jueves, marzo 02, 2006

Palabras para niños

Cuando yo era pequeño iba a un colegio solo para chicos. Los sábados teníamos clase y solíamos dormir una siesta sobre el pupitre. A veces, en alguna fiesta, nos daban una manzana sujeta por un palo y bañada de caramelo. Cuando yo era pequeño, recuerdo, tenía muchos más mocos que ahora y las rodillas siempre despellejadas porque era portero y el patio era de gravilla. A veces el balón salía por encima de la tapia y caía a una pocilga de cutos. Entonces había que correr para que los cerdos no se comieran el balón y el partido pudiera continuar.
Cuando era pequeño no había tele –sé que es difícil de creer- y oía por la radio un programa: Matilde Perico y Periquín. Periquín era el niño y al final siempre se llevaba una torta por travieso. Cuando cumplí 10 años tuve que cambiar de Colegio y recuerdo que para darnos la bienvenida nos pusieron en el cole nuevo una película: Rocha, el hijo de Sansón. Fue magnífica. A la salida, como todos, yo quería ser Rocha y machacar a todos los enemigos sin piedad.
No voy a seguir con más batallas. Simplemente apuesto a que dentro de un tiempo a vosotros también os apetecerá contar como era vuestro cole, vuestra casa y vuestra vida cuando érais niños. Lo contaréis y os parecerá mentira que ya seáis mayores. Así es la vida. Lo que no sabéis es que aun siendo mayores os pasará como a mí. Que de pronto me entran unas ganas enormes de hacer una pelea de globos de agua y ya no es posible. O que leéreis a vuestro hijo un cuento por la noche y no sabreis si en realidad se lo contáis a él o a vosotros mismos. Eso me pasa a mí, por ejemplo, ahora que leo Alí Babá. Ese es un buen cuento, aunque no sea sino porque Alí Baba encuentra tesoros, por no hablar del hecho de que tiene varias mujeres. Yo leo el cuento con la excusa de dormir a mi hijo, ya se sabe, pero al poco soy yo el que se va quedando dormido y comienzo a soñar que soy uno de los cuarenta ladones, de los que cortaron el cuerpo de Qasim en cuatro trozos. O sueño que el loro del pirata Silver me pica en la nariz, incluso con el capitán Aqab que está obsesionado con pescar una ballena. Los rollos de mi época, vamos. A saber en qué soñaréis vosotros. ¿Harry Potter? ¿Operaciópn triunfo? Seguro, eso sí, que nadie sueña con la relación de ríos de Europa que salen en el libro de cono. Me apuesto mi antigua colección de canicas. .
El caso es que yo sueño con la ballena que va a comerse al capitán Aqab, y cuando está a punto de comérsela de pronto despierto angustiado. Entonces, para mi pesar, descubro que ya nos soy niño, pero que al menos lo he sido un rato, durante el sueño. También pienso que es la hora, que ahora tengo que levantarme y seguir disimulando para que todo el mundo crea a pies juntillas que soy una auténtica persona mayor y no descubra que CHARRO mi apellido, si lo leéis al revés, esconde en realidad el nombre de ROCHA, el invencible hijo de Sansón.

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