martes, diciembre 22, 2015

Miedo

Molenbeek. Gardien de la paix.
Se ha sabido que uno de los terroristas de los atentados de Paris, el hombre más buscado durante semanas, y que todavía sigue huído, Salah Abdeslan, fue localizada apenas dos días después de los atentados en el barrio de Molenbeek, en Bruselas, el refugio más lógico, según decían, no en vano Abdeslan era un chico del barrio, pero no fue detenido, pese  a tenerlo localizado, al no ser posible hacerlo de noche de acuerdo a la legislación belga. Mientras tanto, Bruselas  estaba en estado de alerta máxima, los colegios cerrados, las estaciones y calles vacías, y las instituciones europeas blindadas y  funcionando a medio gas. Los hoteles de Paris bajaron de precio y los vuelos a Bélgica se encontraban a precios de saldo. Hasta se llegó a suspender algún partido de futbol, algo que suena a sacrilegio.  Parece que Abdeslan no detonó en Paris su cinturón de explosivos, tal vez porque falló o se lo pensó mejor,  y que tras huir fue  parado en la frontera, aunque no se  le relacionó con los hechos. Después de esa noche en Molenbeek, mientras la policía esperaba el amanecer para entrar en la casa,   pudo escapar entre los clientes  de un burdel o dentro de un armario.  Ya se sabe que si de noche llaman al timbre en un  país democrático, se trata del lechero y en Bruselas se lo han debido tomar al pie dela letra. El resultado es esta mezcla de pánico, ruido mediático y episodio de la guerra de Gila, en el que el enemigo llama antes de atacar. Es como si todo se hubiera confabulado para desatar lo que es la auténtica epidemia de nuestra época: el miedo. El miedo es una forma de prudencia no pocas veces imprudente, ha escrito el gran Escohotado, que es un hombre que no lo padece. Todo nos produce miedo, y este nos paraliza. Miedo al calentamiento global,  miedo al futuro, a morir o a fracasar, y sobre todo miedo al miedo. No tengáis miedo,  era la frase evangélica que ya no tiene sentido, porque descreemos, y eso también tiene sus pegas. Nada que ver con el otro lado, los bárbaros que se lo creen todo a pies juntillas, para quienes estas sutilezas nocturnas y la historia del lechero que llama  a la puerta les hacen partirse de risa.
(Publicado Diario de Navarra 21/XII)

No hay comentarios: