viernes, noviembre 20, 2020

CAM


  
 
La parte de la izquierda que ya se bajó del coche oficial está justamente escandalizada con este gobierno de Sánchez, que sigue un hilo conductor muy reconocible, desde la tesis doctoral hasta el grosero intento de quitarse a los jueces del medio. Pero dentro del partido nadie chista. O casi. Entre los detractores ilustres destaca Cesar Antonio Molina, CAM, fino poeta, ex ministro de Zapatero, ex director del Cervantes, además de notable articulista que acaba de publicar un demoledor “yo acuso” contra este gobierno -no es la primera vez- haciéndole grandes reproches, sin duda justos, desde el desprecio a la verdad o su utilización de la guerra civil, hasta su indecencia con Bildu.  Sin embargo, hasta ahora la crítica es algo inútil, porque al otro lado no hay nadie.  Están en otra cosa. Cuando se reprocha algo es porque se espera que el otro atienda a razones y vuelva al buen camino, para hacerle ver que no puede decir hoy frío y mañana caliente sin cambiar de cara, o sin que por lo menos se sonroje y prometa no volver a las andadas.  Para que conteste con razones.  Nada de esto ha ocurrido con este gobierno, al cual es imposible avergonzar de nada, todo le trae al pairo y debe jugar en otra liga, en un mundo de apariencias y mensajes calculados, y aunque se le coja en falta no se inmuta porque está más allá de los argumentos y, lo que es peor,  de los hechos, si estos le estropean la propaganda. Es un gobierno que cuando llevábamos un número insoportable de muertos se jactaba de haber salvado miles de vidas. Criticarlo es como comunicarse con un ciego mediante el sistema de banderas, ha escrito Félix Ovejero, tal vez el pensador más brillante de una izquierda racional y cosmopolita, una izquierda que ya pasó a mejor vida.  Ante un gobierno así, ha dicho Ovejero, es inútil seguir escribiendo artículos llenos de quejas y lamentos y llamadas a la cordura. No cabe hacerle ese honor del reproche, dice, defraudado. Pero el poeta CAM insiste en hacerle los honores, y puede que pronto ya no parezca un profeta que predica en el desierto.
 

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