martes, mayo 24, 2016

Cuéntame



Desde que se supo que la pareja protagonista de “Cuéntame”, Imanol y Ana, que llevan  años representando a los Alcántara,  un matrimonio de clase media que se esfuerza por sacar adelante su familia en un barrio modesto de Madrid -una historia de amor y a la vez un retrato social-,  habían sido acusados en el mundo real de evadir dinero para no pagar impuestos, la audiencia de la serie aumentó. Puede que mucho espectadores se sintieran defraudados, porque tendemos a identificar el personaje con quien lo encarna, lo que en este caso parecía estar buscado, y que  fuera una traición al mensaje de la serie, pero esta ganó de pronto más interés y  el morbo aumentó  todavía más en  el último capítulo, el jueves pasado, en el que asistimos a  un asunto de blanqueo de dinero por parte de un pérfido  aristócrata que recibió su merecido. En este caso cualquier parecido con la realidad no era mera coincidencia. Cuando este capítulo se grabó,  nadie  sospechaba que el fiscal iba a terminar acusando a los Alcántara de delito fiscal. No es raro que con tanto sobresalto la audiencia aumente, pues nada atrapa más que las peripecias de los famosos, en los que podemos ver el triunfo y la caída, envidiarlos y denostarlos al mismo tiempo. Son estos avatares de la suerte y sus protagonistas lo que más nos interesan: capítulos de una novela  con gente fina y de relumbrón intentado salir airosa,  mientras  Hacienda –que lejos queda el caso de Lola Flores-, aprovecha para decir que se trata de un mal ejemplo, y que “Cuéntame” no debe contar nada más.  Recuerdo que el joven Nietzsche se preguntaba  cómo había surgido en la antigua Grecia la creencia en toda esa variopinta  legión de dioses del Olimpo, enredados en disputas y devaneos continuos, pero siempre lejos del alcance de los mortales, y concluía  que habían  sido  creados por la mente de los hombres, para compensar una vida gris, llena de frustraciones y carencias.  Serían como el reverso de la realidad, las luces de colores brillando en la noche, algo en lo que verse reflejados y obtener a su  costa, y por un momento, un vago consuelo. 
(Publicado Diario Navarra 23-5)

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