jueves, marzo 12, 2015

Sueños

El escritor argentino, que también fue publicista y sociólogo, un tipo complejo, Federico Fogwill, dejó al morir un cuaderno donde llevaba apuntando sus sueños muchos años, y que fue  publicado hace un tiempo como obra póstuma.  Fogwill era un gran fumador y murió pronto, a los 69 años, creo, de un enfisema. En esa novelita suya, espléndida, que es “Los Pichiciegos”, que va de un grupo de soldados adolecentes en la guerra  de las Malvinas, carne de cañón, también esos chicos  pasan el tiempo fumando en el refugio, apurando puchos, hasta que la pifian. La guerra, el frío, aquellas islas inhóspitas, todo parece un mal sueño.  Contar los sueños es muy difícil y en general es algo tedioso. Cuando en una novela se cuenta un sueño dan ganas de saltárselo. Los de Fogwill, que apenas he ojeado, son extraños. No sabría definirlos. Me llama la atención que los recuerde tan bien, pues una de mis frustraciones, como la de tantos,  es no lograr recordarlos o conservar solo un vago recuerdo: una atmosfera, un paisaje, un temor, un rostro. Frente a la arrogancia del día, de sus razones, de las palabras que pronuncia y con las que no logra decir casi nada, la noche porta en los sueños una verdad que desconocemos y que a la vez es nuestra. La noche es más oscura y profunda que lo que el día sospecha, decía más o menos Nietzche, subrayando esta profundidad y ese prestigio de la noche, donde la conciencia se desvanece y renuncia a su reinado. Asomarse a la noche es asomarse a un pozo lleno de claves, pero el sueño en general está cifrado, escribe con una  gramática distinta que disfraza lo que quiere decirnos, se las ingenia para esconderse al amanecer como un vampiro ante la luz.  En el sueño siempre hay presente un deseo,  aunque se decline como temor. Yo tengo a veces el sueño placentero en que duermo en lo alto de una montaña, y también sueños ingratos en que me pierdo por calles de ciudades que no conozco, buscando la salida. A veces sueño  con un artículo redondo, y lo escribo palabra por palabra, pero en cuanto despierto  ya no logro recordar nada.

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