sábado, mayo 27, 2006

La Mancha

Estuve leyendo la Vanguardia en el Alaris a Albacete, apuntando en el margen los nombres de algunos pueblos por los que pasaba el tren a todo tren. Villarobledo, Villacañas, Alcazar de San Juan, Campo de Criptana. Poco después de éste, leí un artículo de Quim Monzó en el que se despachaba agusto contra Eto'o. Un tío chulo, un malas pulgas, decía. Daba además la razón a los aficionados del atleti que le pitaron y cantaron por haber escupido a un jugador. Eto'o no puede escudarse en ser negro para hacer lo que quiera, venía a decir. No puede hacerse la vítima cuando es el el agresor. Una interesante cuestión esta de la victima y el agresor. Los negros, entiendo, también pueden ser agresores.
Desde la ventanilla del tren vi una laguna con flamencos (en la Mancha), una salina, muchas viñas. Es preciso seguir bebiendo vino, me dije, ayudar a esta industria sin la que el campo se llenaría de polvo y de tristeza. Apunté el lugar exacto de los Flamencos, y pensé que si lo contaba a I. no se lo iba a creer. Nunca se cree lo que cuento de mis viajes, cree que me lo invento todo, ni siquiera esta seguro de que he viajado a Albacete, piensa que todo son figuras literarias.
En Albacete, a donde acudí, digamos, a cambiar de navaja, coincidí con tres colegas de Bilbao que habían obviado el tren y habían venido en avión a Alicante y luego en coche. En Alicante fueron a tomarse un arroz caldoso con bogavante, y antes pidieron dos platos para picar los tres, pero enseguida se miraron y, qué leche, pidieron tres entrantes y no dos, pero como entre los tres tenían verdadera hambre, que coño, pidieron CUATRO entrantes para los tres, ¿pasa algo? A mí me parece que una cosa así no me la he podido inventar. Creo que I. debe tomar esto como una prueba de que mis viajes son estrictamente verdad.
Por mi parte les pregunté sobre el arroz caldoso, el tamaño del bogavante y el precio y todo, a juicio de mis colegas, era más que aceptable y el precio mucho más económico que en Bilbao. No creo que en Bilbao sea posible comer una arroz caldoso con bogavante les dije, y ellos tuvieron que reconocer a regañadienets que yo tenía razón. Luego les pregunté si eran del atleti. Lo eran.
Pese a eso seguimos por ahí , fuimos al Portón (otra prueba de que estuve en Albacete) y uno de ellos comenzó a hacerme confidencias. Me dijo que había estudiado en un colegio del Opus pero que ahora era ateo. Pensé en preguntarle si una cosa tenía que ver con otra, o tal vez lo pienso ahora. A la hora de pagar sacamos los dos sendos billetes de 50 euros, pero el camarero no dudó y cogió el suyo. En cierto modo vi que desde ese momento desconfiaba. Hablamos un poco más, de responsabilidad en la construcción.
Al día siguiente dimos una batida (visual) por el campo al caer la tarde. Vimos muchos conejos y bastantes perdices. Al parecer en esa finca vino a cazar una vez Bush. Bush padre. En un momento dado ví un gran campo de amapolas blancas. Eso es adormidera, dije. De ahí se saca el opio. El opio del pueblo, no te jode. Les asegué que era verdad. Parte del opio con el que nos dormirán al final será de Albacete. En una alqueríaa compramos un queso manchego. Por la noche lo metí en el mini bar de la habitación para evitar olores.

1 comentario:

José María Romera dijo...

Decía Benet que a la entrada de Albacete hay un establecimiento con el rótulo de "Navajas Martínez" y a la salida otro que se llama "Cuchillos Sarrión". A A.M.S., que es de Albacete, no le hacía mucha gracia. He leído con gusto tu crónica, Pedro, pero ¿qué se te ha perdido en Albacete?

Un saludo