martes, marzo 21, 2006

Dedos

Poesía. Palabra justa.
Han venido hablando un padre
y un hijo, subiendo por el jardín:
un pequeño edén con cuestas,
los cedros, el aromático pino,
los daphodils, el espino brillante
las nubes de siempre, la brea
y el cuervo. Han venido hablando
pero no había justamente palabras.
El silencio transcurría como
un cortafuegos entre ellos.
Silencio del padre, silencio
del hijo. Las palabras palpitan
allí dentro puras, redondas, sin
aristas. Las palabras justas.
Palabras que no pueden
ser arrojadas afuera, ser dichas.
Palabras de uno hacia otro.
Silencio en el que padre e hijo
avanzan, suben la cuesta del
jardín del Edén, hace el oeste.
Allí hay un sicómoro escondido
una escultura que se llama
landscape II, una angustiada espera
la necesidad de decir cualquier cosa
para no seguir en silencio. Entonces
la mano del padre se posa un
momento sobre la cabeza del chico.
Los dedos muy despacio escriben palabras
con tinta indeleble. El tiempo conoce
el secreto de este idioma invisible.

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