lunes, febrero 22, 2016

Orduna

Nunca me había parado a mirar las esculturas que Orduna hizo para decorar los dos frontones del palacio de Diputación, por los que he pasado mil veces; ni el que da a Carlos III, que se instaló en tiempos de la república,  y ahí sigue; ni el otro, que es de los años  cincuenta y tiene el escudo de Navarra con la  laureada sostenida por dos tipos muy serios, fornidos, con toga, que representan  a la montaña y la ribera,  hasta que  el gobierno se ha empeñado en  intervenir en ellos para quitar la laureada aplicando la ley de memoria histórica, algo que debe ser posible, aunque he visto que Zubiaur pone muy fundadas pegas, basándose, sobre todo,  en el necesario respeto a la integridad de la obra  artística y las leyes  que protegen la propiedad intelectual. Pero picar la laureada con un cincel y dejar así el conjunto políticamente correcto sería, sobre todo,  faltar a la verdad de las cosas, como cubrir un desnudo, y no es solo un asunto de leyes y reglamentos, sino lo que está justamente en juego es la propia memoria o relato de la historia, pues con este furor por hacer desaparecer cualquier cosa  que tenga que ver con el largo tiempo de la dictadura, es como si se tratara de negarla, poniéndole un  velo, y así  va a perderse justamente la memoria de ésta,  logrando lo contrario de lo que se pretende. La laureada allí arriba,  a estas alturas, más de cuarenta años después, cuando el escultor puso ese signo  porque era la realidad del momento, debiera ser un detalle del que sacar enseñanzas, y algo útil para explicar el pasado, lo mismo que los impactos que el palacio muestra más abajo, son recuerdo del bombardeo de Pamplona en  la guerra, y el otro frontón, en la fachada frente al Gayarre,  con su imagen alegórica coronada de república, signo de aquel régimen. En cierto modo estamos, como me dijo alguien, ante un parque temático, al que habría que sacar partido.  Es posible quitar todo rastro de aquella época, pero no obviar lo que fue Navarra,  su aportación a aquella guerra, los miles de voluntarios, los sacrificios y los muertos de uno y otro lado. Romper la obra de Orduna, para tener que explicar luego que antes ahí había otra cosa. 
(Publicado Diario de Navarra 22 febrero)

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