sábado, diciembre 16, 2017

Diario de Hendaya (22)

14  diciembre: muñecas rusas


Como se hace una novela es una falsa novela que recuerda a las muñecas rusas. Unamuno escribe el libro en Paris, recién desterrado, en diciembre de 1924 y se lo entrega a su amigo Jean Cassou en el verano de 1925. Cassou lo traduce al francés -lo mete dentro de otra muñeca-,  y lo publica con el título Comment on fait un roman en la revista Mercure de France, con un prólogo suyo: "Portrait de Unamuno". También entrega el texto original en español a un editor alemán, para que lo traduzca y publique allí. En estas idas y  venidas el texto  se pierde, y cuando Unamuno vuelve a él en Hendaya, en su habitación  del hotel Broca, en 1927, ha de servirse de la versión francesa de Cassou, porque la muñeca primera se ha perdido.  En Hendaya  Unamuno amplía   considerablemente la novela. Allí está más sereno que en París. La visión de la cercana España, los paisajes vascos, dice que le hacen bien. También su empecinada oposición  al Directorio de Primo  le mantiene en tensión. No acepta invitaciones para ir a Europa o a América, ni para volver a España. Sigue en la frontera, negándose a traspasar la línea.  Se mantiene firme, lejos de su familia, sin aceptar siquiera publicar en la prensa española, escribiendo en el hotel, dando paseos a paso rápido. Esbelto –escribe Cassou en  el Portrait-, embutido en su uniforme civil (se refiere a su traje oscuro que usa todos los días)  firme la cabeza sobre los hombros que no han podido sufrir jamás, ni aun en tiempos de nieve, un sobretodo, marcha siempre hacia adelante, indiferente  a la calidad de sus oyentes…"
 Como  se hace una novela es una novela que no es propiamente novela, un texto  con añadidos y digresiones. Un artefacto moderno, podemos decir, en un hombre que no lo es. Una novela eternamente interrumpida, se ha dicho, que se va destapando,  y donde los prólogos y epílogos también son parte del mecanismo, como  patas de un cienpiés. En su Portrait  Cassou dice que Unamuno ha apartado todo lo que no es él mismo, y le tilda de "accidente"  (¿Para qué las coyunturas del mundo habrían de haber producido este accidente, Miguel de Unamuno, sino para que dure y se eternice?),  es pues  una especie de roca en el mar, como las que hay en Hendaya,  indiferente al ir y venir de la marea; un hombre, dice Cassou, formado, dibujado en su realidad física. Algo así como un cabo, o un promontorio. Es ante todo un cuerpo, en el sentido de que tal cosa  no es solo una entidad fisiológica, un mero organismo, sino  una construcción del tiempo, algo hecho tanto de órganos, como de ánimos,  palabras, decisiones, voluntad y azar. Un cuerpo, como dice el Zuagzhi, hecho de nuestras facultades, de nuestras  fuerzas conocidasy desconocidas. Este cuerpo, según Cassou, marcha derecho llevando por donde quiera que vaya su inacabable monólogo, siempre el mismo, a pesar de la riqueza de sus variantes. Un hombre siempre tras una idea y un propósito,  que no duda,  un hombre con la necesidad de hacerse, de crearse a sí mismo, de novelarse, de hacer de sí mismo  la auténtica obra. Vamos sacando una a una las muñecas y dentro está siempre él, bajo todas las capas.

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