jueves, diciembre 07, 2006

Perfecto


Escuché a un escritor que decía que es difícil ver una película perfecta, pero que sí es posible encontrar una novela casi perfecta. Le pregunté cual, por ejemplo, y me dijo que Herzog, de Saul Bellow. Siempre que se habla de algo bueno, pensé, hay un judío por medio. Fui a buscar la novela de Herzog y de paso comprarme unos calcetines de hilo en unos grandes almacenes y allí me encontré con un conocido al que yo había oído despotricar muchas veces contra esos almacenes, quien se apuró mucho al verme y me dijo que estaba allí por casualidad. Personalmente, le dije, no creo en las casualidades. Mientras buscaba Herzog entre los libros de bolsillo, pensé que alguien debería inventar un sistema que pitase cada vez que hacemos lo contrario de lo que decimos. Algo así nos permitiría progresar de verdad o al menos salir de una vez de dudas. Sería un sistema perfecto. Cuanto mayor fuera la incongruencia, entre lo que se predica y lo que se practica, mayor pitido. Personalmente estoy muy harto, me dije buscando a Herzog, de los grandes sermones y de las iniciativas piadosas que no comprometen a nada; de quien ensalza por ejemplo la escuela pública y luego lleva sus hijos a la privada, por no hablar de quienes exigen rotulación y notificación en euskera, pero lo hacen en un sonoro castellano, o quienes hemos visto oponerse a una obra pública y hacer negocio a su costa, rasgarse las vestiduras en unos casos y ser mas comprensivos en otros. Una novela perfecta, pensé sopesando ya el libro en la mano, debe reflejar la naturaleza humana, hecha de cosas rastreras, de personajes que hacen lo contrario de lo que dicen pero que a veces son capaces de buenos aciones y de esfuerzos heroicos. Una obra perfecta, pensé, refleja siempre una vida imperfecta, y esta intuición, lograda mientras bajaba por la escalera mecánica, me animó mucho. En casa deposité el libro sin abrir sobre la mesa, me quité los zapatos y me puse los calcetines de hilo como si fuera a acudir a una fiesta. Enseguida noté que me quedaban perfectos.


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