martes, octubre 07, 2014

Bus

Iba  en bus hacia el trabajo, cuando escuché por el pinganillo de la radio que los directivos y consejeros de Caja Madrid se habían fundido en 8 años 15 millones de  euros con unas tarjetas opacas, y de pronto noté que la noticia resultaba incomprensible en aquel autobús, ninguno de los que iban en él -es uno  que va por la avenida de Zaragoza, cada día se ve mas o menos la misma gente: mujeres que van a trabajar en casas, chicos que van a clase, un anciano demasiado abrigado, una mujer negra con un niño de pelo rizado- ninguno de ellos, digo,  podía hacerse cargo de esa cantidad, unos  2.400 millones de pesetas, un dineral que sumar, por lo visto,   a lo que toda esta gente ya recibía como sueldos y dietas, una propina que no pedía explicaciones.  Ahora es cuando vamos viendo lo que fueron aquellos años dorados, un momio para muchos, pero  lo malo es cuando lo vemos desde dentro de un autobús que  atraviesa un barrio como este y como tantos,   donde  hay bares latinos, alguna mujer  con velo, gente también de toda la vida,  pero sobre todo hay locales  desde los que se puede enviar dinero  a la familia en Quito, en Rumania, en Camerún; agencias cuya comisión es más pequeña que la de los bancos y aquí eso cuenta. Detrás de cada euro enviado  hay una cálculo cuidadoso,  una renuncia, y quienes recargan allí  mismo el móvil y la tarjeta para el bus tienen una historia detrás;  quien quiera encontrar material puede venir por aquí y empezar a hablar, preguntara a la gente cómo va la cosa, o qué harían, por ejemplo, con una de esas tarjetas sin límite, seguramente no entenderían la pregunta o a qué viene, eso no pasa, sencillamente.  En el periódico, a veces,   aparece la   noticia de que han  condenado a alguien por quedarse 2.000 euros, otro ha tratado de estafar burdamente un anciano, aquel sisaba a su jefe, nadie es totalmente inocente,  pero hay otras cosas que ya no es posible entender, cantidades obscenas, chorros de dinero que ahora salen cuando escarbamos un poco,  cosas a las que nadie ponía pegas y de las que todos  se aprovechaban sin inmutarse. 
(Publicado DN 6-X)

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