lunes, marzo 02, 2015

Silo



Silo. 2006. JM Corral
Todavía persiste en la cuenca, junto a Noáin, el viejo silo de almacenamiento de potasa, una mole de hormigón inconfundible, con sus contrafuertes verticales de catedral, su pinta de gran  fortificación, su aire  de  enorme parapeto que,  junto al cercano acueducto, dan un carácter especial a una zona de polígonos y sembrados.  Durante años, allí se almacenaban  la carnalita y la silvinita y cuando uno llegaba a Pamplona, aun de noche, veía las luces rojizas del almacén, el trasiego de las labores de carga y los montones de mineral apilados, y sentía  que allí el trabajo no paraba y que el mundo seguía girando. Una vez cerrado, el pintor Corral descubrió este pecio y pintó los colores marchitos de sus pilares, hierros y espacios abandonados, el latido de este edificio que se levantó en los años 60, cuando en Navarra se iniciaba  la actividad industrial y la explotación de Potasas  atrajo a gente de mucho sitios, desde Asturias a Andalucía, llegados en masa al poblado de Beriain para sumarse al despegue económico de esta tierra, el profundo cambio que trajo prosperidad, pero también nuevas mentalidades e ideas, las luchas obreras,  la ebullición de la transición y el cambio político. No es extraño que contra el posible derribo de este silo se hayan alzado voces que recuerdan que  el patrimonio industrial,  como ocurre en otros países, también  merece protección: ahí están la cuenca del Rhur, en Alemania, o la central de Batersea, se ha recordado,  en Londres; sitios en que se cuidan  de  conservar y mostrar las huellas del pasado industrial,  lejos de ese furor de la piqueta que aquí nos ha llevado a hacerlo todo nuevo y de relumbrón. Nos interesa el pasado y la memoria,  decimos, sacamos pecho de cualquiera cosa, pero no hemos sabido mantener buena parte de lo que heredamos: viejas plazas, molinos, fábricas, caminos, casas, estaciones, rastros de trabajos y labores, todo aquello que da el carácter a un territorio y lo hace identificable, las huellas del tiempo   en las que reconocerse, como el viejo silo de potasa que se mantiene todavía, destechado, contra viento y marea. 
Pared sur. 2006.  Jose Miguel Corral
(Publicado DN 2/III/2015)



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