lunes, diciembre 12, 2016

Cadena


Tobías Wolf escribió un cuento perfecto que tituló “Cadena”, en el que un perro atado con una cadena ataca a un niño mientras su padre corre cuanto puede, ladera abajo,  para intentar salvarle, sin que ninguno sepamos si la cadena será tan corta como para parar al perro. Después del suspense, las consecuencias se van también encadenado, y una cosa trae otra, sin parar, en una sucesión regida por el azar y la necesidad a partes iguales. A esta cadena estamos todos atados y con sus eslabones  tejemos nuestra vida. Danilo, por ejemplo, el portero del Chapecoense, que sobrevivió unas horas a la catástrofe,  comenzó la cadena gracias a sus grandes  reflejos con los que paró contra todo pronóstico un penalti en los octavos de la Copa América, lo que franqueó el paso a su equipo a la semifinal.  Todo indicaba que allí terminaría su periplo, pues el rival que le correspondió, San Lorenzo, era un plantel mucho más potente. Sin embargo Danilo y sus compañeros lograron volver de Buenos Aires con un meritorio 1-1 que dejaba las espadas en alto,  y en la vuelta, empujado por una hinchada entusiasta y el desparpajo de los humildes, Chapecoense resistió las acometidas de San Lorenzo quien, a pesar de hacerse con el juego, vió pasar los minutos  sin lograr marcar, tal vez  porque sus dos máximas estrellas, Belluschi y Berggerio, fueron baja a ultima hora. Mediada la segunda parte, San Lorenzo tuvo una ocasión de oro que inexplicablemente perdió.  En los últimos minutos, por varias veces San Lorenzo estuvo a punto de horadar la meta de Danilo, héroe indiscutible, y fue en una última jugada fuera de tiempo, al borde del pitido, cuando también salvó prodigiosamente con el pie un remate de San Lorenzo, que quedó eliminado. Al acabar el partido, entre el éxtasis de la afición, los vivas y abrazos, el entrenador Caio Junior declaró “si muero hoy, moriría feliz”, adelantándose unos días a su destino. Antes de tomar aquel vuelo aciago, el lateral Tiaguinho supo que iba a ser padre. Desde el avión lo vimos saludar con el resto, eufóricos, a la cámara,  mientras  el perro corría sujeto a la cadena y ya nadie era capaz de pararlo.  
(Publicado Diario de Navarra 12/12)

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