lunes, diciembre 09, 2019

Amarillo

Durante la última semana las hojas de los árboles se han vuelto rabiosamente amarillas, y ahora han comenzado a caer llenando el suelo de una alfombra de oro que todavía persiste, porque este año, a diferencia de otros, todavía no ha pasado la brigadilla con el cañón de aire que las reúne y se las lleva como un ladrón de bancos. “Fíjate su serán ricos aquí”, escribió un inmigrante africano a su casa desde Pamplona, “que pagan a gente para retirar las hojas que caen de los árboles”. De todos nuestros dispendios, este es el que más le impresionó. La ciudad está amarilla estos días y de pronto, por contraste, me ha venido el color rojo de la Rioja  que vi el año pasado justo por estas fechas: las viñas  sin podar tras la vendimia, los sarmientos largos, las grandes hojas marchitas dando un tono rojizo, sangrante, al paisaje. Todo era rojo. La Rioja es ya el vecino modesto que nos da envidia. Allí todo parece más sencillo, sin el empeño repetido de poner en cuestión nuestro propio ser, sin la greña política que huele siempre a agravio y conflicto. Sin tener que negociar con Bildu los presupuestos.  Hace poco vi un mapa de España donde La Rioja aparecía como la única comunidad donde en 10 años no ha habido un solo caso de muerte por violencia machista. Es una comunidad pequeña, cierto, pero también lo son Cantabria, o Navarra y no lo hemos conseguido. Esto es una anécdota, pero es claro que la Rioja es otra cosa: una comunidad que no saca pecho, que no quiere ser más que nadie, que no pretende ser una nación o arrogarse no se sabe qué derechos. Un lugar donde hacen un buen vino, y donde se escribió por primera vez el castellano, rodeado de vecinos poderosos. En cierto modo es como Portugal.  Si hubiera que soñar un país distinto, reorganizarlo -puesto que cambiar el mapa y trocearlo es el auténtico asunto político de nuestro tiempo- habría que unir primero España con Portugal, como soñó Pessoa, para dulcificarnos un poco y luego Navarra y La Rioja, sin meter ruido, para hacer una comunidad con todo los colores; el verde, el amarillo y el rojo; el lugar de largos otoños de fuego y oro,  donde se sigan salvando  todas las mujeres.

1 comentario:

Gregorio Luri dijo...

Plas, plas, plas,