viernes, noviembre 08, 2019

Ocata


“¡Cuánto libro que no me interesa! ¡Cada vez más Foucault! ¡Cada vez más libros de género! ¡Cada vez más heridas identitarias!” escribe Gregorio Luri en su impagable blog Café de Ocata, relatando una visita a una  librería del Raval, en Barcelona. “He salido de allí con las manos satisfechamente vacías. Una experiencia inédita”. Le he entendido perfectamente. Salir ayuno de una librería es una experiencia extraña, como salir de una bodega sin probar gota. Todo un síntoma.  Después he recordado un reportaje que hizo Ruano a Unamuno (sigo con él),  el año 30, tras visitarle en Salamanca.  He buscado el recorte y veo que Ruano se refiere a Keyrserling, un filósofo olvidado y gran viajero que dice: “Conozco muy pocos libros, cada día leo menos. Me interesa más conocer  a los hombres que sus libros. Se capta mejor la idea. Veo mucho y leo poco.” Seguramente hay algo de pose en todo esto, pero también un recuerdo de que la vida suele estar fuera de los libros, anuquen los mejores sean los que la llevan dentro. Luego Keyserling cuenta que conoció a Unamuno y que convivió con él unos días fecundos. Ruano apenas convive unas horas con Unamuno  en Salamanca, a quien no tiene en realidad mucho afecto, aunque lo disimule. Hace chistes sobre su tacañería y  habla de su egotismo, su lío religioso, su aldeanismo seco y escamón “desde el que captó y pretendió la universalidad”, aunque reconoce que para su generación Unamuno es algo parecido a un mito; "un espíritu rebelde que no estuvo nunca conforme con nada".  Lo último que escribió Ruano sobre Unamuno, al parecer,  fue en el año 1964, cuando habló en un artículo de ABC de los animales de compañía “esos seres que nos dan compañía sin robarnos soledad. Al contrario del pelmazo, a quien Unamuno definía como criatura que no nos da compañía quitándonos soledad”. Es este pelmazo el que nos hace a menudo volver al libro. 

1 comentario:

Gregorio Luri dijo...

Gracias.
Si uno está infectado del virus de la lectura y -¿por qué no decirlo?- del fetichismo del libro, no tiene cura... pero uno nota que con el tiempo se va haciendo más selectivo. Más caprichoso, incluso. Claro que, en realidad, hacia aquí es hacia donde te ha conducido el trato asiduo con los libros.