La noticia de moda es que, según todos los indicios, Freud tenía razón. Mal asunto. Lo leí en el suplemento dominical, que traía una foto del viejo maestro en portada, con alabanzas de especialistas e ilustres neurólogos. Al final va a resultar que el complejo de Edipo sale en las radiografías. Lo he visto también en el propio diario El País, que dedicó nada menos que un editorial a reivindicar el psicoanálisis frente al resto de tendencias más biologistas imperantes en la psiquiatría. Es sorprendente que un periódico haga una cosa así. Puede que el siguiente editorial sea sobre la corrección de la teoría del big bang. En todo caso cuando uno alaba al psicoanálisis, el propio psicoanálisis sospecha que en el fondo lo que hay es un intenso rechazo. El psicoanálisis es así de tiquis-miquis. No se fía de las palabras, sino que trabaja con ellas. Se las toma muy en serio, pero nunca al pie de la letra. El psicoanálisis ha vivido mas o menos en los márgenes de la ciencia, y se ha expandido hacia la filosofía, la estética, la literatura, el cine y la vida cotidiana. Hoy todos somos freudianos, aunque sea de forma frívola o trivial, lo mismo que somos católicos, evolucionistas o grecolatinos: porque vivimos en esas categorías que flotan en la atmósfera cultural y en las palabras que nos van modelando. En general, son las palabras las que hablan por nosotros. El caso es que la ciencia había puesto todos sus peros a Freud cuyas teorías eran exageradas e indemostrables, y sus tratamientos largos, inocuos y caros, y lo había mandado con la homeopatía y otras especies sospechosas afuera, donde hace frío y se está en compañías poco recomendables. No me parece lógico que ahora empiece a recular. Mal asunto. La poderosa ciencia ha avanzado mucho pero no ha logrado desterrar el malestar. Al contrario. Escuchar ese malestar sin prometer nada y sin prejuicios era el cometido de Freud y su enseñanza.
(Publicado en DN 15 de mayo)
1 comentario:
Bueno tenía razón, pero no toda la razón, eso es evidente.
saludos
Publicar un comentario