lunes, diciembre 26, 2016

Doctor Ho

Como cada vez que paso por M. fui a ver al Dr. Ho y me tumbé en su camilla, bajo el pequeño buda dorado, y mientras yo le contaba mis males, él  escribía silencioso en su libreta,  sin duda sabiendo que a partir de cierta edad las enfermedades son tan reales como ficticias, sin decir nada, mientras en el consultorio se oía una música china muy aguda, una ópera de máscaras y dragones, casi hiriente, que parecía ya parte el tratamiento, y cuando yo me quejé de un dolor concreto en la espalda él negó con la cabeza, se levantó por fin  y me tocó un punto del mandíbula, masajeándola, y dijo: “no apretar tanto, mejor relajar”. Dijo esto dos veces, mientras me la recomponía, y luego, antes de sentarse, apretó con el dedo un punto en la espalda como si quisiera traspasarla.  Cuando terminó pensé que iba a recetarme alguna hierba, o unas bolitas de homeopatía, de esas que retan a la ciencia, como solía hacer, pero cuando le pregunté me dijo que esta vez el tratamiento era el sueño, que debía dormir en los siguientes días todo lo que pudiera. Le dije que estaba ocupado y que no iba a ser capaz, pero no me escuchó. “Demasiada tensión”, dijo, con cara de desaliento, encogiéndose de hombros, como si se refiriera a una plaga.  Hacia las 7, cuando llegué  casa  pensé que sería incapaz de dormir, pero me metí por si acaso en la cama.  Enseguida noté cómo mi espalda se acomodaba en el cochón  y la mandíbula se me iba aflojando poco a poco, hasta que entré sin remedio en un sueño profundo. Al despertar me sentí otro. Salí de la cama, me comí un pera y miré por la ventana. De nuevo era de noche, pero la calle estaba oculta en la niebla, como si fuera una noche distinta, en otra parte. ¿Dónde estoy?, me dije y recordé un cuento en que duermen a un tipo que sufre una enfermedad sin cura posible y luego lo despiertan a los cien años, en un mundo hostil que ya no comprende. Una pesadilla. Miré  afuera de nuevo, y  reconocí aliviado las luces de Navidad parpadeantes en la calle, el denso silencio de la ciudad que parecía dormir  a pierna suelta para volver a empezar.
(Publicado Diario Navarra 26/XII)

lunes, diciembre 19, 2016

Generación

Cada generación tiene su prueba de fuego,  su momento crucial, en su día fue la guerra civil, que partió vidas de cuajo y dejó un país que todavía no ha terminado de reponerse, y donde, por cierto, Navarra se distinguió por abrazar la causa vencedora  -abrazar grandes causas ha sido siempre la virtud y el problema  de Navarra-, y en las siguientes fue el terrorismo de Eta la piedra de toque donde cada uno se retrató, y así, hubo quien miró para el otro lado, cuando no justificó ese furia totalitaria que quería romper el proceso democrático y la vida civilizada, para sustituirla por el sueño irredento de un nacionalismo obligatorio, del que con suerte nos libramos, y hay también quien no se hurtó de una batalla larga y penosa, sin otra arma que la palabra y el derecho, siempre tan frágiles, pero que a la postre se demostraron tan potentes. Es el terror de Eta el que ha marcado la historia de los últimos 50 años, y lo que cada uno  hizo con él, si supo verlo o se puso de perfil, nos define. No cabe ahora echar el reloj atrás, y ponerse a vencer el fascismo 80 años después, o aparecer como campeón de la causa de la víctimas cuando siempre se ha pasado olímpicamente ellas. No es  posible tampoco decir que se quiere gobernar para todos y jugar con medias verdades en un asunto tan sensible,  intentar diluir aquel terror o taparlo con otros el pasado.  Todo ese lenguaje tasado contra todas las violencias al que asistimos, esas direcciones y negociados –si quieres dilatar un asunto, crea una comisión-,  al servicio del disimulo, darían risa sino fueran parte de una operación de desmemoria y confusión. Así que no es raro que el gobierno de Navarra  se encuentre con la respuesta que las víctimas de ETA le han dado, hartas de que les intente manipular y se les sume  a lo que  no es. “Se trata de distintas percepciones”, ha contestado muy seria la portavoz del gobierno, “distintas formas de entender las cosas”. Se ve que  la forma en que se percibe y entienden ciertas cosas desde el gobierno,  no debe tener nada que ver con la de aquellos que las han sufrido de verdad.
(Publicado Diario de Navarra 19/12)

