martes, marzo 29, 2016

Lenaerts

"Ritmo vital", escultura de H. Lenaerts. (UPNA)
Hace bastantes años, en los 70, el artista belga Henri Lenaerts, que había vuelto de la India después de vivir allí varios años, en los que había aprendido a levitar por encima  de las cosas del mundo, tuvo una avería en su coche cerca de Mañeru y no pudo seguir su camino. Allí le dijeron que había casas  a la venta por la zona y se hizo con una en Irurre, que fue rehaciendo poco a poco, como si fuera una obra de arte en la que habitar, y allí vivió hasta su muerte con su mujer Paulette, labrando campos, haciendo yoga, meditando frente al el enrevesado dibujo del embalse de Alloz, y creando unas esculturas que no tenían que ver con la vanguardia que se desarrolló en esos años, con la metafísica abstracta de los huecos y las formas que investigaba Oteiza y la ruptura con el pasado  que viniendo de Henry Moore hemos visto en Chillida, y tantos epígonos de un arte que no se rebaja a   tener que representar algo. Lenaerts, mientras tanto, levantaba en Irurre  grandes  figuras de bronce de mujeres recostadas, campesino de Bravante, figuras yacentes de Ofelia o de Orfeo y fundía el miedo o la soledad en unas obras a las que daba la simplicidad de una manzana.   En la Upna hay una obra suya, una mujer que no termina de sentase, escondida junto al rectorado,  que da la réplica  a la abstracta geometría  de las demás del campus, como si las impugnara. Es la loca de la casa.  La decisión del Lenaerts de no seguir la corriente, alejarse de los circuitos al uso  y apostar por la tradición, recuerda al pintor  Ramón Gaya: para ambos el arte  no es una pose sino verdad, y no se ven sino dentro de una continuidad en la que se integran.  Hombres empeñados en su obra, fieles a sí mismos, escondidos.   La obra de Lenaerts es la expresión  de un vivir en armonía con la naturaleza y en paz interior. Todo esto se ve en Irurre, donde se han encargado de mantener su casa y su memoria, y  donde  merece la pena acercarse  estos días de pascua fría y florida, a descubrir lo que nos ha dejado.
(Publicado Diario de Navarra 28 marzo) 

lunes, marzo 21, 2016

Banderas

E. Manet. La Bastille.
En los EEUU –el ejemplo valdría para casi cualquier sitio-, tienen solo  una bandera que ponen en los porches de las casas y en los balcones, a la entrada de la escuelas y las tiendas, como se ve en las películas, y existe una veneración por ella, incluso excesiva, hasta el punto que a veces resulta  poco patriótico no ponerla. Ello es compatible con que se trate de un país multirracial, hecho de aluvión de gentes de todo el mundo que ahora, por ejemplo, celebran el día de San Patricio desfilando por la quinta avenida con la bandera irlandesa, lo mismo que el año nuevo chino, las fiestas mexicanas, el día de Armenia o una procesión italiana. Entonces pasean con sus banderas, sus dragones y sus enseñas a todo trapo,  pero en el Ayuntamiento está la de la ciudad y la de barras y estrellas, que es lo suyo.  Por  encima de su origen y de su lengua, de llevar allí siglos o meses, la bandera representa simplemente que se es de ese país, que se tienen unos derechos,  que uno pertenece a una comunidad más amplia y dispar, aparte  de tener una familia,   sentirse  católico, cantar ópera,  cambiar de sexo o llevar turbante  sij. No hay que poner en New York las banderas de todas partes y todos los sentimientos para satisfacer  a todo el mundo, sino que todo el mundo puede sentirse como quiera bajo la misma bandera. La bandera es un símbolo laico, un mínimo común denominador, un hábil resumen.  A diferencia de EEUU, nosotros somos una sociedad mucho más homogénea, que ha vivido junta durante siglos, con diferencias insignificantes y que aparte de la de España y Europa –cuando no está castigada-,  tenemos la bandera de Navarra desde hace mucho. Recuerdo haberla visto en Brujas, junto a los de otros países que negociaban con Flandes, en el  viejo salón  gótico de la ciudad.  Tres banderas son más que suficientes. Si queremos poner más para intentar contentar todas las sensibilidades, será un lío.  Por esa razón habría que poner el crucifijo en todas partes, pues complace a una mayoría.  Volver a esta matraca no tiene sentido.  Salvo que lo esencial del cambio que se anunció sea, en realidad, un cambio de banderas.
(PublicadoDiario de Navarra 21 marzo)

