jueves, marzo 23, 2006

Lo que no cesa

He visto en una patera que venía de Mauritania un africano encogido que tenía la misma cara que Eto’o. Lamentablemente este muchacho no debe saber darle al balón y su futuro es muy incierto. Así hemos hecho el mundo. Eto’o comenzó poniendo ladrillos en una obra y ahora conduce un deportivo y reacciona con furia en los estadios cuando oye insultos racistas. Que después del incidente su equipo aproveche para meter gol es otra historia. El 80% de los encuestados en un periódico dicen que el racismo en el fútbol responde a un fenómeno más profundo. El racismo, digo yo, ya es de por sí bastante profundo. De hecho, si uno se mira a sí mismo en lo profundo encuentra unas gotas. El racismo es miedo al otro, que es distinto, y además no hace falta que sea muy distinto. El racismo entre gente de raza negra es terrible, basta recordar a los hutus y los tutsis. Las pequeñas diferencias suelen ser las más explosivas. Por ejemplo, la que enfrentó durante siglos a católicos y protestante y que ahora vemos repetirse en el odio que se profesan sunnitas y chiitas. En España siempre hemos pensado que no éramos racistas. Lo que pasa es que no teníamos casi inmigrantes. Ahora vemos en el telediario a los cayucos esos que llegan de Mauritania, llenos de negros silenciosos y agotados que se cuidan de decir de donde son y comprendemos que no hay nada que hacer. Han comenzado las invasiones bárbaras. Europa tiene 13 millones de musulmanes. Europa, según oigo, será dentro de unos años una especie de Brasil: una mezcla de muchas razas con el alma mulata. De momento los equipos de fútbol ya son así y cuando meten un gol, los jugadores bailan la capoeira. Eto’o hace una gran pareja con Ronaldinho y ambos son una especie de negativo triunfal de los silenciosos negros de las pateras. Cuando un viajero de estos llega a tierra y le echan una manta encima, llama enseguida por el móvil a no se sabe dónde. Seguramente a casa, a decir que acaba de meter su primer gol.

(Publicado en DN 20-III-06)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un artículo interesante con el que estoy de acuerdo. Es difícil decir algo nuevo sobre el racismo (aún recuerdo los debates que hacíamos en el colegio, El Racismo y El Aborto eran temas recurrentes), pero sí se puede decir de muchas formas y esta es ingeniosa. Es verdad que en el fondo de todos hay unas gotas de racismo, en algunos casos son litros que salen por la boca a borbotones sin reparo. Pero al final yo creo que todo racismo es una forma de clasismo.
Es frecuente oír a una madre decir: "En el fondo todos somos un poco racistas. Que yo respeto a todos, eh, aunque reconozco que no me gustaría que mi hija se casara con un negro". Algo también divertido es la forma en la que algunos anteponen el "yo los respeto" a las afirmaciones más ofensivas o insultantes imaginables. El caso es que si el negro en cuestión fuera el actor de moda en la serie americana de los lunes (que por cierto es muy guapo para ser negro), un futbolista multimillonario o un jeque árabe... A lo mejor la madre se nos vuelve más tolerante.

Bea