lunes, diciembre 12, 2016

Cadena


Tobías Wolf escribió un cuento perfecto que tituló “Cadena”, en el que un perro atado con una cadena ataca a un niño mientras su padre corre cuanto puede, ladera abajo,  para intentar salvarle, sin que ninguno sepamos si la cadena será tan corta como para parar al perro. Después del suspense, las consecuencias se van también encadenado, y una cosa trae otra, sin parar, en una sucesión regida por el azar y la necesidad a partes iguales. A esta cadena estamos todos atados y con sus eslabones  tejemos nuestra vida. Danilo, por ejemplo, el portero del Chapecoense, que sobrevivió unas horas a la catástrofe,  comenzó la cadena gracias a sus grandes  reflejos con los que paró contra todo pronóstico un penalti en los octavos de la Copa América, lo que franqueó el paso a su equipo a la semifinal.  Todo indicaba que allí terminaría su periplo, pues el rival que le correspondió, San Lorenzo, era un plantel mucho más potente. Sin embargo Danilo y sus compañeros lograron volver de Buenos Aires con un meritorio 1-1 que dejaba las espadas en alto,  y en la vuelta, empujado por una hinchada entusiasta y el desparpajo de los humildes, Chapecoense resistió las acometidas de San Lorenzo quien, a pesar de hacerse con el juego, vió pasar los minutos  sin lograr marcar, tal vez  porque sus dos máximas estrellas, Belluschi y Berggerio, fueron baja a ultima hora. Mediada la segunda parte, San Lorenzo tuvo una ocasión de oro que inexplicablemente perdió.  En los últimos minutos, por varias veces San Lorenzo estuvo a punto de horadar la meta de Danilo, héroe indiscutible, y fue en una última jugada fuera de tiempo, al borde del pitido, cuando también salvó prodigiosamente con el pie un remate de San Lorenzo, que quedó eliminado. Al acabar el partido, entre el éxtasis de la afición, los vivas y abrazos, el entrenador Caio Junior declaró “si muero hoy, moriría feliz”, adelantándose unos días a su destino. Antes de tomar aquel vuelo aciago, el lateral Tiaguinho supo que iba a ser padre. Desde el avión lo vimos saludar con el resto, eufóricos, a la cámara,  mientras  el perro corría sujeto a la cadena y ya nadie era capaz de pararlo.  
(Publicado Diario de Navarra 12/12)

lunes, diciembre 05, 2016

Isla

Oí un chiste hace poco, en el que Dios va  al infierno a ver a Fidel Castro, adonde le ha condenado, dice, por ser un dictador totalitario que ha causado mucho daño, y de paso, añade, me hago una fotito con él. Es como si este  el viejo guerrillero vestido de verde, últimamente de chándal, nunca hubiera dejado pese a todo de deslumbrar.   En el fondo, tendemos a justificar las dictaduras  de izquierdas porque dicen ir contra el capitalismo, un sistema por el que  sentimos un gran rechazo en teoría, aunque  nos aprovechemos de él cuanto podemos en la práctica,  incluidos sus más fieros enemigos. Antonio Escohotado, un pensador muy recomendable, que en su día trató en profundidad el tema de la drogas,  ha publicado un largo ensayo titulado  “Los enemigos del comercio”, al que considera el motor  del cambio y el progreso, y señala cómo el capitalismo, que en el fondo sabemos que nos ha hecho salir de la miseria y la barbarie, nos parece a la vez bárbaro y miserable. No puede compararse la prosperidad  lograda por  España en las últimas décadas, por ejemplo, con la penuria  y la esclerosis de una Isla donde quien puede se va  y que nos mira con envidia,  pero esto no termina de convencernos. O no lo suficiente, como si nos sintiéramos culpables por nuestra buena suerte. Lo cierto es que el capitalismo, como dice Escohotado, ha vencido sin convencer. Las razones de esto según él  son  muchas,  desde herencias religiosas, pues no en vano está escrito que no es fácil que un rico entre en el reino de los cielos, hasta que resulta  un sistema  lleno de  oportunidades -y de desigualdades-,  donde uno necesita sobre todo tener suerte y ser tenaz, para salir adelante. Es como si el capitalismo nos hubiera dado toda clase de bienes, pero nos hubiera privado de ideales; como si fuera una maquinaria  que marcha por su cuenta, destruyendo y creando nuevos prodigios sin cesar, cambiando el mundo de arriba abajo cada vez en menos tiempo,  pródigo y alienante. Un caballo que es necesario embridar. Pero la nostalgia del amo vestido de verde oliva que lo cambia todo con su fusil,  no conduce ya  a ninguna parte.
(Publicado Diario de Navarra 5/XII)