domingo, marzo 19, 2006

Biarritz

Salgo del casino con un hombre que me cuenta que hace unos años le trasplantaron el corazón. El hombre va con un bastón muy fino, apenas una vara. No se porqué pienso en Cristo azotando a los mercaderes del templo. El hombre me cuenta que estuvo varios meses ingresado a la espera del corazón. Recuerda a un compañero de habitación que se sentaba a horcajadas en una silla pequeña, con la cabeza gacha, intentando respirar algo mejor, como si quisiera cazar algo del aire que corría por el suelo. Antes de la operación, me cuenta el trasplantado, le dieron unos días de descanso y él se fue a Biarritz. En realidad él pensaba que iba a morir, que le habían dejado salir porque estaba deshauciado, y eligió Biarritz como destino antes de morir. Sin embargo no murió. Sigue viviendo, con un corazón nuevo que bombea la sangre. Por mi parte hago la pregunta, pero el hombre desconoce de quien era el corazón que le pusieron. Puede que fuera un muchacho que murió en un accidente de moto, dice. Sin embargo hay algo en el que no es posible explicar. Le pregunto si cabe la posibilidad de que le hubieran trasplantado un corazón de mujer. No me contesta.

No hay comentarios: