Los intentos para lograr un acuerdo entre UPyD y Ciudadanos, con el fin de ir juntos a las elecciones y presentar una oferta común y más atractiva, una “tercera vía” frente a los dos grandes partidos y el ascenso –más bien terremoto- de Podemos, parece que no han prosperado, más bien han terminado con un sonoro portazo donde ambas partes se acusan de no querer en realidad el acuerdo y de actuar para la galería. Más que un intento real de acercamiento, parece una cuidada escenificación para que ambos puedan decir que la culpa es del otro. Tanto UPyD como Ciudadanos nacieron como respuesta frente a la vieja política: la de los dos partidos dominantes convertidos en maquinas de poder y desgastados por las experiencias de gobierno y la corrupción. Frente a esa vieja política, que es una distinción que Ortega ya hizo hace ahora 100 años, en su famoso discurso del teatro de la Comedia, llegaba el momento de esta nueva política de la mano de dos formaciones nuevas, limpias de polvo y paja, forjadas en la resistencia política en el País Vaco y Cataluña, una alternativa de regeneración, modernidad y autoestima nacional. Sin embargo esta propuesta no ha cuajado, sino que ese espacio ha sido ocupado por Podemos, ese “todo a cien” de la política, como lo ha bautizado alguien, que les ha adelantado por la izquierda como una exhalación. El partido de Iglesias resulta mucho más atractivo en estos momentos como arma arrojadiza frente a la vieja política, que las sutilezas y la marcha lenta de esta tercera vía, que no es vista como alternativa suficientemente justiciera. Hemos venido para cambiar la política, le oí hace tiempo a Irene Lozano, dirigente de UPyD, intelectual eminente, pero ha pasado el tiempo y parece que al final es la política la que termina cambiando al que llega a ella, aunque sea cargado de buenas intenciones. La despedida de Sosa Wagner, harto de las maneras mostradas por la dirección de UPyD ante sus discrepancias, fue un aviso. Que ahora dos partidos tan parecidos en sus programas y objetivos, sean incapaces de sumar, cuando resultaría tan necesario, suena mucho a política de la vieja.
(Publicado DN 24-XI)
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