lunes, septiembre 26, 2016

Bandera

Retirada bandera de Europa en el Parlamento navarro.
Tras dar una de cal y otra de arena, aprobarlo aquí y desdecirse allá,  abstenerse y rascarse la cabeza, el cuadripartito, o lo que sea,  ha rechazado reponer la bandera de Europa, que en su día acordó arriar, para pasmo del mundo, así que  el mástil del balcón del Parlamento seguirá desnudo frente al paseo Sarasate,  con sus falsas estatuas y sus árboles que van perdiendo la hoja y que creían haberlo visto todo. Se trata de una torpeza que retrata a quien la hace, quien  se cree capaz de dar lecciones al resto y emendar la enseña de millones personas, que deben al parecer tomar nota. Ninguna bandera está limpia, ninguna resiste un examen riguroso, todas tiene su lado negro. Hasta la del Vaticano, amarilla, ha cometido pecado alguna vez y la blanca también se ha usado para engañar. Todas las banderas están manchadas, pero a nadie se le ocurre sacarlas,  quitarlas del mástil para reñirles como si fuera un niño malo. Eso me recuerda a cuando era pequeño y en el edificio de Capitanía, hoy Archivo, había un cañón en la puerta de entrada que decían estaba arrestado por haberse portado mal. ¡Que se fastidie! Todas las banderas huelen mal y a la vez tiene un aroma delicioso cuando flamean por algo justo y bueno. No hay más que ver a los atletas recibiendo a una medalla, a los que lloran  una pérdida con la mano en el pecho, a los que vuelven a su patria desde lejos. Este gobierno se pirra por esta cosas de las banderas y lo mismo te quita una que te quiere poner otra, como un mago que te la cuela con las cartas.  La de Europa, tan nueva, expresa un sueño bello, el de superar a la viejas naciones, enfrentadas durante siglos en pendencias y guerras, por un plan para vivir juntos, esa utopía. Tras ella  vienen todos los que huyen del infierno y  se quedan en la puerta, los que en su país no pintan nada y son carne de  de cañón, aquellos cuyas banderas sí que son un fiasco, porque no garantizan ni  derechos ni respeto.  Son nuestras banderas las que desean, aunque no les dejemos, para nuestra vergüenza. No es la azul con estrellas la que hay que quitar, sino la que habría que hacer ondear con más fuerza.
(Publicado Diario Navarra 26/9)

lunes, septiembre 19, 2016

Llueve


Tras una larga sequía ha vuelto a llover en Pamplona, y cuando abrí la ventana noté el aire frío de la tronada entrando a raudales,  levantando el mantel de la mesa, como si quisiera sacudirlo, y al cerrar un momento los ojos respiré el olor a tierra sedienta y ozono que llenaba el aire, y tuve una mezcla de sentimientos, entre la liberación al sentir que no hay mal que cien años dure y que a la noche iba a descansar por fin, y la pena ante el fin del verano que siempre me ataca en estas fechas, cuando veo que el día se acorta y el aire trae de pronto como un escalofrío y es como si todos volviéramos al colegio con los cuadernos nuevos y los libros forrados, y entonces allí,  tras la ventana abierta, la lluvia pareció arreciar aún más,  caían unos goterones grandes y redondos como perlas falsas,  el rumor de la lluvia en el pavimento era como un aplauso satisfecho de la tierra exhausta, de la hierba amarilla y los árboles que tienen ya  las hojas mustias, así que me quedé ahí un rato viendo llover, pensativo, como aquel personaje de Joyce, recordé, que veía nevar sobre Dublín y sobre toda Irlanda lleno de presagios, su alma desvanecida lentamente al escuchar el dulce descenso de la nieve, escribe delicadamente  Joyce  en el final de “Los muertos”; la canícula de estos meses,  los amaneceres sin viento, las persianas bajas, el cri cri de un grillo, las tardes a la sombra, todo eso  llegaba  a su fin, me dije,  contemplando  el agua que caía con rabia, como si tuviera que limpiarlo todo y arrastrar la inmundicia,  llover a cántaros,  como cantaba Pablo Guerrero hace tiempo, tiene que llover, clamaba, pidiendo un diluvio que  se lo llevara todo por delante y creara un  mundo nuevo desde cero, ese viejo sueño justiciero, un imposible;  pero de pronto la lluvia paró de golpe, haciendo  brillar las cosas  recién lavadas, como si se  estrenaran, tal como se estrena en nosotros el primer frío en la cara,  el fluir de la nueva  estación, la luz declinante y las hojas por el  suelo,  que no son sino señales del  tiempo  que corre como  el agua, y no se cansa.
(Publicado Diario Navarra 19/9)

