lunes, junio 13, 2016

Amable


Pamplona es ahora una ciudad más amable, ha dicho el alcalde Asirón al hacer balance de su primer año,  poniendo una cara de extrema amabilidad, queriendo demostrar que desde que llegó al Ayuntamiento con el amable apoyo de Bildu y otros más, que le dejaron amablemente pasar primero, es como si hubiera vuelto a amanecer. Tanto empeño en mostrarse amable quizás hace sospechar,  en el fondo,  un gran cabreo.  Pamplona nunca ha sido una ciudad amable y sigue sin serlo; mantiene ese tono un poco distante y hosco ante el visitante, un trato seco  en los bares o las tiendas. Siempre ha sido así: un poco altiva, bastante  Mordor.  La ciudad no es ni mucho menos  fácil, es complicado integrarse,  trabar relaciones, hay que tener credenciales, saber si a uno le gusta la Dolorosa o la txalaparta.   Pamplona es ahora del otro lado que antes, podemos decir, más acorde con los partidos que la gobiernan, más nacionalista, pero eso no la hace más amable, sino  más densa, más llena de códigos y barreras  que hay que conocer para no meter la pata.  Bienvenidos, como decía el anuncio de Ikea,  a la república independiente de mi casa.  No creo  que el cuadripartito haya hecho de pronto una ciudad más amable.  Ni más social o participativa. Confunde la ingrata realidad con las mejores intenciones. Además, lanzar alabanzas hacia uno mismo no tiene mucho sentido. En realidad no sé muy bien que es lo que  ha hecho en todo este año,  sea amable o incómodo.   No se me ocurre algún logro potente, un proyecto, algo que marque la diferencia, un lugar que irradie algo distinto y que atraiga, salvo las obsesiones y los debates de siempre, tan poco amables. Son los que mandan, como de costumbre, los que parecen encantados de haberse conocido. Si alguien hace una cacicada, eso sí, se trata de error ante el que hay que callarse.   Hacia dónde va la ciudad, que se persigue, no se sabe. Puede que la metáfora de este primer año sea  esa letrina de tablas junto al tenis, que parece una obra de  arte  conceptual. Mucho sacar pecho, pero  a la hora de la verdad, bien poca cosa. 
(Publicado 13 junio Diario de Navarra)

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