lunes, julio 07, 2014

Día 7

Como cada día 7, el hombre se atará el pañuelo al cuello y saldrá muy temprano de casa, estremeciéndose por el relente de la madrugada, pasará rápido por el parque, sin mirar al muchacho que vomita  junto al árbol, esquivando a los bultos que duermen sobre la yerba, y con paso rápido alcanzará  la Plaza del Castillo repleta de los sonidos del amanecer y mientras las mangueras comienzan a sacar la costra del suelo, pisará un instante, con un escalofrío,  la calle por la que en un rato pasarán los toros y entrará rápido en la casa y una vez allí, a salvo, pasará nervioso el tiempo acodado sobre la barandilla del balcón, asombrado como siempre por el gentío que se agolpa allí abajo, luego entrará un rato dentro, escuchará en la tele el cántico de los corredores en la cuesta,  y enseguida volverá a salir reclamado por el grito de los vencejos que sobrevuelan la calle, la misma calle que en una foto premiada recuerda a una multitud bañándose en el Ganges, y que dentro de nada arderá aquí abajo, apenas se verán los toros entre la masa de quienes quieren tocarlos como para curarse de algo. Han abierto ya el cordón policial y los más adelantados esprintan entre pitos hacia  la plaza, llega el momento de la verdad: desde el balcón el hombre observa a los corredores apostados, sus saltos y estiramientos, sus  saludos  al volver a encontrarse tras un año, interrumpidos, de pronto, por el estampido del cohete, su reguero de humo suspendido en el aire, luego el segundo y de pronto todo se acelera, imposible retener tantas imágenes que desfilan por la retina,  todo ese  fragor que dará paso a un instante de extraño silencio, a un ballet mudo  junto a  un trote negro.  Ahora atienden a un muchacho rubio, pasa un manso retardado, todo vuelve poco a poco a su ser, el hombre entra de nuevo en la casa, aliviado, del fondo del largo pasillo viene un aroma de café reciente, los churros están sobre la mesa junto a un periódico que trae la crónica de un hombre que sale temprano de casa, como cada día 7, con el pañuelo al cuello,  estremeciéndose.
(Publicado DN 7-VII)

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