lunes, noviembre 07, 2016

Baroja

Aguas de Menorca. Garcus.
Cuando volvía a casa, después de escuchar una conferencia sobre Baroja, muerto hace 50 años, recordé a J., una de las personas más generosas que he conocido, y aquella vez en que, tras una desgracia impeorable, como dijo alguien, nos invitó a su casa de Menorca, y allí, después de pasarse todo el día trajinando de aquí para allá, asando en la barbacoa pimientos y berenjenas, hinchando la barca, yendo a Mahón a por pescado, sopesando una langosta de Fornells, dando órdenes, navegando, pelando gambas, finalmente se iba a la cama, donde él caía redondo y los demás descansábamos,  pero a la mañana siguiente siempre  era el que amanecía primero, y por mucho que yo madrugara para tratar de ganarle, cuando salía al porche lo encontraba allí sentado frente al mar, mirándome por encima de la gafas con un libro de Baroja sobre las rodillas, al que volvía enseguida, después de sonreírme, como si le hubiera interrumpido,  mientras el sol comenzaba a subir en el cielo impoluto. Recuerdo un  día lluvioso en el que  dimos un largo paseo por la isla, entre aromas de manzanilla y pino, y otro día que pasamos a la tarde junto a un chalet y vimos a los componentes del grupo Deep Purple, a quien yo había escuchado con furor en mi juventud, sobre todo aquel disco “Made in Japan”, que todavía retumba en mi cabeza, arrastrándose  a duras penas por el  jardín.   Recuerdo muchas cosas de aquel viaje: las risas y los silencios, la botella de ginet,  la luna a la noche reflejada sobre el agua,   pero sobre todo recuerdo  la imagen de J en el jardín,   bajo la luz azulada del amanecer, atrapado por la prosa desmayada de Baroja que  lo mismo presenta a  un tipo en dos brochazos, que dice de una calle que era larga y olía a pan, y con eso basta; le veo  allí  leyendo tranquilamente mientras la casa duerme y el día espera;  veo cómo levanta la vista,  mira a lo lejos  y vuelve enseguida al libro -si junto a tu jardín, dejó dicho Cicerón,  tienes la biblioteca, lo tienes todo- y  si pudiera elegir un momento o pensar en la felicidad, no  se me ocurriría algo  mejor.
(Publicado Diario de Navarra 14/XI)

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