miércoles, junio 21, 2006

EL VALOR DE UNA VIDA

Hoy juega España (pan comido), juzgan a Txapote por el crimen de Miguel Angel Blanco (hace años, un tiro en la nuca, la gente lloraba) , Cataluña hace cuentas del Estatuto (el caso es hacer cuentas) y en Pamplona todavía queda, colgando de las farolas, algún cartel del congreso que los geriatras, a pesar del calor, celebraron en el Baluarte bajo el lema de “el valor de una vida”. La vida termina siendo, con suerte, competencia de la geriatría. La vida, como dice la canción, no vale nada y está muy bien que alguien, desde las farolas, nos invite a mirar al sujeto concreto, más allá de los porcentajes y las generalizaciones de la política y la ciencia, y señale hacia el hombre como un ser irremplazable, un haz de sentimientos, de dolencias, de sucesos, una historia. Hoy en la tele, antes del partido, veremos tal vez de nuevo al acusado (la gente lloraba) dando despectivamente la espalda al tribunal y charlando para matar el tiempo. El poco valor de una vida. Luego, el equipo español confirmará su buen momento ante los ingenuos saudís. A Zapatero volverán a salirle bien las cosas: nadie se aclara bien con los estatutos, la financiación, el endeudamiento de las familias y la lengua vernácula pero si España vuelve a golear es seguro que no va tan mal. Ya se sabe que los equipos nacionales son un fiel reflejo del país. Serbia, por ejemplo, se duele de la deserción de Montenegro y ha sido goleada por la potente Argentina. Con razón el novelista Gándara, que hoy nos visita en el Museo, dice que Argentina sale al campo con el psicoanálisis hecho: sin angustia y sin presión extra. Algo así es lo que nos han predicado los geriatras en su congreso: el tomarse las cosas con cierta distancia, sin angustias, el intentar ser feliz, es lo que alarga la vida. Y eso, doctor, ¿cómo lo hago.) La geriatría no tiene respuesta para eso. Nadie tiene respuesta para eso. De momento, al menos que el niño Torres esté en plena forma.

(Publicado en DN el 19-VI-06)

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