Vila Matas dijo en Segovia que entre leer y escribir, él elegiría leer escribiendo, que sus libros, su manera de escribir, es una manera de leer a sus autores favoritos, a los libros de su biblioteca secreta. Entre sus libros favoritos, citó los diarios de Kafka y el Libro del desasosiego de Pessoa. Los diarios de Kafka tienen mucha gracia, dijo un Vila Matas muy serio, embutido en un elegante traje negro.
Tal vez por la mención a Kafka, en el turno de preguntas hubo alguien que desde el fondo de la sala se dirigió a los cinco autores que junto a Vila Matas ocupaban el escenario, para decirles que era muy difícil llegar hasta ellos, que antes de ellos había que leer a una legión de autores ya desaparecidos, un montón de obras inapelables. En lugar de experimentar con dudosas novedades, vino a decir, mejor apostar por lo seguro y leer a los consagrados.
Esta intervención produjo un tenso silencio en la sala y alguna risita. El moderador balbució alguna protesta diciendo que entre los autores presentes estaban los consagrados del futuro. Es difícil, en cualquier caso, saberlo. Vila Matas, desde el escenario, tomó la palabra. Su sentido del humor tiene poca gracia, le dijo al espectador. Sin lugar a dudas es un humor muy distinto del de Kafka. En toco caso yo no pienso morirme para gustarle a usted.
miércoles, septiembre 27, 2006
viernes, septiembre 15, 2006
Mi casa
He recibido el catálogo de Ikea 2007, la publicación de mayor tirada del mundo, incluida la Biblia. Ikea, por cierto, también quiere convertirnos y cambiar nuestra vida (y de paso vendernos todo tipo de muebles y tazas que no gotean etc). El capitalismo nos ha llenado de objetos, pero ahora el objeto es lo de menos, lo importante para decididse por un producto es la idea, el concepto. Lo que hoy nos vende una marca no es una cosa, sino un proyecto para cambiar nuestra vida y nuestro mundo, dado que la política ya ha renunciado a ello. De hecho, basta ver que en los anuncios no sale ya la cosa que se pretende vender, eso está anticuado. Pero este anuncio, ¿de que va? es la pregunta del millón. Nokia, por ejemplo, no es tanto una empresa de teléfonos, como un ente empeñado en que la gente se comunique, (connecting people), así como BMW y compañía saben que nos gusta conducir pero lo que nos venden es la posibilidad de ser libres, que es el objetivo para el que se crean los coches, al menos mientras duran los puntos del carnet. Ikea, por su parte, lo que quiere es que nos quedemos en casa, que evitemos el agresivo mundo exterior. La vida, nos dice, no depende de grandes cosas, sino de ese pequeño mundo que llamamos “mi casa”. “Estas tan ocupado, que te has olvidado de lo bien que te sienta estar en casa”. Allí, en casita, según esta multinacional tan amable cuyo directivos van sin corbata y con pinta de ONG, es donde tu puedes ser “tú mismo”. Ser uno mismo quiere decir quedarse en casa, disfrutando del dormitorio Vinstra, tomado algo en la bandeja giratoria, y tumbándose en un sillón zen diseñado por Nakamura. ¡Todo el mundo a casa! Si lo dice Ikea y lo propaga por el mundo entero, por algo será. Se acabó tanto salir por ahí. Quedarse en casa es ahora lo que mola. Viva la república independiente de tu casa. Pienso en ese psicópata que tenía en casa recluida a la niña, y me da un escalofrío. La rebelión al final va a ser el pequeño comercio, tirarse a la calle y volver a la Biblia.
(Publicado en DN 11-9-06))
(Publicado en DN 11-9-06))
jueves, septiembre 07, 2006
Miguel D´Ors
Cruzado ya el ecuador de la cincuentena, dice Miguel D´Ors al comienzo de su libro "Sol de noviembre", el poeta se aproxima al pálido umbral de la vejez. Señores, he aquí un poeta. Tal vez haya tenido que llegar hasta ese pálido umbral casi solo, sin alharacas, sin aplausos, sin palmetadas en la espalda, sin respaldo de despachos, sin estar a la moda, sin ditirambos ( usemos por una vez palabras como flores exóticas) pero hagámosle hoy por fin una fila apretada e inclinemos la cabeza a su paso, porque, aun cuando el umbral ese lo veo un poco mas lejos, (no mucho) el llegar hasta aquí me ha enseñado que es difícil hallar un poeta, leer un poeta. Un poeta es el que vuelve a crear el lenguaje, el que evita que mueran las palabras. El que hace el boca a boca a las palabras. ¡Ah, Miguel D´Ors! desde aquí, desde la oscura Pamplona, leemos:
y nos resuena enseguida, aunque estemos todavía en septiembre, la palabra broncos, como si fuera un adjetivo demoledor, o lo bronco fuera nuestra seña de identidad, o un dardo lanzado desde la dulce Galicia.
