Stephen Hawking es un héroe de nuestro tiempo, un superviviente contra todos los pronósticos de la ciencia y a la vez un científico que pretende explicarlo todo con una teoría escueta y bella, una formula en la pizarra que proporcione respuesta cualquier pregunta, o eso dice la película “Teoría del todo”, que cuenta parte de su vida y que no va, en realidad, sobre ciencia sino sobre el amor, algo que tampoco cabe de momento en una fórmula. Que Hawking sea una mente maravillosa habitando un cuerpo desmoronado en una silla de ruedas, parece la imagen del triunfo de la mente sobre el cuerpo, la prueba de que aquella no necesitaría en realidad del viejo cuerpo, con sus achaques y apetencias, sus impulsos contradictorios y su decadencia; una manera de decir que lo importante es la mente y no la carne, algo que ha sido común en nuestra cultura, pero al ver la película se ve hasta qué punto es complejo el juego entre ambos, cuerpo y mente, no en vano la parálisis de Hawking viene de un fallo de la neurona motora, que no manda sus órdenes a los músculos, por lo que el cuerpo no puede hacer movimientos voluntarios como andar o hablar, pero sí involuntarios, automáticos, no pensados, podemos decir, con lo que Hawking, en realidad puede moverse siempre que no lo haga voluntariamente, sus órganos funcionan, y por eso es capaz de actividad sexual, por ejemplo, lo que es una extraña ironía, como si el cuerpo solo funcionara si la mente no se inmiscuyera y permaneciese al margen; en realidad puede que el cuerpo gane siempre a la mente, basta un dolor de muelas para comprobarlo, o tal vez la mente se sobreponga al cuerpo, o puede que ambos formen una sola cosa sutilmente entrelazada y dependiente una de otra, que es lo que dice la vieja sabiduría, y seamos un todo, no dos partes, tanto biología como biografía, y así no hay en realidad una historia del cuerpo o solo o de la mente, sino siempre la de alguien concreto, en este caso un tipo realmente listo, lleno de humor y que a pesar de sus limitaciones es capaz de decidir y enredarse como cualquiera en este juego de empeños, deseos y sorpresas que conducen la vida mientras el cuerpo aguante.
(Publicado DN 23 febrero)
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