miércoles, marzo 12, 2014

La gran belleza

La gran belleza: una forma de decir adiós a un año amargo, he leído en algún sitio sobre la película de Sorrentino que ahora puede verse en los cines (mejor en versión original),  una especie de Dolce vita puesta al día, con fiestas que recuerdan a Berlusconi, monjas visionarias, enanas, jirafas, paseos por el Tíber, o esos flamencos que levantan el vuelo desde la terraza frente al Coliseo; guiños a Fellini pero también a Pasolini, y un personaje desengañado que  pasea por la noche de Roma, sus palacios, sus fuentes, sus azoteas; un tipo sesentón de vuelta de todo, que ha desperdiciado su talento en nimiedades, sin emprender nunca nada sólido, posponiendo, viviendo solo de noche, yendo de fiesta en fiesta, para descubrir que en el corazón de toda fiesta, en realidad, anida una gran tristeza,  que en el centro de la juerga no hay nada que celebrar salvo el puro exceso, envoltura, purpurina, esos trenes en que se enganchan unos a otros los invitados y que son los mejores, como dice el cínico Jep Gambardella, el nuevo Mastroniani, porque no van a ninguna parte. Hasta aquí hemos llegado en el tren del 2013 que no iba tampoco a ninguna parte, repudiado por todos, hasta que ha desembocado en este 2014 que ya se estrena con otro aire, ha hecho falta que cambiáramos un 3 por un 4 para que todo cambiase y a la vez siguiera igual, en plan gatopardo, y de pronto las cifras mejoran como si fueran el regalo sorpresa oculto en el zapato, parte del guión previsto: ahora toca ya otra cosa, las calles rebosan de gente estos días,  esperanzadas. Por las vacías calles de Roma  Jep busca una última oportunidad,  aspira a una suerte de pureza perdida, un primer amor, algo por fin verdadero. Hay en esta película una fuerza conmovedora en las imágenes, una mezcla de lo sublime y lo zafio, una suerte de exceso que viene del barroco y el catolicismo romano, tan nuestros, la mezcla de lo santo y lo pagano, las fiestas, las cabalgatas y las santas que comen raíces. Se fue 2013. Nunca ha habido una noche tan larga que dejara sin aurora al mundo.
(Publicado DN)

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