando se publicó el libro, el mismo Arroyo declara que "Todo lo que he vivido es una ficcion", lo que suena un poco a pose, pero luego precisa :  "la memoria es una continua invención  que reinventa cuando recuerda", lo que es bastante cierto y basta  ponerse a ello para caer en cuenta. Ademas, como él dice "la escritura tiene ciertas normas que te llevan por su camino". Es decir, exige mas síntesis, mas trama y mas sorpresa que los que la vida real ofrece. Así que la escritura falsea las cosas para hacerse legible, podemos pensar. En realidad falsea las cosas -vaya ironía- para decir la verdad.  Eso es al menos lo que propone la cita en la que se apoya Ayacam, de Vizinczey: "la verdad completa sobre alguien solo puede ser contenida en una novela". Será porque la verdad, como decía Lacan, tiene  estructura de ficción. Es decir, la verdad es inseparable del lenguaje, de sus mecanismos  y de sus efectos, es una construccion del lenguaje. La verdad no es lo real, ni la fisica de particulas, ni una cámara que graba,  ni el microscopio,  sino la narración del sujeto comprometido en su decir. No es el reflejo detallado e inacabable de lo sucesos, sean nimios o enormes, el afán de reproducir la vida en su conjunto, sin prescindir de nada, sino una revelación que tiende a abrirse paso.
 "Solo escribo para la muerte", declara al final  Arroyo en la entrevista. "Es  lo único que me importa".
No. Leyéndole, yo no creo que sea verdad.