martes, septiembre 29, 2015

Agua

Entré en el agua del mar, para despedirme del verano, y como  estaba tibia y clara  me dejé llevar boca arriba, viendo el sol en el cielo extendido como un paño azulísimo, y luego me di la vuelta y nadé un poco a crawl, y de nuevo bocarriba entrecerré los ojo y vi enfrente la mole alargada del monte Jaizkibel, los barcos de vela que volvían a la bahía al final de la tarde, y para cuando me di cuenta me había alejado bastante y no había nadie alrededor, así que intenté volver alternado braza y espalda, no exactamente apurado, pero sin tenerlas toda conmigo, hasta que por fin llegué a la orilla, donde debía sentirme aliviado, pero no fue así,  porque enseguida comprobé que aquel  no era el lugar por el que había entrado hace rato y allí no estaba  la toalla y la  mochila donde, al haber venido solo, había dejado mis cosas: las llaves del coche, el dinero, los carnets, así que eché a andar hacia un lado, pero enseguida di la vuelta y fui hacia el otro, rabioso de no haber tomado una referencia clara, y noté que el sol se había ocultado ya tras el monte, que ahora me parecía oscuro y tétrico, y empezaba a hacer fresco, la mayoría de la gente había desfilado ya, y lo cierto, me dije rabiando,  es que mis cosas no aparecían por ningún lado, lo que me hizo tragar saliva, pues no sabía que hacer allí, inerme en traje de baño, y en ese momento me dio por pensar en los refugiados que llegan a la playa sin  nada, felices de haber llegado a tierra,  y son recibidos por un tipo con  chaleco y una manta, y pensé que yo tendría que salir ahora en busca de alguien así,  encontrar un alma caritativa en el paseo que me dejara llamar por teléfono, o un gendarme que me auxiliara o me confundiera con un sirio que ha llegado al océano equivocado, y dando tumbos pasé junto a un gran pez que hay allí en  la playa, y justo a su lado, en un sitio en que juraría no haber estado antes, estaban mis cosas en un montón, como si fueran las de un ahogado: los pantalones en un bolo, la mochila intacta con todas las cosas: esas que son las que hace de mí lo que soy, sin las que apenas soy nada, pensé, salvo un cuerpo vagando con pesar por la arena.
(Publicado DN  28 septiembre)

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