lunes, junio 29, 2015

Quijote


Me he bajado al parque con el Quijote de Trapiello, que es su versión de este libro difícil, escrito en una lengua, el castellano del siglo XVII, que ya no se habla  y  que cada vez  entendemos menos y lo he dejado intacto sobre el banco. A mí la idea de Trapiello me parece muy bien.  Es como poner carne a los huesos de Cervantes, actualizar un libro lleno de arcaísmos, rémoras y referencias incomprensibles. Leerlo en la rigurosa edición de Francisco Rico, que ahora vuelve  a salir, supone parar cada poco para hacer caso a notas y explicaciones. Tiene más de 5.000. El Quijote se ha traducido al español actual, porque la lengua no se para.  Antes de abrirlo y leer su primer párrafo, que no ha cambiado,   miro la Vuelta del Castillo cerrada por una valla metálica de las que ponen en sanfermines, para evitar que la gente se coma el césped, y observo a los paseantes que pasan a ambos lados, como si fuera una ciudad dividida. A última hora de la tarde el sol todavía insiste y cuando observo su rastro en la hierba, poniendo la mano por visera, veo brillar minúsculas telas de araña y en el aire, a contraluz, agitarse a los mosquitos como si fueran el chisporroteo de una sartén.  Siempre, antes de SF, Pamplona tiene unos días  de canícula y luego, durante la fiesta, concentra todas las estaciones del año, como concentra en unos días intensos su profunda ligazón con el pasado. Los sanfermines son siempre los sanfermines de antes. Trapiello ha viajado hace poco a los lugares del Quijote, donde ya queda poco de lo que Cervantes vio. Cuenta que, hace tiempo, Azorín hizo ese mismo viaje durante una semana y en aquellos años todavía funcionaban los molinos de viento y se conservaban más o menos  los pueblos y ventas. El país ha cambiado mucho más en los  años que van de Azorín hasta ahora,  que desde  Cervantes a Azorín. Por la Vuelta pasa un grupo de hombres mayores que se paran a menudo y hacen un conciliábulo como si fueran a derribar al gobierno. Uno de ellos, alto y con bigote, parece un Quijote que les está contando una hazaña y los otros ríen y niegan con la cabeza. El día es muy largo, pero al final se rinde y los pasos se alejan.
(Publicado DN 29 junio)

martes, junio 23, 2015

Oficio

Abogados de oficio.
A media mañana me dicen que el abogado S. ha tenido un accidente de moto y está grave en la UCI. Maldita moto, pienso. Luego, celebro haberla abandonado hace años, un día en que tuve un susto y caí en cuenta de que mi conduccion ya era incorregible, siempre apurando, metiéndome entre coches, saltándome los semáforos. Ahora pienso en S., que no la dejó a tiempo. Se trata de  un  abogado muy bregado, un penalista combativo, implicado en el turno de oficio y, a la vez, un tipo bondadoso y detallista. Cuando escribo a los despachos, él siempre contesta, agradece cualquier cosa, se interesa por todo. Este año estaba preocupado porque al tener a su hija, no podía coger a otro alumno.  He mandado en estos años varios  a su despacho, y cuando en las reuniones repasábamos los asuntos que habían visto, los que se referían a él eran siempre una pequeña novela, un ejemplo de cómo esta el mundo. El envés de la vida.  Al azar recuerdo alguno: una señora tiene un accidente y se le rompe una pala. Va al dentista y le pone una pieza dental de un tamaño mayor que la original. Un señor mayor se gana la confianza de su vecina para que  deje su hijo pequeño a su cargo. Luego le saca fotos desnudo y le hace dormir con él. Un interno de una granja escuela (menor)  internado por haber maltratdo a su pareja, se escapa saltando la valla y logra llegar al Perú. Sin embargo, al tiempo vuelve a Pamplona y se entrega cuando es ya mayor de edad, lo que complica su situación penal.
A la tarde, en la tele, veo que se ha suspendido el juicio de un asesinato porque el abogado -se trata de S, sin duda-  ha tenido un accidente con la moto, esa con  la que se llega a tiempo a todas partes.

