miércoles, junio 14, 2006

Maleta

En el gran hotel de Albacete estuve hablando con un abogado de Algeciras que era uno de esos sujetos que uno se encuentra muy raramente, un tipo con un extraordinario talento narrativo, es decir, alguien que aunque en general cuente historias triviales (he venido conduciendo de Sevilla a Albacete, p. ej) lo hace con una gran encanto, sabiendo dosificar la información, crear suspense, incitar interés donde aparentemente no lo hay, cambiar de pronto el foco. (El viaje, en el fondo, escondía dentro el relato de la noche anterior en Sevilla, como una ostra esconde a veces una perla). Este hombre, en la interminable cena del Gran Hotel, con su cambio de tenedores y sus distintas copas de vino (siempre me digo demasiado tarde que no debería haber bebido blanco) me contó varias historias. En una de ellas, muy larga, a su hijo le robaban el equipaje de mano en la estación de Atocha cuando iba acoger el Ave, con la cartera del dinero y el ordenador portátil. El portátil era un regalo que el abogado había hecho a su hijo hacía poco. El chico estaba sin blanca, sin BILLETE, sin ordenador y sin movil, en la estación de Atocha, en el inicio de la Semana Santa.
Cuando una historia es buena, uno vislumbra varias líneas de continuidad, todas prometedoras. El abogado eligió una en la que el chico escarba en el bolsillo y encuentra unas monedas con las que llama a su padre, quien en ese momento, recién llegado a casa, se está quitando la corbata para tirarla a la pisicina. Por mucho que este hombre se indigne y proteste en el teléfono, no tiene nada que hacer. Sabemos empáticamente como padres, y el narrador experimentado nos lo transmite simpelmente con una triste sonrisa, que no solo hará el viaje hasta Madrid y volverá con el chico, sino que pese a sus mas firmes propósitos acabará comprando un nuevo ordenador y un móvil, que salve a su hijo del ostracismo social y de la incomunicación y lo retorne al mundo de los vivos.

No hay comentarios: