jueves, enero 04, 2018

Cuaderno de Hendaya (24)

3 Enero. Retrato

 
Juan de Echeverría. Retrato de Unamuno.

Este es el retrato de cuerpo entero: "Unamuno con cuartilla en la mano" que pintó en 1929 el pintor vasco Juan de Echeverría. Al final de su estancia en Hendaya Unamuno posa para distintos artistas que van a verle. Además de Echeverría, que es un viejo amigo, acuden Bienabe Artía, Flores Caperochipi, o el escultor Victorio Macho, que le hace un busto que se hará famoso, a pesar de que Unamuno se presta a posar a regañadientes, pues está posando a la vez para Echeverría. Éste, ya había pintado varios retratos de Unamuno en 1927, y una serie de apuntes y dibujos pero, a su vuelta a Madrid, no está satisfecho, piensa que no ha capturado suficientemente el carácter del modelo, "Debo hacer otro retrato que responda más a la idea que ahora tengo de este escritor".

Cuando vuelve a Hendaya, en 1929, trabaja en este gran óleo en que retrata a Unamuno de cuerpo entero, con aire envarado, lleno de una gran tensión espiritual, con una cuartilla en la mano, como si quisiera impartirnos una lección, vestido con su perenne terno negro, su uniforme civil. La figura, electrizada, con los pelos en punta, tiene la sobriedad de un pastor protestante, recuerda al pastor de la película “Luz de noviembre” con la que inicié este diario. Es un hombre lleno de convicciones, atormentado, que a la vez parece a punto de desmoronarse en cualquier momento, como si su determinación ante las cosas fuera excesiva y encubriera en el fondo una gran debilidad. Es un hombre incorruptible, el escritor –el tiempo lo demostrará, con su enfrentamiento con Millán Astray al comienzo de la guerra- más libre de España.


Para el historiador Lafuente Ferrari se trata de un retrato espectral "con su rostro gastado por la edad y el tenso anhelo de España" y ve en este personaje a un hombre que no es solo el escritor sino "el profeta de la angustia de Dios".


La cuartilla en la mano del retrato no es casual. Mientras posaba, según cuentan testigo de aquellos días, Unamuno no paraba de sacar del bolsillo papeles con versos y escritos sobre la situación española, proclamas y coplas políticas. Flores Caperochipi escribe "D. Miguel posando era un modelo enérgico. De sus bolsillos hinchados sacaba cuartillas que leía, comentaba y aplaudía".


Durante cinco meses, entre 1929 y el comienzo de 1930 en que Unamuno vuelve España, Echeverría pinta éste y otro gran lienzo de Unamuno en pie. Para plasmar la idea que tiene de él, necesita pintarlo e cuerpo entero. Todas las mañanas el pintor toma "el topo" en San Sebastián hasta Hendaya y pinta a su modelo en lo que parece la modesta habitación del Broca, con su papel pintado y su tarima gastada, y luego vuelve a casa. A veces, ambos acuden al Grand Café, en la Place de la Republique de Hendaya, a charlar con otros españoles y jugar a las cartas.


El último día de su destierro, el 9 de febrero de 1930, Echeverría acompaña a Unamuno en la comida de despedida que se le da en Hendaya. "Me despido de esta noble Francia para volver a España en mi segundo nacimiento". Tras esta vuelta a la vida, vivirá seis años más, hasta el aciago fin de año del 36. Una vez en Irún, recibido por Indalecio Prieto, Unamuno da su primer discurso multitudinario y en días sucesivos lo hará en San Sebastián y Bilbao. "La democracia vascongada acoge con delirante entusiasmo a D. Miguel de Unamuno", dirá la prensa local. En Madrid, aparte de los actos oficiales, Echeverría organiza una fiesta en su honor, llena de políticos que van a brillar en la inminente República, y que quieren aparecer a su lado. El, por su parte, ha dejado de momento la cuartilla.

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