martes, junio 10, 2014

Podemos



A Felipe González no le gusta “Podemos”, y ha  alertado de que una alternativa bolivariana –algunos dirigentes de ese partido tienen corazón chavista- sería una catástrofe, porquen los  programas utópicos y maximalistas al final terminan repartiendo pobreza. No me gustaría tener decir con el tiempo que ya  lo advertí, ha advertido sin embargo Felipe  que, como hombre de izquierdas, recela del izquierdismo.  “Podemos” ha hecho daño a Psoe y a IU, y no se sabe si es un síntoma pasajero, una fiebre que se curará para las próximas elecciones o la aparición de algo nuevo, mas fresco, capaz de recoger y encauzar el descontento social hacia alguna parte, pero al escuchar a Felipe, me he acordado de la reciente entrevista del Follonero a Mujica, el presidente de Uruguay, al que visitó en esa chacra destartalada en pleno campo que se ha hecho famosa,  con  su perra coja, su cortejo de gatos, el sonido del bandoneón de fondo.  El viejo Mujica habla allí de muchas cosas, con sus ojos brillantes y traviesos a ratos,  un hombre al que el tiempo ha dado una extraña lucidez, a la vez entusiasta y descreído, pero consciente de los límites de las cosas que pueden hacerse.  No es mucho lo que podemos, viene a decir, pero hacer algo merece la pena. Como Felipe, desconfía de la utopía y su objetivo cuando deje el gobierno  sería hacer una escuela de oficios en un campito cercano. La sobriedad, en el fondo, es su programa vital. Cuanto más tienes, más necesitas y más tiempo pierdes, es su mensaje.  Pobres, dice, son aquellos que necesitan mucho. Con este ideario, tal vez imposible en el disparatado mundo de hoy, parece querer retornarnos a un mundo de hace años, cuando todavía no nos gobernaban las fuerzas que hemos desatado, sino que las gobernábamos más o menos.  Ante el Follonero, Mujica explica que la patología conservadora es caer en lo reaccionario, en la vuelta atrás, mientras que la de la izquierda sería caer en el infantilismo, que para él no es sino la confusión permanente de los deseos con la realidad. Lúcido, el viejo.
 (Publicado DN 2 junio)

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