Pero también aquí, una mañana, en el café cotidiano del Sario, Ricardo me habla de pronto de ese Sol de noviembre, que el también ha visto brillar, de la propensión del poeta a ser más de uno, a los yoes dentro del yo, y yo, yo mismo, recuerdo al poeta enamorado que baja del coche descapotable, al hombre que en la Oración por nosotros, los de siempre, está a punto de intuir que el peor pecado, como por otra parte sabe, es el pecado de los buenos.
Saludo a Miguel D´Ors y lo propongo de candidato en este tiempo de candidatos a algo: a gran birloque, a vate menor, a gran iluso, a poeta maduro, a ministro plenipotenciario. Propongo a quien proceda que lo traiga para que el poeta hable, lea sus poemas, se len impongan medallas, aunque sean virtuales, aunque estén gastadas como las mismas palabras que han de pasar por la uvi, gastados (o no) como lo pueden estar un hombre y una mujer después de la locura de mil besos.
Después de tantos años, otra vez
bajo los cielos broncos
del diciembre navarro
y nos resuena enseguida, aunque estemos todavía en septiembre, la palabra broncos, como si fuera un adjetivo demoledor, o lo bronco fuera nuestra seña de identidad, o un dardo lanzado desde la dulce Galicia.
Pero también aquí, una mañana, en el café cotidiano del Sario, Ricardo me habla de pronto de ese Sol de noviembre, que el también ha visto brillar, de la propensión del poeta a ser más de uno, a los yoes dentro del yo, y yo, yo mismo, recuerdo al poeta enamorado que baja del coche descapotable, al hombre que en la Oración por nosotros, los de siempre, está a punto de intuir que el peor pecado, como por otra parte sabe, es el pecado de los buenos.
Saludo a Miguel D´Ors y lo propongo de candidato en este tiempo de candidatos a algo: a gran birloque, a vate menor, a gran iluso, a poeta maduro, a ministro plenipotenciario. Propongo a quien proceda que lo traiga para que el poeta hable, lea sus poemas, se len impongan medallas, aunque sean virtuales, aunque estén gastadas como las mismas palabras que han de pasar por la uvi, gastados (o no) como lo pueden estar un hombre y una mujer después de la locura de mil besos.
miércoles, septiembre 06, 2006
Vida fija
6.300 personas, informa este Diario, optan a 256 plazas de auxiliar administrativo del Gobierno de Navarra. Yo ya tengo una plaza, declara un joven al periódico, pero prefiero las del gobierno porque puedes moverte de una a otra. He ahí el ideal de movilidad y el objetivo laboral y vital con el que sueñan buena parte de nuestros jóvenes: un puesto de funcionario en el gobierno para poder quedarse en casa con un trabajo para siempre (aunque pueda no ser apasionante). En un mundo en que ya casi nada es permanente ni fijo; ni el matrimonio, ni la política, ni la cotización de la bolsa, ni las dioptrías, ni el clima; en un mundo globalizado que se basa en la circulación de personas, ideas y mercancías, nada puede competir con el ideal de supervivencia de nuestros abuelos: un puesto en Diputación. He aquí una comunidad con tres universidades, con el mayor presupuesto por habitante de gran parte del globo, con la generación mejor preparada de la historia, que podría circular sin complejos por el mundo o emprender proyectos en su tierra, pero lo que la gente ambiciona es un puesto de auxiliar para ir ascendiendo poco a poco, sin tener que trabajar por la tarde ni dejar de ver Osasuna los domingos. Mientras tanto, el tendero de la esquina, que quiere jubilarse, no encuentra a nadie para traspasarle el negocio. La tienda funciona, pero él no puede asegurar que lo hará toda la vida. El negocio está bien, pero hay que atenderlo, discutir con el banco, bregar muchas horas, y hacer muchas cuentas. Algo muy estresante y poco seguro, con lo que, a la postre, solo se ha atrevido un inmigrante. Alguien con la fuerza, la ilusión y el deseo de salir adelante que nosotros ya hemos perdido. Navarra, dicen, se juega en este momento su futuro, su ser o no ser, entre el conformismo y el desinterés de gran parte de la población. Al final ganará el que ofrezca el puesto fijo.
(Publicado en DN 4-8-06)
(Publicado en DN 4-8-06)
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