lunes, noviembre 03, 2014

Trías

La Unión de Bancos Suizos, entidad en la que según El Mundo el alcalde de Barcelona, el convergente Xavier Trías, tenía una cuenta con 1,4 millones de euros ha certificado que el susodicho  nunca ha tenido cuenta bancaria en ese banco. El periodo de conservación de datos es de diez años. Ya desde que apareció la noticia, Xavier Trías reaccionó de forma fulminante y anunció una querella, explicando a quien quisiera oírle que nunca había tenido dinero fuera de España y que la información no era cierta. No era el mejor momento, desde luego, para andarse con desmentidos y sutilezas, en una semana en que a los descubrimientos de las cuentas y manejos de Oleguer Pujol, se sumaba en Madrid la  operación púnica y el descrédito de la clase política alcanzaba su cota máxima. Sin embargo, para quien estuviera atento, había datos que hacían sospechar que la protesta de Trías podría estar justificada. Javier Chicote, periodista del ABC  que investiga asuntos de corrupción, escribió que tenía hace tiempo informes sobre la supuesta cuenta de Trías, pero que no los publicó porque  no estaba seguro.  Desde Cataluña, por otra parte, se acusó al propio ministerio del interior de haber filtrado la noticia,  como un intento de neutralizar el proceso secesionista catalán, que cada día escribe un capítulo más confuso.  Mientras la semana pasada Trías intentaba demostrar su inocencia, iban desfilando ante el juez los implicados en la trama púnica, seis de los cuales salieron libres sin cargos, lo que apenas encontró eco en los medios. Sería ridículo negar la trascendencia de la corrupción, pero esta barra libre contra los políticos que lleva a  condenarlos siempre y por adelantado es muy peligrosa. Lo peor del comunismo, dijo alguien, es lo que viene después. Lo que trae después la corrupción puede que también lo sea. Estos días se recuerda con razón los paralelismos de nuestra situación con la italiana en los años 90, cuando la actuación judicial contra los políticos corruptos, la tangentópolis, hundió a los grandes partidos sin que existiese una alternativa y produjo una frustración que trajo a Berlusconi para mucho tiempo. Que miedo da todo.
(Publicado Diario Navarra 3/XI/2014)

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