jueves, febrero 26, 2015

La tierra baldía

"No hay, en el siglo XX, una obra que concentre con tanta intensidad todas las ideas preconcebidas acerca de lo que se entiende por poesía moderna como La tierra baldía, un poema que ha llegado a encarnar no sólo una imagen devastada de su tiempo, sino también una teoría de la tradición exhausta, a la vez que ha propuesto un paradigma de complejidad, oracular e intimidante, que ha generado una especie de ansiedad interpretativa por donde han transitado todas las escuelas críticas, desde el formalismo y el estructuralismo hasta el psicoanálisis y el feminismo", escribe Andreu Jaime, prologuista y traductor de la nueva y bella edición que saca Lumen del célebre poema de Eliot.
Tradición exhausta. Paradigma. Ansiedad interpretativa.
Las palabras del prólogo, complejo y certero, me vinieron  el  sábado a la cabeza cuando,  a pesar de la temible mañana de nieve,  fui  al seminario, en San sebastián, y releyendo a Lacan (Seminario 10, La Angustia) encontré de pronto una referencia a La tierra Baldía, una cita que le sirve para ilustrar la vieja teoría de la superioridad de la mujer en el plano del goce. Lacan se detiene  en un pasaje del poema, el del pobre muchacho chupatintas, que se marcha tras su pequeña aventura con la secretaria,  allí donde se dice:

 Cuando una bella mujer se abandona a la locura
para acabar encontrándose sola
 surca la habitación alisándose los cabellos
 con una mano automática y cambia el disco. 

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