lunes, marzo 14, 2016

Pijos

Refugiados en Idomeni.
“Europa es el barrio pijo del mundo, rodeada de peligro que la acechan por todas partes”, ha dicho Roncagliolo, escritor peruano con nombre de gánster, que es un tipo que escribe con mucha gracia, incluso de fútbol, que es un tema tabú para un escritor como dios manda, y que también se muere por Messi. A mí me gustó su Abril rojo que es una novela policiaca a lo peruano, con un fiscal sustituto desternillante que deambula por los Andes, en los terribles tiempos de Sendero luminoso, esa guerrilla maoísta que puso al país en jaque. De eso ha pasado mucho tiempo, y ahora Perú es un país modelo, lo contrario o el negativo de Venezuela y otros delirios, que tanto éxito tienen por aquí, vista de lejos, y que ha logrado no solo progresar  a base de realismo político y estabilidad, sino que ha subido su autoestima como país gracias al éxito de su cocina. No teniendo mucho que hacer en el futbol como Argentina,  Perú ha triunfado en toda regla con una cocina mezcla de china y criolla, y a todo el mundo le suena ya el  ají, las papas los  cebiches y el pisco sour y no necesita meter más goles.   Perú es un país cada vez más orgulloso, lleno de proyectos, dispuesto a recibir gente, donde todo está por hacer, mientras nosotros estamos atemorizados ante los barbaros en las fronteras, con la autoestima baja y jugando al catenazzo. Europa lo ha inventado todo, incluido la libertad, la igualdad y la fraternidad, que ahora se han vuelto puras palabras, como viejas monedas, devaluadas, que pasan de mano en mano. Sobre ellas hizo el polaco Kieslowski tres  películas que ahora se reponen: Azul, Blanco y Rojo –la bandera francesa-, que sobrecogen. Rocagliolo cuenta en su nueva novela la historia de tres muchachos en Lima que quieren perderla virginidad a toda costa, aislados en su barrio pijo, un gueto que no logra resguardarlos de la violencia que se filtra por todas partes y ahora ha extendido su metáfora a la vieja Europa, que  está de nuevo en una especie de encrucijada, entre la fe en sí misma y el horror  en que ha caído  mucha veces.
(Publicado Diario de Navarra 14 marzo)

lunes, marzo 07, 2016

Rivera

Según Metroscopia,  Albert Rivera ganó el pasado  debate de investidura, a pesar de no presentarse al cargo,  y  aunque encuestas las hay para todos los gustos, no parece que ésta ande muy desencaminada, lo que tiene mucho mérito, pues él no era en  absoluto la estrella, sino más bien el  comparsa que acompañaba a Sánchez, y tenía el riesgo de quedar muy desdibujado. Puede que  según avance el tiempo, Rivera resulte ser el único candidato posible, visto que los otros dos no se tiene mucho cariño,  y asistamos a una solución a   lo Borgen, esa serie danesa en la que acaba gobernando el tercero en discordia,  apoyado por los otros dos que antes se han desgarrado en la batalla. Un sarcasmo que  recuerda a aquel episodio de “Yo Claudio”, en el que tras asesinar al César y no sabiendo a quien ceñir ya la corona, encuentran a Claudio temblando tras una cortina y le hacen nuevo emperador. Rivera no es tartamudo, ni se esconde detrás de nada, más bien muestra sus  intenciones de ser el nuevo Suarez,  pero lo tenía difícil si no fuera porque los que van delante se han acuchillado. En España tendríamos hace tiempo un gobierno estable si el PSOE hubiera querido hablar con el PP y acordado alguna fórmula, pero esto a Sánchez le produce urticaria, y mira a la derecha como un marqués a la plebe,  mientras que a su izquierda  está dispuesto  a pasar por alto la cal viva, ser tratado como sicario de la oligarquía –por algunos no pasa el tiempo-, o escuchar que su partido pierda la S y la O del nombre, con lo que se quedaría en PE. Rivera sería el primer presidente catalán desde Prim, lo que es una ventaja, pues necesitamos alguien experto para encarar el asunto de allá, y él ya está entrenado. Una Cataluña que pretenda la independencia frente una España presidida por un catalán, además,  sería algo incongruente. Por lo demás, presidir el gobierno no deja de ser un regalo envenenado.  Es un puesto que da muchos disgustos. Que se lo digan a Rajoy, que se duele de habernos sacado del apuro y que nadie se lo agradezca. Según Metroscopia, todo el mundo quiere prescindir de él.
(Publicado Diario de Navarra 7 de marzo)