Vila Matas dijo en Segovia que entre leer y escribir, él elegiría leer escribiendo, que sus libros, su manera de escribir, es una manera de leer a sus autores favoritos, a los libros de su biblioteca secreta. Entre sus libros favoritos, citó los diarios de Kafka y el Libro del desasosiego de Pessoa. Los diarios de Kafka tienen mucha gracia, dijo un Vila Matas muy serio, embutido en un elegante traje negro.
Tal vez por la mención a Kafka, en el turno de preguntas hubo alguien que desde el fondo de la sala se dirigió a los cinco autores que junto a Vila Matas ocupaban el escenario, para decirles que era muy difícil llegar hasta ellos, que antes de ellos había que leer a una legión de autores ya desaparecidos, un montón de obras inapelables. En lugar de experimentar con dudosas novedades, vino a decir, mejor apostar por lo seguro y leer a los consagrados.
Esta intervención produjo un tenso silencio en la sala y alguna risita. El moderador balbució alguna protesta diciendo que entre los autores presentes estaban los consagrados del futuro. Es difícil, en cualquier caso, saberlo. Vila Matas, desde el escenario, tomó la palabra. Su sentido del humor tiene poca gracia, le dijo al espectador. Sin lugar a dudas es un humor muy distinto del de Kafka. En toco caso yo no pienso morirme para gustarle a usted.
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