lunes, junio 22, 2015

Lo nuevo

Goirigolzarri
Salgo un rato del aula de la Magdalena, y mientras veo el mar rizado con el otro ojo leo las noticias en el móvil, que es algo sobre lo que se estaba discutiendo dentro, sobre el final de los periódicos tradicionales, sobre la circulación de la información como si fueran corrientes marinas en las que hay que pescar, merluzas o atunes, al gusto y repaso en un rato las novedades. Parece que en Pamplona, Podemos y compañía van a bajarse el sueldo. Basta de palabras, un gesto, escribió alguien.  Eso está bien, porque  hasta ahora habían pecado de un exceso de retórica, cuando lo que está en juego son los hechos. Antes llegaba un político nuevo al cargo, se hacía una foto con la familia, exponía sus buenos propósitos, invitaba a un vermú y santas pascuas. Ahora el que llega no  llega solo, sino  como la encarnación de algo nunca visto, como el advenimiento de lo nuevo y de la regeneración más completa. La corrupción, el mal, siempre son los otros, como decía Sartre del infierno. Nada que ver con el pasado, aunque alguno venga directamente de él.  Mientras paso página, es un decir, veo correr a los fotógrafos hacia un coche del que baja a un tipo flaco y de gran nariz, parecido a Cyrano, en el que reconozco a Goirigolzarri, el banquero. Lo cierto es que este hombre, pienso, debe ganar un dineral. Posiblemente más de lo que gane un ayuntamiento completo en toda su vida. Me pongo a mirarlo en el móvil, ahora que todo está al alcance del pulgar. En efecto, un dineral. Un agravio para lo que pasa en el mundo.  Por otro lado, piensa mi parte cerebral pragmática, que nunca descansa, resulta baratísimo si tenemos en cuenta lo que este hombre no está ahorrando al hacer de Bankia una entidad  rentable, sin que el estado tenga que inyectar más dinero. Lo que la política estropeó, él lo está logrando enmendar. Mientras habla con la prensa sopla un vientecillo que se lleva sus palabras hacia otro lado, puede que a la nube. Creo que Carmena, después de hablar con él, ya ha desistido de  crear un banco público.  El destino de un político es ir perdiendo retórica y subirse el sueldo.
(Publicado DN 22 junio)

martes, junio 16, 2015

¡Hola!

Puede que los pactos sean apasionantes, o que el cambio de ciclo político, que ha pasado se der una tortilla de dos huevos a un revuelto de cuatro, como en el chiste de Oroz, sea lo nunca visto, o que la llegada de Bildu al ayuntamiento active todas las alarmas, pero todo eso se ha quedado en nada ante el affaire (presunto) entre Vargas Llosa y la Preysler, hasta el punto que en las tertulias serias (presuntamente) de la mañana en la radio, tenían que hacer grandes esfuerzo para volver  a la política y apartarse de esta exclusiva, lo que  lograban a duras penas,  y en los cenáculos de intelectuales, en los que nos alarmaríamos si supiéramos de lo que se suele hablar, era el tema estrella. Este asunto, que de pronto concierne a todo el mundo, como si fuera un tiempo muerto ante tanta murga trae, desde luego,  el recuerdo de Boyer renunciando a su puesto en el primer gobierno socialista para estar con Isabel; aquella mujer que representaba todo lo que el modelo de izquierdas denostaba con más furia: la frivolidad, la pose, las fiestas, la feminidad en estado puro, frente a la propuesta de mujer  liberada, con ambición profesional  y en pie de igualdad con el hombre, que era el modelo ideal. Aquello  fue un choque con la  realidad que entendió todo el mundo, la prueba de que aquellos izquierdistas con chaqueta de pana también eran sensibles a los encantos de la vida fácil y que en el corazón no manda nunca la cabeza. Cuando Boyer eligió a la  Preysler, era un síntoma, un adelantado a lo que iba a pasar, la prueba de que el poder cambia a todo el mundo, y que hay que tener cuidado al elegir los enemigos pues uno termina pareciéndose a ellos. Vargas Llosa, por su parte, lleva a cuestas un Nobel, un expediente intachable de intelectual comprometido, y 50 años de matrimonio con una mujer que le había acompañado a todas partes, incluida las tramas de sus novelas y ahora   ha llegado al papel couché. Desde la boda de la duquesa de Alba con aquel Aguirre,  a quien Manuel Vincent dedicó un libro divertido e implacable,  no se veía nada así. 
(Publicado en DN 15 junio)

jueves, junio 11, 2015

Premio para Ramón

En un día lluvioso, con la niebla prendida a los riscos de Leyre, Ramón Andrés ha recibido de manos del Rey el premio Principe de Viana de la Cultura. En el acto estaban los que se iban y los que llegaban. Los gobernantes que  se van despidiendo a regañadientes y los que llegan para empezar a saber de qué va esto. La rueda que gira. Entre fanfarrias, corrillos y discursos, con olor a incienso y a piedra húmeda, Ramón ha salido al estrado  para decir en un texto breve, en lucha con la retórica, que  la cultura es resistencia -ante los bárbaros, se entiende- y reivindicar al hombre, mas allá de la técnica, el ruido y de los engañosos reclamos de la nada y del exceso,  que vienen a ser lo mismo, como un portador de sentido, una herencia de significados, un eslabón del Ser.
En un rincón del claustro he hablado con él un rato sobre las palabras y el valor del silencio, capaz de curar cualquier  enfermedad; de su libro "No sufrir compañía;   de Lacan y de su método de trabajo. Ramón habla pausadamente y atiende  con mucho interés, como  si  se le fuera a revelar algo valioso. En un día tan inusual para él, en general enclaustrado entre libros, parecía a la vez satisfecho y asombrado. La Reina, al pasar a su lado, le ha dicho:  oye, Ramón, como si le conociera de siempre,  y él ha ido enseguida a atenderla, solícito, como hace con todo el mundo.