lunes, septiembre 12, 2016

Bikini

La ONU, mediante su comité de derechos humanos, ha instado a los municipios franceses que todavía prohíben el llamado burkini, a levantar de inmediato esa prohibición que considera un atentado  a la libertad. Esto llama bastante la atención, pues prohibiciones de vestimenta son muy normales en muchos países musulmanes, donde el bikini, por ejemplo, está estrictamente prohibido, sin que la Onu haya protestado nunca por ello. En esos países,  la policía que vela por la moralidad puede obligar a una mujer a cubrirse, incluso detenerla,  multarla o expulsarla del país si  es extranjera. El bikini, en realidad, solo puede usarse en playas y lugares privados, lo que lo convierte en algo parecido a lo que  fue la minifalda aquí en los años 60.  Por desgracia las activistas del bikini, o quienes  entienden que cosas como el burkini son un retroceso y algo degradante para la mujer, no han tenido nunca apoyo de ningún comité. Parece que la libertad que pretenden esas mujeres,  que no pueden conducir un coche o sencillamente vivir a  su manera, no es tan digna de protección como la libertad de practicar una religión. Pero lo malo es que entre nosotros tampoco encuentran mucho apoyo. Con esta polémica se han alzado voces de mujeres musulmanas, sobre todo en Marruecos, que están en contra de la prohibición del burkini, pero  a la vez dudan que su uso sea una opción libre y alertan de las campañas para imponer la vestimenta que cubre por completo a la mujer y que están en alza. “Mi madre era más libre que mi hija”,  se ha dolido hace poco una escritora egipcia, alarmada ante la involución de costumbres y el auge del fundamentalismo. No hay que prohibir el burkini, pues todo lo prohibido no hace sino aumentar su prestigio, pero tampoco hay que aplaudir y dar por bueno cuando se trata del Islam, lo que no toleramos cuando viene de otra parte.  Los propios musulmanes que  buscan  hacer compatible sus creencias con la modernidad y sobre todo con la dignidad de la mujer, esperan un poco más de apoyo y valor por nuestra parte. Aunque no sea porque también nosotros nos jugamos mucho en ello. 
(Publicado Diario de Navarra 12-9)

lunes, septiembre 05, 2016

Girauta

Escuché a Girauta, portavoz de C’s, explicando que había tenido que pactar primero con los socialistas, para la malograda investidura de Sánchez, y luego con los populares para la, de momento, segunda entrega de la serie y que en realidad no había encontrado tantas diferencias entre ambos, al contrario, resultaban muy parecidos, tenían propuestas sensatas e intercambiables, y era posible entenderse en muchas cosas.  Esto es algo que echa por tierra todos esos aspavientos que llevamos viendo estos meses, ese enfrentamiento radical, como si se tratara de mundos opuestos y de diferencias ideológicas irreconciliables, un inminente choque de civilizaciones que impide, como si de un pecado imperdonable se tratara, contaminarse pactando con el contrario y tras el que se ha parapetado sobre todo Sánchez, encerrado en su laberinto.  Ese odio los dos candidatos, esos  ceños fruncidos en el debate, están de más. En Europa, la amplia franja que comprenden los conservadores y los socialistas, además de los liberales,  coindicen en la mayoría  de los grandes temas y se diferencian por cuestiones que no suelen impedir el ponerse de acuerdo.  Esta cultura de pacto sería también posible aquí, pero parece que de momento es más rentable la sobreactuación, el ver las cosas en blanco y negro y el afán por sentirse distinto, que es una  forma de alimentar la vanidad, un narcisismo de las pequeñas diferencias. Claro que hay diferencias entre derecha e izquierda,  pero al final no es raro ver a ambos, cuando les toca gobernar,  hacer cosas parecidas, alegando por supuesto que no tienen más remedio. Puede que  la  socialdemocracia se haya quedado sin contenido, tal vez porque ya ha triunfado en todas partes, pero lo cierto es que los  socialistas están rascándose la cabeza en toda Europa, pensando qué demonios pueden ofrecer de nuevo y alrededor de qué movilizar a los suyos. Salvo aquí, por supuesto,  donde habrían logrado aglutinarse, según Girauta, tras un solo programa: el odio al PP, al que no hay que dar ni agua, aunque el resto nos ahoguemos también.
(Publicado Diario Navarra 5-9)