miércoles, marzo 25, 2015

La tumba de Cervantes

El académico Francisco Rico, estudioso del Quijote, dijo el mismo día en el que un grupo de expertos, tras largas pesquisas, exhumaciones y análisis, confirmaron que los huesos de Cervantes estaban en el Convento de las Trinitarias de Madrid -aunque  no podían distinguirse del resto-, que todo el revuelo y expectación creados  le parecía una chorrada y que lo importante era la obra, y no los hueso raídos del autor. Cervantes fue un hombre que vivió siempre en penuria, guerreando, cautivo, cobrando impuestos, arruinándose, yendo a la cárcel y escribió su obra cuando pudo, fruto de una voluntad que  se sobrepuso siempre a la  suerte. Su Quijote  contiene una gracia y una verdad que todavía perduran, disimulando su profundidad en un juego novelesco. “¿Habrá un libro más profundo que esta humilde novela de aire burlesco?”, escribió Ortega.  Libro perfecto y a la vez imperfecto, se aprecia mejor con el tiempo y es bueno releerlo abriéndolo al azar, como recomienda el propio Rico. Es la obra de Cervantes lo que vale, sin duda, pero siempre ante su figura, tan mal conocida, hay una suerte de deuda, como si él fuera de entre los españoles ilustres el más auténtico,  el que significa y resume más  cosas, al que más convendría imitar.  Es a estos pobres restos confundidos  del convento a los  que podemos llevar flores en comitiva, como al soldado desconocido, porque también él lo fue, y si no contamos más que con su huesos, no los menospreciemos, porque también los huesos hablan: ahí están por ejemplo  los de Descartes, sobre los que se escribió  un gran libro contando sus peripecias, sus idas y venidas desde la fría Suecia donde murió,  hasta Francia, donde su rastro vuelve a perderse varias veces. Cervantes, por su parte, sigue allí donde eligió ser amortajado y enterrado para la vida eterna, sin sospechar que la tendría aquí.  El tiempo es breve -escribió con un pie en la tumba, en el famoso prólogo al Persiles- las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo eso llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir. Así lo dijo.
(Publicado DN 23 marzo)

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