martes, septiembre 09, 2014

Politica

La lección más importante para un político es ésta: demuestra que realmente deseas la victoria. Si no es así, se va a notar y la gente no va apoyarte. Es parte de los consejos –es ahora momento-  que lanza Michel Ignatieff, un importante pensador político que, contra toda cautela, aceptó la propuesta de lanzarse a la piscina y cambió las aulas de Harvard por la lucha por la nominación como candidato del partido liberal de Canadá.  Ignatieff cuenta en su libro “Fuego y ceniza” como aceptó probar la política de verdad,  algo que solo había visto desde la barrera, y que es lo que se encontró: un mundo frenético, sin vida privada; una mezcla de vértigo y vanidad en que debes cuidar lo que haces y dices, donde serás mal entendido y peor juzgado, y donde nunca debes perderte en explicaciones ni mucho menos quejarte sino encajar y pasar a la ofensiva y donde  si eres muy afortunado, al final conseguirás vengarte. La política, para Ignatieff, es una mezcla de voluntad y suerte, y requiere una fortaleza, un tesón y una habilidad especial, que hay quien tiene y quién no.   Lo principal  del político es el manejo del tiempo,  el adaptarse  a sus cambios continuos e impredecibles y sacarles  partido. Lejos de sutilezas  académicas, aquí hay que decidir ya, a veces casi sin información sobre cosas que afectan  a miles, y tener el olfato  para  saber si el tiempo de una determinada idea ha llegado o no. Por lo demás, tener buenas propuestas está muy bien pero, como comprobó Ignatieff, el contrario puede desbaratarlo todo si logra llevar las cosas a otra parte. En su caso, por ejemplo, al sembrar la duda sobre su idoneidad  por haber vivido muchos años fuera,  en EEUU.  Puede que sea injusto, pero es política.  Algo  que no se puede hacer sin ideas,  pero para lo que ellas solas no sirven. Al dejar de contemplar la política desde fuera y  bajar a la arena,  probó la medicina que antes impartía y se convirtió en alguien distinto, en el fondo más comprensivo.  Su conclusión es de un gran respeto por  la política democrática, esa cenicienta, de su gran dificultad y del valor que requiere.
(Publicado DN 8 septiembre).

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