lunes, marzo 14, 2016

Pijos

Refugiados en Idomeni.
“Europa es el barrio pijo del mundo, rodeada de peligro que la acechan por todas partes”, ha dicho Roncagliolo, escritor peruano con nombre de gánster, que es un tipo que escribe con mucha gracia, incluso de fútbol, que es un tema tabú para un escritor como dios manda, y que también se muere por Messi. A mí me gustó su Abril rojo que es una novela policiaca a lo peruano, con un fiscal sustituto desternillante que deambula por los Andes, en los terribles tiempos de Sendero luminoso, esa guerrilla maoísta que puso al país en jaque. De eso ha pasado mucho tiempo, y ahora Perú es un país modelo, lo contrario o el negativo de Venezuela y otros delirios, que tanto éxito tienen por aquí, vista de lejos, y que ha logrado no solo progresar  a base de realismo político y estabilidad, sino que ha subido su autoestima como país gracias al éxito de su cocina. No teniendo mucho que hacer en el futbol como Argentina,  Perú ha triunfado en toda regla con una cocina mezcla de china y criolla, y a todo el mundo le suena ya el  ají, las papas los  cebiches y el pisco sour y no necesita meter más goles.   Perú es un país cada vez más orgulloso, lleno de proyectos, dispuesto a recibir gente, donde todo está por hacer, mientras nosotros estamos atemorizados ante los barbaros en las fronteras, con la autoestima baja y jugando al catenazzo. Europa lo ha inventado todo, incluido la libertad, la igualdad y la fraternidad, que ahora se han vuelto puras palabras, como viejas monedas, devaluadas, que pasan de mano en mano. Sobre ellas hizo el polaco Kieslowski tres  películas que ahora se reponen: Azul, Blanco y Rojo –la bandera francesa-, que sobrecogen. Rocagliolo cuenta en su nueva novela la historia de tres muchachos en Lima que quieren perderla virginidad a toda costa, aislados en su barrio pijo, un gueto que no logra resguardarlos de la violencia que se filtra por todas partes y ahora ha extendido su metáfora a la vieja Europa, que  está de nuevo en una especie de encrucijada, entre la fe en sí misma y el horror  en que ha caído  mucha veces.
(Publicado Diario de Navarra 14 marzo)

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