martes, junio 09, 2015

Amnesia

La posible entrega a Bildu de la alcaldía de Pamplona ha tenido mucha repercusión en los medios por las torpes y ofensivas palabras de Iglesias, acusando a los regionalistas de corruptos y de servirse del dolor de las víctimas, lo que ha indignado en especial a María Caballero, quien es claro que no está ahí para servirse de nada, sino para poner voz a lo que su padre defendía y no le dejaron, lo cual es una de las causas más nobles para estar en política, y tiene además razones para desconfiar de la solvencia democrática de Bildu y de su sensibilidad ante las víctimas, quizás ahora más que nunca,   porque este grupo ha tenido una buena oportunidad para quitarse de encima estas suspicacias y acreditar que estamos de verdad en un nuevo tiempo y no lo ha hecho. Bildu cuenta  con un candidato a  alcalde que ya en el año 1998, tras el asesinato de Tomás Caballero, firmó, como hemos sabido,  una carta condenándolo -algo que alguno de los que se van a sentar con él no han hecho todavía, lo que supone una corrupción moral, por cierto, mayor que la económica- pero  que, lejos de mostrar orgullo por ello; en vez de invocar esta  carta como coartada de su distancia con aquellos que  no respetaban la vida;  teniendo la  mejor prueba de que él siguió  otra trayectoria y tiene otro talante; en vez, en fin,  de sacar pecho, es como si se avergonzara de ello y  temiera pasar por tibio ante los suyos  y ahora resulta que no se acuerda de haber firmado aquella carta, sino que sufre amnesia selectiva,  dice que no sabe en qué contexto lo hizo –como si fuera posible olvidar el contexto de aquellos días- y que todas las violencias son   rechazables etc. Que distinta esta posición, que resulta tan vieja y frustrante,   de lo que acaba de hacer Urkullu, por ejemplo, pidiendo perdón por haber tardado tanto en comprender el dolor de las víctimas.  Eta se va diluyendo en el pasado y hay  una especie de amnesia colectiva, un querer  pasar página  y superar el pasado.  El tiempo parece borrarlo todo y no se puede nada contra él.  Solo ciertos olvidos resultan imperdonables.
(Publicado DN 8 junio)

viernes, junio 05, 2015

Carlos

En la tórrida tarde de Pamplona me acerco hasta el estudio de Carlos Puig, en la Jarauta, abierto en la semana dedicada al barrio de los artistas, y allí hace fresquito y cuelgan las hojas de agenda de su cuaderno de campo, en las que va dibujando la pequeña intimidad que es la de todos, y se expone algún cuadro, entre ellos, inacabado,  uno con flores y hierbas de campo que se van entrelazando hasta formar una malla consistente. Al parecer, hace unos meses, tuvo un parón creativo y no sabía para donde tirar. Esos parones son buena cosa, una advertencia de que la forma habitual se ha hecho ya trillada y hay que ir por otro camino.
Crear es, sobre todo, un acto de  valentia. Si uno es cobarde, está perdido. Detrás  de ese campo de flores, se pregunta el que mira, ¿qué se encuentra?

lunes, junio 01, 2015

Charnela

Libro de A.Floristan sobre la Ribera. 1951.
Alfredo Floristán, ilustre geógrafo de Arguedas, se refirió en alguno de sus muchos escritos a Navarra como una “charnela”, que es una vieja palabra que hace referencia  a la bisagra, al gozne,  la unión de dos cosas distintas que así se articulan y se hacen inseparables. La charnela es lo que las mantiene juntas, y si falla,  las partes ya no sirven. En todos lados existen contrastes, pero tal vez Navarra, como es sabido, los tiene en extremo y ya desde antiguo se diferenciaba  el saltus y el ager: el bosque y el llano, el sol y la sombra,  la montaña y la ribera, el vasco y el romance, lo atlántico y lo mediterráneo; dos caras distintas, difíciles de  conciliar, incluso de entender para los que pretenden una sociedad idéntica y homogénea.  Las actividades humanas, el carácter, las costumbres, se diría que pertenecen a  países distintos. El ager es una llanura permeable a otras culturas.  El saltus es más reacio, casi impenetrable. El ager domina, el saltus guarda las esencias.  Que Navarra se hubiera mantenido durante siglos, a pesar de esta disparidad, es una proeza. Caro Baroja se asombraba de su pervivencia,  señalando que apenas algunas instituciones y leyes le habían servido de argamasa. Más que un destino natural, este pequeño  país existe por voluntad de los hombres -lo que es una lección- y ha tenido  que  afanarse en la construcción de puentes, de relaciones, de soluciones comunes y equilibrios. En el fondo, las cosas han cambiado poco. Si miramos un mapa de la época romana con el saltus y el ager, se parece mucho a uno actual  en que se refleje la zonificación del euskera,  o el que muestra el reparto del voto. En el saltus ganan los partidos nacionalistas, mientras que el ager navarrista se va poblando de manchas de saltus. En estas elecciones, por primera vez el saltus, por llamarlo así, ha  ganado al ager y  le ha llegado la hora de la verdad, en la que ya no basta con jugar  a la contra. Ahora tiene su momento y su dilema. Si  olvida mantener la charnela, si no se atreve a defraudar a los suyos,  puede que  cuatro años sean más que suficientes.
 (Publicado DN 1 dejunio)