miércoles, noviembre 11, 2020

Tristeza

 

Foto E. Buxens
Foto E. Buxens

Paseo por Pamplona a última hora, de vuelta a casa:  los bares están cerrados, pasan contados transeúntes que van a lo suyo, sin que se les vea las caras, todos con mascarilla. Si hubiera escrito esto el año pasado por estas fechas se leería como un cuento de ciencia ficción, una novela fantástica.  ¿Qué pasa después? También me lo pregunto yo mientras camino notando que los coches pasan más despacio y la gente habla en voz baja. Hay, desde hace días, una sensación de decaimiento general, de tristeza incluso, que se acrecienta por la luz otoñal que lo impregna todo y las hojas por el suelo, voladizas. De pronto todos los planes, los proyectos vitales, las tareas ineludibles se han venido abajo, resultan también un poco tristes, de menos color, como los granates y amarillos desvaídos de final de octubre.  Cada año escribo un artículo sobre el otoño y en éste es como si la corriente de la sangre se hubiera detenido. Todo se ve tras una lente, difuminado, distinto, falto de sentido. Es como una comida sin sal, un almuerzo sin vino.  Hasta el móvil recibe menos mensajes y los grupos que antes no paraban, enmudecen. No hay vida real sino confinamiento perimetral, unidad convivencial, test serológico, prevalencia de virus, distancia social, estado de alarma, frontera cerrada, botellones clandestinos, porcentajes en UCI, aforos reducidos. El mundo se volvió triste de pronto, escribió el novelista de ciencia ficción.  Hasta entonces la tristeza estaba prohibida, era de mal tono, había que estar animado siempre, poder con todo, gritar que sí, que sí se puede. Pero todo se paró. Estar animado ahora es ser iluso.  Estar triste es una forma de tomarse un respiro, un acto elegante, una defensa frente a la realidad. Llega el día de difuntos más difunto que nunca, un día maldito en este momento en que sobrevivir se ha convertido en el principal objetivo. No contagiarse, no fiarse, no salir, no llenar las ucis. La supervivencia, he leído, nos va a hacer olvidar la buena vida, la que se hace con los demás, en comunidad, en intercambio, en proximidad.  La vida de la polis. Extraña ciudad sin nadie, el viento de invierno que quiere colarse.

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